Un kelpie o caballo acuático (each
uisge en gaélico) es una criatura
fantástica perteneciente a la mitología
celta. Estas criaturas serían seres
espirituales, que según las leyendas
vivirían en los lagos, ya que serían
espíritus del agua. Los kelpies se
aparecerían ante los seres humanos
usualmente tomando forma de
caballo, aunque también puede tomar
forma humana e incluso hay versiones
en las que se representa como una
especie de hipocampo.
De carácter eminentemente maligno,
este ser suele aparecerse en las
inmediaciones de los lagos escoceses.
En forma humana, su aspecto es el de
un hombre o mujer empapada y de
revuelta cabellera que intenta ganarse
la confianza de los viajeros para
atraerlos al lago y lanzarlos al agua.
También puede saltar sobre la grupa
del caballo de los jinetes viajeros y
hacerles perder el control del animal,
dirigiéndolos hacia el interior del lago.
En su forma equina, aparece como un
magnífico ejemplar negro como la
noche o deslumbrantemente blanco,
de salvajes ojos pero comportamiento
dócil. Cualquier viajero que monte
sobre su grupa será testigo impotente
de cómo el kelpie galopa hasta el lago
y se lanza a la parte más honda junto
con el jinete, que puede verse en
graves apuros si no sabe nadar. La
única forma de escapar de este destino
es cambiar las bridas que lleva el kelpie
por otras, lo que hará que la criatura
quede bajo el total dominio del jinete.
Parece haber cierta distinción entre los
kelpies de lagos de agua salada y los
de agua dulce. Mientras que aquellos
que moran cerca de lagos de agua
salada se conforman con que su
víctima se dé un chapuzón, los kelpies
de agua dulce son mucho más
peligrosos. Una vez se ha lanzado al
agua, el kelpie de agua dulce se
revuelve contra su víctima y la devora,
dejando como único resto las entrañas
del jinete.
Según el naturalista y escritor sueco
Bengt Sjögren, la leyenda del Monstruo
del Lago Ness podría tener sus raíces
en los mitos sobre el kelpie, cuyo
aspecto y naturaleza podrían haberse
adaptado a la imaginería actual,
pasando de ser un caballo a ser una
criatura reptiliana o un dinosaurio...
Fuente:Wikipedia
23/9/12
SOBRE GUARDAR SILENCIO Y HABLAR
Nosotros los indios sabemos del
silencio. No le tenemos miedo. De
hecho, para nosotros es más
poderoso que las palabras.
Nuestros ancianos fueron educados
en las maneras del silencio, y ellos nos
transmitieron ese conocimiento a
nosotros. Observa, escucha, y luego
actúa, nos decían. Ésa es la manera de
vivir.
Observa a los animales para ver cómo
cuidan a sus crías. Observa a los
ancianos para ver cómo se comportan.
Observa al hombre blanco para ver
qué quiere. Siempre observa primero,
con corazón y mente quietos, y
entonces aprenderás. Cuando hayas
observado lo suficiente, entonces
podrás actuar.
Con ustedes es lo contrario. Ustedes
aprenden hablando. Premian a los
niños que hablan más en la escuela.
En sus fiestas todos tratan de hablar.
En el trabajo siempre están teniendo
reuniones en las que todos
interrumpen a todos, y todos hablan
cinco, diez o cien veces. Y le llaman
"resolver un problema". Cuando están
en una habitación y hay silencio, se
ponen nerviosos. Tienen que llenar el
espacio con sonidos. Así que hablan
impulsivamente, incluso antes de
saber lo que van a decir.
A la gente blanca le gusta discutir. Ni
siquiera permiten que el otro termine
una frase. Siempre interrumpen. Para
los indios esto es muy irrespetuoso e
incluso muy estúpido. Si tú comienzas
a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te
escucharé. Quizás deje de escucharte
si no me gusta lo que estás diciendo.
Pero no voy a interrumpirte. Cuando
termines, tomaré mi decisión sobre lo
que dijiste, pero no te diré si no estoy
de acuerdo, a menos que sea
importante. De lo contrario,
simplemente me quedaré callado y me
alejaré. Me has dicho lo que necesito
saber. No hay nada más que decir.
Pero eso no es suficiente para la
mayoría de la gente blanca.
La gente debería pensar en sus
palabras como si fuesen semillas.
Deberían plantarlas, y luego permitirles
crecer en silencio. Nuestros ancianos
nos enseñaron que la tierra siempre
nos está hablando, pero que debemos
guardar silencio para escucharla.
Existen muchas voces además de las
nuestras. Muchas voces.
Fuente:EL BLOG DE MARGARITA
silencio. No le tenemos miedo. De
hecho, para nosotros es más
poderoso que las palabras.
Nuestros ancianos fueron educados
en las maneras del silencio, y ellos nos
transmitieron ese conocimiento a
nosotros. Observa, escucha, y luego
actúa, nos decían. Ésa es la manera de
vivir.
Observa a los animales para ver cómo
cuidan a sus crías. Observa a los
ancianos para ver cómo se comportan.
Observa al hombre blanco para ver
qué quiere. Siempre observa primero,
con corazón y mente quietos, y
entonces aprenderás. Cuando hayas
observado lo suficiente, entonces
podrás actuar.
Con ustedes es lo contrario. Ustedes
aprenden hablando. Premian a los
niños que hablan más en la escuela.
En sus fiestas todos tratan de hablar.
En el trabajo siempre están teniendo
reuniones en las que todos
interrumpen a todos, y todos hablan
cinco, diez o cien veces. Y le llaman
"resolver un problema". Cuando están
en una habitación y hay silencio, se
ponen nerviosos. Tienen que llenar el
espacio con sonidos. Así que hablan
impulsivamente, incluso antes de
saber lo que van a decir.
A la gente blanca le gusta discutir. Ni
siquiera permiten que el otro termine
una frase. Siempre interrumpen. Para
los indios esto es muy irrespetuoso e
incluso muy estúpido. Si tú comienzas
a hablar, yo no voy a interrumpirte. Te
escucharé. Quizás deje de escucharte
si no me gusta lo que estás diciendo.
Pero no voy a interrumpirte. Cuando
termines, tomaré mi decisión sobre lo
que dijiste, pero no te diré si no estoy
de acuerdo, a menos que sea
importante. De lo contrario,
simplemente me quedaré callado y me
alejaré. Me has dicho lo que necesito
saber. No hay nada más que decir.
Pero eso no es suficiente para la
mayoría de la gente blanca.
La gente debería pensar en sus
palabras como si fuesen semillas.
Deberían plantarlas, y luego permitirles
crecer en silencio. Nuestros ancianos
nos enseñaron que la tierra siempre
nos está hablando, pero que debemos
guardar silencio para escucharla.
Existen muchas voces además de las
nuestras. Muchas voces.
Fuente:EL BLOG DE MARGARITA
Los "Cultos Cargo"
El paso de los soldados
norteamericanos y japoneses por las
islas de la Melanesia y Nueva Guinea
durante la Segunda Guerra Mundial
originó un curioso fenómeno que en
antropología se conoce como "cargo
cults" o "cultos de cargamento".
Durante la campaña del Pacífico, las
tropas de uno y otro bando se
plantaban en las islas para organizar
sus campamentos, montaban pistas
de aterrizaje y desplegaban toda su
logística. Poco después, ante el
asombro de los nativos, empezaban a
llegar en aviones que arrojaban en
paracaídas todo tipo de provisiones:
latas de comida, salchichas, fruta, ropa,
herramientas..., objetos mágicos que
desmontaron la manera de entender
el mundo de los hasta entonces
tranquilos melanesios.
Una vez terminada la guerra y
desparecidos los soldados, algunas
tribus de melanesios comenzaron a
utilizar como templos los restos de los
aviones que los americanos habían
dejado atrás y levantaron altares
donde entronizaron "radios" de
madera para comunicarse con el
exterior. En su manera de entender el
mundo, si repetían exactamente lo que
habían visto hacer aquella especie de
semidioses venidos de los cielos,
pronto llegarían nuevos aviones y
barcos que llenarían su isla de
mercancías.
Los indígenas construyeron sus
propias torres de control con troncos
de palmeras y erigieron antenas de
bambú, trazaron pistas de aterrizaje,
"encendían fogatas para atraer a los
aviones y hacían señales con antorchas
como habían visto hacerlas a los
soldados". "Montaban guardia con sus
fusiles de palo e izaban puntualmente
la bandera. Hasta imitaban la
vestimenta y la conducta de los
occidentales"...
Fuente: Fogonazos.tk
norteamericanos y japoneses por las
islas de la Melanesia y Nueva Guinea
durante la Segunda Guerra Mundial
originó un curioso fenómeno que en
antropología se conoce como "cargo
cults" o "cultos de cargamento".
Durante la campaña del Pacífico, las
tropas de uno y otro bando se
plantaban en las islas para organizar
sus campamentos, montaban pistas
de aterrizaje y desplegaban toda su
logística. Poco después, ante el
asombro de los nativos, empezaban a
llegar en aviones que arrojaban en
paracaídas todo tipo de provisiones:
latas de comida, salchichas, fruta, ropa,
herramientas..., objetos mágicos que
desmontaron la manera de entender
el mundo de los hasta entonces
tranquilos melanesios.
Una vez terminada la guerra y
desparecidos los soldados, algunas
tribus de melanesios comenzaron a
utilizar como templos los restos de los
aviones que los americanos habían
dejado atrás y levantaron altares
donde entronizaron "radios" de
madera para comunicarse con el
exterior. En su manera de entender el
mundo, si repetían exactamente lo que
habían visto hacer aquella especie de
semidioses venidos de los cielos,
pronto llegarían nuevos aviones y
barcos que llenarían su isla de
mercancías.
Los indígenas construyeron sus
propias torres de control con troncos
de palmeras y erigieron antenas de
bambú, trazaron pistas de aterrizaje,
"encendían fogatas para atraer a los
aviones y hacían señales con antorchas
como habían visto hacerlas a los
soldados". "Montaban guardia con sus
fusiles de palo e izaban puntualmente
la bandera. Hasta imitaban la
vestimenta y la conducta de los
occidentales"...
Fuente: Fogonazos.tk
RUNAS
Los alfabetos rúnicos son un grupo de
alfabetos que comparten el uso de
unas letras llamadas runas, que se
emplearon para escribir en las lenguas
germánicas principalmente en
Escandinavia y las islas Británicas,
aunque también se usaron en Europa
central y oriental, durante la
Antigüedad y la Edad Media, antes y
también durante la cristianización de la
región.
Las variantes escandinavas del alfabeto
se conocen también como futhark o
fuþark, término que deriva de las seis
primeras runas. La variante
anglosajona se conoce como futhorc,
debido a los cambios producidos en la
pronunciación de estas mismas seis
letras en el inglés antiguo.
Las inscripciones rúnicas más antiguas
encontradas datan de alrededor del
año 150, y a grandes rasgos, el
alfabeto fue reemplazándose por el
latino con la cristianización, alrededor
del año 700 en la Europa central y al
finalizar la época vikinga, alrededor de
1100, en Escandinavia. Sin embargo, el
empleo de runas persistió en
Escandinavia hasta entrado el siglo XX,
especialmente en la Suecia rural,
empleándose especialmente en la
decoración con runas y en los
calendarios rúnicos.
Los orígenes de la escritura rúnica son
inciertos. Muchos de los caracteres del
futhark antiguo se asemejan
considerablemente a caracteres del
alfabeto latino. Otros candidatos para
ser sus ancestros son los alfabetos del
norte de Italia que datan de los siglos V
a I a. C. — lepóntico, rético y venético
— todos ellos muy cercanos y
descendientes del alfabeto etrusco. La
comparación de las grafías muestra
similitudes en muchos aspectos.
Fuente:Wikipedia®
alfabetos que comparten el uso de
unas letras llamadas runas, que se
emplearon para escribir en las lenguas
germánicas principalmente en
Escandinavia y las islas Británicas,
aunque también se usaron en Europa
central y oriental, durante la
Antigüedad y la Edad Media, antes y
también durante la cristianización de la
región.
Las variantes escandinavas del alfabeto
se conocen también como futhark o
fuþark, término que deriva de las seis
primeras runas. La variante
anglosajona se conoce como futhorc,
debido a los cambios producidos en la
pronunciación de estas mismas seis
letras en el inglés antiguo.
Las inscripciones rúnicas más antiguas
encontradas datan de alrededor del
año 150, y a grandes rasgos, el
alfabeto fue reemplazándose por el
latino con la cristianización, alrededor
del año 700 en la Europa central y al
finalizar la época vikinga, alrededor de
1100, en Escandinavia. Sin embargo, el
empleo de runas persistió en
Escandinavia hasta entrado el siglo XX,
especialmente en la Suecia rural,
empleándose especialmente en la
decoración con runas y en los
calendarios rúnicos.
Los orígenes de la escritura rúnica son
inciertos. Muchos de los caracteres del
futhark antiguo se asemejan
considerablemente a caracteres del
alfabeto latino. Otros candidatos para
ser sus ancestros son los alfabetos del
norte de Italia que datan de los siglos V
a I a. C. — lepóntico, rético y venético
— todos ellos muy cercanos y
descendientes del alfabeto etrusco. La
comparación de las grafías muestra
similitudes en muchos aspectos.
Fuente:Wikipedia®
LA LEYENDA DE CALAFATE (Leyenda Tehuelche)
En lo que ahora es Magallanes y
mucho tiempo antes de que aquellas
tierras fueran colonizadas, vivían allí
dos grupos de aborígenes: los
tehuelches y los onas. Al parecer, y de
acuerdo con lo que dice la leyenda, los
onas eran muy mirados en menos por
los tehuelches, y si así no hubiera sido,
nada hubiese sucedido.
Resulta que el jefe del aikén tehuelche
tenía una hija bellísima, la cual era su
orgullo y alegría. Esta jovencita
llamábase Calafate y tenía unos
maravillosos ojos dorados. Para mal de
sus pecados sintiéndose en todo
superiores a los onas, era costumbre
tehuelche que, al cumplir la mayoría
de edad, algún joven ona fuese
consagrado por el brujo del pueblo.
El joven ona que llegó al aiken para
serlo resultó ser tan guapo y tan
garrido que Calafate, con solo verlo, se
enamoró locamente de el y él de ella.
Este gran amor echó raíces en ambos:
decidieron huir, sabiendo que sus dos
tribus no aceptarían su unión. En un
lugar lejano ambos levantaron su
choza: pero alguien supo de los planes
y sin perder un segundo le comunicó
al jefe y padre de Calafate.
De acuerdo con su tradición, la vida
del joven ona era sagrada en las
presentes circunstancias; por lo tanto
el jefe intentó convencer por otros
medios a Calafate de apartarse del ona
y olvidar a su bien amado. ¡Todo fue
en vano! ¿Cómo su hija, siempre
siempre dócil y respetuosa de su padre
y de las leyes de su tribu, ahora se
mostraba tan rebelde e indómita?
Convencido de que aquéllo era obra
del Gualiche, la deidad maligna, hizo
venir a la bruja de su tribu y le ordenó
que impidiera la huida de los
enamorados, hechizando a Calafate,
pero que sus maravillosos ojos
dorados siguieran mirando su aikén,
fuese cual fuese el hechizo.
Ni corta ni perezoza, la bruja la
transformó en un arbusto que, cada
primavera, se cubre de flores doradas,
las que parecían contemplar el paraje
donde conoció a su amado. El joven
ona la buscó en vano por toda la
región, hasta morir de pena.
La bruja, al darse cuenta del daño que
había causado, hizo que esas flores, al
caer, se convirtieran en un dulce fruto
de color púrpura. Y ese fruto es el
corazón de la hermosa tehuelche.
Fuente: Leyendas Paganas
mucho tiempo antes de que aquellas
tierras fueran colonizadas, vivían allí
dos grupos de aborígenes: los
tehuelches y los onas. Al parecer, y de
acuerdo con lo que dice la leyenda, los
onas eran muy mirados en menos por
los tehuelches, y si así no hubiera sido,
nada hubiese sucedido.
Resulta que el jefe del aikén tehuelche
tenía una hija bellísima, la cual era su
orgullo y alegría. Esta jovencita
llamábase Calafate y tenía unos
maravillosos ojos dorados. Para mal de
sus pecados sintiéndose en todo
superiores a los onas, era costumbre
tehuelche que, al cumplir la mayoría
de edad, algún joven ona fuese
consagrado por el brujo del pueblo.
El joven ona que llegó al aiken para
serlo resultó ser tan guapo y tan
garrido que Calafate, con solo verlo, se
enamoró locamente de el y él de ella.
Este gran amor echó raíces en ambos:
decidieron huir, sabiendo que sus dos
tribus no aceptarían su unión. En un
lugar lejano ambos levantaron su
choza: pero alguien supo de los planes
y sin perder un segundo le comunicó
al jefe y padre de Calafate.
De acuerdo con su tradición, la vida
del joven ona era sagrada en las
presentes circunstancias; por lo tanto
el jefe intentó convencer por otros
medios a Calafate de apartarse del ona
y olvidar a su bien amado. ¡Todo fue
en vano! ¿Cómo su hija, siempre
siempre dócil y respetuosa de su padre
y de las leyes de su tribu, ahora se
mostraba tan rebelde e indómita?
Convencido de que aquéllo era obra
del Gualiche, la deidad maligna, hizo
venir a la bruja de su tribu y le ordenó
que impidiera la huida de los
enamorados, hechizando a Calafate,
pero que sus maravillosos ojos
dorados siguieran mirando su aikén,
fuese cual fuese el hechizo.
Ni corta ni perezoza, la bruja la
transformó en un arbusto que, cada
primavera, se cubre de flores doradas,
las que parecían contemplar el paraje
donde conoció a su amado. El joven
ona la buscó en vano por toda la
región, hasta morir de pena.
La bruja, al darse cuenta del daño que
había causado, hizo que esas flores, al
caer, se convirtieran en un dulce fruto
de color púrpura. Y ese fruto es el
corazón de la hermosa tehuelche.
Fuente: Leyendas Paganas
CÍBOLA
Cíbola es una ciudad legendaria llena
de riquezas, que durante la época
colonial se suponía en algún lugar del
norte de la Nueva España, en lo que
hoy es el norte de Méjico y el suroeste
de Estados Unidos.
Fue una de las fantásticas ciudades
que sólo existieron en una vieja
leyenda que se originó alrededor del
año 713 cuando los musulmanes
conquistaron Mérida, España; según la
leyenda siete obispos huyeron de la
ciudad no sólo para salvar sus vidas,
sino también para impedir que los
musulmanes se apropiaran de valiosas
reliquias religiosas. Años después
corrió el rumor de que se habían
instalado los siete obispos en un lugar
lejano, más allá del mundo conocido
en esa época, y habían fundado las
ciudades de Cíbola y Quivira.
