29/12/13

Me canso de ser hombre

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y
en los cines
marchito, impenetrable, como un
cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y
ceniza.
El olor de las peluquerías me hace
llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o
de lana,
sólo quiero no ver establecimientos
ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni
ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y
mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio
cortado
o dar muerte a una monja con un
golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío
No quiero seguir siendo raíz en las
tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de
sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de
la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo
cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de
tumba,
de subterráneo solo, de bodega con
muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el
petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de
cárcel,
y aúlla en su transcurso como una
rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia
la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a
ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen
por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a
vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y
horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas
que odio,
hay dentaduras olvidadas en una
cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de
vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y
venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con
zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de
ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de
un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que
lloran
lentas lágrimas sucias.
Pablo Neruda