27/2/14

Muchas maneras de matar

Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el
vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio
del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc.
Solo pocas de estas cosas están
prohibidas en nuestro Estado.

Bertolt Brecht: “Muchas maneras de matar” (1926)

Imagen: “El infierno” (detalle), panel
derecho de “El jardín de las
delicias” (ca. 1500-1505), de El Bosco.

ALGO TE IDENTIFICA

Algo te identifica con el que se aleja
de ti, y es la facultad común de
volver: de ahí tu más grande
pesadumbre.
Algo te separa del que se queda
contigo, y es la esclavitud común de
partir: de ahí tus más nimios
regocijos.
Me dirijo, en esta forma, a las
individualidades colectivas, tanto
como a las colectividades
individuales y a los que, entre unas y
otras, yacen marchando al son de las
fronteras o, simplemente, marcan el
paso inmóvil en el borde del mundo.
Algo típicamente neutro, de
inexorablemente neutro, interpónese
entre el ladrón y su víctima. Esto, así
mismo, puede discernirse tratándose
del cirujano y del paciente. Horrible
medialuna, convexa y solar, cobija a
unos y otros. Porque el objeto
hurtado tiene también su peso
indiferente, y el órgano intervenido,
también su grasa triste.
¿Qué hay de más desesperante en la
tierra, que la imposibilidad en que se
halla el hombre feliz de ser
infortunado y el hombre bueno de ser
malvado?
¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir!
Toda la mecánica social cabe en estas
palabras.

César Vallejo: “Algo te identifica”, de
“Poemas en prosa” (1923-1929)

Imagen: “Las máscaras (Vida cotidiana
III)” (1911), óleo de Emil Nolde

AQUÍ NO PAGA NADIE

ANTONIA: Bueno, pues resulta que
fui al supermercado, y me lo encontré
lleno de mujeres, que armaban una
gresca tremenda por la subida de los
precios. Y el director, para calmarlas:
"Yo no puedo hacer nada", decía, "la
dirección establece los precios, y ha
decidido subirlos". "¿Con qué
permiso?", le preguntaron. "Con el
permiso de nadie, porque es legal.
¡Libre comercio, libre competencia!".
"¿Libre competencia con quién? ¿Con
nosotras? ¿Y tenemos que
aguantarnos siempre? ¿La bolsa o la
vida, eh?". "¡Bandidos,
sinvergüenzas!", grité yo entonces, y
me escondí en seguida.
MARGARITA: Bien hecho.
ANTONIA: Entonces una mujer dijo
"¡Ya está bien! Ahora los precios los
fijamos nosotras, y pagamos lo mismo
que el año pasado. ¡Y como os
pongáis chulos, hacemos la compra
gratis! ¿Está claro? ¡Pues no se hable
más!". Si hubieras visto al director...
se puso blanco como una sábana.
"¡Estáis locas! ¡Voy a llamar a la
policía!", y se lanzó a llamar como
una flecha, pero alguien había
cortado el cable del teléfono. "Con
permiso, déjenme pasar, tengo que ir
a mi oficina, con permiso", decía,
pero no podía pasar, porque todas las
mujeres le rodeaban. (...) "¡Que viene
la poli!" gritó entonces alguien. Era
una falsa alarma, pero salimos todas
corriendo... unas tiraban las bolsas al
suelo, otras lloraban del susto...
"¡Calma, calma!", empezaron a gritar
unos obreros que venían de una
fábrica cercana... "¿A qué viene tanto
miedo de la policía? Estáis en vuestro
derecho de pagar lo que es justo.
Esto es como una huelga, pero mejor,
porque en las huelgas siempre
acabamos perdiendo la paga, y en
esta quien pierde es el patrón... Es
más, no paguéis nada, por todo el
dinero que nos han estado robando
en todos los años que llevamos
comprando aquí." Entonces yo me lo
pensé mejor, y volví a hacer la compra
entera. "¡Aquí no paga nadie!",
gritaba, y las demás igual. "¡Aquí no
paga nadie!".
Darío Fo: “Aquí no paga nadie” (1974)
Imagen: The Edinburgh & Lothians
Health Foundation ©
Por Manuel Cerdà