La leyenda decía que esas ciudades
llegaron a tener grandes riquezas,
principalmente en oro y piedras
preciosas. Esa leyenda fue la causa de
que exploradores españoles y sus
gobernantes trataran en vano de
encontrar durante siglos las
legendarias ciudades.
La leyenda creció a tal grado que con el
tiempo ya no se hablaba únicamente
de Cíbola y Quivira, sino de siete
magníficas ciudades Aira, Anhuib,
Ansalli, Ansesseli, Ansodi, Ansolli y
Con, construidas en oro...
Fuente:La leyenda de Cíbola
de riquezas, que durante la época
colonial se suponía en algún lugar del
norte de la Nueva España, en lo que
hoy es el norte de Méjico y el suroeste
de Estados Unidos.
Fue una de las fantásticas ciudades
que sólo existieron en una vieja
leyenda que se originó alrededor del
año 713 cuando los musulmanes
conquistaron Mérida, España; según la
leyenda siete obispos huyeron de la
ciudad no sólo para salvar sus vidas,
sino también para impedir que los
musulmanes se apropiaran de valiosas
reliquias religiosas. Años después
corrió el rumor de que se habían
instalado los siete obispos en un lugar
lejano, más allá del mundo conocido
en esa época, y habían fundado las
ciudades de Cíbola y Quivira.
La leyenda decía que esas ciudades
llegaron a tener grandes riquezas,
principalmente en oro y piedras
preciosas. Esa leyenda fue la causa de
que exploradores españoles y sus
gobernantes trataran en vano de
encontrar durante siglos las
legendarias ciudades.
La leyenda creció a tal grado que con el
tiempo ya no se hablaba únicamente
de Cíbola y Quivira, sino de siete
magníficas ciudades Aira, Anhuib,
Ansalli, Ansesseli, Ansodi, Ansolli y
Con, construidas en oro...
Fuente:La leyenda de Cíbola
MORGANA LE FAY
Se sabe que el Rey Arturo y Morgana
guardaban entre sí cierto parentesco,
unos mantienen que eran hermanos,
otros hermanastros. Este hecho en
apariencia sin importancia, puede ser
fundamental ante la sospecha de que
pudieron tener un hijo juntos. Nadie
duda de que Morgana tuvo un hijo, Sir
Mordred, pero tampoco queda claro
quién era su padre. Algunas fuentes
apuntan que era hijo del mismísimo
rey Arturo, fruto de una relación
incestuosa, y que por eso, al quedarse
embarazada, abandonó la corte y se
refugió en la Isla de Avalon. El odio
que sentía Sir Mordred hacia el rey
Arturo, que le llevó a protagonizar una
rebelión contra él y fue artífice de su
muerte, parece confirmarnos su
origen. Para otros Sir Mordred no era
hijo del rey, sino su sobrino, y no
reclamaba lo que era suyo como hijo
natural, sino que lo hizo por ambición.
Nunca faltan las malas lenguas cuando
se trata de mujeres, y contaron
algunos chismosos que Morgana tuvo
varios amantes, entre ellos Sir
Guindomar, otro posible padre para su
hijo. Para quienes contaron esta
historia éste fue el verdadero motivo
de que Morgana abandonara la corte y
se refugiara en la isla, donde fue a
parar el rey para morir.
En los primeros poemas en verso el
papel del hada Morgana era muy
menor: una hermosa y morena hada
que ayudó al rey cuando éste llego en
barco a las aguas de la ista de Avalon,
herido de muerte en la batalla contra
Sir Mordred. Con el transcurso del
ciclo artúrico la personalidad del hada
Morgana se complica. Cuentan que
odiaba a Ginebra, y que, llevada por el
odio, le confesó al rey que su mujer le
era infiel. No sabemos si Ginebra era
infiel, pero sí que esta confesión de
Morgana fue para hacer daño al rey y
desacreditar a su mujer y a los
caballeros de la corte.
La relación con Merlín también es muy
confusa. Si en algunos relatos el mago
y ella mantuvieron relaciones y le
enseñó necromancia, por eso
Morgana sabía brujería, en otros el
Mago conocía las astucias de Morgana
y la odiaba. Entre las múltiples
acusaciones que recibió Morgana se
llegó a decir que le robó al rey su
espada y que la embrujó, aunque no
le sirvió de nada porque fue
descubierta.
Pero entre tantas sospechas,
calumnias y rumores, lo único que
sabemos de verdad es que cuando el
rey fue llevado herido a la Isla de
Avalon, tres hadas llorosas y
encapuchadas de negro lo recibieron
con todo mimo: Morgana o Morgan le
Fay, como se le conocía; Nínive, el
hada encargada de educar a Lanzarote
y que sedujo a Merlín para arrebatarle
sus conocimientos; y Elaine de
Corbenic, que engañó a Lanzarote
para llevarlo a su cama y con quien
tuvo a Galahad, el único caballero que
alcanzó la posesión del Grial.
Es posible que conozcais muchísimas
versiones sobre Morgana y penseis
que cualquiera puede ser verdadera.
Son sólo teorías. En cine no faltan
sobre la vida del rey Arturo, y nunca
falta Morgana. En Los Caballeros del
Rey Arturo, aunque Ginebra era rubia
y Morgana morena, encontramos a
una bella y morena Ginebra, y a una
rubia y astuta Morgana. La historia
entre Ginebra y Lancelot es totalmente
platónica, de un amor puro y una fiel
Ginebra como protagonista, aunque
Morgana intenta hacer creer al rey lo
contrario, insinuándole al rey que hay
mucho más que amistad y respeto
entre Ginebra y Lancelot. Merlín
desconfía siempre de Morgana, y sabe
que su verdadera intención es
desacreditar a los caballeros de la
corte ante los ojos del rey.
Ésta es una interpretación, veamos
otra:
No olvidemos otros muchos rumores
que pueden dar luz a la historia. Tal
vez fue Morgana la verdadera víctima
de las murmuraciones, seguramente
por odio. Cuentan por ahí que Ginebra
la odiaba y que, cuando Morgana vivió
en la corte, Ginebra le hizo la vida
imposible y se opuso siempre a ella,
otro de los motivos que se apuntan
para que Morgana abandonara la
corte. Tal vez Ginebra sí le fue infiel al
rey Arturo y Morgana sólo fue quien la
descubrió. Puede ser que de ahí
viniera el odio entre las dos mujeres.
Puede ser que todo fueran falsas
acusaciones para manchar el nombre
de alguien que odiamos. A esto se le
llama venganza. Tal vez no fuera ella la
conspiradora, sino la víctima, y más
dulce y terrible fue la venganza de
Ginebra, cuyos rumores cambiaron la
historia.
No sé cuál es la verdadera historia de
Morgana, si es que la hay, sólo son
suposiciones. Yo sólo quería que se
recordara su nombre: Morgana le Fay.
Fuente: irlandairlanda.
guardaban entre sí cierto parentesco,
unos mantienen que eran hermanos,
otros hermanastros. Este hecho en
apariencia sin importancia, puede ser
fundamental ante la sospecha de que
pudieron tener un hijo juntos. Nadie
duda de que Morgana tuvo un hijo, Sir
Mordred, pero tampoco queda claro
quién era su padre. Algunas fuentes
apuntan que era hijo del mismísimo
rey Arturo, fruto de una relación
incestuosa, y que por eso, al quedarse
embarazada, abandonó la corte y se
refugió en la Isla de Avalon. El odio
que sentía Sir Mordred hacia el rey
Arturo, que le llevó a protagonizar una
rebelión contra él y fue artífice de su
muerte, parece confirmarnos su
origen. Para otros Sir Mordred no era
hijo del rey, sino su sobrino, y no
reclamaba lo que era suyo como hijo
natural, sino que lo hizo por ambición.
Nunca faltan las malas lenguas cuando
se trata de mujeres, y contaron
algunos chismosos que Morgana tuvo
varios amantes, entre ellos Sir
Guindomar, otro posible padre para su
hijo. Para quienes contaron esta
historia éste fue el verdadero motivo
de que Morgana abandonara la corte y
se refugiara en la isla, donde fue a
parar el rey para morir.
En los primeros poemas en verso el
papel del hada Morgana era muy
menor: una hermosa y morena hada
que ayudó al rey cuando éste llego en
barco a las aguas de la ista de Avalon,
herido de muerte en la batalla contra
Sir Mordred. Con el transcurso del
ciclo artúrico la personalidad del hada
Morgana se complica. Cuentan que
odiaba a Ginebra, y que, llevada por el
odio, le confesó al rey que su mujer le
era infiel. No sabemos si Ginebra era
infiel, pero sí que esta confesión de
Morgana fue para hacer daño al rey y
desacreditar a su mujer y a los
caballeros de la corte.
La relación con Merlín también es muy
confusa. Si en algunos relatos el mago
y ella mantuvieron relaciones y le
enseñó necromancia, por eso
Morgana sabía brujería, en otros el
Mago conocía las astucias de Morgana
y la odiaba. Entre las múltiples
acusaciones que recibió Morgana se
llegó a decir que le robó al rey su
espada y que la embrujó, aunque no
le sirvió de nada porque fue
descubierta.
Pero entre tantas sospechas,
calumnias y rumores, lo único que
sabemos de verdad es que cuando el
rey fue llevado herido a la Isla de
Avalon, tres hadas llorosas y
encapuchadas de negro lo recibieron
con todo mimo: Morgana o Morgan le
Fay, como se le conocía; Nínive, el
hada encargada de educar a Lanzarote
y que sedujo a Merlín para arrebatarle
sus conocimientos; y Elaine de
Corbenic, que engañó a Lanzarote
para llevarlo a su cama y con quien
tuvo a Galahad, el único caballero que
alcanzó la posesión del Grial.
Es posible que conozcais muchísimas
versiones sobre Morgana y penseis
que cualquiera puede ser verdadera.
Son sólo teorías. En cine no faltan
sobre la vida del rey Arturo, y nunca
falta Morgana. En Los Caballeros del
Rey Arturo, aunque Ginebra era rubia
y Morgana morena, encontramos a
una bella y morena Ginebra, y a una
rubia y astuta Morgana. La historia
entre Ginebra y Lancelot es totalmente
platónica, de un amor puro y una fiel
Ginebra como protagonista, aunque
Morgana intenta hacer creer al rey lo
contrario, insinuándole al rey que hay
mucho más que amistad y respeto
entre Ginebra y Lancelot. Merlín
desconfía siempre de Morgana, y sabe
que su verdadera intención es
desacreditar a los caballeros de la
corte ante los ojos del rey.
Ésta es una interpretación, veamos
otra:
No olvidemos otros muchos rumores
que pueden dar luz a la historia. Tal
vez fue Morgana la verdadera víctima
de las murmuraciones, seguramente
por odio. Cuentan por ahí que Ginebra
la odiaba y que, cuando Morgana vivió
en la corte, Ginebra le hizo la vida
imposible y se opuso siempre a ella,
otro de los motivos que se apuntan
para que Morgana abandonara la
corte. Tal vez Ginebra sí le fue infiel al
rey Arturo y Morgana sólo fue quien la
descubrió. Puede ser que de ahí
viniera el odio entre las dos mujeres.
Puede ser que todo fueran falsas
acusaciones para manchar el nombre
de alguien que odiamos. A esto se le
llama venganza. Tal vez no fuera ella la
conspiradora, sino la víctima, y más
dulce y terrible fue la venganza de
Ginebra, cuyos rumores cambiaron la
historia.
No sé cuál es la verdadera historia de
Morgana, si es que la hay, sólo son
suposiciones. Yo sólo quería que se
recordara su nombre: Morgana le Fay.
Fuente: irlandairlanda.
LEONOR DE AQUITANIA
En torno a Leonor de Aquitania existe
una leyenda negra alimentada por el
paso de los siglos y la multitud de
elucubraciones que se han hecho en
relación a su comportamiento, su
aspecto físico, su espléndida
preparación cultural, su amor por el
mundo trovadoresco y su increíble
fortaleza, pues vivió ochenta años en
un mundo en el que la esperanza de
vida era mucho menor. Una
trascendencia nada habitual para una
mujer de la época.
Esta visión tan negativa de la duquesa
de Aquitania comienza con las los
testimonios que recogen los monjes y
los clérigos de la época, quienes se
encargaron, tal vez bajo una mirada de
desconfianza hacia la mujer, de
mostrar a una Leonor que, lejos de
llevar una vida tranquila, transgrede las
normas habituales. Además, y como
muestra inequívoca de maldad, la
describen como una mujer muy bella y
por ello sospechosa de cualquier
acción contra los hombres.
En épocas posteriores, los
documentos que éstos últimos dejaron
fueron interpretados por historiadores,
quienes adoptan diferentes posturas
entorno a la figura de Leonor. Los
franceses reprocharán a Leonor haber
roto, con su conducta y su divorcio, la
unidad francesa . Otros, por el
contrario, describen a Leonor como
una reina avariciosa, egoísta,
elucubradora y sedienta de poder. Un
tercer grupo de historiadores
considera a Leonor de Aquitania como
una de las primeras feministas de la
Historia. Hay por tanto, interpretacione
s para todos los gustos.
Independientemente de estas ideas, y
como dijo Jean Flori, el mejor biógrafo
de Leonor de Aquitania, no es posible
separar a Leonor de su leyenda
porque tan sólo la conocemos a través
de ésta .
Por último, cabe recordar que Leonor
fue dos veces reina y madre de tres
reyes. Intentó vivir la vida que ella
quería. Así nace su historia: una mujer
entre el mito y el símbolo.
Leonor de Aquitania (Poitiers 1122-
Abadía de Fontevraud 1204), fue
consorte de Francia e Inglaterra tras su
matrimonio con Luis VII de Francia
primero y Enrique II de Inglaterra
después. No obstante, ella aportó
numerosas posesiones a sus
matrimonios, como el ducado de
Aquitania, terreno que le dio el
nombre y el prestigio internacional.
Fue la primogénita de Aenor de
Chatellerault y Guillermo X, duque de
Aquitania, quien se encargó de
educarla en el arte de leer y escribir, la
cetrería, la caza y la estrategia militar,
tal y como se educaría a un varón y no
a una mujer.
A la muerte de éste, cuando Leonor
solo contaba con 13 años -o 15,
puesto que no se ha podido
corroborar su fecha de nacimiento,
que se fija en 1122 o 1124-, se
convierte en la heredera del condado
de Poitiers y del Ducado de Gascuña y
Aquitania, una extensísima porción de
terreno que llegaba hasta los Pirineos y
de la que su padre se encargó que
sólo pudiese ser heredada por sus
descendientes directos y nunca pasase
a manos de sus maridos.
Ese mismo verano de 1137, Leonor se
casa con Luis VII de Francia, de tan
sólo dieciséis años. Cuando llega a su
nuevo hogar descubre que las
costumbres son radicalmente distintas:
la corte es fría, austera, sin trovadores
ni poesía caballeresca. Intenta llenar
ese vacío con juglares que recoge y
que son considerados por muchos, tal
vez por desconocimiento sobre
quienes eran y qué hacían, como una
ofensa, aunque esto no es más que el
intento de copiar el ambiente que ella
había vivido desde pequeña en su
casa. Leonor continúa de esta forma la
tradición familiar (a su abuelo
Guillermo IX se le atribuyen los versos
más antiguos encontrados en el reino
de Francia, escritos en lengua de oc)
de proteger y ayudar a la poesía
trovadoresca tanto en Francia como en
Inglaterra.
El matrimonio entre ambos empieza a
desmoronarse tras unos
enfrentamientos directos con el Papa a
causa de la boda de la hermana de
Leonor, Petronila, con Raúl de
Vermandois, el primo del Rey, casado
con Eleonora, sobrina de un conde
poderoso que no permite el desaire
que se hace a su familia. Tras poner en
jaque a la diplomacia francesa y
vaticana, Leonor, que encabeza la
petición, y su marido Luis consiguen
que el matrimonio se acepte.
Tras este tiempo de conflictos del que
se derivó una matanza, Luis VII decide
emprender camino, tal vez para
redimirse de sus pecados, hacia la
cruzada que tuvo lugar en 1144.
Leonor decide acompañar a su
marido. Dice un cronista de la época,
Nicetas Conictes, que ella participó en
la contienda, que se la podría situar
entre las lanzas y los escudos,
montando su caballo como cualquier
varón.
Tras la Cruzada se desplazan a
Antioquia, donde es acusada, sin saber
aún hoy la verdad, de mantener
relaciones con uno de sus tíos, el
príncipe de la ciudad. Su marido,
airado por tal hecho, le obliga a
marchar con él a Jerusalén.
A su vuelta se quedó embarazada y
dio a luz, de nuevo, a una mujer, la
segunda, lo que provoca una profunda
decepción en su marido.
En marzo de 1152 obtiene la anulación
de su matrimonio bajo la excusa de
consanguinidad en cuatro grado. Unos
meses después contrae matrimonio
con Enrique de Anjou- posteriormente
conocido como Enrique de
Plantagenet- dando lugar al Imperio
Angevino, un territorio que se extendía
desde Escocia a los Pirineos y que sin
lugar a dudas suponía un gran desafío
hacia el rey de Francia, el anterior
marido de Leonor. Del matrimonio
nacieron ocho hijos, entre los que se
encuentran los famosísimos Ricardo
Corazón de León y Juan sin Tierra.
El matrimonio se rompe cuando
Leonor descubre la aventura de su
marido con Rosamunda de Clifford y
no acepta ser la segunda en
importancia. Éste fue el detonante que
llevó a Leonor de Aquitania a Poitiers
junto a sus hijos. En 1170, Leonor
indujo a su marido a entregar a su hijo
Ricardo Corazón de León los dominios
de Gascuña, Aquitania y Poitou, que
eran de su propiedad. Mientras tanto,
y para salvaguardar el futuro de sus
hijos, se pone con contacto con Luis
VII, quien fuera su marido, para que
apoye a sus hijos contra su padre,
Enrique de Inglaterra. Luis saldría
beneficiado si triunfaba la revuelta e
incluso podría recuperar la primacía
en el continente europeo.
Una vez fracasada la rebelión de tres
de sus hijos contra el padre, Leonor es
acusada de traición y encarcelada
durante más de quince años. No fue
hasta la muerte de Enrique de
Inglaterra y la coronación de su hijo
Ricardo cuando es liberada. Es además
la época en la que mayor libertad
conocerá, y será realmente cuando
reine: su hijo Ricardo decide marchar a
las cruzadas y dejarla a ella como
reina.
