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23/6/15

Despierte el alma dormida

Jorge Luis Borges afirmó una vez que un libro no existe hasta que no da con su lector. Subrayemos el carácter individualísimo que allí se le está dando a esa relación. Es como si cada lector fuera único y responsable de la existencia de ese libro, no importa que miles de ediciones de ese mismo libro se hayan publicado a través de los siglos. La frase de Borges me sugiere, por ejemplo, que también El Quijote, El origen de las especies o La democracia en América deben dar con “su” lector, y que sólo entonces esos libros empezarán a existir en el mundo de una persona.
Se entiende que no hablo aquí de esa otra forma de existencia “consagrada” que ofrecen los catálogos bibliográficos, las antologías, la historia o los manuales de una disciplina, ni hablo de la celebridad o la fama póstuma, ni de la enorme variedad de etiquetas culturales que sirven de relleno o de barniz a nuestras habitaciones mentales. Si vamos a hablar de la relación única con un lector, hay que dejar fuera todo lo relativo a la industria o al mercado del libro. No interesa aquí el número de lectores que tiene un libro, ni el tiempo que pasa en la mesa o la vitrina de las librerías, ni los premios que gana.
Hablo de un leer que no cabe en ninguna campaña de promoción de la lectura “en general”. Más bien, se trata de tomar distancia frente a cierto consumismo cultural que invita a leer libros como quien compra cereales, vitaminas o detergentes. Se trata, también, de sospechar de antemano de todo programa que de manera abierta o encubierta atrofia la conciencia del lector con criterios pedagogizantes y/o ideologizantes.
Quiero hablar de lo que impulsa, sostiene y prolonga esa relación única entre un libro y su lector.
Una película reciente, “El lector” (The Reader ), roza este asunto; nos muestra un alma que despierta escuchando la voz que encierran los libros: Habla, Musa, de aquel hombre astuto que erró largo tiempo después de destruir el alcázar sagrado de Troya… La voz que sale del libro es la que convierte en única esa relación; esa voz es la que se hace escuchar, la que habla al alma, la que crea una relación.
¿Será casualidad que relatar y relación tengan una misma raíz?
Creo que si nos olvidamos de las diferencias de género, todos los libros, cuando dan con su lector, rompen a hablar y a contar, comienzan a relatar algo, dejando salir una voz propia que establece una relación única y distinta con cada lector.
Tanto Borges como la película El lector cuando hablan de libros hablan sobre todo de literatura, pero tengo la impresión de que todo libro verdaderamente significativo es capaz de establecer esa relación personal y única. Es decir, todo libro que vale la pena, cualquiera sea su asunto o su género, esconde una voz y contiene un relato. Lo que se queda con nosotros de los libros de filosofía o de historia, aun de ciertos manuales escolares, es el peculiar acento o entonación con que nos exponen su saber. Pero es en la literatura donde hallamos esa capacidad mayor para despertar el alma humana. Son libros cuyo saber nos expone (nos descubre) ante nosotros mismos.
Creo que a esto se refería Kafka cuando anotaba que un libro debía ser como un hacha para el mar helado que hay en nosotros. En otra parte dice de la alegría de sentir un cuchillo que le escarba el corazón.
Sólo escuchando las voces de Homero, de Mark Twain, de Shakespeare, de Chejov… notaremos en el film la fuerza y la belleza del hachazo que recibe el mar helado de quien escucha esas lecturas, y sólo así la historia de este raro “lector” cobrará un sentido distinto al que la simple anécdota biográfica le otorga.
Pero esto no es una reseña cinematográfica y el film tiene un espesor que no intentaré desplegar.
Entre paréntesis: la película “El lector” vale la pena. Se hacen pocas películas así. Por eso no me sorprendió que el director de esta película fuera Stephen Daldry y que David Hare escribiera la adaptación de la novela de Bernhard Schlink (Der Vorleser,1995 ) ya que ambos realizaron aquella otra rara y notable película sobre literatura y vida: Las horas. Pero, ya lo dije, esto no es una reseña cinematográfica. Cierro el paréntesis.
No es fácil saber qué es lo que sentimos ante una obra de arte, ni siquiera es fácil saber si sentimos algo. Creo que la mayoría de las veces ni nos enteramos, pero algo dentro de nosotros está registrando eso que sentimos sin que nuestra conciencia se de por enterada. La voz del libro, esa voz que se dirige a cada uno de nosotros a través de los siglos, a la que seguramente no comprendemos del todo, roza al mismo tiempo nuestras sensaciones y nuestra memoria: acaricia y golpea, encanta y sorprende, aviva lo vivo en nosotros…
Aunque Marcel Proust no se imagine un hacha cuando escribe, su trabajo también socava y agrieta lo evidente:
Este trabajo del artista, ese trabajo
de intentar ver bajo la materia, bajo la experiencia, bajo las palabras, algo diferente, es exactamente el trabajo inverso del que, cada minuto, cuando vivimos apartados de nosotros mismos, el amor propio, la pasión, la inteligencia y también la costumbre, realizan en nosotros cuando amontonan encima de nuestras impresiones verdaderas, para ocultárnoslas enteramente, las nomenclaturas, los fines prácticos que llamamos falsamente la vida.
El asunto no es estar alfabetizados, el asunto es escuchar lo que se abre paso dentro de nosotros desde el libro. El asunto es el alma humana.
Esas voces la despiertan:
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando
como se pasa la vida,

