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23/6/15

Despierte el alma dormida

Jorge Luis Borges afirmó una vez que un libro no existe hasta que no da con su lector. Subrayemos el carácter individualísimo que allí se le está dando a esa relación. Es como si cada lector fuera único y responsable de la existencia de ese libro, no importa que miles de ediciones de ese mismo libro se hayan publicado a través de los siglos. La frase de Borges me sugiere, por ejemplo, que también El Quijote, El origen de las especies o La democracia en América deben dar con “su” lector, y que sólo entonces esos libros empezarán a existir en el mundo de una persona.
Se entiende que no hablo aquí de esa otra forma de existencia “consagrada” que ofrecen los catálogos bibliográficos, las antologías, la historia o los manuales de una disciplina, ni hablo de la celebridad o la fama póstuma, ni de la enorme variedad de etiquetas culturales que sirven de relleno o de barniz a nuestras habitaciones mentales. Si vamos a hablar de la relación única con un lector, hay que dejar fuera todo lo relativo a la industria o al mercado del libro. No interesa aquí el número de lectores que tiene un libro, ni el tiempo que pasa en la mesa o la vitrina de las librerías, ni los premios que gana.
Hablo de un leer que no cabe en ninguna campaña de promoción de la lectura “en general”. Más bien, se trata de tomar distancia frente a cierto consumismo cultural que invita a leer libros como quien compra cereales, vitaminas o detergentes. Se trata, también, de sospechar de antemano de todo programa que de manera abierta o encubierta atrofia la conciencia del lector con criterios pedagogizantes y/o ideologizantes.
Quiero hablar de lo que impulsa, sostiene y prolonga esa relación única entre un libro y su lector.
Una película reciente, “El lector” (The Reader ), roza este asunto; nos muestra un alma que despierta escuchando la voz que encierran los libros: Habla, Musa, de aquel hombre astuto que erró largo tiempo después de destruir el alcázar sagrado de Troya… La voz que sale del libro es la que convierte en única esa relación; esa voz es la que se hace escuchar, la que habla al alma, la que crea una relación.
¿Será casualidad que relatar y relación tengan una misma raíz?
Creo que si nos olvidamos de las diferencias de género, todos los libros, cuando dan con su lector, rompen a hablar y a contar, comienzan a relatar algo, dejando salir una voz propia que establece una relación única y distinta con cada lector.
Tanto Borges como la película El lector cuando hablan de libros hablan sobre todo de literatura, pero tengo la impresión de que todo libro verdaderamente significativo es capaz de establecer esa relación personal y única. Es decir, todo libro que vale la pena, cualquiera sea su asunto o su género, esconde una voz y contiene un relato. Lo que se queda con nosotros de los libros de filosofía o de historia, aun de ciertos manuales escolares, es el peculiar acento o entonación con que nos exponen su saber. Pero es en la literatura donde hallamos esa capacidad mayor para despertar el alma humana. Son libros cuyo saber nos expone (nos descubre) ante nosotros mismos.
Creo que a esto se refería Kafka cuando anotaba que un libro debía ser como un hacha para el mar helado que hay en nosotros. En otra parte dice de la alegría de sentir un cuchillo que le escarba el corazón.
Sólo escuchando las voces de Homero, de Mark Twain, de Shakespeare, de Chejov… notaremos en el film la fuerza y la belleza del hachazo que recibe el mar helado de quien escucha esas lecturas, y sólo así la historia de este raro “lector” cobrará un sentido distinto al que la simple anécdota biográfica le otorga.
Pero esto no es una reseña cinematográfica y el film tiene un espesor que no intentaré desplegar.
Entre paréntesis: la película “El lector” vale la pena. Se hacen pocas películas así. Por eso no me sorprendió que el director de esta película fuera Stephen Daldry y que David Hare escribiera la adaptación de la novela de Bernhard Schlink (Der Vorleser,1995 ) ya que ambos realizaron aquella otra rara y notable película sobre literatura y vida: Las horas. Pero, ya lo dije, esto no es una reseña cinematográfica. Cierro el paréntesis.
No es fácil saber qué es lo que sentimos ante una obra de arte, ni siquiera es fácil saber si sentimos algo. Creo que la mayoría de las veces ni nos enteramos, pero algo dentro de nosotros está registrando eso que sentimos sin que nuestra conciencia se de por enterada. La voz del libro, esa voz que se dirige a cada uno de nosotros a través de los siglos, a la que seguramente no comprendemos del todo, roza al mismo tiempo nuestras sensaciones y nuestra memoria: acaricia y golpea, encanta y sorprende, aviva lo vivo en nosotros…
Aunque Marcel Proust no se imagine un hacha cuando escribe, su trabajo también socava y agrieta lo evidente:
Este trabajo del artista, ese trabajo
de intentar ver bajo la materia, bajo la experiencia, bajo las palabras, algo diferente, es exactamente el trabajo inverso del que, cada minuto, cuando vivimos apartados de nosotros mismos, el amor propio, la pasión, la inteligencia y también la costumbre, realizan en nosotros cuando amontonan encima de nuestras impresiones verdaderas, para ocultárnoslas enteramente, las nomenclaturas, los fines prácticos que llamamos falsamente la vida.
El asunto no es estar alfabetizados, el asunto es escuchar lo que se abre paso dentro de nosotros desde el libro. El asunto es el alma humana.
Esas voces la despiertan:
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando
como se pasa la vida,

