8/6/12

LA EPOPEYA DE GILGAMESH

Hace casi cinco mil años, un hombre
gobernó Uruk: Gilgamesh. Prontó
entró en la leyenda, convertido en
protagonista de la primera epopeya de
la historia, un dramático relato sobre la
búsqueda de la inmortalidad. «Aquel
que todo lo ha visto, que ha
experimentado todas las emociones,
del júbilo a la desesperación, ha
recibido la merced de ver dentro del
gran misterio, de los lugares secretos,
de los días primeros antes del Diluvio.
Ha viajado a los confines del mundo y
ha regresado, exhausto pero entero.
Ha grabado sus hazañas en estelas de
piedra, ha vuelto a erigir el sagrado
templo de Eanna y las gruesas murallas
de Uruk, ciudad con la que ninguna
otra puede compararse». El escriba
Sin-leqi-unnini («Dios Sin, acepta mi
plegaria») acaba de trazar estas
palabras en lengua acadia sobre una
tablilla de barro fresco. Ahora cierra los
ojos, como para ver mejor la
espléndida Uruk y a ese poderoso
héroe que ha viajado hasta los lugares
más remotos y cuyas aventuras se
dispone a narrar.
Sin-leqi-unnini evoca las portentosas
murallas de la ciudad y, dirigiéndose al
lector, se aplica otra vez a escribir:
«Mira cómo sus baluartes brillan como
cobre al sol. Busca su piedra angular y,
debajo de ella, el cofre de cobre que
indica su nombre. Ábrelo. Levanta su
tapa. Saca de él la tablilla de lapislázuli.
Lee cómo Gilgamesh todo lo sufrió y
todo lo superó». Así empieza la
primera epopeya de la historia: el
Poema de Gilgamesh. Sin-leqi-unnini
quizás escribe hacia 1400 a.C. Pero no
es el creador de la obra, aunque su
mano le da forma definitiva. El relato
que pone por escrito se hunde en la
noche de los tiempos, más de mil años
atrás. Hace aproximadamente unos
seis milenios, en lo que hoy es Irak, se
extendía la fértil llanura mesopotámica,
atravesada por los ríos Éufrates y
Tigris. En el sur de esa llanura, en el
país de Sumer, se levantaba la
imponente Uruk (la actual Warka), cuna
de su todopoderoso rey Gilgamesh.
Por sus hechos y su fama, este
personaje pasó muy pronto a
lacategoría de mito, convertido en
protagonista de un ciclo de poemas
sumerios que cristalizaron en la magna
composición que lleva su nombre.
Sabemos que hacia 2700 a.C. existió
un personaje, llamado Bilgames -luego
escrito Gilgamesh-, que los más
antiguos textos en escritura
cuneiforme sitúan en Kullab, un barrio
de Uruk, en calidad de sacerdote-rey.
Gilgamesh también aparece en un
famoso documento, la Lista real
sumeria (redactada hacia 1950 a.C.),
que atribuye la fundación de esta
ciudad, emplazada en la orilla
izquierda del Éufrates, al rey Enmerkar.
De acuerdo con la Lista, Gilgamesh
perteneció a la dinastía I de Uruk: fue
su quinto soberano, reinó 126 años y
le sucedió su hijo Ur-lugal. A Gilgamesh
se le atribuía la construcción de las
poderosas murallas de la ciudad,
según menciona una inscripción del
rey Anam de Uruk, datada hacia 1825
a.C., y según recuerda también el
Poema. Dichas murallas eran de
estructura doble: una exterior, de la
que tan sólo restan trazas en el suelo,
y otra interior, de unos 9,5 kilómetros
de longitud y cinco metros de espesor,
reforzada con más de 900 torres
semicirculares. Sin-leqi-unnini organizó
el Poema en once cantos o tablillas.
Este genial sacerdote, exorcista y
escriba enriqueció el poema con otra
narración sumeria que se ha hecho
famosa: el relato del Diluvio. Por fin,
los escribas asirios del tiempo del rey
Assurbanipal, en el siglo VII a.C.,
dieron al texto su forma canónica,
añadiéndole la tablilla que hoy es la
última. Esta versión fue archivada en la
biblioteca del palacio del rey, en Nínive,
descubierta en 1853 y cuyos materiales
fueron enviados a Londres. Allí, en
1872, el joven investigador George
Smith logró traducir las tablillas y
fragmentos del Poema de Gilgamesh. A
lo largo de las doce tablillas del Poema
se perfila a Gilgamesh como un héroe
mítico, de 5,60 metros de altura -el
doble que el bíblico gigante Goliat-,
compuesto en sus dos terceras partes
de esencia divina,puesto que era hijo
de Lugalbanda y de la diosa Ninsun, y
que habla y se mueve entre los dioses
como uno más de ellos. Dos serán las
premisas de su actuación: la búsqueda
de la gloria, que intentará alcanzar
junto a su amigo Enkidu (episodios
narrados en las seis primeras tablillas),
y, sobre todo, la búsqueda de la
inmortalidad, que tiene lugar en un
contexto narrativo sombrío,
caracterizado por la soledad y el temor
a la muerte (de la tabilla séptima a la
decimoprimera). A todo ello se añadió
la doceava y última tablilla referida al
Más Allá, sin conexión con el relato
anterior, pero que permite a Gilgamesh
ver el mundo que le espera tras su
muerte.
Fuente: Historia de National Geographic