Y al despertar vemos el mar helado y el hacha… y comprendemos que eso de “humanizar” como que tiene dos filos.

Citas: Joge Luis Borges: “El libro”,
en: Borges Oral | Homero: La Odisea | Franz Kafka. Diarios | Marcel Proust: En busca del tiempo perdido (7.El tiempo recobrado)| Jorge Manrique: Coplas a la muerte de su padre

María Fernanda Palacios
Caracas, mayo, 2009

Fuente: prodavinci
Fotografía: Rafael Escovar León

1/1/14

LOS LIBROS VIAJEROS DE CORTÁZAR

Cortázar llenaba sus libros de notas y
comentarios, a lápiz, y con pluma, y
con rotulador y con cualquier cosa
que tuviera a mano. Anotaba en
francés, inglés o castellano,
dependiendo del idioma en que
estuviera leyendo, no como Mallarmé
cuyos libros, decía, sólo hablaban
francés.
Me contaron de Cortázar una historia
fantástica; la de esa biblioteca
deshojada, volandera, en Italia.
Viajaba con su mujer, Aurora, a
mediados de los años cincuenta, en
tren, y para no cargar con un
equipaje innecesario, acostumbraban
a comprar libros en las librerías de
las estaciones, para los trayectos.
Compraban un título que leían
juntos, en general primero Julio que,
cuando terminaba una página, la
arrancaba y se la pasaba a Aurora,
sentada a su lado, que cuando
acababa de leerla la arrojaba por la
ventanilla.
De modo que habrá en alguna parte
una biblioteca perdida de Cortázar,
una biblioteca secreta. Tal vez para
encontrarla sea preciso seguir las vías
férreas por toda Italia, de norte a sur
y de este a oeste, recogiendo las
páginas que Aurora y Julio, Julio y
Aurora arrojaban al tren.

Jesús Marchamalo, Tocar los libros,
Centro Superior de Investigaciones
Científicas, 2008, pág. 63

19/9/13

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Philip K. Dick

Una de las mejores novelas de Philip
K. Dick, y sin duda la más leída, esta
obra es una alucinante pesadilla
tecnológica, cuyo tema principal es el
impreciso límite entre lo natural y lo
artificial. En un mundo devastado,
lleno de restos tecnológicos y bloques
de apartamento vacíos, Rick Deckard
es un cazador mercenario cuya tarea
consiste en retirar de la circulación a
los androides rebeldes, profesión que
es causa también de no pocos
problemas con su esposa. Sin
embargo, los nuevos Nexus-6 son
androides con características
especiales, casi humanos, lo que
dificulta notablemente su labor y
puede llevarle a enfrentarse a
problemas que es incapaz de
imaginar siquiera. En esta espléndida
novela se basó Ridley Scott para su
película Blade Runner, un hito en el
género de la ciencia ficción que
recrea con lógica implacable algunas
de las características del mundo de
nuestros días y plantea una serie de
temas de plena actualidad.
Fuente: Lecturalia