Y al despertar vemos el mar helado y el hacha… y comprendemos que eso de “humanizar” como que tiene dos filos.

Citas: Joge Luis Borges: “El libro”,
en: Borges Oral | Homero: La Odisea | Franz Kafka. Diarios | Marcel Proust: En busca del tiempo perdido (7.El tiempo recobrado)| Jorge Manrique: Coplas a la muerte de su padre

María Fernanda Palacios
Caracas, mayo, 2009

Fuente: prodavinci
Fotografía: Rafael Escovar León

22/6/15

El albatros

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.
Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.
Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!
El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.

Charles Baudelaire

6/5/15

Ladrones de la antigüedad - Autólico

Autólico era hijo del dios Hermes. Fue precisamente su padre quien le otorgó el poder de robar sin ser jamás sorprendido. Algo que seguramente hoy en día estaría muy cotizado en ciertos círculos. El caso es que con tal poder se dedicaba a robar a diestro y siniestro con absoluta impunidad cualquier cosa que se le pusiese a tiro. Más que nada por que podía hacerlo, ya que luego solía regalar a otros lo hurtado. Como por ejemplo el casco de cuero que Ulises luce en Troya. Autólico se lo había quitado a Amintor. A Hércules le enseña el arte de la lucha, y tampoco duda en ayudar a su nieto Jasón cuando este se embarca en busca del Vellocino de Oro. Se le apoda El Príncipe de los ladrones.
Imagen: Autolycus, cuadro de Charles Robert Leslie
Fuente: labrujulaverde

3/3/15

HEMINGWAY Y LAS PALABRAS

No es extraño que los hijos quieran parecerse a los padres, más cuando estos tienen una personalidad arrolladora y son bendecidos por el éxito; precisamente fue eso lo que parece que le ocurrió a Patrick Hemingway (1928), el segundo hijo del escritor de "El viejo y el mar", que además de convertirse en un solvente cazador y regentar durante más de diez años un negocio de safaris en África, también intentó hacer sus pinitos como escritor.
Cierto día entregó a su padre un escrito con la intención de que lo corrigiese y le aconsejase sobre el mismo. Ernest, solícito, se dedicó a la lectura del manuscrito de su hijo y cuando lo terminó solo había encontrado la necesidad de cambiar una sola palabra.
Su hijo no se tomó la rectificación muy bien y reprochó a su padre el cambio achacándolo a una falta de atención por su parte a su trabajo: "¡Sólo me has cambiado una palabra!" le dijo un tanto ofuscado, a lo que el gran Ernest Hemingway le contestó: "¡Si, pero una sola palabra es más que suficiente para dar sentido a todo un texto!"

2/2/15

Vierge moderne

No soy mujer. Soy un neutro.
Soy un niño, un paje y una osada
decisión,
soy un rayo risueño de un sol
escarlata...
Soy una red para todos los peces
golosos,
soy un brindis en honor a todas las
mujeres.
soy un paso hacia el azar y la ruina,
soy un salto en la libertad y en el
yo...
Soy el murmullo de la sangre en el
oído del hombre,
soy un escalofrío del alma, el ansia
y la negación de la carne,
soy el anuncio de nuevos paraísos.
Soy una llama inquisitiva e
intrépida,
soy agua, honda mas audaz hasta
las rodillas,
soy fuego y agua sinceramente
unidos por libre decisión.

Edith Södergran

10/12/14

CARVER, LA NARRACIÓN DESCONCERTANTE.

La literatura del estadounidense Raymond Carver (1938-1988) ha servido de inspiración y de guía para muchos autores. Su estilo ha sido enmarcado en el Realismo Sucio, junto con otros escritores ilustres como Bokowski (Factótum), Richard Ford (Canadá) o Chuck Palahniuk (El Club de la Lucha). También se reconoce en este movimiento la influencia de Salinger (El guardián entre el centeno). Su estilo seco, directo, con grandes dosis de ironía, otorga a sus narraciones un sabor ácido e inconfundible. Desconcierto, pesadumbre y crudeza sobrevuelan sus historias en las que dejan al lector un regusto duradero de reflexión e incertidumbre.