Leonor de Aquitania muere en la
abadía de Fuentevraud, no sabemos
en qué condiciones, ya que su muerte
no está mucho mejor relatada que su
nacimiento. Lo que sí podemos
asegurar es que la abadía era el
panteón familiar de los Plantagenet y
Leonor, desde hacía mucho tiempo,
había mostrado su interés por el santo
lugar donde reposaban su esposo
Enrique II, su hijo Ricardo y su hija
Juana . Se mantuvo activa hasta el
último día de su muerte, luchando por
asegurar el dominio de sus hijos.
Fuente: arteguias.com
una leyenda negra alimentada por el
paso de los siglos y la multitud de
elucubraciones que se han hecho en
relación a su comportamiento, su
aspecto físico, su espléndida
preparación cultural, su amor por el
mundo trovadoresco y su increíble
fortaleza, pues vivió ochenta años en
un mundo en el que la esperanza de
vida era mucho menor. Una
trascendencia nada habitual para una
mujer de la época.
Esta visión tan negativa de la duquesa
de Aquitania comienza con las los
testimonios que recogen los monjes y
los clérigos de la época, quienes se
encargaron, tal vez bajo una mirada de
desconfianza hacia la mujer, de
mostrar a una Leonor que, lejos de
llevar una vida tranquila, transgrede las
normas habituales. Además, y como
muestra inequívoca de maldad, la
describen como una mujer muy bella y
por ello sospechosa de cualquier
acción contra los hombres.
En épocas posteriores, los
documentos que éstos últimos dejaron
fueron interpretados por historiadores,
quienes adoptan diferentes posturas
entorno a la figura de Leonor. Los
franceses reprocharán a Leonor haber
roto, con su conducta y su divorcio, la
unidad francesa . Otros, por el
contrario, describen a Leonor como
una reina avariciosa, egoísta,
elucubradora y sedienta de poder. Un
tercer grupo de historiadores
considera a Leonor de Aquitania como
una de las primeras feministas de la
Historia. Hay por tanto, interpretacione
s para todos los gustos.
Independientemente de estas ideas, y
como dijo Jean Flori, el mejor biógrafo
de Leonor de Aquitania, no es posible
separar a Leonor de su leyenda
porque tan sólo la conocemos a través
de ésta .
Por último, cabe recordar que Leonor
fue dos veces reina y madre de tres
reyes. Intentó vivir la vida que ella
quería. Así nace su historia: una mujer
entre el mito y el símbolo.
Leonor de Aquitania (Poitiers 1122-
Abadía de Fontevraud 1204), fue
consorte de Francia e Inglaterra tras su
matrimonio con Luis VII de Francia
primero y Enrique II de Inglaterra
después. No obstante, ella aportó
numerosas posesiones a sus
matrimonios, como el ducado de
Aquitania, terreno que le dio el
nombre y el prestigio internacional.
Fue la primogénita de Aenor de
Chatellerault y Guillermo X, duque de
Aquitania, quien se encargó de
educarla en el arte de leer y escribir, la
cetrería, la caza y la estrategia militar,
tal y como se educaría a un varón y no
a una mujer.
A la muerte de éste, cuando Leonor
solo contaba con 13 años -o 15,
puesto que no se ha podido
corroborar su fecha de nacimiento,
que se fija en 1122 o 1124-, se
convierte en la heredera del condado
de Poitiers y del Ducado de Gascuña y
Aquitania, una extensísima porción de
terreno que llegaba hasta los Pirineos y
de la que su padre se encargó que
sólo pudiese ser heredada por sus
descendientes directos y nunca pasase
a manos de sus maridos.
Ese mismo verano de 1137, Leonor se
casa con Luis VII de Francia, de tan
sólo dieciséis años. Cuando llega a su
nuevo hogar descubre que las
costumbres son radicalmente distintas:
la corte es fría, austera, sin trovadores
ni poesía caballeresca. Intenta llenar
ese vacío con juglares que recoge y
que son considerados por muchos, tal
vez por desconocimiento sobre
quienes eran y qué hacían, como una
ofensa, aunque esto no es más que el
intento de copiar el ambiente que ella
había vivido desde pequeña en su
casa. Leonor continúa de esta forma la
tradición familiar (a su abuelo
Guillermo IX se le atribuyen los versos
más antiguos encontrados en el reino
de Francia, escritos en lengua de oc)
de proteger y ayudar a la poesía
trovadoresca tanto en Francia como en
Inglaterra.
El matrimonio entre ambos empieza a
desmoronarse tras unos
enfrentamientos directos con el Papa a
causa de la boda de la hermana de
Leonor, Petronila, con Raúl de
Vermandois, el primo del Rey, casado
con Eleonora, sobrina de un conde
poderoso que no permite el desaire
que se hace a su familia. Tras poner en
jaque a la diplomacia francesa y
vaticana, Leonor, que encabeza la
petición, y su marido Luis consiguen
que el matrimonio se acepte.
Tras este tiempo de conflictos del que
se derivó una matanza, Luis VII decide
emprender camino, tal vez para
redimirse de sus pecados, hacia la
cruzada que tuvo lugar en 1144.
Leonor decide acompañar a su
marido. Dice un cronista de la época,
Nicetas Conictes, que ella participó en
la contienda, que se la podría situar
entre las lanzas y los escudos,
montando su caballo como cualquier
varón.
Tras la Cruzada se desplazan a
Antioquia, donde es acusada, sin saber
aún hoy la verdad, de mantener
relaciones con uno de sus tíos, el
príncipe de la ciudad. Su marido,
airado por tal hecho, le obliga a
marchar con él a Jerusalén.
A su vuelta se quedó embarazada y
dio a luz, de nuevo, a una mujer, la
segunda, lo que provoca una profunda
decepción en su marido.
En marzo de 1152 obtiene la anulación
de su matrimonio bajo la excusa de
consanguinidad en cuatro grado. Unos
meses después contrae matrimonio
con Enrique de Anjou- posteriormente
conocido como Enrique de
Plantagenet- dando lugar al Imperio
Angevino, un territorio que se extendía
desde Escocia a los Pirineos y que sin
lugar a dudas suponía un gran desafío
hacia el rey de Francia, el anterior
marido de Leonor. Del matrimonio
nacieron ocho hijos, entre los que se
encuentran los famosísimos Ricardo
Corazón de León y Juan sin Tierra.
El matrimonio se rompe cuando
Leonor descubre la aventura de su
marido con Rosamunda de Clifford y
no acepta ser la segunda en
importancia. Éste fue el detonante que
llevó a Leonor de Aquitania a Poitiers
junto a sus hijos. En 1170, Leonor
indujo a su marido a entregar a su hijo
Ricardo Corazón de León los dominios
de Gascuña, Aquitania y Poitou, que
eran de su propiedad. Mientras tanto,
y para salvaguardar el futuro de sus
hijos, se pone con contacto con Luis
VII, quien fuera su marido, para que
apoye a sus hijos contra su padre,
Enrique de Inglaterra. Luis saldría
beneficiado si triunfaba la revuelta e
incluso podría recuperar la primacía
en el continente europeo.
Una vez fracasada la rebelión de tres
de sus hijos contra el padre, Leonor es
acusada de traición y encarcelada
durante más de quince años. No fue
hasta la muerte de Enrique de
Inglaterra y la coronación de su hijo
Ricardo cuando es liberada. Es además
la época en la que mayor libertad
conocerá, y será realmente cuando
reine: su hijo Ricardo decide marchar a
las cruzadas y dejarla a ella como
reina.
Leonor de Aquitania muere en la
abadía de Fuentevraud, no sabemos
en qué condiciones, ya que su muerte
no está mucho mejor relatada que su
nacimiento. Lo que sí podemos
asegurar es que la abadía era el
panteón familiar de los Plantagenet y
Leonor, desde hacía mucho tiempo,
había mostrado su interés por el santo
lugar donde reposaban su esposo
Enrique II, su hijo Ricardo y su hija
Juana . Se mantuvo activa hasta el
último día de su muerte, luchando por
asegurar el dominio de sus hijos.
Fuente: arteguias.com
EL AMOR EN LA EDAD MEDIA
La Edad Media se ha debatido entre la
razón y la superstición; y el amor no
ha sido ajeno a esta batalla. En las
siguientes líneas recorreremos una
biblioteca imaginaria, pero cuyos libros
son ciertamente reales. Tan verdaderos
como las fascinantes locuras que allí se
reflejan.
Umberto Eco, un penetrante erudito
de aquel oscuro período, nos describe
el afiebrado recorrido de un joven
novicio benedictino, quien ha caído en
las garras del amor. De noche
penetrará en una biblioteca de
secretos maravillosos, donde el amor y
la pena parecen reflejarse con
sarcástica precisión en cada
pergamino que cae en sus manos.
Veamos:
...Y al mismo tiempo me iba
convenciendo de que, a pesar de
encontrarme enfermo, la enfermedad
que padecía era, por decirlo así,
normal, puesto que tantos otros la
habían sufrido, y parecía que los
autores citados hubieran estado
pensando en mí cuando la describían.
...Así leí emocionado las páginas
donde Ibn Hazm define el amor como
una enfermedad rebelde, que sólo con
el amor se cura, una enfermedad de la
que el paciente no quiere curar. Basilio
de Ancira afirma que el mal del amor
demuestra (síntoma inconfundible) un
júbilo excesivo y al mismo tiempo
desea apartarse y prefiere la soledad, a
lo que se suma un intenso desasosiego
y una confusión que impide articular
palabra...
...Me estremecí al leer que, cuando se
le impide contemplar el objeto amado,
el amante sincero cae en un estado de
abatimiento que a menudo lo obliga a
guardar cama, y que a veces el mal
ataca el cerebro, y entonces el amante
enloquece y delira. Leí con aprensión
que, si el mal se agrava, puede resultar
fatal...
...Santa Hildegarda atribuye a la
melancolía el dulce sentimiento de la
pérdida del amor. En el Liber
Continens, se identifica a la melancolía
amorosa con la licantropía, en la que
el enamorado se comporta como un
lobo. Primero se altera es aspecto de
los amantes, la vista se debilita, los
ojos se hunden y quedan sin lágrimas,
la lengua se va secando y se cubre de
pústulas, el cuerpo se marchita y
padecen de una sed insaciable. Pasan
el día tendidos en el lecho, boca abajo,
con el rostro y los tobillos cubiertos de
marcas, y por último, terminan sus
días vagando por los cementerios, de
noche, como lobos...
...El gran Avicena define el amor como
un pensamiento fijo de carácter
melancólico, que nace del hábito de
pensar una y otra vez en las facciones,
los gestos o las costumbres de las
personas del sexo opuesto. Se vuelve
una enfermedad cuando al no ser
satisfecho se vuelve un pensamiento
obsesivo, que provoca risas y llantos
intempestivos...
...Arnaldo de Villanova, con crueldad,
recomienda que la única cura contra el
mal de amor es perder la confianza,
olvidar...
razón y la superstición; y el amor no
ha sido ajeno a esta batalla. En las
siguientes líneas recorreremos una
biblioteca imaginaria, pero cuyos libros
son ciertamente reales. Tan verdaderos
como las fascinantes locuras que allí se
reflejan.
Umberto Eco, un penetrante erudito
de aquel oscuro período, nos describe
el afiebrado recorrido de un joven
novicio benedictino, quien ha caído en
las garras del amor. De noche
penetrará en una biblioteca de
secretos maravillosos, donde el amor y
la pena parecen reflejarse con
sarcástica precisión en cada
pergamino que cae en sus manos.
Veamos:
...Y al mismo tiempo me iba
convenciendo de que, a pesar de
encontrarme enfermo, la enfermedad
que padecía era, por decirlo así,
normal, puesto que tantos otros la
habían sufrido, y parecía que los
autores citados hubieran estado
pensando en mí cuando la describían.
...Así leí emocionado las páginas
donde Ibn Hazm define el amor como
una enfermedad rebelde, que sólo con
el amor se cura, una enfermedad de la
que el paciente no quiere curar. Basilio
de Ancira afirma que el mal del amor
demuestra (síntoma inconfundible) un
júbilo excesivo y al mismo tiempo
desea apartarse y prefiere la soledad, a
lo que se suma un intenso desasosiego
y una confusión que impide articular
palabra...
...Me estremecí al leer que, cuando se
le impide contemplar el objeto amado,
el amante sincero cae en un estado de
abatimiento que a menudo lo obliga a
guardar cama, y que a veces el mal
ataca el cerebro, y entonces el amante
enloquece y delira. Leí con aprensión
que, si el mal se agrava, puede resultar
fatal...
...Santa Hildegarda atribuye a la
melancolía el dulce sentimiento de la
pérdida del amor. En el Liber
Continens, se identifica a la melancolía
amorosa con la licantropía, en la que
el enamorado se comporta como un
lobo. Primero se altera es aspecto de
los amantes, la vista se debilita, los
ojos se hunden y quedan sin lágrimas,
la lengua se va secando y se cubre de
pústulas, el cuerpo se marchita y
padecen de una sed insaciable. Pasan
el día tendidos en el lecho, boca abajo,
con el rostro y los tobillos cubiertos de
marcas, y por último, terminan sus
días vagando por los cementerios, de
noche, como lobos...
...El gran Avicena define el amor como
un pensamiento fijo de carácter
melancólico, que nace del hábito de
pensar una y otra vez en las facciones,
los gestos o las costumbres de las
personas del sexo opuesto. Se vuelve
una enfermedad cuando al no ser
satisfecho se vuelve un pensamiento
obsesivo, que provoca risas y llantos
intempestivos...
...Arnaldo de Villanova, con crueldad,
recomienda que la única cura contra el
mal de amor es perder la confianza,
olvidar...
FENRIR
En la mitología Nórdica, Fenrir es un
lobo monstruoso.
Al principio sólo era un cachorro, pero
conforme se alimentó y empezó a
crecer llegó un punto que fue
imposible controlarlo. Dos veces
fallaron los dioses en su intento por
apresarlo: primero con la cadena
Leding y después con la todavía más
fuerte Droma, de las que se liberó
fácilmente.
Los dioses del Asgard pidieron la
fabricación de una ligadura irrompible
a los enanos. Éstos les fabricaron una
cinta liviana, dulce, sedosa y fina, que
sin embargo nadie podría romper,
pues estaba fabricada con el sonido de
la pisada del gato, la barba de la
mujer, las raíces de la montaña, los
nervios del oso, el soplo de los peces y
la saliva del pájaro. La llamaron
Gleipnir. Lo encadenaron en la isla
Lyngvi, en el lago Ámsvartnir.
Sólo Tyr -el dios con cuernos- se
ofreció a realizar la proeza. Para ello,
los dioses idearon un juego en el que
Fenrir debía dejarse amarrar para
probar si podía romper la cinta, algo
que ellos no podían. Desconfiado,
debido a sus anteriores experiencias,
el lobo consintió para no pasar por
cobarde, a condición de que uno de
ellos pusiera la mano en su boca
durante todo el tiempo que durara la
prueba. Tyr, entonces, con valentía y
sencillez extendió su mano derecha y
se la metió en la boca. Los otros
dioses ataron a Fenrir, quien empezó a
debatirse cada vez más ferozmente, y
los dioses se rieron al ver a su
enemigo reducido. Sólo Tyr no se rio
pues sabía a lo que estaba expuesto.
En efecto, Fenrir al darse cuenta de
que le habían tendido una trampa,
cerró su boca y le cortó la mano al
dios.
Fenrir es padre (o hermanos hay
ciertas dudas) de otros dos lobos; Hati
o Managarmr, el lobo de la luna y
Sköll, el lobo del sol
La razón de este encadenamiento es
que los Ases saben que será causante
del fin del mundo. En el Ragnarök,
cuando rompa su prisión milenaria y
se libere de sus cadenas, el fuego y el
agua subterráneas invadirán la Tierra.
Matará a Odín y será muerto por Vidar
lobo monstruoso.
Al principio sólo era un cachorro, pero
conforme se alimentó y empezó a
crecer llegó un punto que fue
imposible controlarlo. Dos veces
fallaron los dioses en su intento por
apresarlo: primero con la cadena
Leding y después con la todavía más
fuerte Droma, de las que se liberó
fácilmente.
Los dioses del Asgard pidieron la
fabricación de una ligadura irrompible
a los enanos. Éstos les fabricaron una
cinta liviana, dulce, sedosa y fina, que
sin embargo nadie podría romper,
pues estaba fabricada con el sonido de
la pisada del gato, la barba de la
mujer, las raíces de la montaña, los
nervios del oso, el soplo de los peces y
la saliva del pájaro. La llamaron
Gleipnir. Lo encadenaron en la isla
Lyngvi, en el lago Ámsvartnir.
Sólo Tyr -el dios con cuernos- se
ofreció a realizar la proeza. Para ello,
los dioses idearon un juego en el que
Fenrir debía dejarse amarrar para
probar si podía romper la cinta, algo
que ellos no podían. Desconfiado,
debido a sus anteriores experiencias,
el lobo consintió para no pasar por
cobarde, a condición de que uno de
ellos pusiera la mano en su boca
durante todo el tiempo que durara la
prueba. Tyr, entonces, con valentía y
sencillez extendió su mano derecha y
se la metió en la boca. Los otros
dioses ataron a Fenrir, quien empezó a
debatirse cada vez más ferozmente, y
los dioses se rieron al ver a su
enemigo reducido. Sólo Tyr no se rio
pues sabía a lo que estaba expuesto.
En efecto, Fenrir al darse cuenta de
que le habían tendido una trampa,
cerró su boca y le cortó la mano al
dios.
Fenrir es padre (o hermanos hay
ciertas dudas) de otros dos lobos; Hati
o Managarmr, el lobo de la luna y
Sköll, el lobo del sol
La razón de este encadenamiento es
que los Ases saben que será causante
del fin del mundo. En el Ragnarök,
cuando rompa su prisión milenaria y
se libere de sus cadenas, el fuego y el
agua subterráneas invadirán la Tierra.
Matará a Odín y será muerto por Vidar
Imhotep
No es fácil encontrar nombres propios
en la Historia del Arte antiguo hasta la
llegada de la Grecia clásica. Pero el
gran visir Imhotep es una excepción,
no sólo edifica sino que diseña y crea
soluciones aun modernas.
Constructor de la tumba de Zoser en el
complejo funerario de Saqqara, donde
destaca la pirámide escalonada,
Imhotep mostró su capacidad técnica
en muchos aspectos. La magnifica
estructura adintelada del templo
funerario se refuerza con varias salas
hipóstilas. No hay duda: con esta
forma de construcción, Imhotep abre
3.000 años de arte egipcio y más de
2.000 años de arte occidental.
