28/8/14

Carl Gustav Carus

Carl Gustav Carus es, como pintor y dibujante, una de las cimas del Romanticismo alemán. Además de estas facetas, que realizaba en sus ratos libres, triunfó como doctor, naturalista, fisiólogo y psicólogo. Nació en Leipzig en enero de 1789. En la escuela de su ciudad natal recibió lecciones de dibujo de Julius Díez. Más
tarde pasó a estudiar con Johann Veit von Carolsfeld (1764-1841) en la Academia de dibujo de Oeser. A partir de 1813 se convirtió en profesor de pintura al óleo. Sus obras de esta época, en su mayoría paisajes, reflejan la influencia de los pintores de Dresde, en especial Johann Christian Klengel. En 1811 obtuvo el título de doctor en Medicina, así como el de doctor en Filosofía. Desde 1814 ejerció como profesor
de obstetricia y director de la Maternidad de la facultad de Medicina y Cirugía de Dresde. Su primera exposición tuvo lugar en la Academia de la capital de Sajonia en 1816. Poco después trabó amistad con Caspar David Friedrich , la cual habría de durar hasta la muerte del maestro pomerano. Entre 1817 y 1823, bajo la inspiración de Friedrich, pintó numerosos paisajes con motivos propios de la obra de Friedrich: costas en la noche, túmulos funerarios, ruinas y cementerios. Del mismo modo,
realizó varios viajes a las montañas y los lugares preferidos por Friedrich: Rügen (1819) o el Riesengebirge (1820); también
visitó Suiza e Italia en 1821. Sus obras, a pesar de nutrirse del mismo ambiente intelectual y motivos que las de Friedrich,
carecen de la tensión vital y la profundidad simbólica de éste. En 1821 entabló una provechosa amistad con Goethe , con
quien compartía sus inquietudes científicas y naturalistas. De este modo, a partir de mediados de los años veinte se percibe,
por influjo de Goethe, un mayor realismo en el tratamiento de los temas y una acusada predilección por los asuntos
cotidianos, en línea con la pintura desarrollada por Dahl. Esto es perceptible en cuadros como Paseo en barca en el Elba . En
1828 volvió a viajar a Italia en calidad de consejero médico del príncipe de Sajonia Federico Augusto; en 1841 volverá a la
península mediterránea. Durante estos viajes, así como en los realizados a Escocia e Inglaterra en 1844, ejecutó diversos
estudios al óleo que muestran una cada vez más acentuada inclinación al realismo. No habrá de abandonar, con todo, sus
influencias románticas, perceptibles aún en sus dibujos de la década de los cincuenta. En 1831 fueron publicadas sus 'Nueve
cartas sobre la pintura de paisaje', redactadas entre 1815 y 1824, bajo la influencia del concepto artístico de Friedrich. Éstas
le caracterizan como uno de los más importantes teóricos de la pintura romántica. En ellas acuña el concepto del Erdlebenbild, por el cual afirma que el pintor, como el naturalista,, no debe concebir la naturaleza como una entidad inmutable, sino como un gran organismo vivo. De este modo, el pintor, a través de la contemplación, participa de una
búsqueda mística más allá del mero goce estético. Además de otras obras sobre psicología, o sobre el mismo Goethe, Carus
publicó al final de sus días, en 1866, sus memorias, un documento de primera mano para conocer todos los avatares de su vida y la de las importantes personalidades que conoció, en especial Friedrich. Carl Gustav Carus falleció en julio de 1869.
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Imagen: Clouds of Fog in Saxon Switzerland - Carl Gustav Carus
Fuente: http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/personajes/3914.htm

Fotográfos con sus fotos

Afghan Girl - Steve McCurry
Unkown rebel in Tiananmen Square - Jeff Wiedner
Kurt Cobain - Mark Seliger
Ali and Liston - Neil Leifer

"EL CORONEL CORBU", el perro de un tirano

La mascota del dictador comunista rumano, Nicolae Ceausescu (1918-1989), se llamaba Corbu, y se trataba de un labrador negro que le había regalado el líder del Partido Liberal británico. Inmediatamente, el camarada Corbu, fue elevado al rango de coronel del ejército, y cuando era paseado por las calles iba siempre en limusina y rodeado por una fuerte escolta.
Como correspondía a su rango sus habitaciones tenían televisión y teléfonos de oro, y como no era un perro cualquiera su comida también era de alto standing pues todas las semanas recibía desde Gran Bretaña unas galletas de lujo que le eran enviadas desde allí por el embajador de Rumania en Londres.