ANDRE MALRAUX: EL ESCRITOR COMPROMETIDO

"He aprendido que una vida no vale
nada, pero también que nada vale
una vida."
Así se expresaba, Andre Malraux, un
personaje ciertamente representativo
de la cultura francesa del segundo
tercio del siglo XX, gracias a su labor
como narrador, historiador, ensayista,
aventurero y por último, hombre de
estado. En su vida se confunden los
elementos novelados del escritor con
la expresión del hombre público, la
propaganda del político y la realidad
de los hechos históricos que vivió.
Esta mezcolanza ha llevado a alguno
de sus críticos, como el biógrafo
Olivier Todd a considerar a Malraux
el primer escritor de su generación
que logró edificar de una manera
eficaz su propio mito.
André padecía el Síndrome de
Tourette, una afección que provocaba
las características muecas, guiños y
tics que tanto le distinguieron en
vida durante sus apariciones públicas
y entrevistas.
Andre Malraux cimentó su posicion
en la vanguardia literaria francesa
con su galardonada novela "La
condición humana. Para Malraux, la
condición humana era en esencial un
asunto un tanto desdichado y
solitario, pero creía que a la salvación
se llegaba uniendose a otros en un
compromiso político directo, y por
medio de la creatividad. Sus novelas
llenas de accion pero inquisitivas,
como la temprana "Los
conquistadores" y la posterior "La
esperanza" reflejan directamente la
participación personal de Malraux en
las actividades revolucionarias en el
lejano oriente y en España, durante
las décadas de 1920 y 1930. A partir
de la década de 1940 Malraux se
concentró en escribir sobre el arte y
creo su obra maestra "Las voces del
silencio"
Nacido en 1901 como Georges-André
Malraux, su padre, Fernand, era un
agente de bolsa apasionado por los
inventos y la mecánica, que primero
abandonó a su familia y luego se
suicidó. André pasó una infancia
acomodada en Bondy, suburbio de
clase media en las afueras de París,
en compañía de su madre Berthe, su
tía y su abuela quienes regentaban
una pastelería. A pesar de no sufrir
estrecheces económicas y de disponer
de una educación privada y un
reducido grupo de buenos amigos, el
escritor resumió en las primera líneas
de sus Antimemorias aquella etapa
de su vida: casi todos los escritores
que conozco recuerdan con cariño su
infancia, yo odio la mía.
A los diecisiete años abandonó los
estudios secundarios, pero pronto
adquirió una vasta cultura
autodidacta y se integró en los
medios literarios y artísticos
parisinos.
Participó en las tendencias de
vanguardia de la inmediata
posguerra, en especial el cubismo.
Colaboró en Action, revista de este
movimiento y en 1921 fue contratado
como editor de la Galería de Arte
Simon; allí apareció su primer
trabajo, Lunes en papel, ilustrado por
Fernand Léger y dedicado a M. Jacob.
En 1922 comenzó su colaboración en
la Nouvelle Revue Française. Viajó por
Europa y visitó numerosos museos.
Su pasión por el arte jemer lo llevó a
emprender, a finales de 1923, una
expedición arqueológica a la selva
camboyana. Allí descubrió, en un
templo abandonado, bajorrelieves
que extrajo con la intención de
venderlos en Europa. La aventura le
costó la cárcel, pero finalmente fue
absuelto. Regresó a Francia pero
volvió pronto a Saigón, en enero de
1925, para fundar un periódico: L
´Indochine, que desapareció al año
siguiente a instancias de las
autoridades coloniales.
La doble experiencia de la sociedad
colonial y del periodismo de opinión
desempeñó un papel decisivo en la
vida de Malraux: paralelamente a su
descubrimiento de Oriente, tomó
conciencia de las realidades políticas
y sociales y adquirió la reputación de
escritor comprometido que orientó su
vida y su obra.
A su regreso a Francia, publicó La
tentación de Occidente (1926), un
"ensayo-novela" que confrontaba un
Oriente de sabiduría y un Occidente
en crisis. A esta obra le siguieron tres
novelas, igualmente inspiradas por
sus contactos con Asia, en las que
abordó los grandes problemas éticos
del siglo XX: Los conquistadores
(1928), La vía real (1930) y La
condición humana (1933); esta última
se convertiría en su libro más
célebre.
Con la llegada al poder de Adolf
Hitler, se hizo "compañero de ruta"
del partido comunista. El tiempo del
desprecio (1935), dedicado a las
víctimas del nazismo, abrió un nuevo
ciclo novelesco, ligado a la lucha
contra los fascismos. Participó en la
Guerra Civil española junto a los
republicanos e intervino en combates
aéreos con las brigadas
internacionales. Fruto de esa
experiencia fue la novela épica La
Esperanza (1937), de la que al año
siguiente hizo una adaptación
cinematográfica.
En 1939 abandonó el partido
comunista y poco después fue
movilizado como voluntario en
Francia. Capturado y luego liberado,
rehusó comprometerse contra la
ocupación por desconfianza en la
influencia de los comunistas dentro
del movimiento de la Resistencia y se
consagró a la escritura. Incorporado
finalmente a la Resistencia en la
primavera de 1944, fue detenido por
la Gestapo en julio pero un mes
después fue liberado por la
precipitada retirada de los alemanes
de su país.
Al año siguiente tuvo un encuentro
con Charles de Gaulle, de cuyo
gobierno provisional (1945-1946) fue
ministro de Información y al que
benefició con su talento de orador,
denunciando públicamente la
influencia del comunismo y la
propaganda estalinista en el Epílogo
a Los conquistadores (1948). En 1951
publicó Las voces del silencio, el más
importante de sus escritos sobre arte,
donde defendió la libertad del artista
contra los determinismos, tanto del
marxismo como del psicoanálisis.
Dedicó igualmente tres volúmenes a
Los museos imaginarios de la
escultura mundial (1952 a 1955) y
publicó la primera parte de lo que
sería una gran epopeya de las artes:
La metamorfosis de los dioses (1957).
Después del regreso al poder de De
Gaulle en 1958, se convirtió en
ministro de Cultura, entre 1959 y
1969.
En 1967 apareció Antimemorias, en
1971, Les Chênes quon abat, relato
de su última entrevista con De
Gaulle; en 1974, La cabeza de
obsidiana, luego Lázaro (1974) y Hôtes
de passage (1975). Además de sus
ensayos autobiográficos, publicó una
segunda parte de La metamorfosis de
los dioses, titulada Lo irreal (1974) y
luego una tercera, Lo intemporal
(1976). En 1977 apareció,
póstumamente, su único trabajo
consagrado a la creación literaria,
síntesis de innumerables prólogos y
artículos dispersos: L´Homme
précaire et la Littérature.

