7/9/14

NANAS DE LA CEBOLLA

Fueron escritas por Miguel Hernández en 1939 cuando estaba en la cárcel como respuesta a una carta de su esposa en la que le contaba que ella y el niño únicamente se alimentaban con pan y cebolla, a falta de otros alimentos. Se las dedicó a su hijo Manuel Miguel, nacido en enero de 1939.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre su cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
(...)
Desperté de ser niño;
nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
(...)
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Miguel Hernández: fragmentos de “Nanas de la cebolla” (1939)
Imagen: “Noche de invierno” (1867), de Jean-François Millet.