EL ORIGEN DE LA V DE VICTORIA

La costumbre de enseñar el dedo índice y medio en forma de V para indicar una victoria proviene de la Guerra de los Cien Años (1337 – 1453), en concreto de la Batalla de Agincourt (1415). Cuenta la historia que el rey francés Carlos VI había dicho a todo el mundo que tras la victoria les cortaría esos dos dedos a los arqueros ingleses, como castigo por utilizarlos para disparar contra sus tropas.
Pero tras la derrota los arqueros, que habían destacado durante la batalla al aplastar a la caballería gala, levantaron estos dos dedos delante de los cautivos franceses queriéndoles decirle que seguían intactos. Por eso también se le llama el “saludo del longbowman” (el longbow era el famoso arco largo inglés).

DUELOS AL SOL

Claramente se le puede llamar un duelo de altura. Ocurrió en 1808 en París, en concreto en el Bois de Boulogne, cuando dos enemigos irreconciliables se reunieron allí para efectuar el duelo más disparatado de la historia. Ambos contendientes, días antes, a través de sus padrinos no se habían puesto de acuerdo sobre el cómo y el dónde habían de dispararse. Si uno decía que a pistola el otro a florete, si alguien fijaba la acción dentro de París rápidamente el bando contrario respondía que a las afueras. No se ponían de acuerdo en nada que dijera el otro y como la ofensa era bastante grande y no se podía posponer por más tiempo se fijó un campo neutral que satisficiera a todos: en el aire.
Por aquel entonces no existían los aviones y por tanto no se podían disparar haciendo arriesgadas acrobacias. Es por ello que se eligió un invento reciente para matarse en las alturas: el globo. Aquel día ambos se montaron en un globo aerostático y acordaron no dispararse hasta que llegaran a los 600 metros de altura. Cuando más o menos estuvieron a esa altitud uno de ellos, Jean Piquet apretó el gatillo y en vez de disparar a su oponente, seguramente debido al vaivén de la cesta, lo hizo a su propio globo, que rápidamente se deshinchó y se estrelló sobre París. Es obvio que la disputa la ganó el del otro aparato. Lo curioso de esta absurda situación es que la prensa del momento dió al duelo una publicidad desmesurada haciendo que este tipo de lances de honor se pusieran de moda, llenándose los cielos de locos duelistas que se disparaban desde globos aerostáticos a cualquier hora del día. Había incluso algunos que se llevaban a sus esposas o familiares y si vencían lo celebraban haciendo mini picnics en el cielo de París.

“Tu más profunda piel”

Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas.
No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraón rubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.
Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste "Me da pena", y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo.
Dijiste "Me da pena, sabes", y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo como poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.
Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego.
No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas.
En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.

“Último round “
Julio Florencio Cortázar (Ixelles, Región de Bruselas, 26 de agosto de 1914 - París, 12 de febrero de 1984)