28/2/13

EN EL MOMENTO JUSTO, EN EL LUGAR PRECISO…

Uno de los cuentos de Asimov
(Anochecer, 1941) plantea una
visión del Universo por los
habitantes del planeta Lagash, el
cual está ubicado en un sistema de
6 estrellas, de tal manera que
siempre hay alguna sobre el
horizonte y no existe la noche.
Más allá de cómo se desarrolla la
historia en el cuento, es interesante
ponerse a pensar que la humanidad
se ha desarrollado en este planeta,
en un lugar adecuado para poder
observar el Universo, en una época
propicia en la que podemos
observar inclusive el universo
lejano.
Si la Tierra fuese un planeta que
orbita a una estrella en un cúmulo
globular, tal como Omega Centauri
por ejemplo, muy probablemente
viviríamos en las condiciones del
cuento de Asimov: el único universo
observable serían las estrellas
cercanas que iluminarían tanto que
nunca conoceríamos el cielo
nocturno, desconoceríamos la
existencia de otros miles de
millones de estrellas, y más aún, de
los miles de millones de galaxias
¿Cuáles habrían sido las teorías del
origen de ese pequeño universo?
¿Creeríamos que somos
privilegiados por albergar vida en
ese universo desprovisto de
opciones?
O una civilización que se
desarrollara dentro de unos miles
de millones de años, cuando el
Universo siga expandiéndose y
envejeciendo, sólo podría ver las
pocas estrellas sobrevivientes de su
propia galaxia. El Universo será un
lugar frío y oscuro, y la gran
variedad de objetos que hoy
observamos habrán de desaparecer
de nuestra vista. ¿Nos sentiríamos
solitarios en la inmensa oscuridad?
¿No son buenas excusas para salir a
observar el cielo esta noche desde
este lugar preciso en este momento
justo?
Extraído de OAC.

15/2/13

Sr Dios soy Anna

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Es fácil darse cuenta de la
diferencia que hay entre un
ángel y una persona. La mayor
parte de un ángel está por
dentro y la mayor parte de una
persona está por fuera.

Una noche Fynn encuentra a una
niñita de 5 años que no quiere
volver a su casa. Se la lleva a
vivir con él, y comienza para
ambos una aventura en la que
Anna suele ser la maestra, y el
muchacho el desconcertado
discípulo. Juntos descubren la
vida y la serie de posibilidades
insospechadas que puede ofrecer
a quienes sepan mirarla con
nuevos ojos.
Anna es una niña normal y
traviesa, pero también tiene el
material del que están hechos los
seres excepcionales. Detrás de su
esmirriada figura se oculta una
mística, una filósofa, una
matemática, una socióloga y una
antropóloga. Lo más importante
para ella es el «querido señor
Dios», centro de todo su
universo. Pero su Dios no tiene
nada que ver con el que
presentan las Iglesias ni con
ningún concepto tradicional. Lo
importante para ella no es saber
las cosas sobre Dios, sino hacerse
lo más parecida a Él que sea
posible, y para lograrlo recorre
junto a su amigo Fynn los más
insospechados caminos.
Junto a ellos el lector descubrirá
un mundo fascinante en el que 2
+ 3 no siempre son 5; en el que 2
no es otra cosa que un 5 visto al
revés; en el que un espejo
muestra la parte de afuera de las
cosas, lo que a menudo nada
tiene que ver con la realidad de
lo que personas y objetos son de
verdad; en el que todo puede
simplificarse hasta convertirse en
un punto; en el que se demuestra
que la sombra es más rápida que
la luz; en el que sólo se conoce
algo o a alguien aprendiendo a
reconocer lo que tiene en «su
centro»; en el que lo único
verdaderamente importante es
aprender a amar.
Anna puede desarmar a
cualquiera con sus interminables
preguntas. Y conocerla significa
tener que volver a plantearse de
nuevo todas esas interrogantes
para las que creíamos tener la
respuesta.
La novela está basada en un
personaje real del que el autor no
quería hablar hasta ahora, tanto
significó para él esa experiencia
compartida. La verdad es que al
terminar de leer se tiene la
sensación de haber vivido algo
importante, de haber sido
tocados en lo más profundo de
nuestro ser por una mano amiga
que nos ha hecho reír y llorar,
que ha transformado nuestra vida
de todos los días en una aventura
prodigiosa.
* * *
Un editor inglés recibió un día
la visita de un desconocido que
traía un manuscrito. El
desconocido era Fynn; el
manuscrito, este libro. El autor
quería saber si unía algún
mérito la historia de su
amistad con Anna, pero no
deseaba hablar mucho del
asunto. Desde entonces se ha
negado a dar conferencias de
prensa o a revelar más detalles
de los que figuran en su
novela. El éxito fue inmediato,
y a la versión hecha en Estados
Unidos siguió la francesa.

