5/9/12

BUDISMO..UN TAL GAUTAMA

El budismo es una religión dharmica,
de tipo nastika, es decir, de las que
rechazan la autoridad de los vedas,
según los propios hindúes. Sería, valga
la paradoja, una religión atea.
Pero ¿Es filosofía?
Nuestra tesis inicial es que si, aunque
solo sea por la increíble contribución
que aporta a la ética y a la moral, más
que porque desarrolla complejos y
elaborados estudios, al modo
occidental, sobre cosas como el Ser, el
Orden…
Pero antes de seguir, empecemos por
hacer un breve retrato biográfico de su
fundador, un tal Gautama…
Siddhartha Gautama, así se llama
nuestro protagonista, nació en
Lumbini, en el Nepal y vivió
aproximadamente entre los años 566 y
478 a. C., a finales de lo que se conoce
como periodo védico, esto es, cuando
se terminó de componer el rigveda.
Siddhartha nació dentro del noble clan
de los Sakka (o Śākya), en una zona
donde pasaban bastante del
brahmanismo, apoyándose en las
ideas de los dirigentes de cada pueblo,
como era, por ejemplo, su padre,
Sudhodana, considerado
posteriormente por la tradición como
un rey, pero que, seguramente, era un
mero jefe de una tribu local.
De su infancia, como es de esperar, no
se tienen demasiados datos, aunque
se suele suponer que vivió rodeado de
abundancia, en una vida totalmente
palaciega. Una profecía anunció que
sería un gran sabio y religioso, lo que
motivó que su padre, deseoso de que
su hijo continuase su legado como jefe
de la tribu, lo colmase de atenciones y
lujo, alejándolo de la dureza de la vida
más allá del palacio, pensando que así
no tendría inquietudes religiosas.
Con dieciséis años se casó con
Yasodhara y a los veintinueve tuvo un
hijo llamado Rahula. Y es precisamente
con esta edad cuando empezó a tener
curiosidad por lo que había en el
mundo exterior, pidiéndole permiso a
su padre para visitarlo, que accedió, no
sin antes asegurarse de que todo
estuviese arreglado para que su hijo
no se impresionase con nada. Sin
embargo los dioses (sic) se encargaron
de que viera a un enfermo, un anciano
y un muerto. El cochero que lo llevaba,
además, le explicó que esas tres cosas,
la enfermedad, la vejez y la muerte,
nos afectan a todos, creando una
enorme inquietud en el hombre.
Otras versiones indican que llegó a esa
angustia existencial mediante una
prolongada reflexión.
Sea como sea, lo cierto es que esto
marcó un antes y un después en la
vida de Siddhartha: se dio cuenta de
que él también estaba sujeto a ese
mismo sufrimiento y llegó a la
conclusión de que era imposible ser
feliz si esto era lo que le deparaba la
vida. Así, durante otra salida al exterior,
el joven Gautama vio a un samana (un
anacoreta, un monje mendicante), y se
quedó pillado con su carácter apacible.
Así que decidió llevar ese estilo de
vida, abandonando a su esposa e hijo,
convirtiéndose en un asceta.
Desde entonces Siddhartha se dedicó
a ir en busca de maestros espirituales
que le ayudarán en su objetivo de
acabar con el sufrimiento existencial. El
primero fue un maestro llamado Alara
el Kalama, de quien aprendió el estado
meditativo llamado “esfera de la
nada”, consistente en un trance en el
que la mente permanece fija en el
pensamiento de la nada. El segundo
fue Udakka, del que aprendió otro
estado meditativo, el de la “esfera de
ni cognición ni no cognición”, en el que
el nivel de conciencia se atenúa. Estos
dos métodos los absorbería para su
propio sistema posterior.
Tras dejar a Udakka, se instaló en un
bosque para vivir como los ascetas que
se automortificaban, practicando la
técnica de la no-respiración y
comiendo tan solo unas pocas
legumbres al día. Se dice que
permaneció así seis años, tras los
cuales y agotado física y mentalmente,
se dio cuenta de que la vía ascética era
incompatible con la vida.