22/8/14

Mein Kampf de Adolf Hitler por George Orwell

Es un signo de la velocidad a la que van los eventos el que la edición sin censura de Mein Kampf de
Hurst y Blackett, publicada hace sólo un año, sea editada desde un ángulo pro-Hitler. La intención
obvia del traductor del prefacio y las notas es de atenuar la ferocidad del libro y presentar a Hitler
en la manera más gentil posible. Pues en ese tiempo Hitler todavía era respetable. Había aplastado
al movimiento obrero de Alemania, y por ello, las clases dominantes estaban dispuestas a perdonarle
casi cualquier cosa. Tanto la izquierda como la derecha estaban de acuerdo en la muy frívola noción
de que el Nacionalsocialismo no era sino una mero conservadurismo.
Luego resultó que, después de todo, Hitler no era tan respetable. Como resultado de esto, la edición
de Hurst y Blackett fue reimpresa con un cintillo explicando que todas las ganancias serán
entregadas a la Cruz Roja. Sin embargo, simplemente por la evidencia interna de Mein Kampf, es
difícil creer que se ha efectuado algún cambio real en las opiniones y objetivos de Hitler. Cuando
uno compara sus declaraciones de hace poco más de un año con las de hace quince años, nos
sorprende la rigidez de su mente, la forma en que su visión de mundo no se desarrolla. Es la visión
fija de un monomaníaco sin probabilidades de verse afectada por las maniobras temporales de la
política del poder. Probablemente en la mente de Hitler, el pacto ruso-germano no representa sino
un ligero retraso temporal. El plan vertido en Mein Kampf era el de aplastar primero a Rusia, con la
intención implícita de aplastar a Inglaterra después. Ahora, según parece, hay que lidiar primero con
Inglaterra, porque Rusia era de los dos, el más fácil de engañar. Pero el turno de Rusia llegará
cuando Inglaterra desaparezca del mapa –eso, sin duda, según Hitler. El hecho de que los eventos se
den así es, por supuesto, una cuestión aparte.
Supongan que el plan de Hitler pueda llevarse a cabo. Lo que él avizora, en el lapso de
unos 100 años, es un Estado conformado por 250 millones de alemanes con mucho
“espacio disponible” (i.e., extendiéndose hasta Afganistán o sus inmediaciones), un
horrible imperio sin cerebro donde, esencialmente, nada ocurre, salvo el entrenamiento
de jóvenes para la guerra y la crianza interminable de nueva carne de cañón. ¿Cómo fue
capaz de organizar esta visión monstruosa? Es fácil decir que en una fase de su carrera, lo
financiaban los grandes empresarios, quienes vieron en él al hombre que aplastaría a los
socialistas y comunistas. No le habrían dado su apoyo, sin embargo, si no hubiera creado
para entonces un gran movimiento. De nuevo, la situación de Alemania con sus siete
millones de desempleados, obviamente era favorable para demagogos. Pero Hitler no
podía haber salido triunfante contra sus muchos rivales si no hubiera sido por la
atracción de su propia personalidad, la cual uno puede sentir incluso en las torpes
páginas del Mein Kampf, y que sin duda es arrolladora cuando uno escucha sus
discursos… El punto es que hay algo profundamente atractivo en él. Uno vuelve a sentirlo al ver sus
fotografías –y recomiendo especialmente la fotografía al inicio de la edición de Hurst y Blackett, que
muestra a Hitler en sus días tempranos de “camisa pardas” [las milicias del Nacionalsocialismo]. Es
un rostro patético, perruno, el rostro de un hombre sufriendo injusticias intolerables. De un modo
mucho más masculino, reproduce la expresión de innumerables pinturas de Cristo crucificado, y hay
poca duda de que así es como Hitler se ve a sí mismo. Sobre la primera y muy personal causa de su
agravio contra el universo sólo podemos especular; pero en cualquier caso, el agravio está ahí. Él es
el mártir, la víctima, Prometeo encadenado a la roca, el héroe esforzado que combate a puño limpio
con todo el mundo en su contra. Si fuese a matar a un ratón, sabría cómo hacerlo ver como un
dragón. Uno siente, como con Napoleón, que está luchando contra el destino, que no puede ganar,
aunque lo merezca. El atractivo de una postura tal es, por supuesto, enorme; la mitad de las
películas que uno ve abordan tales temas.
También ha rozado la falsedad de la actitud hedonista hacia la vida. Casi todo el pensamiento
occidental desde la última guerra, ciertamente todo el pensamiento “progresista”, ha asumido
tácitamente que los seres humanos no desean otra cosa que el alivio, la seguridad y el evitar el
dolor. En tal visión de la vida no hay lugar, digamos, para el patriotismo o las virtudes militares. El
socialista que ve a sus hijos jugar con soldados suele molestarse, pero no es capaz de pensar en un
sustituto para los soldaditos de hojalata; difícil pensar en pacifistas de hojalata. Hitler, puesto que
en su mente incapaz de alegría lo siente con excepcional fuerza, sabe que los seres humanos no
solamente desean confort, seguridad, pocas horas de trabajo, higiene, planificación familiar y, en
general, sentido común; también desean, al menos de manera intermitente, lucha y autosacrificio, sin
mencionar redobles, banderas y demostraciones públicas de lealtad. Sin contarlas como teorías
económicas, el fascismo y el nazismo son mucho más escandalosos psicológicamente que cualquier
concepción hedonista de la vida. Lo mismo probablemente aplica a la versión militarizada del
socialismo de Stalin. Los tres grandes dictadores han alcanzado el poder imponiendo cargas
intolerables a sus pueblos. A pesar de que el socialismo, y el capitalismo incluso a regañadientes,
hayan dicho a sus pueblos “te ofrezco pasártela bien”, Hitler les dijo “te ofrezco lucha, peligro y
muerte”, y como resultado toda una nación se postró a sus pies. Tal vez más adelante se harten de
ello y cambien de opinión, como al final de la última guerra. Luego de unos años de carnicería y
hambruna “La mayor felicidad del mayor número” es un buen eslogan, pero en este momento “Mejor un final horrible que un horror sin fin” es el ganador. Ahora que luchamos contra el hombre que lo acuñó, no deberíamos subestimar su atractivo emocional.
George Orwell, marzo de 1940.