“Un hombre sin manos llamó a mi puerta para venderme una fotografía de mi casa. Si exceptuamos los ganchos cromados, era un hombre de aspecto corriente y tendría unos cincuenta años.
–¿Cómo perdió las manos? –le pregunté cuando me dijo lo que quería.
–Esa es otra historia –respondió –. ¿Quiere la foto o no?
–Pase –le invité–. Acabo de hacer café.” Visor

“¿Y nosotros nos amaremos siempre?, preguntó la chica, disfrutando enormemente de aquella conversación (él podía verlo con solo mirarla).
Siempre, dijo el chico. Y siempre estaremos juntos. Somos como los gansos canadienses, dijo él, recurriendo a la primera comparación que le vino a la cabeza, porque en aquellos días pensaba mucho en aquellos gansos. Solo se emparejan una vez. Eligen un compañero muy temprano, y siguen juntos siempre. Si uno de ellos muere, el otro nunca vuelve a emparejarse. Vivirá solo en alguna parte, o continuará viviendo en la bandada, pero seguirá sin pareja y solo entre los demás gansos. Qué destino más triste, dijo la chica. Es más triste vivir así, me parece, sin pareja y con todos los demás, que vivir solo en alguna parte.”
Principiantes

“Aquel día, temprano, el tiempo cambió y la nieve se deshizo y se volvió agua sucia. Delgados regueros de nieve derretida caían de la pequeña ventana -una ventana abierta a la altura del hombro- que daba al traspatio. Por la calle pasaban coches salpicando. Estaba oscureciendo. Pero también oscurecía dentro de la casa.” Mecánica popular

Imagen: Raymond Carver, fotografiado por Bob Adelman

DIARIO - ALEJANDRA PIZARNIK

Domingo 2 de Febrero de 1958

Soledad y silencio. He pensado en la felicidad de dedicarme enteramente a la literatura, sin otros cuidados sino escribir y estudiar. Es necesario recuperar el tiempo perdido. Sé que esta felicidad está a mi alcance y que no depende de mi voluntad, pues entonces ya no sería felicidad sino solamente trabajo. Sólo necesito creer con todo mi ser, creer obsesiva y lúcidamente. Y también olvidarme de todos. Pero sobre todo continuar sosteniéndome en la durísima tarea de no pensar en «el amor imposible», causa de todos mis males. Esto es lo más difícil. Y particularmente para mí, que no me llegan compensaciones externas que pudieran impulsarme a sustituir al objeto amado. Pero sé que mi única posibilidad de salvación consiste en aceptar con naturalidad esta
carencia afectiva. Mi única posibilidad de salvación, sí.
Ahora comprendo absolutamente que jamás mi amor se verá
correspondido, que hasta hoy me sustentaba alguna esperanza absurda e infantil, sin fundamento alguno en la realidad. Pero hoy, recordando el ayer, recobrando palabras y sucesos que dormían debajo de mi memoria he tomado conciencia de la futilidad de mi espera. Ahora bien, resta la locura o la muerte, porque yo comprendo que sólo por mi amor vivo, que sólo él me enlaza a la vida. Y tal vez no quisiera que fuese así, si bien reconozco que a ello debo mis horas más intensas, más fecundas emocionalmente, las que no poco hicieron por mis poemas. A mi amor debo casi todos mis estados de exaltación. Pero también es útil saber que el hombre que los produjo es absolutamente «inocente» de mis procesos, que su actitud fue siempre pasiva, que, en suma, no tiene «culpa» alguna de lo que me
acontece, así como el desierto no es culpable de los que mueren sedientos. De cualquier modo, comprendo que es necesario estrangular todo atisbo de esperanza y aceptar la idea de que jamás seré amada por la persona que he elegido. Podría agregar que no la he elegido sino que me ha sido impuesta, podría repetir los viejos argumentos científicos respecto de los orígenes de mi sentimiento amoroso. Pero es como en la poesía. Palabras, palabras… El amor es otra cosa. Y no me importa que maltraten el mío ni que lo castiguen con la indiferencia más extrema. Yo sé que es real, yo sé que existe y me duele más que mi vida, o igual, porque es mi vida. Lo mismo que la poesía. ¿En que la desmedra el análisis o la disección? Está, y es lo único importante. Pero ahora, sobre materiales rotos y roídos, entre el caos y la angustia, trataré de reconstruirme. Sobre tanto dolor, sobre tantas ganas de morir y de no sufrir más el peso de este amor, he de reconstruirme. Con humildad y
silencio.
Este yacer anegada en mí misma, este no perderme jamás de vista — aun en la enajenación— ¿a qué
obedece? A que no encuentro nada que sea más importante que yo. Sólo me entero de las cosas cuando me golpean. Así, gracias al silencio de Orestes, he pensado por vez primera en él. Cosa que jamás hice cuando deliraba de amor por mí. Esta manera de ser me hace perder y ganar. Perder en cuanto a que me encadena, me impide enfrentar el mundo, y más aún, me deja a merced del mundo. Pero, por otra parte, en el reverso del mundo, donde yo estoy, se ven muchas cosas vedadas para los otros. A propósito de mi incomunicación estuve pensando en la posibilidad de enloquecer, posibilidad que me
aterroriza. Pero estoy demasiado cansada como para inquietarme «activamente». Pensándolo bien, ¿no será demasiado tarde para reconstruirme? ¿No habré perdido definitivamente?