Así que siguió su búsqueda, su
camino. Pero ahora tenía dos
conocimientos nuevos: que el
ascetismo extremo no conducía a la
liberación total, sino que era preciso
algo más; y segundo, que, alcanzado
cierto punto, ningún maestro era
capaz de enseñar nada más.
Siddhartha partió decidido a no seguir
buscando fuentes externas de
sabiduría, sino a encontrarlas dentro
de sí mismo.
Libre, por fin, de obstáculos
espirituales, Gautama se entregó a la
meditación bajo un tipo de árbol que
luego pasaría a denominarse árbol de
la iluminación. Durante tres lunas
llenas se entregó al desarrollo de un
conocimiento tripartito consistente en
un proceso de recuero de sus vidas
anteriores, la visión del renacer de los
demás de acuerdo con su propio
karma y la destrucción de las ideas
impuras que alejan de la iluminación.
Y por fin su mente se “iluminó”. Tras
siete años de viaje y meditación, en
Bodhgaya vio la luz.
Pero aun permaneció cuatro semanas
más bajo el árbol, pensando en la
posibilidad de enseñar a otros esta
forma de llegar al conocimiento: “¿Por
qué entregar al mundo lo que
conquisté en dura lucha? La verdad
sigue oculta para quien se deja
arrastrar por deseos y ansiedades. Es
difícil, misteriosa, profunda y huidiza a
los groseros sentidos. Quien tiene los
sentidos sumidos en las tinieblas pos
vestido terrestre, no puede contemplar
la autentica realidad”
Fue gracias a la intercesión del dios
Shampati, cuenta la leyenda, que
Gautama, ahora ya Buda (Iluminado)
decidió enseñar a la humanidad:
“Quien tenga oídos que escuche la
palabra y crea, porque no renuncio a
comunicar la palabra al mundo para
salvarle de inútiles sufrimientos”.
Así acude en primer lugar a sus dos
primeros maestros, pero ya habían
muerto. Así que va a donde sus
compañeros ascetas, que, en un
primer momento lo tratan con recelo,
pero que, posteriormente, tras
escuchar su mensaje, se prestaron a
seguir sus enseñanzas. Dio así su
primer sermón, llamado “Sermón de
Benarés”, donde explicó la existencia
de un camino medio entre los placeres
sensuales y la automortificación. El
camino Sagrado Óctuple. Y también les
explicó las Cuatro Nobles Verdades,
como el sufrimiento forma parte de la
vida, como este se genera a partir del
deseo y como su método puede
acabar con él y llegar al Nirvana.
Poco a poco fue ganando seguidores y
discípulos, conforme iba dando
nuevos sermones. Y estos discípulos,
entre los que destacan Sariputra y
Maudgalyayana, iluminados
comenzaron a enseñar a otros,
ganando adeptos con bastante éxito,
más que nada porque se trataba de un
mensaje universal que se oponía a la
diferenciación social de las castas
indias (un éxito similar al cristianismo,
dirigido a las clases sociales menos
favorecidas)
Siddhartha Gautama murió alrededor
del año 486 a. C., a los 80 años de
edad, parece ser por culpa de una
intoxicación alimenticia chunga, que, a
pesar del dolor, soportó con entereza.
Viendo la muerte cerca, se acostó en
un bosque en Kusinagara, donde
alcanzó la paz completa, el Para
Nirvana (estado al que acceden,
después de morir, los que han
alcanzado el nirvana en vida). Antes de
expirar dijo el Nirvana Sutra, donde
resume toda su enseñanza y aclara los
puntos que él vio que no estaban bien
comprendidos.
Sus últimas palabras fueron: “Os
suplico que os dediquéis por completo
a la salvación del prójimo; sed fogosos
y atentos. No olvidéis que la
destrucción es la condición de todo lo
compuesto y que la verdad es eterna”.
Después de ser incinerado, sus restos
fueron colocados en ocho estupas en
diferentes cruces de camino, como era
su deseo