13/8/14

NOCHE DE REYES, de William Shakespeare

“NOCHE DE REYES” es una comedia
en cinco actos de William Shakespeare, que se presume fue escrita entre 1599 y finales de 1601. En inglés se llama “Twelfth Night, or What You Will”, y se refiere a la duodécima noche, contando a partir de Nochebuena, que es justamente la Noche de Reyes o Epifanía. Mantiene un tono general de comedia bufa, repleta de personajes extravagantes y fue escrito originalmente con el fin de ser parte de las celebraciones de reyes en la antigua Inglaterra, aunque los acontecimientos de la obra no transcurren en esa noche. El nombre de su protagonista masculino, Orsino, probablemente fue sugerido por el príncipe Orsini, duque de Bracciano, un noble italiano que visitó Londres en el invierno de 1600 a 1601.
El escenario es Iliria, la antigua Albania. El duque Orsino de Iliria está enamorado de la condesa Olivia. El hermano de Olivia acaba de morir y ésta ha decidido guardarle luto, encerrándose durante siete años. Viola naufraga en las costas de Iliria y decide travestirse y llamarse Cesario para ponerse al servicio del duque Orsino, del que se enamora. Orsino envía a Viola a declarar su amor a Olivia. Olivia, que rechaza al duque, se enamora sin embargo de su mensajero Cesario (es decir, Viola disfrazada).

"Viola: Yo no le dejé un anillo.¿Qué pretende esta dama? No quiera la fortuna que mi aspecto le haya encantado. Me miró de tal modo que parecía que los ojos le extraviaban la lengua, pues habló distraída, en forma atropellada. Me ama, estoy segura. La astucia de su pasión me invita por medio de este rudo mensajero. ¿No quiere saber nada del anillo de mi amo? Pero él nada le envió. Su hombre soy yo. Si esto es así y lo es ¿pobre señora! Haría mejor enamorándose de un sueño. Disfraz, veo que eres un artilugio donde actúa el hábil enemigo. Qué fácil le resulta al seductor que engaña grabar sus formas en el alma de cera de todas las mujeres. ¿Ah, la fragilidad! Esa es la causa. No nosotras; pues como fuimos hechas, así somos. ¿En qué acabará esto? Mi señor la ama con ternura. Mientras yo, pobre monstruo, por él esto chiflada, y ella, en forma equivocada, pareciera estar loca por mí."
Sebastián, hermano gemelo de Viola, también ha sobrevivido del naufragio. Ninguno de los dos sabe que el otro sigue vivo. En el desenlace los protagonistas se encuentran y al final cada oveja acaba con su pareja, incluido El duque Orsino que acaba emparejado con Viola, una vez desenmascarada.
De la trilogía conformada por esta obra y sus predecesoras, Mucho ruido y pocas nueces y Como gustéis, se trata de la más insulsa. A tenor de la crítica, la gran creación humana de la obra es Viola, prototipo del personaje femenino que se hace pasar por hombre, que da pie a desarrollar equívocos sexuales encadenados: es deseada por una mujer mientras que desea a un hombre, el cual desea a la mujer. Si a esto unimos la homosexualidad insinuada en el personaje de Antonio, obtenemos un curioso cóctel, que más parece un puzle. Todo ello sin contar que los personajes femeninos eran interpretados por varones en la época isabelina.
La recreación cinematográfica más celebrada es la dirigida por Trevor Nunn en 1996, con Helena Bonham Carter. En 2006 se estrenó Ella es el chico, adaptación adolescente contemporánea. La versión clásica más destacable es la soviética de Yan Frid de 1956. Y la curiosidad, un musical erótico de 1979 dirigido por Ron Wertheim en Italia: Eros Perversion.
Imagen: Orsino y Viola, por Frederick Richard Pickersgill.