Aunque menos relevante para el arte
del futuro, la estructura piramidal
escalonada que crea el visir ofrece una
sensacional solución arquitectónica
para las tumbas reales.
Tesorero del rey del Bajo Egipto,
Primer hombre después del rey del
Alto Egipto, Administrador del Gran
Palacio, Señor hereditario, Sumo
sacerdote de Heliópolis, Imhotep el
constructor, escultor, hacedor de
vasijas de piedra... es el título que
aparece en la base de una escultura de
Zoser. Su inmenso poder estaba
reforzado por sus conocimientos de
matemáticas, astronomía, geometría e
incluso, medicina.
Fuente:Locus amoenus
en la Historia del Arte antiguo hasta la
llegada de la Grecia clásica. Pero el
gran visir Imhotep es una excepción,
no sólo edifica sino que diseña y crea
soluciones aun modernas.
Constructor de la tumba de Zoser en el
complejo funerario de Saqqara, donde
destaca la pirámide escalonada,
Imhotep mostró su capacidad técnica
en muchos aspectos. La magnifica
estructura adintelada del templo
funerario se refuerza con varias salas
hipóstilas. No hay duda: con esta
forma de construcción, Imhotep abre
3.000 años de arte egipcio y más de
2.000 años de arte occidental.
Aunque menos relevante para el arte
del futuro, la estructura piramidal
escalonada que crea el visir ofrece una
sensacional solución arquitectónica
para las tumbas reales.
Tesorero del rey del Bajo Egipto,
Primer hombre después del rey del
Alto Egipto, Administrador del Gran
Palacio, Señor hereditario, Sumo
sacerdote de Heliópolis, Imhotep el
constructor, escultor, hacedor de
vasijas de piedra... es el título que
aparece en la base de una escultura de
Zoser. Su inmenso poder estaba
reforzado por sus conocimientos de
matemáticas, astronomía, geometría e
incluso, medicina.
Fuente:Locus amoenus
GUINNESS
Guinness es una cerveza negra seca del
tipo stout elaborada por primera vez
por el cervecero Arthur Guinness en la
empresa cervecera denominada St.
James's Gate Brewery ubicada en la
ciudad de Dublín, Irlanda. Guinness se
elabora desde el año 1759. La cerveza
se basa en el estilo porter, originado
en Londres a principios de 1700. Se
trata de una de las marcas de cerveza
más conocidas y se exporta a la mayor
parte de los países. Ha llegado a batir
a muchos imitadores. La característica
distintiva en el sabor es la cebada
tostada que se mantiene sin fermentar.
Durante muchos años una parte de la
cerveza se envejecía para dar un sabor
láctico, pero Guinness ha renunciado
confirmar si esto sigue ocurriendo. La
gruesa y cremosa espuma es resultado
de una mezcla de nitrógeno añadida
en el envasado.
La cerveza de malta de Guinness
(Guinness stout) se compone de: agua,
cebada, malta, lúpulo y levadura de
cervecero. Se menciona que en su
elaboración se emplea el agua
procedente de las Wicklow Mountains.
Una porción de la cebada es escamada
y asada para darle a Guinness su color
oscuro rubí y su sabor característico. Es
pasteurizada y filtrada.
La cerveza comercializada en barriles
(Draught beer) contiene ciertas
cantidades de nitrógeno (N2) así como
dióxido de carbono. El nitrógeno es
mucho menos soluble que el dióxido
de carbono (CO2), lo que permite a la
cerveza almacenarse en estos
recipientes sin que se convierta en una
bebida carbonatada. La alta presión
del gas disuelto, permite que se
formen pequeñas burbujas y al
servirse se genere su espuma
característica. La cremosidad de la
Guinness de barril es debido en parte
a su pequeña cantidad de dióxido de
carbono y de esta forma se generan
pequeñas burbujas debido al uso de
gas de nitrógeno a alta presión. La
versión de la cerveza denominada
Original Extra Stout sabe bastante
diferente y contiene sólo dióxido de
carbono, causándole un sabor más
ácido.
A pesar de su reputación de «comida
en un vaso» o «pan líquido», Guinness
sólo contiene 198 calorías por pinta
imperial (1460kJ/L), menos que la
misma cantidad que un vaso
equivalente de leche desnatada o de
un zumo de naranja.
La Guinness se sirve algo fría, con una
breve estancia en un refrigerador para
que tome la temperatura adecuada.
Debido a la naturaleza espumante del
nitrógeno debe dejarse reposar tras su
vertido un rato (oscila entre 1 min y los
90 segundos) antes de que este gas se
desvanezca del todo. Esta pausa ha
hecho que los anuncios comerciales
de la Guinness mencionen como
eslogan la virtud de good things come
to those who wait (‘cosas buenas les
llegan a aquellos que aguardan’) y de
la misma forma it takes 119.5 seconds
to pour the perfect pint (‘se necesitan
119,5 segundos para verter una
perfecta pinta’).La cerveza Guiness de
barril se debe servir a 6 °C,7 mientras
que la Guiness extra fría se debe servir
a 3,5 °C, según indicaciones de la
propia cervecera irlandesa.
tipo stout elaborada por primera vez
por el cervecero Arthur Guinness en la
empresa cervecera denominada St.
James's Gate Brewery ubicada en la
ciudad de Dublín, Irlanda. Guinness se
elabora desde el año 1759. La cerveza
se basa en el estilo porter, originado
en Londres a principios de 1700. Se
trata de una de las marcas de cerveza
más conocidas y se exporta a la mayor
parte de los países. Ha llegado a batir
a muchos imitadores. La característica
distintiva en el sabor es la cebada
tostada que se mantiene sin fermentar.
Durante muchos años una parte de la
cerveza se envejecía para dar un sabor
láctico, pero Guinness ha renunciado
confirmar si esto sigue ocurriendo. La
gruesa y cremosa espuma es resultado
de una mezcla de nitrógeno añadida
en el envasado.
La cerveza de malta de Guinness
(Guinness stout) se compone de: agua,
cebada, malta, lúpulo y levadura de
cervecero. Se menciona que en su
elaboración se emplea el agua
procedente de las Wicklow Mountains.
Una porción de la cebada es escamada
y asada para darle a Guinness su color
oscuro rubí y su sabor característico. Es
pasteurizada y filtrada.
La cerveza comercializada en barriles
(Draught beer) contiene ciertas
cantidades de nitrógeno (N2) así como
dióxido de carbono. El nitrógeno es
mucho menos soluble que el dióxido
de carbono (CO2), lo que permite a la
cerveza almacenarse en estos
recipientes sin que se convierta en una
bebida carbonatada. La alta presión
del gas disuelto, permite que se
formen pequeñas burbujas y al
servirse se genere su espuma
característica. La cremosidad de la
Guinness de barril es debido en parte
a su pequeña cantidad de dióxido de
carbono y de esta forma se generan
pequeñas burbujas debido al uso de
gas de nitrógeno a alta presión. La
versión de la cerveza denominada
Original Extra Stout sabe bastante
diferente y contiene sólo dióxido de
carbono, causándole un sabor más
ácido.
A pesar de su reputación de «comida
en un vaso» o «pan líquido», Guinness
sólo contiene 198 calorías por pinta
imperial (1460kJ/L), menos que la
misma cantidad que un vaso
equivalente de leche desnatada o de
un zumo de naranja.
La Guinness se sirve algo fría, con una
breve estancia en un refrigerador para
que tome la temperatura adecuada.
Debido a la naturaleza espumante del
nitrógeno debe dejarse reposar tras su
vertido un rato (oscila entre 1 min y los
90 segundos) antes de que este gas se
desvanezca del todo. Esta pausa ha
hecho que los anuncios comerciales
de la Guinness mencionen como
eslogan la virtud de good things come
to those who wait (‘cosas buenas les
llegan a aquellos que aguardan’) y de
la misma forma it takes 119.5 seconds
to pour the perfect pint (‘se necesitan
119,5 segundos para verter una
perfecta pinta’).La cerveza Guiness de
barril se debe servir a 6 °C,7 mientras
que la Guiness extra fría se debe servir
a 3,5 °C, según indicaciones de la
propia cervecera irlandesa.
LA FLOR DE LIROLAY
Este era un rey ciego que tenía tres
hijos. Una enfermedad desconocida le
había quitado la vista y ningún
remedio de cuantos le aplicaron pudo
curarlo. Inútilmente habían sido
consultados sabios más famosos.
Un día llegó al palacio, desde un país
remoto, un viejo mago conocedor de
la desventura del soberano. Le
observó, y dijo que sólo la flor del
lirolay, aplicada a sus ojos, obraría el
milagro. La flor del lirolay se abría en
tierras muy lejanas y eran tantas y tales
las dificultades del viaje y de la
búsqueda que resultaba casi imposible
conseguirla.
Los tres hijos del rey se ofrecieron para
realizar la hazaña. El padre prometió
legar la corona del reino al que
conquistara la flor del lirolay.
Los tres hermanos partieron juntos.
Llegaron a un lugar en el que se abrían
tres caminos y se separaron, tomando
cada cual por el suyo. Se marcharon
con el compromiso de reunirse allí
mismo el día en que se cumpliera un
año, cualquiera fuese el resultado de
la empresa.
Los tres llegaron a las puertas de las
tierras de la flor del lirolay, que daban
sobre rumbos distintos, y los tres se
sometieron, como correspondía a
normas idénticas.
Fueron tantas y tan terribles las
pruebas exigidas, que ninguno de los
dos hermanos mayores la resistió, y
regresaron sin haber conseguido la
flor.
El menor, que era mucho más
valeroso que ellos, y amaba
entrañablemente a su padre, mediante
continuos sacrificios y con grande
riesgo de la vida, consiguió apoderarse
de la flor extraordinaria, casi al
término del año estipulado.
El día de la cita, los tres hermanos se
reunieron en la encrucijada de los tres
caminos.
Cuando los hermanos mayores vieron
llegar al menor con la flor de lirolay, se
sintieron humillados. La conquista no
sólo daría al joven fama de héroe, sino
que también le aseguraría la corona.
La envidia les mordió el corazón y se
pusieron de acuerdo para quitarlo de
en medio.
Poco antes de llegar al palacio, se
apartaron del camino y cavaron un
pozo profundo. Allí arrojaron al
hermano menor, después de quitarle
la flor milagrosa, y lo cubrieron con
tierra.
Llegaron los impostores alardeando de
su proeza ante el padre ciego, quien
recuperó la vista así que pasó por los
ojos la flor de lirolay. Pero, su alegría
se transformó en nueva pena al saber
que su hijo había muerto por su causa
en aquella aventura.
De la cabellera del príncipe enterrado
brotó un lozano cañaveral.
Al pasar por allí un pastor con su
rebaño, le pareció espléndida ocasión
para hacerse una flauta y cortó una
caña.
Cuando el pastor probó modular en el
flamante instrumento un aire de la
tierra, la flauta dijo estas palabras:
No me toques, pastorcito,
ni me dejes tocar;
mis hermanos me mataron
por la flor de lirolay.
La fama de la flauta mágica llegó a
oídos del Rey que la quiso probar por
sí mismo; sopló en la flauta, y oyó
estas palabras:
No me toques, padre mío,
ni me dejes tocar;
mis hermanos me mataron
por la flor de lirolay.
Mandó entonces a sus hijos que
tocaran la flauta, y esta vez el canto fue
así:
No me toquen, hermanitos,
ni me dejen tocar;
porque ustedes me mataron
por la flor de lirolay.
Llevando el pastor al lugar donde
había cortado la caña de su flauta,
mostró el lozano cañaveral. Cavaron al
pie y el príncipe vivo aún, salió
desprendiéndose de las raíces.
Descubierta toda la verdad, el Rey
condenó a muerte a sus hijos
mayores.
El joven príncipe, no sólo los perdonó
sino que, con sus ruegos, consiguió
que el Rey también los perdonara.
El conquistador de la flor de lirolay fue
rey, y su familia y su reino vivieron
largos años de paz y de abundancia.
Este cuento es conocido en la región
norteña, en la región andina y en la
región central. En Salta se lo llama "la
flor lirolay"; en Jujuy "La flor del ilolay";
en Tucumán "La flor dl lirolá y también
"del lilolá" y en Córdoba, La Rioja y San
Luis "La flor de la Deidad".
Extraída de "Antología Folklórica
Argentina", del Consejo Nacional de
Educación, Guillermo Kraft Ltda., 1940.
Material compilado y revisado por la
educadora argentina Nidia Cobiella
hijos. Una enfermedad desconocida le
había quitado la vista y ningún
remedio de cuantos le aplicaron pudo
curarlo. Inútilmente habían sido
consultados sabios más famosos.
Un día llegó al palacio, desde un país
remoto, un viejo mago conocedor de
la desventura del soberano. Le
observó, y dijo que sólo la flor del
lirolay, aplicada a sus ojos, obraría el
milagro. La flor del lirolay se abría en
tierras muy lejanas y eran tantas y tales
las dificultades del viaje y de la
búsqueda que resultaba casi imposible
conseguirla.
Los tres hijos del rey se ofrecieron para
realizar la hazaña. El padre prometió
legar la corona del reino al que
conquistara la flor del lirolay.
Los tres hermanos partieron juntos.
Llegaron a un lugar en el que se abrían
tres caminos y se separaron, tomando
cada cual por el suyo. Se marcharon
con el compromiso de reunirse allí
mismo el día en que se cumpliera un
año, cualquiera fuese el resultado de
la empresa.
Los tres llegaron a las puertas de las
tierras de la flor del lirolay, que daban
sobre rumbos distintos, y los tres se
sometieron, como correspondía a
normas idénticas.
Fueron tantas y tan terribles las
pruebas exigidas, que ninguno de los
dos hermanos mayores la resistió, y
regresaron sin haber conseguido la
flor.
El menor, que era mucho más
valeroso que ellos, y amaba
entrañablemente a su padre, mediante
continuos sacrificios y con grande
riesgo de la vida, consiguió apoderarse
de la flor extraordinaria, casi al
término del año estipulado.
El día de la cita, los tres hermanos se
reunieron en la encrucijada de los tres
caminos.
Cuando los hermanos mayores vieron
llegar al menor con la flor de lirolay, se
sintieron humillados. La conquista no
sólo daría al joven fama de héroe, sino
que también le aseguraría la corona.
La envidia les mordió el corazón y se
pusieron de acuerdo para quitarlo de
en medio.
Poco antes de llegar al palacio, se
apartaron del camino y cavaron un
pozo profundo. Allí arrojaron al
hermano menor, después de quitarle
la flor milagrosa, y lo cubrieron con
tierra.
Llegaron los impostores alardeando de
su proeza ante el padre ciego, quien
recuperó la vista así que pasó por los
ojos la flor de lirolay. Pero, su alegría
se transformó en nueva pena al saber
que su hijo había muerto por su causa
en aquella aventura.
De la cabellera del príncipe enterrado
brotó un lozano cañaveral.
Al pasar por allí un pastor con su
rebaño, le pareció espléndida ocasión
para hacerse una flauta y cortó una
caña.
Cuando el pastor probó modular en el
flamante instrumento un aire de la
tierra, la flauta dijo estas palabras:
No me toques, pastorcito,
ni me dejes tocar;
mis hermanos me mataron
por la flor de lirolay.
La fama de la flauta mágica llegó a
oídos del Rey que la quiso probar por
sí mismo; sopló en la flauta, y oyó
estas palabras:
No me toques, padre mío,
ni me dejes tocar;
mis hermanos me mataron
por la flor de lirolay.
Mandó entonces a sus hijos que
tocaran la flauta, y esta vez el canto fue
así:
No me toquen, hermanitos,
ni me dejen tocar;
porque ustedes me mataron
por la flor de lirolay.
Llevando el pastor al lugar donde
había cortado la caña de su flauta,
mostró el lozano cañaveral. Cavaron al
pie y el príncipe vivo aún, salió
desprendiéndose de las raíces.
Descubierta toda la verdad, el Rey
condenó a muerte a sus hijos
mayores.
El joven príncipe, no sólo los perdonó
sino que, con sus ruegos, consiguió
que el Rey también los perdonara.
El conquistador de la flor de lirolay fue
rey, y su familia y su reino vivieron
largos años de paz y de abundancia.
Este cuento es conocido en la región
norteña, en la región andina y en la
región central. En Salta se lo llama "la
flor lirolay"; en Jujuy "La flor del ilolay";
en Tucumán "La flor dl lirolá y también
"del lilolá" y en Córdoba, La Rioja y San
Luis "La flor de la Deidad".
Extraída de "Antología Folklórica
Argentina", del Consejo Nacional de
Educación, Guillermo Kraft Ltda., 1940.
Material compilado y revisado por la
educadora argentina Nidia Cobiella
21/9/12
Algunos inconvenientes..
Hola para aquellos que me leen. quisiera primero que nada agradecerles por ello. en segundo lugar recordarles que publico muchas de las cosas que encuentro en internet y que no todas son de mi redaccion, asi que para futuros comentarios solamente recuerden que el conocimiento y la sabiduria son y siempre deben ser publico para que todos puedan obtenerlo. en segundo lugar disculparme por inconvenientes tecnicos en la publicacion de imagenes. en consecuencia mis posts seran solo texto hasta solventarlo. de nuevo gracias.
El Barranco de Badajoz
En el Barranco de Badajoz (Güímar,
Tenerife) el omnipresente silencio y la
belleza del paraje son testigos mudos
de los secretos milenarios que éste
encierra. En su interior alberga,
además, recónditas galerías de agua
donde antaño trabajaban los
lugareños en busca del preciado oro
líquido. Sin motivo aparente, estos
mineros abandonaron sus
herramientas de trabajo, sus hogares
y, sin echar la vista atrás, huyeron del
lugar. ¿Por qué? ¿Cuál fue el hecho
que los ahuyentó de su trabajo, el
único medio que tenían para subsistir?
Muchos son los afamados
investigadores que han intentado
resolver el misterio de la pavorosa
espantada. Los sabios del lugar, los
mayores, dicen que a principios de
siglo (1912), dos mineros que se
afanaban infructuosamente en
encontrar una galería viable,
derrumbaron una pared donde se
toparon de frente con dos maravillosos
seres de luz. Reza la leyenda, la
profana, que éstos les invitaron a
acompañarles y les indicaron el lugar
idóneo para cavar. Otra versión,
contrariamente, afirma que un pavor
se apoderó de ellos y escaparon en
búsqueda de la Guardia Civil. No hay
documentos que corroboren esta
última, pero la realidad es que, desde
la huida, nadie habita en el barranco.
Nadie se atreve.