18/11/14

Preguntas

¡Escríbeme qué llevas puesto! ¿Es cálido?
¡Escríbeme en qué duermes! ¿Es también blando?
¡Escríbeme qué aspecto tienes! ¿Sigue siendo el mismo?
¡Escríbeme qué echas de menos! ¿Mi brazo?
¡Escríbeme cómo te va! ¿Te respetan?
¡Escríbeme qué andan haciendo! ¿Tienes bastante valor?
¡Escríbeme qué haces tú! ¿Sigue siendo bueno?
¡Escríbeme en qué piensas! ¿En mí?
¡La verdad es que sólo tengo preguntas para ti!
¡Y espero con ansiedad la respuesta!
Cuando tú estás cansada, nada puedo llevarte.
Si pasas hambre, no puedo darte de comer.
Así que estoy como fuera del mundo,
perdido, como si te hubiese olvidado.

Bertolt Brecht

Imagen: Dans le blue - Amelie Beaury Saurel (1848-1924)

17/11/14

No te enojes conmigo, Odiseo

«No te enojes conmigo, Odiseo, que en lo demás eres más sensato que el resto de los hombres. Los dioses nos han enviado el infortunio, ellos, que envidiaban que gozáramos de la juventud y llegáramos al umbral de la vejez uno al lado del otro. Por esto no te irrites ahora conmigo ni te enojes porque al principio, nada más verse, no te acogiera con amor. Pues continuamente mi corazón se estremecía dentro del pecho por temor a que alguno de los mortales se acercase a mí y me engañara con sus palabras, pues muchos conciben proyectos malvados para su provecho... Pero ahora que me has manifestado claramente las señales de nuestro lecho, que ningún otro mortal había visto sino sólo tú y yo...
ya tienes convencido a mi corazón»

Capítulo XXIII
Odisea
Imagen: Eduardo García Benito, Paris. 1939

4/11/14

Poema 12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se
iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se
disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se
menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se
estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se
entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se
acribillan,
se remachan, se injertan, se
atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se
enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se
asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden, y se entregan.

Oliverio Girondo (Buenos Aires
1891-1967): “Poema 12”

Imagen de  Ben Lamberty

31/10/14

AUGUSTO MONTERROSO, EL DINOSAURIO Y LA FE

El escritor guatemalteco Augusto Monterroso (1921-2003) es recordado habitualmente por "El dinosaurio", un microrrelato que con el tiempo se haría muy famoso. El cuento, brevísimo, contaba:

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"

Nuestra imaginación debía de poner el antes y el después de esta historia mínima. El caso es que en una entrevista, Monterroso contaba acerca de este cuento suyo:

«Pienso que, quizá, me ha traído suerte. "El dinosaurio" está rodeado de anécdotas. Una de ellas narra la ocasión en que un amigo me presentó a una señora:
-"¿Conoce usted a Augusto Monterroso?, le preguntó
- "Si, lo he leído", contestó ella esbozando una sonrisa
-"¿Y qué le parece el cuento de "El dinosaurio"? volvió a preguntar el amigo.
- "Ese es uno de los que más me gustan…, pero apenas voy por la mitad" sentenció la señora con gesto inteligente.»

Les dejo otro cuento de este genial autor que hacía un arte de la máxima de Baltasar Gracián, aquella de "Lo bueno ,si breve, dos veces bueno"

La fe y las montañas:

"Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios. Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía. La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio. Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe."

MODIANO

"Por desgracia, nos controlan las  lecturas. En 1962, me expulsarán unos días por haber leído El trigo en ciernes. Gracias a mi profesor de francés, el padre Accambray, obtendré un permiso "especial" para leer Madame Bovary, que tienen prohibido los demás alumnos. He conservado ese ejemplar del libro, en el que pone: "Visto bueno. Clase de quinto", con la firma del canónigo Janin, el director del colegio. El padre Accambray me aconsejó una novela de Mauriac, Los caminos del mar, que me gustó mucho, sobre todo el final, tanto que todavía hoy recuerdo la última frase: "... como en las madrigueras negras de antaño"