Columbario fúnebre de Palmira

Se le ha dado el nombre de columbario a los nichos destinados a contener las urnas cinerarias en los sepulcros de familia de los romanos. La palabra columbarium significa propiamente palomar y de su similitud con los palomares proviene este término. Estos sepulcros colectivos fueron ordinariamente de forma cuadrangular, con partes salientes sobre cada frente, las unascuadradas y las otras en hemiciclo. En el interior de las paredes se encontraban una multitud de pequeños nichos de forma semicircular, y redondeados a manera de bóveda en la parte superior, exactamente como los nichos de un palomar. Estos nichos estaban dispuestos en líneas horizontales, separadas por un cimacio. El número de los pisos difería según la altura de las bóvedas, pero era muchas veces de ocho o nueve. En este caso, encima de las cinco primeras hileras, dominaba un ancho entablamento, formando galería, para facilitar la aproximación de los nichos más elevados. Cada nicho contenía una y algunas veces dos urnas cinerarias embutidas hasta su orificio en sentido opuesto desde la entrada del nicho. Una plancha de mármol, sobre la cual estaban grabados el nombre y la cualidad del muerto, se fijaba por dos clavos de hierro o de acero encima del nicho. Con frecuencia las tumbas de este género, notables exteriormente por sus vastas proporciones, se distinguían en el interior por una ornamentación lujosa, por el mármol que se extendía en el suelo, por el estuco que revestía la bóveda, ricamente pintada o esculpida.

Los escalones de la cascada

Impresionante escalera situada en la selva negra, en Wurzburg, Alemania. Como salidas de un cuento de Hans Christian Andersen, tenebrosas y magníficas, estas escaleras se dirigen a una cascada y otorgan una vista que hace que sean fotografiadas por miles de turistas todos los años.

LA GUERRA DE ULTRAMAR

Guerra Colonial Portuguesa La Guerra de Ultramar, también conocida como la Guerra Colonial, fue un enfrentamiento entre las fuerzas militares de Portugal y sus colonias organizadas en Guinea, Angola y Mozambique. Esta guerra tuvo lugar, ya en 1945, cuando la ONU fue creada, y quedó determinado que las colonias debían independizarse.
Portugal se resistía a aceptar la independencia de sus colonias. Las colonias, que a su vez querían la libertad y la independencia, formaron un movimiento para lograr esta autonomía. El 4 de febrero de 1961, Angola inició los movimientos de los reclamos de una serie de ataques en Luanda. En enero de 1963, fue el turno de los movimientos de Guinea, que comenzó una especie de guerra de guerrillas, atacando un cuartel del ejército. El 24 de septiembre de 1964, Mozambique comenzó sus ataques en un puesto administrativo llamado Chai. Portugal, en el aprendizaje de los hechos, envió a unos 900.000 soldados a África para ayudar a las tropas allí existentes. La guerra duró trece años y ha causado graves consecuencias para el país como el aislamiento de otros países, la crisis económica, la caída del nuevo estado, más de diez mil soldados muertos y otros muchos soldados amputados. La Guerra de Ultramar terminó el 25 de abril de 1974, cuando Portugal sufrió un golpe de Estado militar de izquierda planeado por algunos oficiales portugueses que extorsionaron y obligaron al gobierno a otorgar las independencias coloniales.

Fuente original:
http://www.escuelapedia.com/guerra-colonial-portuguesa/ | Escuelapedia - Recursos educativos

9/8/14

MISCHA SPOLIANSKY

Nació este gran compositor en 1898 en la ciudad polaca de Bialystok, en aquellos momentos rusa y de población predominantemente judía, en el seno de una familia de músicos (su padre era barítono). Poco después de nacer, la familia se trasladó a Varsovia. Al morir su madre se trasladaron a Viena y en 1914 Spoliansky se estableció en Berlín. Allí trabajó como pianista en cafés y cabarets para costearse los estudios en el conservatorio. Otro magnífico compositor ya conocido, Friedrich Hollaender, le escuchó y le invitó a componer temas para el cabaret literario de Max Reinhardt.
En 1920, bajo el seudónimo de Arno Billing compuso el que se considera primer himno homosexual: “Das lila Lied” (La canción violeta). En 1922 conoció al poeta Marcellus Schiffer y se casó con la bailarina Elsbeth (Eddy) Reinwald, con quien compartió el resto de su vida. Su colaboración con Marcellus Schiffer resultó de la más fructífera. 1928 fue un año culminante de su carrera, la de ambos. Compuso innumerables canciones para cabaret y se convirtió en un popular compositor. Pero su música, a juicio de los nazis, era “música degenerada”. Y como tantos otros, el mismo 1933 tuvo que huir de
Alemania. Se estableció en Londres, donde residió hasta su fallecimiento en 1985, y donde desarrolló una segunda carrera como compositor de bandas sonoras.

