14/10/12

Un angel de esperanza

Soy mama de dos niñitas de 12 y
10 años y de Alfredo de 7. En mis
círculos, Alfredo es famoso por
dos cosas: tremendamente
tremendo y tremendamente
simpático. Sus máximos héroes
son Juan Arango, Cristiano
Ronaldo y Messi, en ese orden.
Acaba de empezar primer grado.
La emoción más grande de
Alfredo en su nueva aventura
escolar era usar la cantina y
comprar con los grandes; se
compró un portamonedas más
grande que su bolsillo y fue lo
primero que metió en el bulto
tremendamente grande que
escogió para primer grado.
Todos los días le dábamos
alguito para la cantina. Una tarde
que lo busco para el futbol se
monta en el carro rojo, sudando
y muerto de sed. Le pregunté por
qué no se había comprado nada
y me contesta “Ma yo no ha
gastado nada desde que empezó
el colegio, estoy ahorrando para
comprar la gorra de Capriles”. Se
me arrugó el corazón, cuando
revisé el portamonedas ahí
estaban efectivamente sus
billeticos de 20, 10 y 2 arrugados.
Finalmente, con “ayuda” de todos
en la casa Alfredo reunió los 100
que necesitaba: un billete de 50,
uno de 20, dos de 10, tres de 2 y
cuatro monedas de 1. Durante
dos días contó y recontó, feliz de
tener los 100 completos; el
sábado 10 am ya estábamos
camino a Los Naranjos a
comprar la gorra, Alfredo en un
estado de emoción absoluto. Nos
bajamos del carro billetera en
mano, se acerca al stand de
Primero Justicia y dice “Sra. por
favor dame una gorra de
Capriles” mientras sacaba
orgullosamente sus ahorros. Casi
me muero cuando la señora dijo
que no le quedaban, pero otra
señora que estaba oyendo, se
quitó su gorra, la puso en la
mesa y dijo como si nada “Ay
mira papi, aquí está la última que
nos quedaba….” Solo en
Venezuela!
De ahí en adelante, la gorra se
convirtió en una extensión de
Alfredo, la usaba hacia atrás para
jugar futbol, de frente para jugar
tenis, se dormía con la gorra y se
la ponía apenas se despertaba.
En el carro iba con la gorra hasta
que se tenía que bajar al colegio
y lo primero que se ponía al
llegar a la casa. Alfredo jugaba
Playstation, Wii y buscaba videos
en Youtube con la gorra puesta.
Se la pedimos prestada para ir a
la marcha y primero la marcó
por si acaso se nos perdía…
En realidad no fue la gorra sino
el significado de la gorra:
esperanza y lucha encarnadas en
un gran líder. Me impresionó ver
como Alfredo empezó a seguir la
campaña del flaco (le parecía
ofensivo usar “el flaco” decía
Henrique Capriles con todo
respeto), aprendió de cada
partido político que lo
respaldaba, de la MUD, contaba
los pendones en la calle, oía
conmigo las entrevistas de radio
en el carro y no se perdía un
cierre de campaña. Gracias al
flaco Alfredo aprendió más de lo
que yo o el colegio le
hubiésemos podido enseñar:
aprendió geografía de Venezuela
(el día que pasó de Mérida a
Anzoátegui se impresionó por el
recorrido, decía que el autobús
gastaba full gasolina), entendió
que en Venezuela somos
muchos, que no somos todos
iguales pero que tenemos que
tratar de ser todos iguales,
entendió que la violencia es
mala, que las clínicas hay que
arreglarlas para que la gente
enferma se cure; llegó a conocer
tanto el mensaje de Henrique
Capriles que cuando nos
sentábamos todos a ver algún
cierre, nos mandaba a callar y
nos decía “Cállense que ahora
viene la parte que dice que votar
por él es votar por nosotros…” o
si no repetía a la vez “Te quiero
Venezuela!”. Pero lo que más me
impactó fue como entendió que
el futuro esta allá pero que hoy
hay que empezar a construirlo, el
significado de progreso. Entendió
el concepto de esperanza y de
luchar siempre mientras ella
exista. Increíble, el flaco logró
que un niño de 7 años prefiriera
ver un cierre de
campaña a un partido de futbol,
ahora los héroes eran Henrique
Capriles, Juan Arango, Cristiano
Ronaldo y Messi, en ese orden.
El día de las elecciones Alfredo
estaba particularmente
alborotado y tremendo, corría,
brincaba de la bicicleta al
monopatín mientras me
preguntaba cómo iba la cosa, era
lógico ganar para él, nadie podía
ser mejor o más fuerte que
Capriles. Mi esposo y yo sabemos
que para Alfredo perder es todo
un tema, llora horrible y no se
puede controlar. Cuando ya al
final de la angustia se supieron
los resultados, me preocupé
igual por Venezuela que por
Alfredo, lo digo en serio. Nos
sentamos los cinco a ver por
televisión el discurso de Capriles
reconociendo la derrota. Alfredo
nos vió con sus ojotes
despepitados y viendo que ya las
niñitas y yo habíamos arrancado
a llorar, empezó a llorar…nunca
se me va a olvidar Alfredo
empijamado, con su gorra
tricolor puesta sentado en las
piernas de mi esposo llorando
con el mismo dolor que cuando
perdió la Vinotinto contra Chile.
El flaco demostró su grandeza
una vez más con su discurso y
Alfredo, con la profunda
admiración que sentía y entre
pucheros y lagrimas, oyó hasta la
última palabra de su héroe, lo
acompañó hasta el final.
Fue una noche interminable y
triste, no tenía cómo consolar a
ninguno de los tres. Alfredo se
quedó dormido sin la gorra
puesta, supuse que la gorra ya
no tenía el mismo significado así
que no le quise preguntar donde
estaba. Verlo dormido sin la
gorra me partió el alma. Alfredo
se despertó como siempre,
muerto de risa así que aproveché
para averiguar a donde había ido
a parar la gorra. Entonces
Alfredo me agarra la mano y me
lleva a su closet de juguetes, saca
una cajita cerrada y ahí está la
gorra: espachurrada entre sus
transformers.
Y vino la explicación: ”¿Mami tú te
acuerdas que anoche Capriles
dijo que tenía 40 años y que va a
ser presidente en la próxima
elección?” Le contesto que claro
“Bueno mami, estoy guardando
mi gorra en un lugar que no se
ensucia, cuando sea la próxima
campaña la voy a vender por 115
que es full más que 100 y la plata
se lo voy a dar a Henrique
Capriles para que le ponga
gasolina al autobús cuando vaya
de Mérida a Anzoátegui…”
Gracias flaco, te hablo como
madre, cada vez que veas un
niñito con una gorra tricolor
recuerda que efectivamente
sembraste semillas a lo largo y
ancho del país. Muchas semillas,
muchos Alfredos dispuestos a
luchar por un sueño: Venezuela,
el mejor país del mundo…!
Escrito por:
Martha Helena Partidas Daboín