22/11/13

Ci Xi, emperatriz de China

De una simple concubina, a
emperatriz de China, la vida de Ci Xi
fue una historia legendaria, que
trascendió en la cultura de los chinos
de hoy en día. Sus incansables
esfuerzos por conservar las
tradiciones chinas, evitando cualquier
tipo de influencia occidental, al
punto de llegar a una xenofobia
enfermiza caracterizó la sombría
imagen de esta fascinante mujer que
fue temida por la sociedad de fines
del siglo XIX.
Yehonala nació en el año 1835, bajo
las influencias de una familia
perteneciente a la nobleza manchú.
Su contacto con la nobleza imperial
se relacionó especialmente por el
trabajo de su padre, quien era
guardia de la Ciudad Prohibida. Pero
fue su extrema belleza la que cautivó
al emperador Xianfeng, convirtiéndola
en una de sus concubinas, e
instalándola en el Palacio. Como
nombre de corte, adoptó el nombre
de Ci Xi, que significa gentilmente
virtuosa.
Estos hechos acontecían durante el
año 1851, año que daba comienzo a
la regencia del nuevo emperador bajo
un ambiente lleno de cambios para
China: la Guerra del Opio había
acontecido hace ya 12 años, y Hong
Kong era otorgada a Gran Bretaña. El
comienzo de la apertura de China al
mundo occidental estaba
comenzando.
Haciendo honor a su nombre, Ci Xi
logró al poco tiempo lo que la
emperatriz y el resto de las
concubinas no pudieron lograr: un
hijo para el emperador. Éste se llamó
Tongzhi, y su nacimiento implicó el
puesto de emperatriz del palacio
occidental a Ci Xi.
Pocos años después, el emperador
muere, dejando a su pequeño sucesor
Tongzhi. Por razones obvias, éste era
muy pequeño para gobernar, de
modo que su madre tomó el consejo
de regencia. Las primeras maniobras
encabezadas por la emperatriz viuda,
fueron eliminar al resto de los
miembros del consejo, ayudada por el
apoyo de los eunucos que sobornaba
y diversos miembros del ejército.
Los años pasaron, y Tongzhi ya había
adquirido la edad suficiente como
para reinar. Casualmente, a los dos
años de su derecho a la regencia, el
soberano murió de viruela, a la edad
de 19 años. Tras esta muerte Ci Xi
puso rápidamente sus manos a la
obra, persuadiendo al Gran Consejo
que el hijo de su hermana y el
príncipe imperial, Guangxu, de cuatro
años de edad, fuera elegido como
sucesor del trono. De este modo, Ci Xi
compartió el trono con su hermana, y
la emperatriz viuda de Xianfeng. El
tiempo le dio la muerte de ambas
socias, convirtiendo a Ci Xi en la
única emperatriz viuda de China.