5/5/12

MARIO VARGAS LLOSA: "UN MUNDO SIN NOVELAS"

Muchas veces me ha ocurrido, en
ferias del libro o librerías, que un
señor se me acerque con un libro mío
en las manos y me pida una firma,
precisando: "Es para mi mujer, o mi
hijita, o mi hermana, o mi madre; ella,
o ellas, son grandes lectoras y les
encanta la literatura". Yo le pregunto,
de inmediato: "¿Y, usted, no lo es? ¿No
le gusta leer?" La respuesta rara vez
falla: "Bueno, sí, claro que me gusta,
pero yo soy una persona muy
ocupada, sabe usted". Sí, lo sé muy
bien, porque he oído esa explicación
decenas de veces: ese señor, esos
miles de miles de señores iguales a él,
tienen tantas cosas importantes, tantas
obligaciones y responsabilidades en la
vida, que no pueden desperdiciar su
precioso tiempo pasando horas de
horas enfrascados en una novela, un
libro de poemas o un ensayo literario.
Según esta extendida concepción, la
literatura es una actividad prescindible,
un entretenimiento, seguramente
elevado y útil para el cultivo de la
sensibilidad y las maneras, un adorno
que pueden permitirse quienes
disponen de mucho tiempo libre para
la recreación, y que habría que filiar
entre los deportes, el cine, el bridge o
el ajedrez, pero que puede ser
sacrificado sin escrúpulos a la hora de
establecer una tabla de prioridades en
los quehaceres y compromisos
indispensables de la lucha por la vida.
Es cierto que la literatura ha pasado a
ser, cada vez más, una actividad
femenina: en las librerías, en las
conferencias o recitales de escritores,
y, por supuesto, en los departamentos
y facultades universitarios dedicados a
las letras, las faldas derrotan a los
pantalones por goleada. La explicación
que se ha dado es que, en los sectores
sociales medios, las mujeres leen más
porque trabajan menos horas que los
hombres, y, también, que muchas de
ellas tienden a considerar más
justificado que los varones el tiempo
dedicado a la fantasía y la ilusión. Soy
un tanto alérgico a estas explicaciones
que dividen a hombres y mujeres en
categorías cerradas y que atribuyen a
cada sexo virtudes y deficiencias
colectivas, de manera que no suscribo
del todo dichas explicaciones. Pero de
lo que no hay duda es que los lectores
literarios —hay muchos lectores, pero
de bazofia impresa— son cada vez
menos, en general, y que, dentro de
ellos, las mujeres prevalecen. Ocurre
en casi todo el mundo. En España, una
reciente encuesta organizada por la
SGAE (Sociedad General de Autores
Españoles) arrojó una comprobación
alarmante: que la mitad de los
ciudadanos de ese país jamás ha leído
un libro. La encuesta reveló, también,
que, en la minoría lectora, el número
de mujeres que confiesan leer supera
al de los hombres en un 6.2% y la
tendencia es a que la diferencia
aumente. Yo me alegro mucho por las
mujeres, claro está, pero lo deploro
por los hombres, y por aquellos
millones de seres humanos que,
pudiendo leer, han renunciado a
hacerlo. No sólo porque no saben el
placer que se pierden, sino, desde una
perspectiva menos hedonista, porque
estoy convencido de que una sociedad
sin novelas, o en la que la literatura ha
sido relegada, como ciertos vicios
inconfesables, a los márgenes de la
vida social y convertida poco menos
que en un culto sectario, está
condenada a barbarizarse
espiritualmente y a comprometer su
libertad
Me propongo en este texto formular
algunas razones contra la idea de la
literatura, en especial de la novela,
como un pasatiempo de lujo, y a favor
de considerarla, además de uno de los
más estimulantes y enriquecedores
quehaceres del espíritu, una actividad
irremplazable para la formación del
ciudadano en una sociedad moderna y
democrática, de individuos libres, y
que, por lo mismo, debería inculcarse
en las familias desde la infancia y
formar parte de todos los programas
de educación como una disciplina
básica. Ya sabemos que ocurre lo
contrario, que la literatura tiende a
encogerse e, incluso, a desaparecer
del currículo escolar como si se tratara
de una enseñanza prescindible.
Vivimos en una era de especialización
del conocimiento, debido al prodigioso
desarrollo de la ciencia y la técnica, y a
su fragmentación en innumerables
avenidas y compartimentos, sesgo de
la cultura que sólo puede acentuarse
en los años venideros. La
especialización trae, sin duda, muchos
beneficios, pues ella permite
profundizar en la exploración y la
experimentación, y es el motor del