26/2/14

Bertolt Brecht: “A los hombre futuros” (III)

Vosotros, que surgiréis del marasmo
en el que nosotros nos hemos
hundido,
cuando habléis de nuestras
debilidades,
pensad también en los tiempos
sombríos
de los que os habéis escapado.
Cambiábamos de país como de
zapatos
a través de las guerras de clases, y
nos desesperábamos
donde solo había injusticia y nadie se
alzaba contra ella.
Y, sin embargo, sabíamos
que también el odio contra la bajeza
desfigura la cara.
También la ira contra la injusticia
pone ronca la voz. Desgraciadamente,
nosotros,
que queríamos preparar el camino
para la amabilidad
no pudimos ser amables.
Pero vosotros, cuando lleguen los
tiempos
en que el hombre sea amigo del
hombre,
pensad en nosotros
con indulgencia.

Bertolt Brecht: “A los hombre
futuros” (y III), de “Poesías escritas
durante el exilio” (1933-1947)

Imagen: “La torre de Babel” (1563),
de Pieter Brueghel El Viejo, detalle.

Bertolt Brecht: “A los hombre futuros” (II)

Llegué a las ciudades en tiempos del
desorden,
cuando el hambre reinaba.
Me mezclé entre los hombres en
tiempos de rebeldía
y me rebelé con ellos.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Mi pan lo comí entre batalla y
batalla.
Entre los asesinos dormí.
Hice el amor sin prestarle atención
y contemplé la naturaleza con
impaciencia.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
En mis tiempos, las calles
desembocaban en pantanos.
La palabra me traicionaba al verdugo.
Poco podía yo. Y los poderosos
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo
sabía.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.
Escasas eran las fuerzas. La meta
estaba muy lejos aún.
Ya se podía ver claramente, aunque
para mí
fuera casi inalcanzable.
Así pasé el tiempo
que me fue concedido en la tierra.

Bertolt Brecht: “A los hombre
futuros” (II), de “Poesías escritas
durante el exilio” (1933-1947)

Bertolt Brecht: “A los hombre futuros” (I)

Verdaderamente, vivo en tiempos
sombríos.
Es insensata la palabra ingenua. Una
frente lisa
revela insensibilidad. El que ríe
es que no ha oído aún la noticia
terrible,
aún no le ha llegado.
¡Qué tiempos estos en que
hablar sobre árboles es casi un
crimen
porque supone callar sobre tantas
alevosías!
Ese hombre que va tranquilamente
por la calle
¿lo encontrarán sus amigos
cuando lo necesiten?
Es cierto que aún me gano la vida
Pero, creedme, es pura casualidad.
Nada
de lo que hago me da derecho a
hartarme.
Por casualidad me he librado. (Si mi
suerte acabara,
estaría perdido).
Me dicen: “¡Come y bebe! ¡Goza de lo
que tienes!”
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al
sediento?
Y, sin embargo, como y bebo.
Me gustaría ser sabio también.
Los viejos libros explican la sabiduría:
apartarse de las luchas del mundo y
transcurrir
sin inquietudes nuestro breve
tiempo.
Librarse de la violencia.
dar bien por mal,
no satisfacer los deseos y hasta
olvidarlos: tal es la sabiduría.
Pero yo no puedo hacer nada de esto:
verdaderamente, vivo en tiempos
sombríos.

Bertolt Brecht: “A los hombre
futuros” (I), de “Poesías escritas
durante el exilio” (1933-1947)

Almuerzo de remeros. Renoir

En este cuadro, Renoir reunió a sus más
cercanos amigos y modelos, entre
ellos a la joven costurera Aline
Charigot, que juega con su perro, se
convertiría más tarde en su esposa.
Todos ellos se encuentran en la
terraza del restaurante de "L
´Auberge du Père Fournaise", un
restaurante famoso por su cocina,
ubicado en la isla Chatou. Su amigo y
pintor Gustave Caillebotte. La actriz
Ellen Andreé que posaba
habitualmente para Renoir y otros
amigos, periodistas, el propietario del
restaurante y su hijo...

Almuerzo de remeros. Óleo. 1881,
Washington, Colección Phillips.

Víctor Hugo con sus hijos

Demain, dès l'aube: poema dedicado
al recuerdo de su hija fallecida muy
joven.
Demain, dès l'aube, à l'heure où
blanchit la campagne,
Je partirai. Vois-tu, je sais que tu
m'attends.
J'irai par la forêt, j'irai par la
montagne.
Je ne puis demeurer loin de toi plus
longtemps.
Je marcherai les yeux fixés sur mes
pensées,
Sans rien voir au dehors, sans
entendre aucun bruit,
Seul, inconnu, le dos courbé, les
mains croisées,
Triste, et le jour pour moi sera comme
la nuit.
Je ne regarderai ni l'or du soir qui
tombe,
Ni les voiles au loin descendant vers
Harfleur,
Et, quand j'arriverai, je mettrai sur ta
tombe
Un bouquet de houx vert et de
bruyère en fleur.
Mañana, con el alba, a la hora en que
blanquea la campiña,
partiré. ¿Ves?, sé que me esperas.
Iré por el bosque, iré por la montaña.
No puedo permanecer lejos de ti por
más tiempo.
Caminaré con los ojos fijos en mis
pensamientos,
Sin ver nada de fuera, sin oír ningún
ruido,
Solo, desconocido, con la espalda
encorvada, con las manos cruzadas,
Triste, y el día para mí será como la
noche.
No miraré ni el oro de la tarde que
cae,
Ni las velas a lo lejos que descienden
hacia Harfleur,
Y, cuando llegue, pondré sobre tu
tumba
Un ramillete de acebo verde y de
brezo en flor.