Las galerías de agua quedaron
desiertas, abocadas al olvido. Empero
su soledad no impidió que
germinaran, como la más espesa
neblina, más leyendas acerca del
sobrecogedor paisaje. Comparten
protagonismo con los seres de luz
unas esferas de luz blanca que se
apoderan del frío de la noche; una
gélida temperatura que, a su antojo, se
vuelve agradable, cálida, como una
breve caricia en el devenir de las horas.
Eso es lo que dicen muchos
aventureros que, a pesar de haber sido
alertados por los güimareros, se
adentraron en los precipicios de lo
desconocido.
En el llamado también “puerta a otra
dimensión”, presenciaron hechos que
se escapan a la imaginación: seres
alados que, curiosos, se acercaban a
darles una bienvenida. Prueba de ello,
es la fotografía tomada por Teyo
Bermejo (expedición en 1991), que sin
saber bien a qué o quién disparaba su
cámara, captó una instantánea del
espeluznante ser. Años más tarde, osó
en volver al barranco para conseguir
más imágenes: esta vez, los insignes
retratados fueron las esferas de luz
blanca que danzaban,
despreocupadas, entre la vegetación.
Con el miedo en el cuerpo, aquellos
que se han atrevido a pasar una noche
en sus entrañas, la mayoría escépticos,
al día siguiente confirmaron que no
pasaron la velada solos: escucharon
murmullos de hombres y mujeres que,
a modo de indescifrables
conversaciones, brotaban de las
entrañas de la tierra, acompañados
por un continuo caer de piedras.
Pocos son, muy pocos, los que se
atreven a regresar al Barranco de
Badajoz, abismo de misterios.
Fuente:Abismo de misterios.
Tenerife) el omnipresente silencio y la
belleza del paraje son testigos mudos
de los secretos milenarios que éste
encierra. En su interior alberga,
además, recónditas galerías de agua
donde antaño trabajaban los
lugareños en busca del preciado oro
líquido. Sin motivo aparente, estos
mineros abandonaron sus
herramientas de trabajo, sus hogares
y, sin echar la vista atrás, huyeron del
lugar. ¿Por qué? ¿Cuál fue el hecho
que los ahuyentó de su trabajo, el
único medio que tenían para subsistir?
Muchos son los afamados
investigadores que han intentado
resolver el misterio de la pavorosa
espantada. Los sabios del lugar, los
mayores, dicen que a principios de
siglo (1912), dos mineros que se
afanaban infructuosamente en
encontrar una galería viable,
derrumbaron una pared donde se
toparon de frente con dos maravillosos
seres de luz. Reza la leyenda, la
profana, que éstos les invitaron a
acompañarles y les indicaron el lugar
idóneo para cavar. Otra versión,
contrariamente, afirma que un pavor
se apoderó de ellos y escaparon en
búsqueda de la Guardia Civil. No hay
documentos que corroboren esta
última, pero la realidad es que, desde
la huida, nadie habita en el barranco.
Nadie se atreve.
Las galerías de agua quedaron
desiertas, abocadas al olvido. Empero
su soledad no impidió que
germinaran, como la más espesa
neblina, más leyendas acerca del
sobrecogedor paisaje. Comparten
protagonismo con los seres de luz
unas esferas de luz blanca que se
apoderan del frío de la noche; una
gélida temperatura que, a su antojo, se
vuelve agradable, cálida, como una
breve caricia en el devenir de las horas.
Eso es lo que dicen muchos
aventureros que, a pesar de haber sido
alertados por los güimareros, se
adentraron en los precipicios de lo
desconocido.
En el llamado también “puerta a otra
dimensión”, presenciaron hechos que
se escapan a la imaginación: seres
alados que, curiosos, se acercaban a
darles una bienvenida. Prueba de ello,
es la fotografía tomada por Teyo
Bermejo (expedición en 1991), que sin
saber bien a qué o quién disparaba su
cámara, captó una instantánea del
espeluznante ser. Años más tarde, osó
en volver al barranco para conseguir
más imágenes: esta vez, los insignes
retratados fueron las esferas de luz
blanca que danzaban,
despreocupadas, entre la vegetación.
Con el miedo en el cuerpo, aquellos
que se han atrevido a pasar una noche
en sus entrañas, la mayoría escépticos,
al día siguiente confirmaron que no
pasaron la velada solos: escucharon
murmullos de hombres y mujeres que,
a modo de indescifrables
conversaciones, brotaban de las
entrañas de la tierra, acompañados
por un continuo caer de piedras.
Pocos son, muy pocos, los que se
atreven a regresar al Barranco de
Badajoz, abismo de misterios.
Fuente:Abismo de misterios.
12/9/12
Palabraz e ideas nacidas del error
La mala traducción, un error en
la escritura o un mero capricho
ha sido el origen de muchos de
los términos actuales, así como
de algunas creencias populares.
Vamos a repasar las más
curiosas.
- El acné no debía llamarse acné.
En inglés, la palabra “acné” se
usó por primera vez en 1835,
pero su origen se halla en un
error ortográfico asirio de hace
ya mil quinientos años. En el
siglo VI, Aecio Amideno, un
médico de la ciudad de Amida
(en lo que ahora es Turquía),
acuñó una palabra nueva, akne,
para describir un grano. Había
querido escribir Akme (punto, en
griego). Hoy acmé significa otra
cosa: definición . No confundir
con Acme, la ficticia fábrica de
gadgets a los que recurría el tal
para cazar al Correcaminos.
- La partícula de Dios . El bosón
de Higgs, bautizado
popularmente por León
Lederman como la partícula
divina en realidad debía llamarse
la partícula puñetera (The
Goddam Particle). Al parecer, el
editor de libro de Lederman
consideró que tal expresión era
muy fea y decidió convertir en
Goddam en God. Ahora la
partícula, que nada tiene de
divino, al llamarse como se llama
por capricho, ha conseguido
atraer incluso la atención de la
Iglesia.
-Aunque suponemos que los
libros que menos errores deben
incluir en sus páginas son los que
tratan de ciencias exactas, como
las matemáticas, incluso un libro
de Arquímedes (287-212 a de C.)
contiene errores intencionados
para confundir a sus
competidores y atrapar a los
que quisieran hacer pasar como
suyos sus postulados
matemáticos . El libro es un
tratado titulado De Shaera et
cylindro (De la esfera y el
cilindro).
- El error del hierro de las
espinacas . Las espinacas, en
realidad, sólo contienen 17
miligramos de hierro por cada
kilo de verdura. Las judías
cocidas, por citar un ejemplo,
llegan a los 76. La razón de este
idea equivocada hay que
buscarla en los primeros meses
de la Segunda Guerra Mundial,
cuando las autoridades
encargaron a un presunto
experto la búsqueda de un
alimento rico en hierro para
introducirlo en la dieta infantil. El
comisionado leyó en un texto
científico alemán que las
espinacas contenían mucho
hierro, sin fijarse en que se
trataba de una errata de
imprenta.
- También hay errores
intencionados de lugares
geográficos a causa de las
servidumbres fonéticas. Pago
Pago, el principal puerto del
archipiélago de las islas Samoa,
en el Océano Pacífico, se llama
así debido a un error deliberado
producido por los misioneros
europeos que trataron de escribir
las costumbres del lugar y hacer
un glosario del habla local. Al
parecer, la mayor parte de las
palabras de los habitantes de
esta región contienen un sonido
de “n”. Como no existían tantos
tipos de plomo con esa letra en
las imprentas locales, se vieron
obligados a eliminar algunas en
su libro, que luego se difundió
con estos cambios. En realidad,
el nombre que los nativos habían
dado a su isla era Pango Pango.
fuente:
www.papelenblanco.com
la escritura o un mero capricho
ha sido el origen de muchos de
los términos actuales, así como
de algunas creencias populares.
Vamos a repasar las más
curiosas.
- El acné no debía llamarse acné.
En inglés, la palabra “acné” se
usó por primera vez en 1835,
pero su origen se halla en un
error ortográfico asirio de hace
ya mil quinientos años. En el
siglo VI, Aecio Amideno, un
médico de la ciudad de Amida
(en lo que ahora es Turquía),
acuñó una palabra nueva, akne,
para describir un grano. Había
querido escribir Akme (punto, en
griego). Hoy acmé significa otra
cosa: definición . No confundir
con Acme, la ficticia fábrica de
gadgets a los que recurría el tal
para cazar al Correcaminos.
- La partícula de Dios . El bosón
de Higgs, bautizado
popularmente por León
Lederman como la partícula
divina en realidad debía llamarse
la partícula puñetera (The
Goddam Particle). Al parecer, el
editor de libro de Lederman
consideró que tal expresión era
muy fea y decidió convertir en
Goddam en God. Ahora la
partícula, que nada tiene de
divino, al llamarse como se llama
por capricho, ha conseguido
atraer incluso la atención de la
Iglesia.
-Aunque suponemos que los
libros que menos errores deben
incluir en sus páginas son los que
tratan de ciencias exactas, como
las matemáticas, incluso un libro
de Arquímedes (287-212 a de C.)
contiene errores intencionados
para confundir a sus
competidores y atrapar a los
que quisieran hacer pasar como
suyos sus postulados
matemáticos . El libro es un
tratado titulado De Shaera et
cylindro (De la esfera y el
cilindro).
- El error del hierro de las
espinacas . Las espinacas, en
realidad, sólo contienen 17
miligramos de hierro por cada
kilo de verdura. Las judías
cocidas, por citar un ejemplo,
llegan a los 76. La razón de este
idea equivocada hay que
buscarla en los primeros meses
de la Segunda Guerra Mundial,
cuando las autoridades
encargaron a un presunto
experto la búsqueda de un
alimento rico en hierro para
introducirlo en la dieta infantil. El
comisionado leyó en un texto
científico alemán que las
espinacas contenían mucho
hierro, sin fijarse en que se
trataba de una errata de
imprenta.
- También hay errores
intencionados de lugares
geográficos a causa de las
servidumbres fonéticas. Pago
Pago, el principal puerto del
archipiélago de las islas Samoa,
en el Océano Pacífico, se llama
así debido a un error deliberado
producido por los misioneros
europeos que trataron de escribir
las costumbres del lugar y hacer
un glosario del habla local. Al
parecer, la mayor parte de las
palabras de los habitantes de
esta región contienen un sonido
de “n”. Como no existían tantos
tipos de plomo con esa letra en
las imprentas locales, se vieron
obligados a eliminar algunas en
su libro, que luego se difundió
con estos cambios. En realidad,
el nombre que los nativos habían
dado a su isla era Pango Pango.
fuente:
www.papelenblanco.com
5/9/12
Shoichi Yokoi
El 24 de enero de 1972 fue encontrado
Shoichi Yokoi, el soldado japonés que
sobrevivió durante 28 años en la isla
de Guam, ignorando el final de la
guerra. Yokoi era sastre de profesión
cuando fue llamado para integrar el
ejército imperial, durante la Segunda
Guerra Mundial. Primero fue destinado
a China, y en 1944 a la isla de Guam,
en el archipiélago de las Marianas,
Pacífico Sur. Cuando las tropas
estadounidenses tomaron la isla, la
mayoría de los 19.000 soldados
japoneses murieron en combate y
alrededor de dos mil huyeron a la
selva y se entregaron cuando Japón se
rindió. Pero un pequeño grupo de
sobrevivientes permaneció escondido
en la selva, posiblemente porque
ignoraba que la guerra había
terminado. Uno de esos hombres era
el sargento Shoichi Yokoi, quien se
ocultó junto con ocho camaradas que
fueron muriendo hasta dejarlo
completamente solo.
Durante 28 años vivió en un lugar
terriblemente inhóspito, alimentándose
de cangrejos, ratas, caracoles, anguilas
y frutas, y cuando su uniforme se
deshizo, elaboró ropa con cortezas de
árbol. Aunque llegó a escuchar alguna
noticia sobre el fin de la guerra,
supuso que se trataba de propaganda
estadounidense, y cumpliendo su
promesa de no entregarse al enemigo,
permaneció en la selva. En esta fecha
dos cazadores lo vieron mientras
pescaba, y cuando trataron de hablarle
Yokoi salió corriendo y se refugió en su
cueva. Finalmente fue rescatado,
regresó al Japón, donde se lo recibió
como un héroe y allí declaró que sentía
vergüenza por no haber cumplido su
misión. A pesar de los cambios
tecnológicos, se adaptó muy rápido a
su nueva vida, escribió dos libros y
trabajó en televisión en un programa
de tácticas de supervivencia. Murió en
1997 después de haber manifestado
su desencanto por el Japón moderno.
Fuente:historiasinsolitas.com
Shoichi Yokoi, el soldado japonés que
sobrevivió durante 28 años en la isla
de Guam, ignorando el final de la
guerra. Yokoi era sastre de profesión
cuando fue llamado para integrar el
ejército imperial, durante la Segunda
Guerra Mundial. Primero fue destinado
a China, y en 1944 a la isla de Guam,
en el archipiélago de las Marianas,
Pacífico Sur. Cuando las tropas
estadounidenses tomaron la isla, la
mayoría de los 19.000 soldados
japoneses murieron en combate y
alrededor de dos mil huyeron a la
selva y se entregaron cuando Japón se
rindió. Pero un pequeño grupo de
sobrevivientes permaneció escondido
en la selva, posiblemente porque
ignoraba que la guerra había
terminado. Uno de esos hombres era
el sargento Shoichi Yokoi, quien se
ocultó junto con ocho camaradas que
fueron muriendo hasta dejarlo
completamente solo.
Durante 28 años vivió en un lugar
terriblemente inhóspito, alimentándose
de cangrejos, ratas, caracoles, anguilas
y frutas, y cuando su uniforme se
deshizo, elaboró ropa con cortezas de
árbol. Aunque llegó a escuchar alguna
noticia sobre el fin de la guerra,
supuso que se trataba de propaganda
estadounidense, y cumpliendo su
promesa de no entregarse al enemigo,
permaneció en la selva. En esta fecha
dos cazadores lo vieron mientras
pescaba, y cuando trataron de hablarle
Yokoi salió corriendo y se refugió en su
cueva. Finalmente fue rescatado,
regresó al Japón, donde se lo recibió
como un héroe y allí declaró que sentía
vergüenza por no haber cumplido su
misión. A pesar de los cambios
tecnológicos, se adaptó muy rápido a
su nueva vida, escribió dos libros y
trabajó en televisión en un programa
de tácticas de supervivencia. Murió en
1997 después de haber manifestado
su desencanto por el Japón moderno.
Fuente:historiasinsolitas.com
DENDROCRONOLOGIA
La dendrocronología, del griego
δένδρον (árbol) e χρονος (tiempo) y
λογότυπα (estudio) es la ciencia que se
ocupa de la datación de los anillos de
crecimiento de las plantas arbóreas y
arbustivas leñosas.
Gracias a ella, es posible fechar en
forma aproximada la edad de la
madera y, de forma aún más
imprecisa, la evolución del clima en el
pasado.
Como en todos los avances científicos,
la dendrocronología fue avanzando
paso a paso de la mano de distintos
investigadores desde épocas remotas.
Teofrasto (322 a. C.), en su libro
"Historia de las Plantas", fue el primero
en mencionar la existencia de los
anillos de árboles y el hecho de que se
formen anualmente, aunque esto
último no fue aceptado por los
botánicos modernos hasta principios
del siglo XIX .
En el siglo XV, Leonardo da Vinci
reconoció la relación entre los anillos y
las precipitaciones atmosféricas en el
periodo vegetativo: “Los anillos en los
troncos de árboles cortados muestran
los años y, según su espesor, años
más o menos secos…”
El uso de los anillos de crecimiento
para datar fenómenos climáticos
comenzó en Francia en 1737, con
Duhamel y Bufol y en 1745 en Suecia
Linnneus, quienes contando los anillos
hacia el pasado dataron una fuerte
helada ocurrida en 1708-09, usando
un sólo ejemplar.
Más tarde, en 1783, Burgsdorf (padre
del co-datado según Studhalter)
examinó varios ejemplares y llegó a la
misma conclusión,
En 1827 Twining redescubrió este
fenómeno. Él se dio cuenta de que
cada árbol llevaba, durante todo el
periodo de su crecimiento, un récord
de las estaciones y que todos los
árboles de un mismo lugar “contaban
la misma historia”.
A partir de allí varios botánicos
comenzaron a estudiar los anillos de
árboles como potencial herramienta
para conocer la historia de los
bosques.
En la segunda mitad del siglo XIX
Hartig impulsó enormemente la
investigación de la dendrocronología
en Europa gracias a una clara
concepción del desarrollo de los
anillos a través de un detallado estudio
sobre los efectos de las heladas y de
los daños por actividad de insectos.
Sin embargo, la dendrocronología
como ciencia, debe ser atribuida al
astrónomo americano A.E. Douglass. A
la edad de 27 años, Douglass estaba
trabajando en el Observatorio Lowell
en Flagstaff, Arizona. Él pensaba que la
actividad de las manchas solares
podían influenciar el clima en la tierra
y estaba buscando relación entre la
actividad cíclica de las manchas solares
y el comportamiento de las
precipitaciones.
En 1914 logró construir una cronología
compuesta de 500 años de Pinus
ponderosa y en 1937 fundó el
“Laboratory of Tree-Ring Research” en
la Universidad de Arizona.
En Europa fue el biólogo alemán
Bruno Huber quien comenzó a
desarrollar esta disciplina durante la
primera mitad del siglo XX, pero
pasaron más de 30 años de la
fundación del primer laboratorio para
que se establecieran institutos
semejantes en el resto del mundo.
Debido a la escasez y discontinuidad
de la base de datos meteorológicos, su
búsqueda lo llevó a buscar periodos
en las secuencias de anchos de anillos
que tuviesen relaciones con la
actividad solar en la formación de las
manchas solares; descubrió entonces
en 1901 una posible relación entre los
factores climáticos y el crecimiento
radial de árboles. Observó que se
podía incluso determinar el año
calendario exacto a aquellas muestras
de edad desconocida, correlacionándo
las con una cronología ancho de
anillos previamente fechada.
El avance en el conocimiento de la
técnica y la existencia de algunas
especies muy longevas han permitido
elaborar extensas cronologías a partir
de los anillos de crecimiento. El pino
“Bristlecone” (Pinus longaeva y P.
aristata) es la especie más longeva del
mundo, crece en California, Estados
Unidos. Presenta crecimiento lento y
gran producción de resina, lo que le
confiere gran resistencia a hongos y
por lo tanto buena conservación.
Usando esta especie se han logrado
elaborar cronologías de más de 8.000
años.
fuente: wikipedia
δένδρον (árbol) e χρονος (tiempo) y
λογότυπα (estudio) es la ciencia que se
ocupa de la datación de los anillos de
crecimiento de las plantas arbóreas y
arbustivas leñosas.