Das Lila Lied”, por The Love Markets

GARCÍA MÁRQUEZ Y VARGAS LLOSA.- DOS AMIGOS A PUÑETAZOS

Mucho se ha hablado acerca de la enemistad de los dos más grandes exponentes del boom literario latinoamericano. Generalmente se la asociaba a sus diferencias ideológicas, concretamente a la estrecha cercanía de García Márquez con el dictador cubano Fidel Castro y el liberalismo de Vargas Llosa.
Lo que todos sabían, era que los dos escritores habían sido íntimos amigos hace ya mucho tiempo y que había sido tan fuerte dicha amistad que incluso Vargas Llosa publicó a manera de tesis doctoral en España su "Historia de un deicidio", documento de casi 700 páginas donde cataloga a García Márquez como un dios que crea su universo propio, le da vida y lo maneja magistralmente a su antojo en su libro Cien años de soledad. Esta amistad había empezado en 1966 cuando ambos escritores -ya con algún prestigio- habían intercambiado algunas cartas contemplando la idea de escribir una novela juntos acerca de la guerra que sus dos países mantuvieron en 1932.
La cordial relación que había comenzado por cartas y telefónicamente durante largos meses (el uno en México y el otro en Barcelona) se afianzó cuando pudieron encontrarse por primera vez el 1 de agosto de 1967 en Caracas, pocas semanas después de la aparición de Cien años de soledad y con ocasión del Premio Rómulo Gallegos para Vargas Llosa.
Durante los nueve años siguientes compartieron Barcelona, viajaron, hablaron, comieron, apadrinaron a sus hijos (Mario fue el padrino de uno) y compartieron amigos comunes. Se apoyaron y se animaron, asistieron a las crisis suscitadas por la Revolución Cubana y fueron felices a tal punto que para García Márquez, el peruano era “el último caballero andante de la literatura”, y para Vargas Llosa, el colombiano era el “Amadís de América”.
Se deshacían en elogios mutuos.Bonita amistad pero inexplicablemente el 12 de febrero de 1976, Mario Vargas Llosa noqueó de un tremendo puñetazo a Gabriel García Márquez dentro de las instalaciones de un cine mexicano.
Enseguida la prensa se hizo eco y buscaba explicaciones ante la brutal reacción de Vargas Llosa en contra de su "amigo del alma", pero ninguno de los dos ofreció explicaciones y el incidente -salvo la inicial publicidad- fue quedando en el olvido. Pasaron más de 30 años y nadie entendió por qué de un momento a otro este par de escritores se convirtieron en enemigos. ¿Que podría haber motivado la ruptura de tan estrecha amistad? Pues la respuesta a esa interrogante la dio hace unos tres años el fotógrafo personal de García Márquez, Rodrigo Moya, y es una historia bastante curiosa.
Era de noche y varios intelectuales se habían congregado en un cine de ciudad de México para asistir a la proyección de La odisea de los Andes, un filme que narra la aventura del grupo de uruguayos que pasó 72 días entre las nieves de la cordillera de los Andes y que practicó el canibalismo para sobrevivir, y cuyo guión había sido escrito por Mario Vargas Llosa. Al terminar la película hubo un momento de distensión con bebidas y bocadillos. García Márquez, que estaba acompañado por su esposa, divisó de lejos al amigo Vargas Llosa. Se dirigió a abrazarlo. Alcanzó a decirle sonriendo: "Mario..." y recibió el tremendo puñetazo, un derechazo entre el ojo izquierdo y la nariz. Vargas Llosa le gritó "¡Cómo te atreves a venir a saludarme después de lo que le hiciste a Patricia en Barcelona!"
Con una abundante hemorragia, entre los gritos y algunos sollozos de las damas presentes, sentado en el suelo, perplejo por lo que había ocurrido y no terminaba de entender, Gabo fue socorrido de inmediato. Un escritor mexicano corrió a buscar un trozo de carne que le fue aplicado en el ojo golpeado al glorioso escritor colombiano para absorber la hinchazón. Mientras tanto, Vargas Llosa se retiró tras el incidente. Los dos ex amigos nunca más volvieron a hablarse. Pero ¿cómo sabía tanto el fotógrafo? Pues Moya cuenta en su relato que Gabo y su mujer fueron a su domicilio a los dos días de la agresión, para que le tomase algunas fotos con el ojo morado con el fin de presentar una denuncia en contra del escritor peruano. Parece ser que esta denuncia no se concretó. Sobre el incidente del puñetazo, el escritor colombiano Juan Gossaín también ha dado su versión: Sucede que mientras vivían en Barcelona, Mario Vargas Llosa se voló para Estocolmo con una azafata sueca, por la que incluso abandonó su hogar. Ante esa situación, García Márquez, aconsejado por su propia esposa, habló con la de Vargas Llosa sugiriéndole que le pidiera el divorcio. Y como suele suceder, después del pequeño affaire Mario volvió a su hogar y se reconcilió con su sufrida esposa, quien luego le contaría sobre la recomendación de su amigo Gabo, el que a su vez por entrometido quedó con un ojo morado.