23/2/14

EL HOMBRE QUE IMPORTABA GUANTES SIN PAGAR IMPUESTOS...

A comienzos del siglo XX, los guantes
eran parte indispensable de la
indumentaria de toda dama que se
respetara como tal. Y de muchos
caballeros también, por supuesto.
Después llegó la Primera Guerra
Mundial y la industria guantera, así
como muchas otras cosas, saltó hecha
trizas. A finales del siglo, Estados
Unidos tenía una próspera industria
guantera, auspiciada por sobre todo
gracias a una generosa política de
aranceles que impedía la
competencia por parte de esos
mugrosos extranjeros que tratan de
reventar nuestra industria nacional
en vez de asumir las políticas de
liberalismo arancelario tan queridas
por el (entonces todavía inexistente,
claro) Fondo Monetario Internacional.
Pero claro, siempre hay negocio para
los guantes importados así como para
la cerveza importada porque el
logotipo "importado" llama la
atención de todo el mundo. La
cuestión entonces era descubrir el
truquito de cómo meter guantes
importados a Estados Unidos
haciendo malabares para rebajar o
capear el arancel.
Y un vendedor llamado Samuel
Goldfish, que trabajaba como agente
de ventas para una empresa llamada
Elit Glove Company, descubrió el
truco. Uno que para remate era
perfectamente legal, si bien aunque
sea por un tecnicismo burro (eso, y
que nadie le descubriera haciendo la
maniobra, claro). La cosa era que el
pago del arancel debía efectuarse a
la hora de retirar el producto
importado. Por lo tanto, ése era el
paso que debía evadir. Por suerte
para él, eran guantes...
El truco al que recurría Samuel
Goldfish, era encargar guantes de
Francia de la mejor calidad, en
pedidos abundantes para la reventa.
Pero a la hora de embarcarlos, pedía
que los embarcaran en dos pedidos,
que debían ser enviados a
direcciones distintas, y a dos puertos
distintos. Y aquí viene lo realmente
bueno. Un pedido contenía todos los
guantes DE LA MANO IZQUIERDA, y el
otro pedido contenía todos los
guantes DE LA MANO DERECHA.
Cuando los pedidos arribaban a los
puertos... Samuel Goldfish no los
retiraba. En vez de eso, se ponía a
esperar. Más tarde o más temprano,
los pedidos salían a remate por parte
de la aduana, en calidad de
mercadería no retirada. Podemos
imaginar la cara del martillero al
anunciar "un hermoso centenar de
guantes de la mano derecha", y
empezar la puja. ¿Y quién iba a
pujar por guantes de la mano
derecha, si no tenía los guantes de la
mano izquierda para emparejarlos...?
Pues... Samuel Goldfish, que sabía
bien a las claras DÓNDE encontrar
sus respectivas parejas. Y al no haber
puja, se adjudicaba los guantes a
precio irrisorio, los emparejaba
después, y los revendía como guantes
importados y de alta calidad a
precios menores que la competencia.
Y como puede observarse, todos los
pasos del procedimiento son
perfectamente legales: la verdadera
ilegalidad estaba en la intención, en
la totalidad de los pasos combinados
para producir como resultado la
defraudación del fisco. Si el IRS (la
oficina de impuestos de Estados
Unidos) no llegaba a enterarse, algo
fácil considerando que en esa época
no había computadores entrelazando
información financiera sensible, la
triquiñuela pasaba perfectamente
desapercibida.
Quizás a usted el nombre de Samuel
Goldfish no le diga absolutamente
nada. Por una buena razón. Nació
Schmuel Gelbfisz, y era un judío de
Varsovia que emigró en busca del
American Dream. En 1913, el
Presidente de Estados Unidos
Woodrow Wilson introdujo una brusca
rebaja en los aranceles aduaneros, y
el truco de Goldfish perdió sentido.
Abandonó entonces la industria
guantera, y se marchó a Hollywood.
En donde es mejor conocido con el
último de los varios nombres que
adoptó, Samuel Goldwyn, uno de los
fundadores de los Estudios Metro
Goldwyn Meyer.

SIN DIOS Y SIN VOS Y MÍ Poema de Jorge Manrique

Yo soy quien libre me vi,
yo, quien pudiera olvidaros;
yo soy el que por amaros
estoy, desde que os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.
Sin Dios, porque en vos adoro;
sin vos, pues no me queréis;
pues sin mí ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Así triste nací,
pues que pudiera olvidaros;
yo soy el que por amaros
estoy, desque os conocí,
sin Dios y sin vos y mí.
La fotografía tiene por título "París
1970" y es obra del Elliot Erwitt.

