En los anales de las prendas
legendariamente malditas, tal vez
ninguna creó semejante furor y
destrucción como la atribuida a un
Kimono japonés de mediados del
siglo XVII. Tres mujeres jóvenes que,
sucesivamente, poseyeron la prenda,
las tres murieron antes de tener ni
siquiera una posibilidad de
ponérselo.
En la creencia de que el Kimono era
diabólico y la causa de las muertes
de las muchachas, un sacerdote
japonés declaró que debía ser
quemado, en febrero de 1657. Pero
cuando se echó el quimono al fuego,
un súbito y violento viento comenzó a
soplar y atizó las llamas, hasta que
estuvieron fuera de control. El
subsiguiente incendio destruyó las
tres cuartas partes de Tokio y mató a
100,000 personas.