Imagen: Vargas Llosa con su mujer, Patricia; José Donoso y su esposa Pilar Serrano; García Márquez y su mujer Mercedes Barcha

Cinema Paradiso: “La princesa y el soldado”

Alfredo: -Te contaré una historia. Sólo para ti, Toto. Sentémonos.
Hubo una vez un rey que dio una fiesta. Las más hermosas princesas asistieron. Un soldado de la guardia real vio pasar a la hija de rey. Era la más adorable, e inmediatamente el soldado se enamoró. Pero, ¿qué era un simple soldado al lado de la hija de un rey? Un día el soldado se las arregló para verla y le dijo que ya no podía vivir sin ella. La princesa quedó tan impactada por la profundidad de sus sentimientos que le dijo: "Si puedes esperar por 100 días con sus noches bajo mi balcón yo seré tuya".
Dicho esto, el soldado salió y. esperó un día, dos... luego diez, veinte.
Cada noche la princesa lo buscaba y allí estaba él, sin moverse. Siempre allí, lloviera o relampagueara. Las aves se posaban en su cabeza, las abejas lo aguijoneaban, pero él no se movía. Después de 90 noches, se veía seco y pálido. Brotaron lágrimas de sus ojos. No pudo detenerlas. No tuvo ni siquiera fuerzas para dormir. Y todo ese tiempo, la princesa lo observaba. Cuando la nonagésima novena noche llegó... el soldado se levantó, tomó su silla, y se marchó...
Toto: -¿Qué? ¿Justo al final?
Alfredo: -¡Justo al final, Toto! No me preguntes qué significa, no lo sé. Si logras descifrarlo, me lo dices.

Video

EN EL LEJANO OESTE

No son los westerns –o las películas de vaqueros, como decíamos de niños– un género en el que abunden las películas musicales, y no pocas. Especialmente en los años en que el cine musical gozó de su máximo esplendor –las décadas de 1950 y 1960– se rodaron un buen número.
Secuencias de películas como “Las
chicas de Harvey”, “Calamity Jane” (“Doris Day en el Oeste” en la versión doblada al español), “Siete novias para siete hermanos” y “La leyenda de la ciudad sin nombre”,
entre otras más, forman parte de nuestra entrada de este fin de semana “En el lejano Oeste”, en un periodo que abarca de mediados de la década de 1930 a finales de la de 1960.

Para saber más pueden revisar el blog musica de comedia.

Imagen: Clint Eastwood y Lee.Marvin.en “La leyenda de la ciudad sin nombre”.

W.H. AUDEN.- FUNERAL BLUES

Detengan los relojes
desconecten el teléfono
denle un hueso al perro
para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo
el mensaje...
él ha muerto.
Pongan moños negros
en los níveos cuellos de las palomas
que los policías usen guantes
de algodón negro
Él era mi norte mi sur
mi este y oeste
mi semana de trabajo y mi
domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche
mi conversación, mi canción
Creí que el amor perduraría
por siempre.
Estaba equivocado.
No precisamos estrellas ahora...
Apáguenlas todas
Envuelvan la luna
desarmen el sol
Desagüen el océano y
talen el bosque
porque de ahora en adelante
nada servirá.