20/2/14

Un manifiesto de estudiantes de la Escuela de Letras (Contra la inseguridad)

Eres un héroe cada mañana que sales a la calle desafiando el humor de un pistolero. Eres un héroe, pero tu arma no es una espada ni un fusil. Eres panadero, taxista, madre, estudiante. Todos los días te juegas la vida. No siempre te gusta apostar, pero tienes que hacerlo. No te gustan esos objetos fríos que llevan pólvora adentro. A nosotros tampoco. Hoy necesitamos que entiendas que esta causa es de todos, porque todos estamos bajo la misma línea de fuego.
Desde la Escuela de Letras alzamos la voz en protesta por la grave situación de inseguridad que no distingue entre colores políticos.
Hoy muchos de los que caminan con nosotros no comparten nuestras aulas, son manos productivas, son un pueblo activo, valiente y cargado de proyectos realizables. La verdadera riqueza de este país es el trabajo obrero e intelectual de cada uno; la verdadera amenaza que se cierne sobre nuestras cabezas, es la del imperio del hampa.
Queremos hacer visible la necesidad de afrontar eficientemente el problema de la impunidad. La libre circulación de armamento se burla de las leyes, se burla de las figuras policiales, y se burla de toda esperanza.
La seguridad del gobierno no puede ser más importante que la seguridad de sus ciudadanos.
La delincuencia se ha llevado muchas vidas. Otras, con conocimientos valiosos, se han marchado a tierras extrañas. Ellos
han cambiado los sueños de sus padres y de sus abuelos por un poco de paz.
Pero nosotros, que seguimos con vida, somos la generación que tiene sobre sus hombros la
responsabilidad de hacer país.
Somos la continuidad del movimiento estudiantil. Y hoy, como en otros momentos oscuros de nuestra historia donde el futuro se ve amenazado, dejamos las aulas para hacernos tu voz.
Tú y todos, merecemos un país que permita el libre desenvolvimiento de sus ciudadanos en su vivir diario, en su formación profesional y en su desarrollo cultural. Hagámoslo posible, juntos, venciendo el miedo.

Estudiantes de la Escuela de Letras
UCV.

19-02-2014

16/2/14

TESTAMENTO DE MIÉRCOLES

Aclaro que éste no es un testamento
de esos que se usan como colofón de
vida
es un testamento mucho más sencillo
tan solo para el fin de la jornada
o sea que lego para mañana jueves
las preocupaciones que me legara el
martes
levemente alteradas por dos
digestiones
las usuales noticias del cono sur
y la nube de mosquitos casi vampiros
lego mis catorce estornudos del
mediodía
una carta a mi mujer en la que falta
la posdata
el final de una novela que a duras
penas leo
las siete sonrisas de cinco muchachas
ya que hubo una que me brindó tres
y el ceño fruncido de un señor
que no conozco ni aspiro a conocer
lego un colorido ajedrez moscovita
una computadora japonesa sin pilas
y la buena radio en que está sonando
el español grisáceo de la bibicí
ah la olivetti y el cepillo de dientes
no los lego porsiaca
lego tropos y metáforas de uso
privado
que modestamente acuñe en la tarde
por ejemplo el astillero en que reparo
mis sueños
el pájaro aleatorio que surge del
crepúsculo
la cortina de lluvia que miro y no
descorro
lego un remordimiento porque es
aleccionante
y un poco de tristeza por que es
inevitable
también mi soledad con la ilusión
de que el jueves resuelva no
admitirla
y me sancione con presencias varias
lego los crujidos de mis viejas
bisagras
también una tajada de mi sombra
no toda por que un hombre sin su
sombra
no merece el respeto de la gente
lego el pescuezo recién lavado
como para un jueves de guillotina
una maceta con hierbabuena
y otra con un bionato que me hastía
ya que esta cargante convolvulácea
me está invadiendo el cuarto con sus
hojas
lego los suburbios de una idea
un tríptico de espejos que me agrade
el mar allá al alcance de la mano
mis cóleras por orden alfabético
y un breve y curioso estado de ánimo
que todavía no se si es inocencia
o estupidez malsana
o alegría
sólo ahora lo advierto
en paredes y anaqueles y venas
en glándulas y techos y optimismos
me quedan tantas cosas por legar
que mejor las incluyo
en otro testamento
digamos el del viernes
Benedetti.

EL SÍNDROME DE CAPGRAS

El Sindrome de Capgras es un
trastorno poco común en el cual la
persona que lo sufre piensa y cree
que la gente de su entorno ha sido
reemplazada por unos dobles o
impostores con la misma apariencia
pero no son los verdaderos. Esto es
un trastorno que ocurre en algunas
personas que sufren esquizofrenia,
pero se puede llegar a dar en
algunos trastornos delirantes
paranoicos.
El nombre del síndrome pertenece a
su autor, Jean M Capgras, un
psiquiatra francés que describe la
enfermedad en su trabajo L’illusion
des sosies en 1923. Se cree que el
trastorno puede relacionarse con
pérdida del reconocimiento emocional
de los familiares, sobretodo de los
otros. En resumen, una desconexión
entre el visual que reconoce a los
miembros y la memoria afectiva.

EL SAMURAI SOLITARIO QUE BOMBARDEÓ AMÉRICA...