Fragmento de "Un pedigrí" - 2004
Patrick Modiano

27/9/14

Renacer

내생

서운산 숲 속에 들어왔다 비로소 내 집이다
긴 숨을 내쉬었다
그늘이 그늘 위에 쌓여 있다
가지고 온
몇 줄기 취한 불빛을 놓아주었다 밤이 왔다
어느 나라에서나 자유는 늘 끝에 있었다
백 년의 허접쓰레기들도
하나 둘 놓아주었다
아침에는
빈 거미줄에 이슬들이 대롱거렸다
세상에는 타율이 너무 많았고 상상이 자꾸 줄어들었다
숲 밖의 바람 일부분이
숲 속으로 머리 숙여 들어왔다
때깔나무 잎새들이 지저귄다
돌이켜 보면
오래전부터 나는 문맹자의 자손이었다
어쩌다가
어쩌다가
벗어날 수 없는 교착어의 문자지옥에 갇혀 버렸다
내생에는 땅속 깊숙이
무슨 나무의 뿌리 한 가지이리라
말 없는 홀어미의 송장과
몇몇 고아의 가마니 덮인 새 송장 아래에서

Renacer

Encontré mi hogar al entrar
en el bosque del monte Seoun.
Exhalé un profundo suspiro.
Sombras sobre sombras se apilaban.
Al soltar
unos rayos titilantes que traía, anocheció.
En cada país la libertad siempre era lo último.
Una a una también
solté la basura de cien años.
La mañana siguiente,
gotas de rocío pendían de telarañas vacías.
Se acortaba la imaginación
con tantos órdenes en el mundo.
Una parte del viento de fuera
se agacha para entrar en el bosque,
haciendo trinar las hojas del árbol.
En retrospectiva,
soy descendiente de iletrados ancestrales.
De casualidad,
de casualidad
quedé atrapado en el ineludible infierno
hecho de letras de una lengua aglutinante.
Al renacer seré una rama de la raíz de un árbol
enterrada profundamente
bajo el cadáver mudo de una viuda
y los cadáveres frescos de unos huérfanos cubiertos con paja.

KO UN

18/9/14

LA INMORTALIDAD por Jorge Luis Borges

..."Nuestro yo es lo menos importante para nosotros. Qué significa sentirnos yo? En que pueda diferir que yo me sienta Borges de que ustedes se sientan A. B. o C? En nada, absolutamente. Ese yo es lo que compartimos, es lo que está presente, de una forma o de otra, en todas las criaturas. Entonces podríamos decir que la inmortalidad es necesaria, no la personal pero sí esa otra inmortalidad. Por ejemplo cada vez que alguien quiere a un enemigo, aparece la inmortalidad de Cristo. En ese momento el es Cristo. Cada vez que repetimos un verso de Dante o de Shakespeare, somos, de algún modo, aquel instante en que Dante o Shakespeare crearon ese verso. En fin, la inmortalidad está en la memoria de los otros y en la obra que dejamos. Qué puede importar que esa obra sea olvidada? Yo he dedicado estos últimos veinte años a la poesía anglosajona, sé muchos poemas anglosajones de memoria. Lo único que no sé es el nombre de los poetas. ¿Pero qué importa eso? ¿Qué importa si yo, al repetir poemas del siglo IX estoy sintiendo algo que alguien sintió en ese siglo? Él está viviendo en mi en ese momento que yo no soy ese muerto. Cada uno de nosotros es, de algún modo, todos los hombres que han muerto antes. No sólo los de nuestra sangre. Desde luego heredamos cosas de nuestra sangre. Yo sé - mi madre me lo dijo-que cada vez que repito versos ingleses, los repito con la voz de mi padre. (Mi padre murió en 1938 cuando se dio muerte Lugones) Cuando yo repito versos de Schiller mi padre está viviendo en mi Las otras personas que me han oído a mí, vivirán mi voz que es un reflejo de su voz que fue, quizás un reflejo de la voz de sus mayores. ¿Qué podemos saber nosotros? Es decir podes crear en la inmortalidad. Cada uno de nosotros colabora, de un modo u otro en este mundo. Cada uno de nosotros quiere que este mundo sea mejor, y si el mundo realmente mejora, eterna esperanza; si la patria se salva (¿por qué no habría de salvarse la patria?) nosotros seremos inmortales en esa salvación no importa que se sepan nuestros nombres o no. Eso es lo mínimo, lo importante es la inmortalidad. Esa inmortalidad que se logra en la obras, en la memoria que uno deja en los otros. Esa memoria puede ser nimia. Puede ser una frase cualquiera. Por ejemplo: “Fulano de tal, más vale perderlo que encontrarlo” Y no se quien inventó esa frase pero cada vez que la repito soy ese hombre. Qué importa que ese modesto compadrito haya muerto, si vive en mí y en cada uno que repita esa frase. Lo mismo puede decirse de la música y del lenguaje. El lenguaje es una creación viene a ser una especie de inmortalidad. Yo estoy usando la lengua castellana. ¿Cuántos muertos castellanos están viviendo en mí? No importa mi opinión, ni mi juicio; no importan los nombres del pasado si continuamente estamos ayudando al porvenir del mundo, a la inmortalidad, a nuestra inmortalidad. Esa inmortalidad no tiene porque ser personal, puede prescindir del accidente de nombres y apellidos puede prescindir de nuestra memoria. ¿Para qué suponer que vamos a seguir en otra vida con nuestra memoria, como si yo siguiera pensando toda mi vida en mi infancia, en Palermo, en Adrogué o en Montevideo? ¿Por qué estar siempre volviendo a eso? Es un recurso literario; yo puedo olvidar todo eso y seguiré siendo, y todo eso vivirá en mí aunque yo no lo nombre. Quizá lo más importante es lo que no recordamos de un modo preciso, quizá lo más importante lo recordaremos de un modo inconsciente.
Para concluir diré que creo en la inmortalidad: no en la inmortalidad personal, pero si en la cósmica. Seguiremos siendo inmortales; más allá de nuestra muerte corporal queda nuestra memoria, y más allá de nuestra memoria quedan nuestros actos, nuestros hechos, nuestras actitudes, toda esa maravillosa parte de la historia universal aunque no lo sepamos y es mejor que no lo sepamos..."