progreso. Pero tiene, también, como
consecuencia negativa, el ir eliminando
esos denominadores comunes de la
cultura gracias a los cuales los
hombres y las mujeres pueden
coexistir, comunicarse y sentirse de
alguna manera solidarios. La
especialización conduce a la
incomunicación social, al
cuarteamiento del conjunto de seres
humanos en asentamientos o guetos
culturales de técnicos y especialistas a
los que un lenguaje, unos códigos y
una información progresivamente
sectorizada y parcial, confinan en aquel
particularismo contra el que nos
alertaba el viejísimo refrán: no
concentrarse tanto en la rama o la
hoja como para olvidar que ellas son
partes de un árbol, y éste, de un
bosque. De tener conciencia cabal de
la existencia del bosque depende en
buena medida el sentimiento de
pertenencia que mantiene unido al
todo social y le impide desintegrarse
en una miríada de particularismos
solipsistas. Y el solipsismo —de
pueblos o individuos— produce
paranoias y delirios, esas
desfiguraciones de la realidad que a
menudo generan el odio, las guerras y
los genocidios. Ciencia y técnica ya no
pueden cumplir aquella función
cultural integradora en nuestro tiempo,
precisamente por la infinita riqueza de
conocimientos y la rapidez de su
evolución que ha llevado a la
especialización y al uso de
vocabularios herméticos.
La literatura, en cambio, a diferencia de
la ciencia y la técnica, es, ha sido y
seguirá siendo, mientras exista, uno de
esos denominadores comunes de la
experiencia humana, gracias al cual los
seres vivientes se reconocen y
dialogan, no importa cuán distintas
sean sus ocupaciones y designios
vitales, las geografías y las
circunstancias en que se hallen, e,
incluso, los tiempos históricos que
determinen su horizonte. Los lectores
de Cervantes o de Shakespeare, de
Dante o de Tolstoi, nos entendemos y
nos sentimos miembros de la misma
especie porque, en las obras que ellos
crearon, aprendimos aquello que
compartimos como seres humanos, lo
que permanece en todos nosotros por
debajo del amplio abanico de
diferencias que nos separan. Y nada
defiende mejor al ser viviente contra la
estupidez de los prejuicios, del
racismo, de la xenofobia, de las
orejeras pueblerinas del sectarismo
religioso o político, o de los
nacionalismos excluyentes, como esta
comprobación incesante que aparece
siempre en la gran literatura: la
igualdad esencial de hombres y
mujeres de todas las geografías y la
injusticia que es establecer entre ellos
formas de discriminación, sujeción o
explotación. Nada enseña mejor que
las buenas novelas a ver, en las
diferencias étnicas y culturales, la
riqueza del patrimonio humano y a
valorarlas como una manifestación de
su múltiple creatividad. Leer buena
literatura es divertirse, sí; pero también
aprender, de esa manera directa e
intensa que es la de la experiencia
vivida a través de las ficciones, qué y
cómo somos, en nuestra integridad
humana, con nuestros actos y sueños
y fantasmas, a solas y en el entramado
de relaciones que nos vinculan a los
otros, en nuestra presencia pública y
en el secreto de nuestra conciencia,
esa complejísima suma de verdades
contradictorias —como las llamaba
Isaiah Berlin— de que está hecha la
condición humana. Ese conocimiento
totalizador y en vivo del ser humano,
hoy, sólo se encuentra en la novela. Ni
siquiera las otras ramas de las
humanidades—como la filosofía, la
psicología, la sociología, la historia o
las artes— han podido preservar esa
visión integradora y un discurso
asequible al profano, pues, bajo la
irresistible presión de la cancerosa
división y subdivisión del conocimiento,
han sucumbido también al mandato de
la especialización, a aislarse en
parcelas cada vez más segmentadas y
técnicas, cuyas ideas y lenguajes están
fuera del alcance de la mujer y el
hombre del común. No es ni puede ser
el caso de la literatura, aunque
algunos críticos y teorizadores se
empeñen en convertirla en una ciencia,
porque la ficción no existe para
investigar en un área determinada de
la experiencia, sino para enriquecer
imaginariamente la vida, la de todos,
aquella vida que no puede ser
desmembrada, desarticulada, reducida
a esquemas o fórmulas, sin
desaparecer. Por eso, Marcel Proust
afirmó: "La verdadera vida, la vida por
fin esclarecida y descubierta, la única
vida por lo tanto plenamente vivida, es
la literatura".
Madrid 23 feb 2000