Entre las más extravagantes
aventuras de la II Guerra Mundial
está la del aviador japonés Nobuo
Fujita, que, despegando desde un
submarino, trató de incendiar a
bombazos los bosques de Oregón en
el único ataque aéreo que ha sufrido
el territorio continental de EE UU
hasta el 11-S. Los resultados no
fueron lo que se dice espectaculares.
Cuando aquella mañana del 9 de
septiembre de 1942 el sargento
especialista y aviador de la Armada
Imperial japonesa Nobuo Fujita, de
31 años, trepaba a la carlinga de su
aeroplano, con cierta dificultad, pues
ceñía espada de samurái, era muy
consciente de que estaba haciendo
historia. Fujita estaba a punto de
despegar para bombardear por
primera vez desde un avión territorio
continental de Estados Unidos. En
concreto, los bosques de Oregón.
El ataque aéreo de Fujita -en puridad
dos, pues lo repitió días más tarde-
es el único de su clase que se ha
realizado contra EE UU (descartando
el cometido contra Pearl Harbor, en la
isla Oahu, en Hawai) hasta que los
terroristas del 11-S estrellaron
aviones contra las Torres Gemelas y el
Pentágono. La de Fujita, Faetón [hijo
del Sol en la mitología griega] de ojos
rasgados, fue una agresión mucho
menos luctuosa -de hecho, no murió
ni fue herido nadie-, más audaz, e
incluso estamos tentados de
calificarla de romántica. Fue además
un fracaso: el objetivo era provocar
grandes incendios forestales con sus
bombas, pero había llovido y los
bosques estaban húmedos.
Era una operación arriesgada: hacer
despegar un avión desde la cubierta
de un submarino tras haber navegado
desde Japón hasta la costa oeste de
EE UU y sobrevolar en solitario 80
kilómetros de territorio enemigo
hasta los grandes bosques del
parque nacional del monte Emily. Iba
a ser una respuesta al osado
bombardeo de Tokio por los B-25 de
Jimmy Doolittle en abril. El plan,
basado en el uso agresivo de la
aviación embarcada en submarinos
(los japoneses eran los únicos que
disponían de esa innovación: un total
de 41 de sus sumergibles portaban
hidroaviones desmontados y
estibados en un hangar a tal efecto),
lo había ideado el propio Fujita en su
tiempo libre, aunque su proyecto
original era atacar el canal de
Panamá.
El veterano aviador se quedó de una
pieza cuando en julio de 1942 fue
requerido por el cuartel general de la
Armada para una reunión secreta en
torno a su plan en la que estaba
presente nada menos que el príncipe
Takamatsu, el hermano pequeño de
la Sagrada Grulla, el emperador Hiro
Hito (véase el libro de referencia de
la aventura, The Fujita Plan, de Mark
Felton, Pen & Sword, 2006). "Fujita,
vamos a enviarle a bombardear el
continente americano", le dijeron. A
lo que el piloto contestó doblándose
por la cintura con un lacónico y
marcial: "¡Hai!".
Nacido en 1911, Nobuo Fujita,
pequeño y nervudo, se alistó en la
Armada Imperial en 1932 y, prendado
de los aeroplanos y de la mística del
vuelo como muchos otros jóvenes de
la época, consiguió hacerse aviador de
la marina, un destino entonces
exclusivísimo, una pequeña
hermandad de pilotos de élite que
por un tiempo reinaron en los cielos
de Asia.
Fujita fue piloto de pruebas, y parece
que excelente, todo un natural flyer, y
luego lo enviaron no a portaaviones,
sino a submarinos -un destino
extravagante para un aviador en
cualquier otra armada-. Embarcado en
el I-25 durante la II Guerra Mundial,
vivió aventuras sin cuento realizando
atrevidos vuelos de reconocimiento
desde el sumergible con su aparato,
en puro estilo vol de nuit,
orientándose por la luz de los faros
costeros (incluso voló sobre los
puertos de Sidney, Melbourne y
Auckland). Su aeroplano era el
pequeño hidroavión Yokosuka E14Y
(denominado Glenn por los aliados),
que se lanzaba desde una rampa en
cubierta y que los operarios
montaban en una hora. Su velocidad
de crucero era de 135 kilómetros por
hora, tenía una autonomía de cinco
horas y, por toda defensa, una
ametralladora de 7,7 milímetros.
Aquel 9-S en la costa de Estados
Unidos, tras colocarse las antiparras
típicas de los pilotos japoneses en
forma de ojos de gato, despegar con
el buen augurio del sol naciente que
se espejeaba en sus alas y escuchar
los "¡banzai!" de rigor de la
tripulación del I-25, Fujita y su
observador, Shoji Okuda (que moriría
luego durante la guerra), volaron
entre neblina y lanzaron sobre un
denso bosque la primera de las seis
bombas de 76 kilos, que dispersaban
al detonar 520 bolitas incendiarias en
un área de 90 metros cuadrados.
Vieron el brillo de la explosión y
llamas. Vecinos del pueblecito de
Brookings y guardabosques siguieron
con lógica preocupación las
evoluciones del avioncito japonés, y
se dio la alarma, incluso al FBI. Los
fuegos se extinguieron por sí mismos.
Fujita volvió a atacar el día 29, esta
vez de noche, con el mismo
resultado. De regreso al sumergible,
salieron por piernas convencidos de
que habían montado una buena.
La parte bonita de la historia de
Fujita viene después de la guerra (en
la que continuó volando desde
submarinos hasta que en 1944 le
transfirieron al adiestramiento de
kamikazes, un destino sin mucho
futuro). En 1962, el viejo piloto
reconvertido en comerciante de
metales recibió una invitación para
viajar a Brookings. Temiendo que
fuera para juzgarle por crímenes de
guerra, se llevó su espada, por si
había que hacerse el haraquiri. Con
gran sorpresa por su parte, le
recibieron con simpatía. Tanta, que
decidió regalar al pueblo el sable de
su familia -el que llevó en sus
vuelos-, que se exhibe en el
Ayuntamiento de la localidad.
Fujita regresó varias veces al pueblo,
del que fue nombrado ciudadano
honorario, e incluso volvió a volar
sobre los parajes de su ataque y
plantó un árbol -un retoño de
secuoya- en el lugar exacto donde
cayó una de sus bombas. En 1997,
cuando Fujita murió de cáncer de
pulmón, su hija Yoriko enterró parte
de sus cenizas entre los bosques que
el samurái aviador quiso un día
incendiar.
La siniestra Operación PX y los
sumergibles portaaviones
EN UNA GRAN MATANZA COLECTIVA
como fue la II Guerra Mundial, la
peripecia individual de Fujita aparece
como una fantástica aventura de la
vieja escuela. Nos recuerda que más
allá de la imagen de los soldados
japoneses como una horda fanatizada
y salvaje -el estereotipo, a menudo
bien real, esencializado en el tokko, el
ataque especial, suicida, de los
enjambres de kamikazes o las
manadas de kaiten (torpedos
humanos)-, los militares nipones
también protagonizaron lances
novelescos, hazañas admirables. Es el
caso del as aviador Junichi Sasai, el
Richtofen de Rabaul, cinturón negro
de yudo -aunque en el aire no le
debía servir de mucho- que a los
mandos de su Zero derribó tres P-39
estadounidenses en 20 segundos y
logró ¡cinco victorias! en el mismo día
sobre Guadalcanal, y además era
apuesto y sensible. O el de Kanichi
Kashimura, el piloto que regresó con
sólo un ala (hay fotos). A esa
tradición de coraje y nobleza, de
aeroplanos envueltos en un ethos de
bushido, en flores de cerezo y haikus,
pertenece Fujita. Su aventura tiene
un reverso siniestro: abrió la puerta
a la Operación PX. Una flota de
submarinos, incluidos los nuevos
gigantes de la serie I-400, verdaderos
portaaviones sumergidos equipados
cada uno con tres bombarderos Aichi
M6A1 Seiran, debían lanzar un
ataque bacteriológico contra San
Francisco con material suministrado
por la unidad 731 del perverso
coronel Ishii. El fin de la guerra
detuvo esos y otros planes
devastadores.