10/12/13

Una mujer que se ganó a sus enemigos con poesía

Hace aproximadamente 4.300 años,
durante el primer imperio conocido
de la historia (el acadio), nació una
niña que revolucionaría a toda una
cultura… Enheduanna de Akhad. Era
hija del fundador del imperio, Sargón
de Akhad, pero la inmortalidad no
llegó a ella por el hecho de ser
princesa.
Su padre la hizo nombrar Entu del
recinto sagrado de Ur. Ese recinto era
uno de los más importantes de
Sumeria, algo así como la Meca o la
Roma de la época, y su cargo
equivalía a lo que hoy
consideraríamos como una especie de
papisa, ya que era la reencarnación
mortal de la diosa Ningal. A los
sumerios no les importaba lo más
mínimo que una mujer ocupara un
alto cargo sacerdotal, muy al
contrario. Se sentían orgullosos de
que las mujeres representaran a los
dioses y se burlaban de los pueblos
que no lo consentían. Lo único que
debió resultarles molesto fue que la
chiquilla apenas debía rondar los 15
años al ocupar el cargo y, por
supuesto, que era acadia (los acadios
habían conquistado a los sumerios y,
lógicamente, no eran muy queridos).
No todo fue un camino de rosas,
pues el acadio era un imperio
convulso e inestable. Su hermano
Rimush, que había sucedido a
Sargón, muere asesinado al ser
golpeado en la cabeza con un sello
de piedra. Su otro hermano,
Manishtusu, murió también en otro
golpe de Estado. Nada más subir al
trono su sobrino Naram-Sin, toda
Sumeria se rebela y el imperio se
reduce a la capital. El gobernador de
Ur, Lugalanne, aprovecha la ocasión
para expulsar a Enheduanna de Ur y
se autoproclama rey de Ur y Uruk.
Naram-Sin recuperó el imperio tras
cinco años de una sangrienta guerra
civil y Enheduanna fue repuesta en
su anterior cargo.
Pero ella no había estado cruzada de
brazos. Mientras el mundo se debatía
en una terrible guerra, Enheduanna
se dedicaba a escribir poemas
religiosos. Y estamos, de hecho, ante
el primer caso de la historia en que
un autor firma una obra con su
nombre y la convierte en inmortal.
Varios de los poemas, conocidos como
Los Himnos de los Templos,
implicaban una revolución en la
religión sumeria, al introducir
elementos acadios en el panteón y la
mitología de los dos ríos. Los dioses,
que antes de Enheduanna eran
representaciones de la naturaleza,
pasan después de ella a convertirse
en pasiones humanas. Los viejos
dioses que representaban al sol o al
viento, comienzan a ser sustituidos
en lo alto del panteón por otros,
como la diosa Ishtar, que
personifican el amor o el sexo.
Enheduanna es pues, también, el
primer teólogo y reformador religioso
conocido de la historia.
Y de esa devoción que Enheduanna
tuvo hacia la diosa Ishtar (diosa del
sexo, de la guerra, y protectora de las
prostitutas y de la corona), surgieron
sus dos obras más importantes: “El
Descenso de Ishtar al Infierno”, una
de las obras más importantes de la
literatura sumeria, y “La Exaltación de
Ishtar”, poema donde, de forma
pionera para la época, la autora
incluye en la narración elementos
autobiográficos.
Al principio de la III Dinastía de Ur,
unos 140 años después de su muerte,
Enheduanna ya era semideificada.
Una mujer acadia se acababa de
ganar el amor y el recuerdo de un
pueblo, el sumerio, que
anteriormente había odiado a su
propia familia. Su sistema teológico
triunfó y fue aceptado por todos, y en
la época babilónica, unos 1500 años
más tarde, su obra literaria seguía
siendo aclamada y recordada.

