LA ACACIA: La acacia es un árbol
espinoso, de la famillia de las
leguminosas-mimosas (Acacia
Dealbata).
En la Antigüedad era considerada un
símbolo solar, puesto que sus hojas se
abren con la luz del sol del amanecer,
y se cierran al ocaso; su flor imita el
disco del sol. Hubo, además, otros
árboles por los que también se
sintieron vinculaciones especiales:
el muérdago (entre los druidas celtas),
el ramo o las palmas (en el
Cristianismo), el sauce (en el taoísmo).
Entre los rosacruzes, así como en
algunos ritos masónicos ya
desaparecidos, se enseñaba que la
acacia había sido la madera utilizada
en la confección de la cruz, donde
Jesús fue ejecutado.
La acacia es la planta símbolo por
excelencia de la Masonería. Representa
la seguridad, la claridad, y también la
inocencia o pureza; es símbolo de la
verdadera Iniciación para una nueva
vida, la resurrección para una vida
futura.
Su verdor perenne y la dureza
incorruptible de su madera expresan,
en efecto, la idea de la vida inextingible
que permanentemente renace
victoriosa de la muerte.
La leyenda de Hiram Abif, -la del Tercer
Grado- nos cuenta que, al caer la
noche, lo condujeron hacia el monte
Moria, donde lo enterraron en una
sepultura quehabían cavado y
señalado con un ramo de acacia.
Cuando, extenuados, los exploradores
enviados por el rey Salomón llegaron
al punto de encuentro, sus semblantes
desencajados sólo expresaban la
inutilidad de sus esfuezos. Cayendo
literalmente fatigado un maestro
intentó asirse a un ramo de acacia
comprobando, para su sopresa, que el
ramo se soltó de su mano, pues había
sido enterrado en la tierra hacía poco
tiempo removida.
Ese ramo de acacia creó vida propia,
creció y se transformó en el mayor
símbolo del Grado de Maestro Masón.
En otra versión, los Maestros Masones,
que habían ido en busca de Hiram Abif
encontraron un montículo de tierra,
recientemente removida, que parecía
cubrir un
cadáver; plantaron allí un ramo de
acacia para reconocer el lugar. Y en
una tercera versión la acacia habría
brotado del cuerpo del Maestro
muerto, anunciando la resurrección de
Hiram.
La acacia simboliza el conocimiento de
los secretos de los "verdaderos
maestros masones" , de ahí que se la
identifique con la posesión efectiva de
la maestría, como bien se dice en el
Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Muchos investigadores sobre
francmasonería se han interesado por
el significado simbólico de la acacia:
Albert Gallatin Mackey, Bernard E.
Jones o Jules Boucher, por ejemplo,
resaltan que simboliza la Inocencia y la
iniciación; el griego akakia también es
usado para definir cualidad moral,
inocencia o pureza de vida. Del masón
que ya “conoce la Acacia” se espera
una conducta pura y sin mácula.
Oswald Wirth, por su parte, dice que
"conocer la acacia" es poseer las
nociones iniciáticas conducentes al
descubrimiento del secreto de la
Maestría. Para asimilar este secreto el
adepto debe hacer revivir en él la
muerta sabiduría.
Aldo Lavagnini comenta que "sólo los
maestros conocen la acacia,
reconociendo la realidad de la vida en
la apariencia de la muerte, y por
consiguiente sólo los maestros poseen
la capacidad de vivificar otra vez el
cadáver y volverlo a la plena vida".
Para René Guénon las espinas de la
acacia equivalen a los "rayos
luminosos"; de ahí el carácter
eminentemente solar que conserva
esta planta.