Gracias a ella, es posible fechar en
forma aproximada la edad de la
madera y, de forma aún más
imprecisa, la evolución del clima en el
pasado.
Como en todos los avances científicos,
la dendrocronología fue avanzando
paso a paso de la mano de distintos
investigadores desde épocas remotas.
Teofrasto (322 a. C.), en su libro
"Historia de las Plantas", fue el primero
en mencionar la existencia de los
anillos de árboles y el hecho de que se
formen anualmente, aunque esto
último no fue aceptado por los
botánicos modernos hasta principios
del siglo XIX .
En el siglo XV, Leonardo da Vinci
reconoció la relación entre los anillos y
las precipitaciones atmosféricas en el
periodo vegetativo: “Los anillos en los
troncos de árboles cortados muestran
los años y, según su espesor, años
más o menos secos…”
El uso de los anillos de crecimiento
para datar fenómenos climáticos
comenzó en Francia en 1737, con
Duhamel y Bufol y en 1745 en Suecia
Linnneus, quienes contando los anillos
hacia el pasado dataron una fuerte
helada ocurrida en 1708-09, usando
un sólo ejemplar.
Más tarde, en 1783, Burgsdorf (padre
del co-datado según Studhalter)
examinó varios ejemplares y llegó a la
misma conclusión,
En 1827 Twining redescubrió este
fenómeno. Él se dio cuenta de que
cada árbol llevaba, durante todo el
periodo de su crecimiento, un récord
de las estaciones y que todos los
árboles de un mismo lugar “contaban
la misma historia”.
A partir de allí varios botánicos
comenzaron a estudiar los anillos de
árboles como potencial herramienta
para conocer la historia de los
bosques.
En la segunda mitad del siglo XIX
Hartig impulsó enormemente la
investigación de la dendrocronología
en Europa gracias a una clara
concepción del desarrollo de los
anillos a través de un detallado estudio
sobre los efectos de las heladas y de
los daños por actividad de insectos.
Sin embargo, la dendrocronología
como ciencia, debe ser atribuida al
astrónomo americano A.E. Douglass. A
la edad de 27 años, Douglass estaba
trabajando en el Observatorio Lowell
en Flagstaff, Arizona. Él pensaba que la
actividad de las manchas solares
podían influenciar el clima en la tierra
y estaba buscando relación entre la
actividad cíclica de las manchas solares
y el comportamiento de las
precipitaciones.
En 1914 logró construir una cronología
compuesta de 500 años de Pinus
ponderosa y en 1937 fundó el
“Laboratory of Tree-Ring Research” en
la Universidad de Arizona.
En Europa fue el biólogo alemán
Bruno Huber quien comenzó a
desarrollar esta disciplina durante la
primera mitad del siglo XX, pero
pasaron más de 30 años de la
fundación del primer laboratorio para
que se establecieran institutos
semejantes en el resto del mundo.
Debido a la escasez y discontinuidad
de la base de datos meteorológicos, su
búsqueda lo llevó a buscar periodos
en las secuencias de anchos de anillos
que tuviesen relaciones con la
actividad solar en la formación de las
manchas solares; descubrió entonces
en 1901 una posible relación entre los
factores climáticos y el crecimiento
radial de árboles. Observó que se
podía incluso determinar el año
calendario exacto a aquellas muestras
de edad desconocida, correlacionándo
las con una cronología ancho de
anillos previamente fechada.
El avance en el conocimiento de la
técnica y la existencia de algunas
especies muy longevas han permitido
elaborar extensas cronologías a partir
de los anillos de crecimiento. El pino
“Bristlecone” (Pinus longaeva y P.
aristata) es la especie más longeva del
mundo, crece en California, Estados
Unidos. Presenta crecimiento lento y
gran producción de resina, lo que le
confiere gran resistencia a hongos y
por lo tanto buena conservación.
Usando esta especie se han logrado
elaborar cronologías de más de 8.000
años.
fuente: wikipedia
De cómo la sabiduría se esparció por el mundo Cuento popular africano
En Taubilandia vivía en tiempos
remotos, remotísimos, un hombre que
poseía toda la sabiduría del mundo. Se
llamaba este hombre Padre Ananzi, y
la fama de su sabiduría se había
extendido por todo el país, hasta los
más apartados rincones, y así sucedía
que de todos los ámbitos acudían a
visitarlo las gentes para pedirle consejo
y aprender de él.
Pero he aquí que aquellas gentes se
comportaron indebidamente y Ananzi
se enfadó con ellos. Entonces pensó
en la manera de castigarlos.
Tras largas y profundas meditaciones
decidió privarles de la sabiduría,
escondiéndola en un lugar tan hondo
e insospechado que nadie pudiera
encontrarla.
Pero él ya había prodigado sus
consejos y ellos contenían parte de la
sabiduría que, ante todo, debía
recuperar. Y lo consiguió; al menos así
lo pensaba nuestro Ananzi.
Ahora debía buscar un lugarcito donde
esconder el cacharro de la sabiduría; y,
sí, también él sabía un lugar. Y se
dispuso a llevar hasta allí su preciado
tesoro.
Pero...Padre Ananzi tenía un hijo que
tampoco tenía un pelo de tonto; se
llamaba Kweku Tsjin. Y cuando éste vio
a su padre andar tan misteriosamente
y con tanta cautela de un lado a otro
con su pote, pensó para sus adentros:
-¡Cosa de gran importancia debe ser
ésa!
Y como listo que era, se puso ojo
avizor, para vigilar lo que Padre Ananzi
se proponía.
Como suponía, lo oyó muy temprano
por la mañana, cuando se levantaba.
Kweku prestó mucha atención a todo
cuanto su padre hacía, sin que éste lo
advirtiera. Y cuando poco después
Ananzi se alejaba rápida y
sigilosamente, saltó de un brinco de la
cama y se dispuso a seguir a su padre
por donde quiera que éste fuese, con
la precaución de que no se diera
cuenta de ello.
Kweku vio pronto que Ananzi llevaba
una gran jarra, y le aguijoneaba la
curiosidad de saber lo que en ella
había.
Ananzi atravesó el poblado; era tan de
mañana que todo el mundo dormía
aún; luego se internó profundamente
en el bosque.
Cuando llegó a un macizo de palmeras
altas como el cielo, buscó la más
esbelta de todas y empezó a trepar
con la jarra o pote de la sabiduría
pendiendo de un cordel que llevaba
atado por la parte delantera del cuello.
Indudablemente, quería esconder el
Jarro de la Sabiduría en lo más alto de
la copa del árbol, donde seguramente
ningún mortal había de acudir a
buscarlo... Pero era difícil y pesada la
ascensión; con todo, seguía trepando y
mirando hacia abajo. No obstante la
altura, no se asustó, sino que seguía
sube que te sube.
El jarro que contenía toda la sabiduría
del mundo oscilaba de un lado a otro,
ya a derecha ya a izquierda, igual que
un péndulo, y otras veces entre su
pecho y el tronco del árbol. ¡La subida
era ardua, pero Ananzi era muy
tozudo! No cesó de trepar hasta que
Kweku Tsjin, que desde su puesto de
observatorio se moría de curiosidad,
ya no lo podía distinguir.
-Padre -le gritó- ¿por qué no llevas
colgado de la espalda ese jarro
preciado? ¡Tal como te lo propones, la
ascensión a la más alta copa te será
empresa difícil y arriesgada!
Apenas había oído Ananzi estas
palabras, se inclinó para mirar a la
tierra que tenía a sus pies.
-Escucha -gritó a todo pulmón- yo
creía haber metido toda la sabiduría
del mundo en este jarro, y ahora
descubro, de repente, que mi propio
hijo me da lección de sabiduría. Yo no
me había percatado de la mejor
manera de subir este jarro sin
incidente y con relativa comodidad
hasta la copa de este árbol. Pero mi
hijito ha sabido lo bastante para
decírmelo.
Su decepción era tan grande que, con
todas sus fuerzas, tiró el Jarro de la
Sabiduría todo lo lejos que pudo. El
jarro chocó contra una piedra y se
rompió en mil pedazos.
Y como es de suponer, toda la
sabiduría del mundo que allí dentro
estaba encerrada se derramó,
esparciéndose por todos los ámbitos
de la tierra.
remotos, remotísimos, un hombre que
poseía toda la sabiduría del mundo. Se
llamaba este hombre Padre Ananzi, y
la fama de su sabiduría se había
extendido por todo el país, hasta los
más apartados rincones, y así sucedía
que de todos los ámbitos acudían a
visitarlo las gentes para pedirle consejo
y aprender de él.
Pero he aquí que aquellas gentes se
comportaron indebidamente y Ananzi
se enfadó con ellos. Entonces pensó
en la manera de castigarlos.
Tras largas y profundas meditaciones
decidió privarles de la sabiduría,
escondiéndola en un lugar tan hondo
e insospechado que nadie pudiera
encontrarla.
Pero él ya había prodigado sus
consejos y ellos contenían parte de la
sabiduría que, ante todo, debía
recuperar. Y lo consiguió; al menos así
lo pensaba nuestro Ananzi.
Ahora debía buscar un lugarcito donde
esconder el cacharro de la sabiduría; y,
sí, también él sabía un lugar. Y se
dispuso a llevar hasta allí su preciado
tesoro.
Pero...Padre Ananzi tenía un hijo que
tampoco tenía un pelo de tonto; se
llamaba Kweku Tsjin. Y cuando éste vio
a su padre andar tan misteriosamente
y con tanta cautela de un lado a otro
con su pote, pensó para sus adentros:
-¡Cosa de gran importancia debe ser
ésa!
Y como listo que era, se puso ojo
avizor, para vigilar lo que Padre Ananzi
se proponía.
Como suponía, lo oyó muy temprano
por la mañana, cuando se levantaba.
Kweku prestó mucha atención a todo
cuanto su padre hacía, sin que éste lo
advirtiera. Y cuando poco después
Ananzi se alejaba rápida y
sigilosamente, saltó de un brinco de la
cama y se dispuso a seguir a su padre
por donde quiera que éste fuese, con
la precaución de que no se diera
cuenta de ello.
Kweku vio pronto que Ananzi llevaba
una gran jarra, y le aguijoneaba la
curiosidad de saber lo que en ella
había.
Ananzi atravesó el poblado; era tan de
mañana que todo el mundo dormía
aún; luego se internó profundamente
en el bosque.
Cuando llegó a un macizo de palmeras
altas como el cielo, buscó la más
esbelta de todas y empezó a trepar
con la jarra o pote de la sabiduría
pendiendo de un cordel que llevaba
atado por la parte delantera del cuello.
Indudablemente, quería esconder el
Jarro de la Sabiduría en lo más alto de
la copa del árbol, donde seguramente
ningún mortal había de acudir a
buscarlo... Pero era difícil y pesada la
ascensión; con todo, seguía trepando y
mirando hacia abajo. No obstante la
altura, no se asustó, sino que seguía
sube que te sube.
El jarro que contenía toda la sabiduría
del mundo oscilaba de un lado a otro,
ya a derecha ya a izquierda, igual que
un péndulo, y otras veces entre su
pecho y el tronco del árbol. ¡La subida
era ardua, pero Ananzi era muy
tozudo! No cesó de trepar hasta que
Kweku Tsjin, que desde su puesto de
observatorio se moría de curiosidad,
ya no lo podía distinguir.
-Padre -le gritó- ¿por qué no llevas
colgado de la espalda ese jarro
preciado? ¡Tal como te lo propones, la
ascensión a la más alta copa te será
empresa difícil y arriesgada!
Apenas había oído Ananzi estas
palabras, se inclinó para mirar a la
tierra que tenía a sus pies.
-Escucha -gritó a todo pulmón- yo
creía haber metido toda la sabiduría
del mundo en este jarro, y ahora
descubro, de repente, que mi propio
hijo me da lección de sabiduría. Yo no
me había percatado de la mejor
manera de subir este jarro sin
incidente y con relativa comodidad
hasta la copa de este árbol. Pero mi
hijito ha sabido lo bastante para
decírmelo.
Su decepción era tan grande que, con
todas sus fuerzas, tiró el Jarro de la
Sabiduría todo lo lejos que pudo. El
jarro chocó contra una piedra y se
rompió en mil pedazos.
Y como es de suponer, toda la
sabiduría del mundo que allí dentro
estaba encerrada se derramó,
esparciéndose por todos los ámbitos
de la tierra.
BUDISMO..UN TAL GAUTAMA
El budismo es una religión dharmica,
de tipo nastika, es decir, de las que
rechazan la autoridad de los vedas,
según los propios hindúes. Sería, valga
la paradoja, una religión atea.
Pero ¿Es filosofía?
Nuestra tesis inicial es que si, aunque
solo sea por la increíble contribución
que aporta a la ética y a la moral, más
que porque desarrolla complejos y
elaborados estudios, al modo
occidental, sobre cosas como el Ser, el
Orden…
Pero antes de seguir, empecemos por
hacer un breve retrato biográfico de su
fundador, un tal Gautama…
Siddhartha Gautama, así se llama
nuestro protagonista, nació en
Lumbini, en el Nepal y vivió
aproximadamente entre los años 566 y
478 a. C., a finales de lo que se conoce
como periodo védico, esto es, cuando
se terminó de componer el rigveda.
Siddhartha nació dentro del noble clan
de los Sakka (o Śākya), en una zona
donde pasaban bastante del
brahmanismo, apoyándose en las
ideas de los dirigentes de cada pueblo,
como era, por ejemplo, su padre,
Sudhodana, considerado
posteriormente por la tradición como
un rey, pero que, seguramente, era un
mero jefe de una tribu local.
De su infancia, como es de esperar, no
se tienen demasiados datos, aunque
se suele suponer que vivió rodeado de
abundancia, en una vida totalmente
palaciega. Una profecía anunció que
sería un gran sabio y religioso, lo que
motivó que su padre, deseoso de que
su hijo continuase su legado como jefe
de la tribu, lo colmase de atenciones y
lujo, alejándolo de la dureza de la vida
más allá del palacio, pensando que así
no tendría inquietudes religiosas.
Con dieciséis años se casó con
Yasodhara y a los veintinueve tuvo un
hijo llamado Rahula. Y es precisamente
con esta edad cuando empezó a tener
curiosidad por lo que había en el
mundo exterior, pidiéndole permiso a
su padre para visitarlo, que accedió, no
sin antes asegurarse de que todo
estuviese arreglado para que su hijo
no se impresionase con nada. Sin
embargo los dioses (sic) se encargaron
de que viera a un enfermo, un anciano
y un muerto. El cochero que lo llevaba,
además, le explicó que esas tres cosas,
la enfermedad, la vejez y la muerte,
nos afectan a todos, creando una
enorme inquietud en el hombre.
Otras versiones indican que llegó a esa
angustia existencial mediante una
prolongada reflexión.
Sea como sea, lo cierto es que esto
marcó un antes y un después en la
vida de Siddhartha: se dio cuenta de
que él también estaba sujeto a ese
mismo sufrimiento y llegó a la
conclusión de que era imposible ser
feliz si esto era lo que le deparaba la
vida. Así, durante otra salida al exterior,
el joven Gautama vio a un samana (un
anacoreta, un monje mendicante), y se
quedó pillado con su carácter apacible.
Así que decidió llevar ese estilo de
vida, abandonando a su esposa e hijo,
convirtiéndose en un asceta.
Desde entonces Siddhartha se dedicó
a ir en busca de maestros espirituales
que le ayudarán en su objetivo de
acabar con el sufrimiento existencial. El
primero fue un maestro llamado Alara
el Kalama, de quien aprendió el estado
meditativo llamado “esfera de la
nada”, consistente en un trance en el
que la mente permanece fija en el
pensamiento de la nada. El segundo
fue Udakka, del que aprendió otro
estado meditativo, el de la “esfera de
ni cognición ni no cognición”, en el que
el nivel de conciencia se atenúa. Estos
dos métodos los absorbería para su
propio sistema posterior.
Tras dejar a Udakka, se instaló en un
bosque para vivir como los ascetas que
se automortificaban, practicando la
técnica de la no-respiración y
comiendo tan solo unas pocas
legumbres al día. Se dice que
permaneció así seis años, tras los
cuales y agotado física y mentalmente,
se dio cuenta de que la vía ascética era
incompatible con la vida.
Así que siguió su búsqueda, su
camino. Pero ahora tenía dos
conocimientos nuevos: que el
ascetismo extremo no conducía a la
liberación total, sino que era preciso
algo más; y segundo, que, alcanzado
cierto punto, ningún maestro era
capaz de enseñar nada más.
Siddhartha partió decidido a no seguir
buscando fuentes externas de
sabiduría, sino a encontrarlas dentro
de sí mismo.
Libre, por fin, de obstáculos
espirituales, Gautama se entregó a la
meditación bajo un tipo de árbol que
luego pasaría a denominarse árbol de
la iluminación. Durante tres lunas
llenas se entregó al desarrollo de un
conocimiento tripartito consistente en
un proceso de recuero de sus vidas
anteriores, la visión del renacer de los
demás de acuerdo con su propio
karma y la destrucción de las ideas
impuras que alejan de la iluminación.
Y por fin su mente se “iluminó”. Tras
siete años de viaje y meditación, en
Bodhgaya vio la luz.
Pero aun permaneció cuatro semanas
más bajo el árbol, pensando en la
posibilidad de enseñar a otros esta
forma de llegar al conocimiento: “¿Por
qué entregar al mundo lo que
conquisté en dura lucha? La verdad
sigue oculta para quien se deja
arrastrar por deseos y ansiedades. Es
difícil, misteriosa, profunda y huidiza a
los groseros sentidos. Quien tiene los
sentidos sumidos en las tinieblas pos
vestido terrestre, no puede contemplar
la autentica realidad”
Fue gracias a la intercesión del dios
Shampati, cuenta la leyenda, que
Gautama, ahora ya Buda (Iluminado)
decidió enseñar a la humanidad:
“Quien tenga oídos que escuche la
palabra y crea, porque no renuncio a
comunicar la palabra al mundo para
salvarle de inútiles sufrimientos”.
Así acude en primer lugar a sus dos
primeros maestros, pero ya habían
muerto. Así que va a donde sus
compañeros ascetas, que, en un
primer momento lo tratan con recelo,
pero que, posteriormente, tras
escuchar su mensaje, se prestaron a
seguir sus enseñanzas. Dio así su
primer sermón, llamado “Sermón de
Benarés”, donde explicó la existencia
de un camino medio entre los placeres
sensuales y la automortificación. El
camino Sagrado Óctuple. Y también les
explicó las Cuatro Nobles Verdades,
como el sufrimiento forma parte de la
vida, como este se genera a partir del
deseo y como su método puede
acabar con él y llegar al Nirvana.