23/10/13

Pliego de cordel

Se denomina pliego de cordel a varias
cosas diferentes pero relacionadas
entre sí:
Un artículo impreso, el pliego suelto,
que vendían los ciegos cantores
desde los primeros tiempos de la
imprenta en el siglo XV, en el Siglo de
Oro y en el siglo XVIII y XIX. Véase
romances de ciego.
Un género literario, denominado más
apropiadamente Literatura de cordel.
Las hojas impresas se mostraban
sujetas por pinzas en cordeles para
que el comprador pudiera elegir.
Tienda de "romanços" junto al
convento de San Agustín (Barrio de la
Ribera, Barcelona) según el grabado
en un sainete publicado en 1850.
Se le llamaba pliego de cordel porque
las hojas de papel estaban atadas a
un cordel o caña, formando un
cuadernillo de pocas hojas destinado
a propagar textos presuntamente
"literarios" para el gran público, de
temática histórica, lírica, religiosa o
de otra cualquier índole, pero de
interés mayoritario para la gran masa
del público lector. Su extensión
variaba en función del tema
propuesto; Antonio Rodríguez
Moñino, quizá el mayor experto en la
materia, consideraba que su
extensión iba de una a las treinta y
dos planas (cuadernillos de ocho,
dieciséis o treinta y dos páginas), a
fin de que no fuese confundido con
el llamado folleto. María Cruz García
de Enterría, por el contrario, estimaba
que debía contar entre una y
dieciséis hojas. En todo caso su
precio era barato por su corta
extensión, comparada con, por
ejemplo, los gigantescos libros de
caballerías, y por eso llegaba a un
abanico de público lector mucho más
amplio y variado que el resto de la
producción impresa, de carácter más
voluminoso. Se solía divulgar en las
ferias y algunos los coleccionaban,
para luego encuadernar sus
colecciones formando los llamados
Cancioneros.
Como género literario su calidad
estética es muchas veces discutible,
porque presentaba las características
formales y temáticas propias de la
literatura popular de consumo masivo
y fungible, presentando amplias
ilustraciones grabadas y abundante
sensacionalismo. Su valor sociológico
es, sin embargo, evidente, y tuvo
importancia como uno de los medios
más frecuentes de difusión de la
lírica "cancioneril" y del Romancero
del Pre-renacimiento, así como de la
lírica germanesca y las narraciones de
aventuras.

4/6/13

El médico que inspiro Sherlock Holmes

El doctor Joseph Bell House (1837-1911) fue profesor de medicina del futuro gran novelista Arthur Conan Doyle (1859-1930) en la enfermería Real de Edimburgo. Este se quedo impresionado con su profesor, no solo por sus conocimientos médicos, sino también por sus increíbles y sagaces habilidades para la deducción: tras un breve vistazo a los pacientes, era capaz de deducir multitud de circunstancias de su vida. Años después, Conan Doyle admitiría haber utilizado la figura de su antiguo profesor para crear la genial personalidad de su personaje más célebre,

(Por cierto una curiosidad, el segundo apellido del médico era “House”, lo que establece un curioso paralelismo con la serie de televisión “House”, que versa sobre un doctor con un carácter e ingenio más que parecido a Sherlock Holmes…)

Entre las aventuras detectivescas de este señor Bell se cuenta, por ejemplo, que descubrió el asesinato de una mujer que su marido trataba de hacer pasar como un accidente domestico. En efecto, parece ser que una noche de 1877, el tipo suministró a su esposa, que acababa de firmar un seguro de vida por 5.000 libras, un letal vaso de limonada con opio solido. A la mañana siguiente, simuló un escape de gas en la habitación de su esposa para que pareciese que esa había sido la causa de la muerte.

El doctor Bell encontró un rastro de saliva en la almohada de la señora, que permitió demostrar que la limonada contenía el veneno, y que, por lo tanto, se tratada de un asesinato.

“Elemental, querido Conan”, debió decir…

Mas info y fuentes aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Sherlock_Holmes, aquí: http://www.sherlock-holmes.es/archivo/?ir=enciclopedia&entry=6 y aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Bell y aquí: http://www.taringa.net/posts/info/3394862/El-verdadero-Dr-House_.html.