10/2/14

LA MUERTE DEL GENERAL WOLFE

El general James Wolfe (2 de enero de
1727-13 de septiembre de 1759) fue
un oficial del ejército Británico
considerado como un héroe en
Canadá debido a su victoria contra
los franceses en la batalla de Quebec.
Esta victoria supuso el comienzo del
dominio británico en Canadá.
Wolfe nació en Kent, Inglaterra el 2
de enero de 1727. Dado que su padre
era un importante miembro del
ejército (llegó al cargo de Teniente
General), desde muy joven se le
condujo en la dirección de la carrera
militar. Entró en la Marina a los 13
años bajo las órdenes de su padre.
En 1758 participó en el asedio de
Louisbourg, en Nova Scotia, Nueva
Francia. los preparativos de Wolfe
fueron claves en la victoria británica,
que concluyó con la capitulación
francesa en junio de ese año.
Su actuación más importante durante
la guerra la llevó a cabo en el asedio
de Quebec. Pitt lo había elegido para
dirigir el asalto a la ciudad de
Quebec, concediéndole el rango de
mayor general. El Asedio a la ciudad
canadiense se prolongó durante tres
meses. Tras un intensivo bombardeo
de la ciudad, durante el cual se llegó
a plantear incendiar la ciudad y las
cosechas y obligar a los habitantes a
rendirse por falta de alimentos, Wolfe
llevó a cabo un desembarco al oeste
de Quebec. En ese momento
comandaba 200 navíos y más de
27.000 hombres a lo largo del río San
Lorenzo. Esto sorprendió a los
franceses, liderados por Louis-Joseph
Montcalm. Al estar rodeados y sin
posibilidades de defender por mucho
tiempo la ciudad, los franceses
decidieron platar batalla en campo
abierto. Durante la batalla que se
desarrolló fueron duramente
derrotados los franceses,
posibilitando así la toma de Quebec
por las tropas británicas. Sin
embargo, Wolfe falleció al poco de
acabar la batalla debido a una herida
de bala que había recibido durante el
combate. Montcalm también había
muerto.
Esta victoria llevó al ejército inglés a
tomar Montreal al año siguiente y
expulsar así a los franceses de
Canadá.

Pintura de Benjamin West
(1738-1820) . 1770.-
Springfield, 1738-Londres, 1820)
Pintor estadounidense. Formado en
Roma (1760-1763), en 1763 se
estableció en Gran Bretaña, donde
triunfó como retratista y autor de
cuadros históricos, en los que
introdujo la representación de
personajes con los trajes propios de
la época en composiciones y actitudes
de corte neoclásico (La muerte de
Wolfe, 1770). Pintó también
composiciones alegóricas. Fue
miembro fundador de la Real
Academia de Londres, en cuya
presidencia sucedió a Reynolds.