Imagen: Hugo Simberg.- el ángel herido

3/8/14

SOBRE LOS OFICIOS

Incluso para ser mendigo hay que conocer bien el oficio
saber cuál es la esencia de su infortunio
buscar de los callejones el mejor espacio para resguardarse del frío
reconocerse un ser vulnerable; vestir su fragilidad de trapos viejos
ver en la mirada del otro un espejo de sus miserias.
Incluso para amar hay que conocer bien el oficio
saber cuál es la esencia de su infortunio
buscar de los callejones el mejor espacio para resguardarse del frío
reconocerse un ser vulnerable; vestir su fragilidad de trapos viejos
ver en la mirada del otro un espejo de sus miserias.
Incluso para olvidar, perdonar…
hay que conocer el oficio.

Jenny Bernal

Imagen: Joven mendigo. Bartolomé Esteban Murillo, 1650. Óleo sobre lienzo. 137 cm × 115 cm. Museo del Louvre, París, Francia

1/8/14

EL TANGO EN ALEMANIA: DE LOS FELICES AÑOS 20 A LOS NAZIS Y EL TANGO DE LA MUERTE

El tango llegó a Europa, vía París, a principios del siglo XX, triunfó y se expandió por gran parte del continente. Una de las capitales que con mayor entusiasmo acogió esta nueva y sensual música fue Berlín, que en la época de entreguerras rivalizaba con París en ser la capital de la cultura del mundo occidental. El tango hizo furor en Berlín en los tiempos de la República de Weimar y continuó su popularidad tras la llegada de los nazis al poder en 1933, para diversión suya y escarnio de sus víctimas. Eso sí, “alemanizando” música y letras.
Ese mismo año, 1933, el NSDAP –el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán que lideraba Hitler–, llegaba al poder aupado fervorosamente por millones de alemanes, nada menos que diecisiete millones les votaron (un 43,9 por cien). El tango no se resintió. Es más, a los nazis les encantaba, y como todo lo que les gustaba lo utilizaron para sus perversos fines. El paradigma de tal circunstancia es el tango “Plegaria”, el “tango de la muerte”. Su compositor, Eduardo Bianco, no era alemán, sino argentino, pero nazi. “Plegaria” era un tango ya conocido desde que en 1931 Bianco lo dedicase al rey Alfonso XIII. No es de extrañar. Dedicó también tangos a Benito Mussolini y frecuentó a Adolf Hitler y a otros líderes del régimen nazi. De hecho, Bianco lo tocó frente a Hitler y Goebbels en 1939. Y “Plegaria” inició así su funesta trayectoria. Era el tema preferido por los mandamases de los campos de exterminio para que las orquestas de prisioneros –judíos la mayoría– interpretaran cuando llegaban los trenes repletos de judíos. Lo último que estos esperaban era ser recibidos con música. Nada malo nos puede suceder, pensaban. Y confiados avanzaban hacia la cámara de gas creyendo que iban a las duchas para ser desinfectados. Como alguien se detuviera ya sabía que jamás volvería a tocar, ni a respirar siquiera. La letra de “Plegaria” les importaba poco a los nazis. Y eso que parecía pensada para lo que sucedería en los campos del horror, de la muerte, del exterminio de millones de personas cuyo único “delito” era ser diferente: judíos, comunistas, homosexuales, gitanos… No importaba la edad, por supuesto.

“Plegaria que llega a mi alma /
al son de lentas campanadas, /
plegaria que es consuelo y calma para las almas desamparadas. /
El órgano de la capilla embarga a todos de emoción /
mientras que un alma de rodillas ¡pide consuelo, pide perdón!
/ ¡Ay de mí!… ¡Ay señor!… / ¡Cuánta amargura y dolor!”.

Lo que les fascinaba era el aire solemne de su música.

“Zwei dunkle Augen, zwei Eier im Glas” (Dos ojos oscuros, dos huevos en un vaso) es un tema que compuso Friedrich Hollaender a ritmo de tango para la revista “Es liegt in der Luft, estrenada en el teatro de Max Reinhardt de Berlín el 15 de mayo de 1928”

“Plegaria” por la Orquesta de Eduardo Bianco y la voz de Juan Raggi en una grabación efectuada en París en 1927.

Fragmento de “Tango", una historia con judíos”, documental dirigido por Gabriel Pomeraniec con libro y guión de José Judkovski, en el que interviene la cantante Zoila junto a otros grandes músicos argentinos y extranjeros.