22/3/14

Las leyes de la imitación

El estado social, como el hipnótico, no es sino una forma del sueño, aquí sueño de mando convertido en acción. No tener sino ideas sugeridas y creerlas espontáneas: tal es la misión del sonámbulo, y asimismo la del hombre social (...) Fue (...) necesario, al principio de cualquier sociedad antigua, un gran despliegue de autoridad ejercido por unos cuantos hombres imperiosos y positivos. ¿Acaso gobernaron esencialmente, como se dice, mediante el terror y la impostura? De ninguna manera. Dominaron por su ‘prestigio’. El ejemplo del hipnotizador nos hace comprender la profunda significación de esta palabra. Para ser creído ciegamente por el hipnotizado, el hipnotizador no precisa mentir; tampoco necesita
aterrorizar para ser obedecido pasivamente. Es prestigioso: ello lo explica todo.
Gabriel de Tarde: “Las leyes de la
imitación” (1890)