Poco a poco fue ganando seguidores y
discípulos, conforme iba dando
nuevos sermones. Y estos discípulos,
entre los que destacan Sariputra y
Maudgalyayana, iluminados
comenzaron a enseñar a otros,
ganando adeptos con bastante éxito,
más que nada porque se trataba de un
mensaje universal que se oponía a la
diferenciación social de las castas
indias (un éxito similar al cristianismo,
dirigido a las clases sociales menos
favorecidas)
Siddhartha Gautama murió alrededor
del año 486 a. C., a los 80 años de
edad, parece ser por culpa de una
intoxicación alimenticia chunga, que, a
pesar del dolor, soportó con entereza.
Viendo la muerte cerca, se acostó en
un bosque en Kusinagara, donde
alcanzó la paz completa, el Para
Nirvana (estado al que acceden,
después de morir, los que han
alcanzado el nirvana en vida). Antes de
expirar dijo el Nirvana Sutra, donde
resume toda su enseñanza y aclara los
puntos que él vio que no estaban bien
comprendidos.
Sus últimas palabras fueron: “Os
suplico que os dediquéis por completo
a la salvación del prójimo; sed fogosos
y atentos. No olvidéis que la
destrucción es la condición de todo lo
compuesto y que la verdad es eterna”.
Después de ser incinerado, sus restos
fueron colocados en ocho estupas en
diferentes cruces de camino, como era
su deseo
de tipo nastika, es decir, de las que
rechazan la autoridad de los vedas,
según los propios hindúes. Sería, valga
la paradoja, una religión atea.
Pero ¿Es filosofía?
Nuestra tesis inicial es que si, aunque
solo sea por la increíble contribución
que aporta a la ética y a la moral, más
que porque desarrolla complejos y
elaborados estudios, al modo
occidental, sobre cosas como el Ser, el
Orden…
Pero antes de seguir, empecemos por
hacer un breve retrato biográfico de su
fundador, un tal Gautama…
Siddhartha Gautama, así se llama
nuestro protagonista, nació en
Lumbini, en el Nepal y vivió
aproximadamente entre los años 566 y
478 a. C., a finales de lo que se conoce
como periodo védico, esto es, cuando
se terminó de componer el rigveda.
Siddhartha nació dentro del noble clan
de los Sakka (o Śākya), en una zona
donde pasaban bastante del
brahmanismo, apoyándose en las
ideas de los dirigentes de cada pueblo,
como era, por ejemplo, su padre,
Sudhodana, considerado
posteriormente por la tradición como
un rey, pero que, seguramente, era un
mero jefe de una tribu local.
De su infancia, como es de esperar, no
se tienen demasiados datos, aunque
se suele suponer que vivió rodeado de
abundancia, en una vida totalmente
palaciega. Una profecía anunció que
sería un gran sabio y religioso, lo que
motivó que su padre, deseoso de que
su hijo continuase su legado como jefe
de la tribu, lo colmase de atenciones y
lujo, alejándolo de la dureza de la vida
más allá del palacio, pensando que así
no tendría inquietudes religiosas.
Con dieciséis años se casó con
Yasodhara y a los veintinueve tuvo un
hijo llamado Rahula. Y es precisamente
con esta edad cuando empezó a tener
curiosidad por lo que había en el
mundo exterior, pidiéndole permiso a
su padre para visitarlo, que accedió, no
sin antes asegurarse de que todo
estuviese arreglado para que su hijo
no se impresionase con nada. Sin
embargo los dioses (sic) se encargaron
de que viera a un enfermo, un anciano
y un muerto. El cochero que lo llevaba,
además, le explicó que esas tres cosas,
la enfermedad, la vejez y la muerte,
nos afectan a todos, creando una
enorme inquietud en el hombre.
Otras versiones indican que llegó a esa
angustia existencial mediante una
prolongada reflexión.
Sea como sea, lo cierto es que esto
marcó un antes y un después en la
vida de Siddhartha: se dio cuenta de
que él también estaba sujeto a ese
mismo sufrimiento y llegó a la
conclusión de que era imposible ser
feliz si esto era lo que le deparaba la
vida. Así, durante otra salida al exterior,
el joven Gautama vio a un samana (un
anacoreta, un monje mendicante), y se
quedó pillado con su carácter apacible.
Así que decidió llevar ese estilo de
vida, abandonando a su esposa e hijo,
convirtiéndose en un asceta.
Desde entonces Siddhartha se dedicó
a ir en busca de maestros espirituales
que le ayudarán en su objetivo de
acabar con el sufrimiento existencial. El
primero fue un maestro llamado Alara
el Kalama, de quien aprendió el estado
meditativo llamado “esfera de la
nada”, consistente en un trance en el
que la mente permanece fija en el
pensamiento de la nada. El segundo
fue Udakka, del que aprendió otro
estado meditativo, el de la “esfera de
ni cognición ni no cognición”, en el que
el nivel de conciencia se atenúa. Estos
dos métodos los absorbería para su
propio sistema posterior.
Tras dejar a Udakka, se instaló en un
bosque para vivir como los ascetas que
se automortificaban, practicando la
técnica de la no-respiración y
comiendo tan solo unas pocas
legumbres al día. Se dice que
permaneció así seis años, tras los
cuales y agotado física y mentalmente,
se dio cuenta de que la vía ascética era
incompatible con la vida.
Así que siguió su búsqueda, su
camino. Pero ahora tenía dos
conocimientos nuevos: que el
ascetismo extremo no conducía a la
liberación total, sino que era preciso
algo más; y segundo, que, alcanzado
cierto punto, ningún maestro era
capaz de enseñar nada más.
Siddhartha partió decidido a no seguir
buscando fuentes externas de
sabiduría, sino a encontrarlas dentro
de sí mismo.
Libre, por fin, de obstáculos
espirituales, Gautama se entregó a la
meditación bajo un tipo de árbol que
luego pasaría a denominarse árbol de
la iluminación. Durante tres lunas
llenas se entregó al desarrollo de un
conocimiento tripartito consistente en
un proceso de recuero de sus vidas
anteriores, la visión del renacer de los
demás de acuerdo con su propio
karma y la destrucción de las ideas
impuras que alejan de la iluminación.
Y por fin su mente se “iluminó”. Tras
siete años de viaje y meditación, en
Bodhgaya vio la luz.
Pero aun permaneció cuatro semanas
más bajo el árbol, pensando en la
posibilidad de enseñar a otros esta
forma de llegar al conocimiento: “¿Por
qué entregar al mundo lo que
conquisté en dura lucha? La verdad
sigue oculta para quien se deja
arrastrar por deseos y ansiedades. Es
difícil, misteriosa, profunda y huidiza a
los groseros sentidos. Quien tiene los
sentidos sumidos en las tinieblas pos
vestido terrestre, no puede contemplar
la autentica realidad”
Fue gracias a la intercesión del dios
Shampati, cuenta la leyenda, que
Gautama, ahora ya Buda (Iluminado)
decidió enseñar a la humanidad:
“Quien tenga oídos que escuche la
palabra y crea, porque no renuncio a
comunicar la palabra al mundo para
salvarle de inútiles sufrimientos”.
Así acude en primer lugar a sus dos
primeros maestros, pero ya habían
muerto. Así que va a donde sus
compañeros ascetas, que, en un
primer momento lo tratan con recelo,
pero que, posteriormente, tras
escuchar su mensaje, se prestaron a
seguir sus enseñanzas. Dio así su
primer sermón, llamado “Sermón de
Benarés”, donde explicó la existencia
de un camino medio entre los placeres
sensuales y la automortificación. El
camino Sagrado Óctuple. Y también les
explicó las Cuatro Nobles Verdades,
como el sufrimiento forma parte de la
vida, como este se genera a partir del
deseo y como su método puede
acabar con él y llegar al Nirvana.
Poco a poco fue ganando seguidores y
discípulos, conforme iba dando
nuevos sermones. Y estos discípulos,
entre los que destacan Sariputra y
Maudgalyayana, iluminados
comenzaron a enseñar a otros,
ganando adeptos con bastante éxito,
más que nada porque se trataba de un
mensaje universal que se oponía a la
diferenciación social de las castas
indias (un éxito similar al cristianismo,
dirigido a las clases sociales menos
favorecidas)
Siddhartha Gautama murió alrededor
del año 486 a. C., a los 80 años de
edad, parece ser por culpa de una
intoxicación alimenticia chunga, que, a
pesar del dolor, soportó con entereza.
Viendo la muerte cerca, se acostó en
un bosque en Kusinagara, donde
alcanzó la paz completa, el Para
Nirvana (estado al que acceden,
después de morir, los que han
alcanzado el nirvana en vida). Antes de
expirar dijo el Nirvana Sutra, donde
resume toda su enseñanza y aclara los
puntos que él vio que no estaban bien
comprendidos.
Sus últimas palabras fueron: “Os
suplico que os dediquéis por completo
a la salvación del prójimo; sed fogosos
y atentos. No olvidéis que la
destrucción es la condición de todo lo
compuesto y que la verdad es eterna”.
Después de ser incinerado, sus restos
fueron colocados en ocho estupas en
diferentes cruces de camino, como era
su deseo
EL IMPERIO DEL CONSUMO.- POR EDUARDO GALEANO. segunda parte
Según el historiador Eric Hobsbawm,
el siglo XX puso fin a siete mil años de
vida humana centrada en la agricultura
desde que aparecieron los primeros
cultivos, a fines del paleolítico. La
población mundial se urbaniza, los
campesinos se hacen ciudadanos. En
América Latina tenemos campos sin
nadie y enormes hormigueros
urbanos: las mayores ciudades del
mundo, y las más injustas. Expulsados
por la agricultura moderna de
exportación, y por la erosión de sus
tierras, los campesinos invaden los
suburbios. Ellos creen que Dios está en
todas partes, pero por experiencia
saben que atiende en las grandes
urbes. Las ciudades prometen trabajo,
prosperidad, un porvenir para los
hijos. En los campos, los esperadores
miran pasar la vida, y mueren
bostezando; en las ciudades, la vida
ocurre, y llama. Hacinados en tugurios,
lo primero que descubren los recién
llegados es que el trabajo falta y los
brazos sobran, que nada es gratis y
que los más caros artículos de lujo son
el aire y el silencio.
Mientras nacía el siglo XIV, fray
Giordano da Rivalto pronunció en
Florencia un elogio de las ciudades.
Dijo que las ciudades crecían «porque
la gente tiene el gusto de juntarse».
Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se
encuentra con quién? ¿Se encuentra la
esperanza con la realidad? El deseo,
¿se encuentra con el mundo? Y la
gente, ¿se encuentra con la gente? Si
las relaciones humanas han sido
reducidas a relaciones entre cosas,
¿cuánta gente se encuentra con las
cosas?
El mundo entero tiende a convertirse
en una gran pantalla de televisión,
donde las cosas se miran pero no se
tocan. Las mercancías en oferta
invaden y privatizan los espacios
públicos. Las estaciones de autobuses
y de trenes, que hasta hace poco eran
espacios de encuentro entre personas,
se están convirtiendo ahora en
espacios de exhibición comercial.
El shopping center, o shopping mall,
vidriera de todas las vidrieras, impone
su presencia avasallante. Las
multitudes acuden, en peregrinación, a
este templo mayor de las misas del
consumo. La mayoría de los devotos
contempla, en éxtasis, las cosas que
sus bolsillos no pueden pagar,
mientras la minoría compradora se
somete al bombardeo de la oferta
incesante y extenuante. El gentío, que
sube y baja por las escaleras
mecánicas, viaja por el mundo: los
maniquíes visten como en Milán o
París y las máquinas suenan como en
Chicago, y para ver y oír no es preciso
pagar pasaje. Los turistas venidos de
los pueblos del interior, o de las
ciudades que aún no han merecido
estas bendiciones de la felicidad
moderna, posan para la foto, al pie de
las marcas internacionales más
famosas, como antes posaban al pie
de la estatua del prócer en la plaza.
Beatriz Solano ha observado que los
habitantes de los barrios suburbanos
acuden al center, al shopping center,
como antes acudían al centro. El
tradicional paseo del fin de semana al
centro de la ciudad, tiende a ser
sustituido por la excursión a estos
centros urbanos. Lavados y
planchados y peinados, vestidos con
sus mejores galas, los visitantes vienen
a una fiesta donde no son convidados,
pero pueden ser mirones. Familias
enteras emprenden el viaje en la
cápsula espacial que recorre el
universo del consumo, donde la
estética del mercado ha diseñado un
paisaje alucinante de modelos, marcas
y etiquetas.
La cultura del consumo, cultura de lo
efímero, condena todo al desuso
mediático. Todo cambia al ritmo
vertiginoso de la moda, puesta al
servicio de la necesidad de vender. Las
cosas envejecen en un parpadeo, para
ser reemplazadas por otras cosas de
vida fugaz. Hoy que lo único que
permanece es la inseguridad, las
mercancías, fabricadas para no durar,
resultan tan volátiles como el capital
que las financia y el trabajo que las
genera. El dinero vuela a la velocidad
de la luz: ayer estaba allá, hoy está
aquí, mañana quién sabe, y todo
trabajador es un desempleado en
potencia. Paradójicamente, los
shoppings centers, reinos de la
fugacidad, ofrecen la más exitosa
ilusión de seguridad. Ellos resisten
fuera del tiempo, sin edad y sin raíz,
sin noche y sin día y sin memoria, y
existen fuera del espacio, más allá de
las turbulencias de la peligrosa
realidad del mundo.
Los dueños del mundo usan al mundo
como si fuera descartable: una
mercancía de vida efímera, que se
agota como se agotan, a poco de
nacer, las imágenes que dispara la
ametralladora de la televisión y las
modas y los ídolos que la publicidad
lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a
qué otro mundo vamos a mudarnos?
¿Estamos todos obligados a creernos
el cuento de que Dios ha vendido el
planeta a unas cuantas empresas,
porque estando de mal humor decidió
privatizar el universo? La sociedad de
consumo es una trampa cazabobos.
Los que tienen la manija simulan
ignorarlo, pero cualquiera que tenga
ojos en la cara puede ver que la gran
mayoría de la gente consume poco,
poquito y nada necesariamente, para
garantizar la existencia de la poca
naturaleza que nos queda. La injusticia
social no es un error a corregir, ni un
defecto a superar: es una necesidad
esencial. No hay naturaleza capaz de
alimentar a un shopping center del
tamaño del planeta
el siglo XX puso fin a siete mil años de
vida humana centrada en la agricultura
desde que aparecieron los primeros
cultivos, a fines del paleolítico. La
población mundial se urbaniza, los
campesinos se hacen ciudadanos. En
América Latina tenemos campos sin
nadie y enormes hormigueros
urbanos: las mayores ciudades del
mundo, y las más injustas. Expulsados
por la agricultura moderna de
exportación, y por la erosión de sus
tierras, los campesinos invaden los
suburbios. Ellos creen que Dios está en
todas partes, pero por experiencia
saben que atiende en las grandes
urbes. Las ciudades prometen trabajo,
prosperidad, un porvenir para los
hijos. En los campos, los esperadores
miran pasar la vida, y mueren
bostezando; en las ciudades, la vida
ocurre, y llama. Hacinados en tugurios,
lo primero que descubren los recién
llegados es que el trabajo falta y los
brazos sobran, que nada es gratis y
que los más caros artículos de lujo son
el aire y el silencio.
Mientras nacía el siglo XIV, fray
Giordano da Rivalto pronunció en
Florencia un elogio de las ciudades.
Dijo que las ciudades crecían «porque
la gente tiene el gusto de juntarse».
Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se
encuentra con quién? ¿Se encuentra la
esperanza con la realidad? El deseo,
¿se encuentra con el mundo? Y la
gente, ¿se encuentra con la gente? Si
las relaciones humanas han sido
reducidas a relaciones entre cosas,
¿cuánta gente se encuentra con las
cosas?
El mundo entero tiende a convertirse
en una gran pantalla de televisión,
donde las cosas se miran pero no se
tocan. Las mercancías en oferta
invaden y privatizan los espacios
públicos. Las estaciones de autobuses
y de trenes, que hasta hace poco eran
espacios de encuentro entre personas,
se están convirtiendo ahora en
espacios de exhibición comercial.
El shopping center, o shopping mall,
vidriera de todas las vidrieras, impone
su presencia avasallante. Las
multitudes acuden, en peregrinación, a
este templo mayor de las misas del
consumo. La mayoría de los devotos
contempla, en éxtasis, las cosas que
sus bolsillos no pueden pagar,
mientras la minoría compradora se
somete al bombardeo de la oferta
incesante y extenuante. El gentío, que
sube y baja por las escaleras
mecánicas, viaja por el mundo: los
maniquíes visten como en Milán o
París y las máquinas suenan como en
Chicago, y para ver y oír no es preciso
pagar pasaje. Los turistas venidos de
los pueblos del interior, o de las
ciudades que aún no han merecido
estas bendiciones de la felicidad
moderna, posan para la foto, al pie de
las marcas internacionales más
famosas, como antes posaban al pie
de la estatua del prócer en la plaza.
Beatriz Solano ha observado que los
habitantes de los barrios suburbanos
acuden al center, al shopping center,
como antes acudían al centro. El
tradicional paseo del fin de semana al
centro de la ciudad, tiende a ser
sustituido por la excursión a estos
centros urbanos. Lavados y
planchados y peinados, vestidos con
sus mejores galas, los visitantes vienen
a una fiesta donde no son convidados,
pero pueden ser mirones. Familias
enteras emprenden el viaje en la
cápsula espacial que recorre el
universo del consumo, donde la
estética del mercado ha diseñado un
paisaje alucinante de modelos, marcas
y etiquetas.
La cultura del consumo, cultura de lo
efímero, condena todo al desuso
mediático. Todo cambia al ritmo
vertiginoso de la moda, puesta al
servicio de la necesidad de vender. Las
cosas envejecen en un parpadeo, para
ser reemplazadas por otras cosas de
vida fugaz. Hoy que lo único que
permanece es la inseguridad, las
mercancías, fabricadas para no durar,
resultan tan volátiles como el capital
que las financia y el trabajo que las
genera. El dinero vuela a la velocidad
de la luz: ayer estaba allá, hoy está
aquí, mañana quién sabe, y todo
trabajador es un desempleado en
potencia. Paradójicamente, los
shoppings centers, reinos de la
fugacidad, ofrecen la más exitosa
ilusión de seguridad. Ellos resisten
fuera del tiempo, sin edad y sin raíz,
sin noche y sin día y sin memoria, y
existen fuera del espacio, más allá de
las turbulencias de la peligrosa
realidad del mundo.