7/2/14

LAS BARBAS DE ROALD AMUNDSEN

El noruego Roald Amundsen
(1872-1928) fue sin duda uno de los
grandes exploradores de inicios del
siglo pasado. En aquella época,
cuando todavía existían regiones
vírgenes en nuestra planeta, dirigió la
expedición a la Antártida que por
primera vez alcanzó el Polo Sur,
también fue el primero en surcar el
Paso del Noroeste, que unía el
Atlántico con el Pacífico, y formó
parte de la primera expedición aérea
que sobrevoló el Polo Norte. En cierta
ocasión se encontraba Amundsen en
una de esas reuniones de sociedad
en la que era agasajado por sus
conquistas y una señora de la alta
sociedad lo tenía bombardeado a
preguntas de todo tipo sobre sus
viajes, no encontrando la manera, el
indómito aventurero, de sortear este
enjoyado peligro en forma de cotorra
infatigable, que amenazaba con hacer
insufrible la velada.
La conversación llegó a un punto en
el que la señora de marras le rogo al
explorador, que por favor les contara
a los allí presentes el suceso más
extraño que le hubiera sucedido
durante sus viajes. Amundsen se
quedó pensativo durante unos
momentos, tras los cuales exclamo:
- Ya sé, !En una sola noche me creció
la barba quince centímetros!
Todos los que escuchaban se miraron
con mirada perpleja y en el rostro de
la señora se dibujo un expresión de
verdadero asombro y dijo:
- Pero ¿qué dice usted? ¡Eso es
imposible! ¿En una sola noche…?
El explorador, riéndose en voz baja le
respondió:
-Pues será extraño, pero así fue. Es
algo que si resulta posible en el Polo
Norte, un lugar en el que la noche
dura seis meses.

SANDOR MARAI.- LA MUJER JUSTA

"Estaba tan concentrada en el
hombre, que no me quedaba tiempo
para ocuparme del mundo. Luego
perdí al hombre y a cambio hallé al
mundo"
"Me di cuenta de que las personas
no aguantan para siempre las
situaciones en que las pone la vida...
ni los individuos ni las naciones...
Llega un momento en que alguien
empieza a gritar que ya basta, que
hace falta un cambio. Y es cuando la
gente se echa a la calle y empieza a
destrozarlo todo... Pero eso ya sólo es
un circo. La revolución, la verdadera,
ya ha ocurrido antes, en silencio, en
el interior de las personas"
"Nosotros no vivimos en una
auténtica cultura, lo nuestro es una
civilización de masas, anodina,
mecanizada y enigmática. Todos se
llevan su parte, pero a ninguno le
proporciona verdadera felicidad"
"Sólo obtienes algo de los libros si
eres capaz de poner algo tuyo en lo
que estás leyendo. Quiero decir que
sólo si te aproximas al libro con el
ánimo dispuesto a herir y ser herido
en el duelo de la lectura, a polemizar,
a convencer y ser convencido, y luego
una vez enriquecido con lo que has
aprendido, a emplearlo en construir
algo en la vida o en el trabajo..."
"El artista no tenía miedo. Decía que
si Dios existiera no podría ser tan
cruel como para conceder la vida
eterna a los hombres... Pero los
burgueses sí que tenían miedo a
morir, igual que a vivir. Por eso eran
religiosos, parcos y virtuosos. Porque
tenían miedo"
Imagen: Henri Lanrtigue

SONNY ROLLINS Saxofonista tenor y compositor de Jazz

Imagínense noche tras noche,
encontrar a un mito del jazz, al
gigantesco Sonny Rollins, tocando su
saxofón en un puente de Nueva York,
el de Williamsburg, que une
Manhattan con Brooklyn. Toca
totalmente en solitario, desgrando
una triste melodia, sin nadie que le
acompañe, recortando su silueta
sobre el skyline de la gran manzana.
Esta imagen se repetiría durante los
tres años que duraria su voluntario
retiro de la escena, noche tras noche.
Todo suena romántico, triste,
melancólico.... ¿Cual sería la historia
de aquel personaje? Nos
preguntariamos todos, esperando
alguna maravillosa y triste
explicación. La realidad era más
comun, más terrenal.... los vecinos de
su pequeño apartamento de dos
habitaciones no le dejaban practicar,
y todas las noches huia a su refugio
colgante... De ahi salio un gran disco
"The bridge"

ALFRED HITCHCOCK Y BLANCANIEVES

No era extraño que el director de cine Alfred Hitchcock tuviera que sufrir esporádicamente el incordio de algunos periodistas que le criticaban la violencia que aparecía en sus películas y le argumentaban los posibles efectos negativos que dichas
imágenes podían llegar a provocar en el espectador. Tras un tiempo sufriendo estos lances, Hitchcock decidió ir preparado para los envites con futuros periodistas, de manera
que cuando uno de ellos se le
acercaba con semejantes
argumentaciones les mostraba de
inmediato un recorte de periódico
perfectamente plastificado que
siempre llevaba con él y en el que se recogía la noticia de un hombre que había asesinado a su esposa después de ir al cine a ver."Blancanieves y los siete enanitos".