A doña Ana de Mendoza y de Cerda,
princesa de Éboli y de Melito y
duquesa de Pastrana, se la conoce por
algo más que por su gran
personalidad, su vida amorosa, sus
intrigas o su elevada influencia política.
Se la recuerda también por el parche
con el que ocultaba su ojo derecho.
Enrique Santos-Bueso, de la Unidad de
Neuroftalmología del Servicio de
Oftalmología del Hospital Universitario
Clínico San Carlos (Madrid) ha
analizado su patología ocular y
determina que podría tratarse de un
"proceso secundario a un traumatismo
inciso-contuso con pérdida de visión",
detalla a ELMUNDO.es.
Esto le pudo provocar la atrofia
progresiva del globo ocular de la órbita
derecha, además de una endotropia
(ojo hacia dentro) e hipotropia
reactivas (ojo más bajo) por la
afuncionalidad del órgano, determina
el estudio realizado por este
especialista.
"De siempre me ha encantado el arte,
de hecho soy coleccionista, y por eso
me gusta también analizar a los
personajes de los cuadros y a los
propios artistas como si fueran
pacientes. La princesa de Eboli ha sido
tratada como un paciente más. No se
cuestiona su vida privada, su relación
con la Corte ni las intrigas entre los
secretarios de Felipe II y Don Juan de
Austria. En el desarrollo del caso
clínico, se ha "abierto una historia
clínica a la paciente" con sus datos de
filiación, antecedentes personales,
exploración y diagnóstico. Se ha
contado también con 'la ayuda' de un
compañero médico que también
estudió a la princesa, el doctor
Gregorio Marañón en su obra de 1947
'Antonio Pérez', especifica el doctor
Santos-Bueso, que acaba de publicar
el caso en 'Studium Ophtalmologicum'.
El análisis de la princesa de Éboli, en el
que ha invertido dos años de trabajo,
no es el primer estudio relacionado
con el arte que publica. "Tengo otros
como la patología ocular en la obra
pintor Rafael Sanzio, en la de Leonardo
Da Vinci o en la de Anton van Dyck",
detalla.
El análisis
Según recoge en su ensayo, "no
existen documentos, referencias ni
testimonios de sus biógrafos sobre el
origen ni el tipo de patología ocular
que presentaba la princesa". Sin
embargo, en el libro 'La princesa de
Éboli' de Fernández Alvarez se advierte
del "gran tamaño de su letra así como
del uso habitual de una plantilla para
que la escritura se realizase en
renglones espaciados y alineados. Para
este autor, es un signo de miopía
acusada desde la juventud".
El experto del Clínico ha llevado a cabo
un análisis macroscópico de los
cuadros de Doña Ana de Mendoza y
de Cerda, así como un análisis del
parche y de la transparencia del
mismo.
"Aunque no existe testimonio alguno,
la gran mayoría de los biógrafos
recogen la historia de un posible
traumatismo producido por el florete
de un paje con el que jugaba al
esgrima", apostilla Santos-Bueso. Otros
autores refieren la posibilidad de que
la causa de la lesión fue la caída de un
caballo en Valladolid a los 14 años. Si
hubiera sido una patología congénita
muy posiblemente se habría reflejado
en las descripciones biográficas",
reconoce.
Cuando se realiza el análisis
macroscópico de las obras se aprecia
"que el arco ciliar (ceja) derecho está
descendido, la región orbitaria derecha
es más pequeña y el parche no parece
elevado sobre el globo ocular. El
parche muy probablemente estuviera
realizado en anacoste, tipo de lana
ligera fabricada en Normandía que se
utilizaba en verano por ser más
fresca", concreta Santos-Bueso.
Las hipótesis
Para este experto, y teniendo en
cuenta que en aquellos tiempos "la
Medicina se basaba en sangrías,
emplastos y pocos más recursos,
además de la carencia de antibióticos,
antiinflamatorios y técnicas quirúrgicas,
se plantean dos hipótesis posibles:
traumatismo inciso con ojo abierto o
bien un traumatismo contuso sin
perforación".
Otro de los motivos por los que el
doctor Santos-Bueso 'apuesta' por el
traumatismo como la causa de la
pérdida de visión de la princesa es
porque ella "gozó de buena salud
hasta el final de su vida, por lo que no
sufrió procesos infecciosos graves o
inflamatorios que hubieran provocado
la pérdida del ojo".
Así, y en ambas hipótesis planteadas,
"se produce 'ptisis bulbi' que es la
degeneración y atrofia del globo ocular
al perder la función visual con la
alteración de la simetría facial. Aunque
el traumatismo se produjo en la
adolescencia y ya está desarrollado el
macizo facial (14 huesos que
componen la cara), se observa en la
práctica diaria esta atrofia ocular y
periocular ante traumatismos graves
con pérdida de la visión", determina.
Artículo de Patricia Matey,
elmundo.es,23/04/2012