Los dueños del mundo usan al mundo
como si fuera descartable: una
mercancía de vida efímera, que se
agota como se agotan, a poco de
nacer, las imágenes que dispara la
ametralladora de la televisión y las
modas y los ídolos que la publicidad
lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a
qué otro mundo vamos a mudarnos?
¿Estamos todos obligados a creernos
el cuento de que Dios ha vendido el
planeta a unas cuantas empresas,
porque estando de mal humor decidió
privatizar el universo? La sociedad de
consumo es una trampa cazabobos.
Los que tienen la manija simulan
ignorarlo, pero cualquiera que tenga
ojos en la cara puede ver que la gran
mayoría de la gente consume poco,
poquito y nada necesariamente, para
garantizar la existencia de la poca
naturaleza que nos queda. La injusticia
social no es un error a corregir, ni un
defecto a superar: es una necesidad
esencial. No hay naturaleza capaz de
alimentar a un shopping center del
tamaño del planeta
EL IMPERIO DEL CONSUMO.- POR EDUARDO GALEANO
"El derecho al derroche, privilegio de
pocos, dice ser la libertad de todos.
Esta civilización no deja dormir a las
flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En
los invernaderos, las flores están
sometidas a luz continua, para que
crezcan más rápido. En la fábricas de
huevos, las gallinas también tienen
prohibida la noche. Y la gente está
condenada al insomnio, por la
ansiedad de comprar y la angustia de
pagar. "
La explosión del consumo en el
mundo actual mete más ruido que
todas las guerras y arma más alboroto
que todos los carnavales. Como dice
un viejo proverbio turco, quien bebe a
cuenta, se emborracha el doble.
La parranda aturde y nubla la mirada;
esta gran borrachera universal parece
no tener límites en el tiempo ni en el
espacio. Pero la cultura de consumo
suena mucho, como el tambor,
porque está vacía; y a la hora de la
verdad, cuando el estrépito cesa y se
acaba la fiesta, el borracho despierta,
solo, acompañado por su sombra y
por los platos rotos que debe pagar.
La expansión de la demanda choca
con las fronteras que le impone el
mismo sistema que la genera. El
sistema necesita mercados cada vez
más abiertos y más amplios, como los
pulmones necesitan el aire, y a la vez
necesita que anden por los suelos,
como andan, los precios de las
materias primas y de la fuerza humana
de trabajo. El sistema habla en nombre
de todos, a todos dirige sus imperiosas
órdenes de consumo, entre todos
difunde la fiebre compradora; pero ni
modo: para casi todos esta aventura
comienza y termina en la pantalla del
televisor. La mayoría, que se endeuda
para tener cosas, termina teniendo
nada más que deudas para pagar
deudas que generan nuevas deudas, y
acaba consumiendo fantasías que a
veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de
pocos, dice ser la libertad de todos.
Dime cuánto consumes y te diré
cuánto vales. Esta civilización no deja
dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a
la gente. En los invernaderos, las flores
están sometidas a luz continua, para
que crezcan más rápido. En la fábricas
de huevos, las gallinas también tienen
prohibida la noche. Y la gente está
condenada al insomnio, por la
ansiedad de comprar y la angustia de
pagar. Este modo de vida no es muy
bueno para la gente, pero es muy
bueno para la industria farmacéutica.
EEUU consume la mitad de los
sedantes, ansiolíticos y demás drogas
químicas que se venden legalmente en
el mundo, y más de la mitad de las
drogas prohibidas que se venden
ilegalmente, lo que no es moco de
pavo si se tiene en cuenta que EEUU
apenas suma el cinco por ciento de la
población mundial.
«Gente infeliz, la que vive
comparándose», lamenta una mujer
en el barrio del Buceo, en Montevideo.
El dolor de ya no ser, que otrora
cantara el tango, ha dejado paso a la
vergüenza de no tener. Un hombre
pobre es un pobre hombre. «Cuando
no tenés nada, pensás que no valés
nada», dice un muchacho en el barrio
Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro
comprueba, en la ciudad dominicana
de San Francisco de Macorís: «Mis
hermanos trabajan para las marcas.
Viven comprando etiquetas, y viven
sudando la gota gorda para pagar las
cuotas».
Invisible violencia del mercado: la
diversidad es enemiga de la
rentabilidad, y la uniformidad manda.
La producción en serie, en escala
gigantesca, impone en todas partes
sus obligatorias pautas de consumo.
Esta dictadura de la uniformización
obligatoria es más devastadora que
cualquier dictadura del partido único:
impone, en el mundo entero, un
modo de vida que reproduce a los
seres humanos como fotocopias del
consumidor ejemplar.
El consumidor ejemplar es el hombre
quieto. Esta civilización, que confunde
la cantidad con la calidad, confunde la
gordura con la buena alimentación.
Según la revista científica The Lancet,
en la última década la «obesidad
severa» ha crecido casi un 30 % entre
la población joven de los países más
desarrollados. Entre los niños
norteamericanos, la obesidad
aumentó en un 40% en los últimos
dieciséis años, según la investigación
reciente del Centro de Ciencias de la
Salud de la Universidad de Colorado. El
país que inventó las comidas y bebidas
light, los diet food y los alimentos fat
free, tiene la mayor cantidad de
gordos del mundo. El consumidor
ejemplar sólo se baja del automóvil
para trabajar y para mirar televisión.
Sentado ante la pantalla chica, pasa
cuatro horas diarias devorando
comida de plástico.
Triunfa la basura disfrazada de
comida: esta industria está
conquistando los paladares del mundo
y está haciendo trizas las tradiciones
de la cocina local. Las costumbres del
buen comer, que vienen de lejos,
tienen, en algunos países, miles de
años de refinamiento y diversidad, y
son un patrimonio colectivo que de
alguna manera está en los fogones de
todos y no sólo en la mesa de los
ricos. Esas tradiciones, esas señas de
identidad cultural, esas fiestas de la
vida, están siendo apabulladas, de
manera fulminante, por la imposición
del saber químico y único: la
globalización de la hamburguesa, la
dictadura de la fast food. La
plastificación de la comida en escala
mundial, obra de McDonald's, Burger
King y otras fábricas, viola
exitosamente el derecho a la
autodeterminación de la cocina:
sagrado derecho, porque en la boca
tiene el alma una de sus puertas.
El campeonato mundial de fútbol del
98 nos confirmó, entre otras cosas,
que la tarjeta MasterCard tonifica los
músculos, que la Coca-Cola brinda
eterna juventud y que el menú de
McDonald's no puede faltar en la
barriga de un buen atleta. El inmenso
ejército de McDonald's dispara
hamburguesas a las bocas de los niños
y de los adultos en el planeta entero. El
doble arco de esa M sirvió de
estandarte, durante la reciente
conquista de los países del Este de
Europa. Las colas ante el McDonald's
de Moscú, inaugurado en 1990 con
bombos y platillos, simbolizaron la
victoria de Occidente con tanta
elocuencia como el desmoronamiento
del Muro de Berlín.
Un signo de los tiempos: esta
empresa, que encarna las virtudes del
mundo libre, niega a sus empleados la
libertad de afiliarse a ningún sindicato.
McDonald's viola, así, un derecho
legalmente consagrado en los muchos
países donde opera. En 1997, algunos
trabajadores, miembros de eso que la
empresa llama la Macfamilia,
intentaron sindicalizarse en un
restorán de Montreal en Canadá: el
restorán cerró. Pero en el 98, otros
empleados de McDonald's, en una
pequeña ciudad cercana a Vancouver,
lograron esa conquista, digna de la
Guía Guinness.
Las masas consumidoras reciben
órdenes en un idioma universal: la
publicidad ha logrado lo que el
esperanto quiso y no pudo. Cualquiera
entiende, en cualquier lugar, los
mensajes que el televisor transmite. En
el último cuarto de siglo, los gastos de
publicidad se han duplicado en el
mundo. Gracias a ellos, los niños
pobres toman cada vez más Coca-Cola
y cada vez menos leche, y el tiempo de
ocio se va haciendo tiempo de
consumo obligatorio. Tiempo libre,
tiempo prisionero: las casas muy
pobres no tienen cama, pero tienen
televisor, y el televisor tiene la palabra.
Comprado a plazos, ese animalito
prueba la vocación democrática del
progreso: a nadie escucha, pero habla
para todos. Pobres y ricos conocen,
así, las virtudes de los automóviles
último modelo, y pobres y ricos se
enteran de las ventajosas tasas de
interés que tal o cual banco ofrece.
Los expertos saben convertir a las
mercancías en mágicos conjuntos
contra la soledad. Las cosas tienen
atributos humanos: acarician,
acompañan, comprenden, ayudan, el
perfume te besa y el auto es el amigo
que nunca falla. La cultura del
consumo ha hecho de la soledad el
más lucrativo de los mercados. Los
agujeros del pecho se llenan
atiborrándolos de cosas, o soñando
con hacerlo. Y las cosas no solamente
pueden abrazar: ellas también pueden
ser símbolos de ascenso social,
salvoconductos para atravesar las
aduanas de la sociedad de clases,
llaves que abren las puertas
prohibidas. Cuanto más exclusivas,
mejor: las cosas te eligen y te salvan del
anonimato multitudinario. La
publicidad no informa sobre el
producto que vende, o rara vez lo
hace. Eso es lo de menos. Su función
primordial consiste en compensar
frustraciones y alimentar fantasías: ¿En
quién quiere usted convertirse
comprando esta loción de afeitar?
El criminólogo Anthony Platt ha
observado que los delitos de la calle
no son solamente fruto de la pobreza
extrema. También son fruto de la ética
individualista. La obsesión social del
éxito, dice Platt, incide decisivamente
sobre la apropiación ilegal de las
cosas. Yo siempre he escuchado decir
que el dinero no produce la felicidad;
pero cualquier televidente pobre tiene
motivos de sobra para creer que el
dinero produce algo tan parecido, que
la diferencia es asunto de especialistas.
...
pocos, dice ser la libertad de todos.
Esta civilización no deja dormir a las
flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En
los invernaderos, las flores están
sometidas a luz continua, para que
crezcan más rápido. En la fábricas de
huevos, las gallinas también tienen
prohibida la noche. Y la gente está
condenada al insomnio, por la
ansiedad de comprar y la angustia de
pagar. "
La explosión del consumo en el
mundo actual mete más ruido que
todas las guerras y arma más alboroto
que todos los carnavales. Como dice
un viejo proverbio turco, quien bebe a
cuenta, se emborracha el doble.
La parranda aturde y nubla la mirada;
esta gran borrachera universal parece
no tener límites en el tiempo ni en el
espacio. Pero la cultura de consumo
suena mucho, como el tambor,
porque está vacía; y a la hora de la
verdad, cuando el estrépito cesa y se
acaba la fiesta, el borracho despierta,
solo, acompañado por su sombra y
por los platos rotos que debe pagar.
La expansión de la demanda choca
con las fronteras que le impone el
mismo sistema que la genera. El
sistema necesita mercados cada vez
más abiertos y más amplios, como los
pulmones necesitan el aire, y a la vez
necesita que anden por los suelos,
como andan, los precios de las
materias primas y de la fuerza humana
de trabajo. El sistema habla en nombre
de todos, a todos dirige sus imperiosas
órdenes de consumo, entre todos
difunde la fiebre compradora; pero ni
modo: para casi todos esta aventura
comienza y termina en la pantalla del
televisor. La mayoría, que se endeuda
para tener cosas, termina teniendo
nada más que deudas para pagar
deudas que generan nuevas deudas, y
acaba consumiendo fantasías que a
veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de
pocos, dice ser la libertad de todos.
Dime cuánto consumes y te diré
cuánto vales. Esta civilización no deja
dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a
la gente. En los invernaderos, las flores
están sometidas a luz continua, para
que crezcan más rápido. En la fábricas
de huevos, las gallinas también tienen
prohibida la noche. Y la gente está
condenada al insomnio, por la
ansiedad de comprar y la angustia de
pagar. Este modo de vida no es muy
bueno para la gente, pero es muy
bueno para la industria farmacéutica.
EEUU consume la mitad de los
sedantes, ansiolíticos y demás drogas
químicas que se venden legalmente en
el mundo, y más de la mitad de las
drogas prohibidas que se venden
ilegalmente, lo que no es moco de
pavo si se tiene en cuenta que EEUU
apenas suma el cinco por ciento de la
población mundial.
«Gente infeliz, la que vive
comparándose», lamenta una mujer
en el barrio del Buceo, en Montevideo.
El dolor de ya no ser, que otrora
cantara el tango, ha dejado paso a la
vergüenza de no tener. Un hombre
pobre es un pobre hombre. «Cuando
no tenés nada, pensás que no valés
nada», dice un muchacho en el barrio
Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro
comprueba, en la ciudad dominicana
de San Francisco de Macorís: «Mis
hermanos trabajan para las marcas.
Viven comprando etiquetas, y viven
sudando la gota gorda para pagar las
cuotas».
Invisible violencia del mercado: la
diversidad es enemiga de la
rentabilidad, y la uniformidad manda.
La producción en serie, en escala
gigantesca, impone en todas partes
sus obligatorias pautas de consumo.
Esta dictadura de la uniformización
obligatoria es más devastadora que
cualquier dictadura del partido único:
impone, en el mundo entero, un
modo de vida que reproduce a los
seres humanos como fotocopias del
consumidor ejemplar.
El consumidor ejemplar es el hombre
quieto. Esta civilización, que confunde
la cantidad con la calidad, confunde la
gordura con la buena alimentación.
Según la revista científica The Lancet,
en la última década la «obesidad
severa» ha crecido casi un 30 % entre
la población joven de los países más
desarrollados. Entre los niños
norteamericanos, la obesidad
aumentó en un 40% en los últimos
dieciséis años, según la investigación
reciente del Centro de Ciencias de la
Salud de la Universidad de Colorado. El
país que inventó las comidas y bebidas
light, los diet food y los alimentos fat
free, tiene la mayor cantidad de
gordos del mundo. El consumidor
ejemplar sólo se baja del automóvil
para trabajar y para mirar televisión.
Sentado ante la pantalla chica, pasa
cuatro horas diarias devorando
comida de plástico.
Triunfa la basura disfrazada de
comida: esta industria está
conquistando los paladares del mundo
y está haciendo trizas las tradiciones
de la cocina local. Las costumbres del
buen comer, que vienen de lejos,
tienen, en algunos países, miles de
años de refinamiento y diversidad, y
son un patrimonio colectivo que de
alguna manera está en los fogones de
todos y no sólo en la mesa de los
ricos. Esas tradiciones, esas señas de
identidad cultural, esas fiestas de la
vida, están siendo apabulladas, de
manera fulminante, por la imposición
del saber químico y único: la
globalización de la hamburguesa, la
dictadura de la fast food. La
plastificación de la comida en escala
mundial, obra de McDonald's, Burger
King y otras fábricas, viola
exitosamente el derecho a la
autodeterminación de la cocina:
sagrado derecho, porque en la boca
tiene el alma una de sus puertas.
El campeonato mundial de fútbol del
98 nos confirmó, entre otras cosas,
que la tarjeta MasterCard tonifica los
músculos, que la Coca-Cola brinda
eterna juventud y que el menú de
McDonald's no puede faltar en la
barriga de un buen atleta. El inmenso
ejército de McDonald's dispara
hamburguesas a las bocas de los niños
y de los adultos en el planeta entero. El
doble arco de esa M sirvió de
estandarte, durante la reciente
conquista de los países del Este de
Europa. Las colas ante el McDonald's
de Moscú, inaugurado en 1990 con
bombos y platillos, simbolizaron la
victoria de Occidente con tanta
elocuencia como el desmoronamiento
del Muro de Berlín.
Un signo de los tiempos: esta
empresa, que encarna las virtudes del
mundo libre, niega a sus empleados la
libertad de afiliarse a ningún sindicato.
McDonald's viola, así, un derecho
legalmente consagrado en los muchos
países donde opera. En 1997, algunos
trabajadores, miembros de eso que la
empresa llama la Macfamilia,
intentaron sindicalizarse en un
restorán de Montreal en Canadá: el
restorán cerró. Pero en el 98, otros
empleados de McDonald's, en una
pequeña ciudad cercana a Vancouver,
lograron esa conquista, digna de la
Guía Guinness.
Las masas consumidoras reciben
órdenes en un idioma universal: la
publicidad ha logrado lo que el
esperanto quiso y no pudo. Cualquiera
entiende, en cualquier lugar, los
mensajes que el televisor transmite. En
el último cuarto de siglo, los gastos de
publicidad se han duplicado en el
mundo. Gracias a ellos, los niños
pobres toman cada vez más Coca-Cola
y cada vez menos leche, y el tiempo de
ocio se va haciendo tiempo de
consumo obligatorio. Tiempo libre,
tiempo prisionero: las casas muy
pobres no tienen cama, pero tienen
televisor, y el televisor tiene la palabra.
Comprado a plazos, ese animalito
prueba la vocación democrática del
progreso: a nadie escucha, pero habla
para todos. Pobres y ricos conocen,
así, las virtudes de los automóviles
último modelo, y pobres y ricos se
enteran de las ventajosas tasas de
interés que tal o cual banco ofrece.
Los expertos saben convertir a las
mercancías en mágicos conjuntos
contra la soledad. Las cosas tienen
atributos humanos: acarician,
acompañan, comprenden, ayudan, el
perfume te besa y el auto es el amigo
que nunca falla. La cultura del
consumo ha hecho de la soledad el
más lucrativo de los mercados. Los
agujeros del pecho se llenan
atiborrándolos de cosas, o soñando
con hacerlo. Y las cosas no solamente
pueden abrazar: ellas también pueden
ser símbolos de ascenso social,
salvoconductos para atravesar las
aduanas de la sociedad de clases,
llaves que abren las puertas
prohibidas. Cuanto más exclusivas,
mejor: las cosas te eligen y te salvan del
anonimato multitudinario. La
publicidad no informa sobre el
producto que vende, o rara vez lo
hace. Eso es lo de menos. Su función
primordial consiste en compensar
frustraciones y alimentar fantasías: ¿En
quién quiere usted convertirse
comprando esta loción de afeitar?
El criminólogo Anthony Platt ha
observado que los delitos de la calle
no son solamente fruto de la pobreza
extrema. También son fruto de la ética
individualista. La obsesión social del
éxito, dice Platt, incide decisivamente
sobre la apropiación ilegal de las
cosas. Yo siempre he escuchado decir
que el dinero no produce la felicidad;
pero cualquier televidente pobre tiene
motivos de sobra para creer que el
dinero produce algo tan parecido, que
la diferencia es asunto de especialistas.
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