4/5/13

Kafka en la orilla

"A veces, el destino se parece a una
pequeña tempestad de arena que
cambia de dirección sin cesar. Tú
cambias de rumbo intentando
evitarla. Y entonces la tormenta
también cambia de dirección,
siguiéndote a ti. Tú vuelves a
cambiar de rumbo. Y la tormenta
vuelve a cambiar de dirección,
como antes. Y esto se repite una y
otra vez. Como una danza macabra
con la Muerte antes del amanecer. Y
la razón es que la tormenta no es
algo que venga de lejos y que no
guarde relación contigo. Esta
tormenta, en definitiva, eres tú. Es
algo que se encuentra en tu interior.
Lo único que puedes hacer es
resignarte, meterte en ella de
cabeza, taparte con fuerza los ojos y
las orejas para que no se te llenen
de arena e ir atravesándola paso a
paso. Y en su interior no hay sol, ni
luna, ni dirección, a veces ni
siquiera existe el tiempo. Allí sólo
hay una arena blanca y fina, como
polvo de huesos, danzando en lo
alto del cielo. Imagínate una
tormenta como ésta.
Y cuando la tormenta de arena haya
pasado, tú no comprenderás cómo
has logrado cruzarla con vida. ¡No!
Ni siquiera estarás seguro de que la
tormenta haya cesado de verdad.
Pero una cosa sí quedará clara. Y es
que la persona que surja de la
tormenta no será la misma persona
que penetró en ella. Y ahí estriba el
significado de la tormenta de
arena."

HARUKI MURAKAMI (1949/----,
Kioto - Japon). Párrafo de "Kafka en la orilla" (2006)

8/3/13

LA PROSTITUTA QUE INSPIRÓ A SHAKESPEARE

En el universo lleno de dudas que
rodea a Shakespeare, el penúltimo
enigma llega de los sonetos del
autor. El personaje de ‘Dark Lady’,
una irresistible dama casada, de tez
y pelo oscuro, objeto de deseo del
autor ha fascinado a los lectores
desde hace siglos.
El profesor Duncan Salkeld asegura
haber encontrado documentos que
podrían probar que Dark Lady fue
en realidad una madame y
prostituta conocida llamada "Lucy
Negro" o"Black Luce".

24/6/12

GEORGE ORWELL.- REBELIÓN EN LA GRANJA

»Días después, cuando ya había
desaparecido el terror producido por
las ejecuciones, algunos animales
recordaron --o creyeron recordar-- que
el sexto mandamiento decretaba:
"Ningún animal matará a otro animal".
Y aunque nadie quiso mencionarlo al
oído de los cerdos o de los perros, se
tenía la sensación de que las matanzas
que habían tenido lugar no
concordaban con aquello. Clover pidió
a Benjamín que le leyera el sexto
mandamiento, y cuando Benjamín,
como de costumbre, dijo que se
negaba a entrometerse en esos
asuntos, ella instó a Muriel a que lo
hiciera. Muriel le leyó el mandamiento.
Decía así:
"Ningún animal matará a otro animal
sin motivo".
Por una razón u otra, las dos últimas
palabras se les habían ido de la
memoria a los animales. Pero
comprobaron que el mandamiento no
fue violado; porque, evidentemente,
hubo motivo sobrado para matar a los
traidores que se coaligaron con
Snowball. "
“Mientras Clover miraba barranca
abajo, se le llenaron los ojos de
lágrimas. Si ella pudiera expresar sus
pensamientos, hubiera sido para decir
que a eso no era a lo que aspiraban
cuando emprendieron, años atrás, el
derrocamiento de la raza humana.
Aquellas escenas de terror y matanza
no eran lo que ellos soñaron aquella
noche cuando el Viejo Mayor, por
primera vez, los incitó a rebelarse. Si
ella misma hubiera concebido un
cuadro del futuro, sería el de una
sociedad de animales liberados del
hambre y del látigo, todos iguales,
cada uno trabajando de acuerdo con
su capacidad, el fuerte protegiendo al
débil, como ella protegiera con su pata
delantera a aquellos patitos perdidos
la noche del discurso de Mayor.
En su lugar -ella no sabía por qué-
habían llegado a un estado tal en el
que nadie se atrevía a decir lo que
pensaba, en el que perros feroces y
gruñones merodeaban por doquier y
donde uno tenía que ver cómo sus
camaradas eran despedazados
después de confesarse autores de
crímenes horribles. No había intención
de rebeldía o desobediencia en su
mente. Ella sabía que, aún tal y como
se presentaban las cosas, estaban
mucho mejor que en los días de Jones
y que, ante todo, era necesario evitar
el regreso de los seres humanos.
Sucediera lo que sucediera
permanecería leal, trabajaría fuerte,
cumpliría las órdenes que le dieran y
aceptaría las directrices de Napoleón.
Pero aún así, no era eso lo que ella y
los demás animales añoraran y para lo
que trabajaran tanto. No, para eso ni
construyeron el molino, ni hicieron
frente a las balas de Jones. Tales eran
sus pensamientos, aunque le faltaban
palabras para expresados.”