Letras Libres (México) n°22 Octubre
del 2000

11/3/12

LOS 100 MEJORES LIBROS DE LA HISTORIA, SEGÚN NEWSWEEK, QUE CONSTE

El año pasado, 2011, la revista
Newsweek preparó una lista en la que,
supuestamente, están los 100 mejores
libros de la historia, seleccionándolos
entre varias listas de otros medios y evaluando distintos factores, como el impacto en la historia, su aporte cultural y sus ventas. Curiosamente,
cuando hubo empate, decidieron
según el que más resultados diese en
la búsqueda de Google. Os dejo a
continuación la lista, que aunque sea inexacta, por lo
menos sirve de guía de lectura.
¿Qué les parece? ¿Encuentran alguna
ausencia grave…?


1) Guerra y paz, León Tolstoi
2) 1984, George Orwells
3) Ulises, Joyce
4) Lolita, Vladimir Nabokov
5) El sonido y la furia, William Faulkner
6) El hombre invisible, Ralph Ellison
7) Al faro, Virginia Woolf
La iliada y la Odisea, Homero
9) Orgullo y prejuicio, Jane Austen
10) Divina Comedia, Dante
11) Cuentos de Canterbury, Geoffrey
Chaucer
12) Los viajes de Gulliver, Jonathan
Swift
13) Middlemarch, George Eliot
14) Todo se desmorona, Chinua
Achebe
15) El guardián entre el centeno, J. D.
Salinger
16) Lo que el viento se llevó, Margaret
Mitchell
17) Cien años de soledad, Gabriel
García Márquez
18) El gran Gatsby, Scott Fitzgerald
19) Catch 22, Joseph Heller
20) Beloved, Toni Morrison
21) Viñas de Ira, John Steinbeck
22) Hijos de la medianoche, Salman
Rushdie
23) Un mundo feliz, Aldous Huxley
24) Mrs. Dalloway, Virginia Woolf
25) Hijo nativo, Richard Wright
26) De la democracia en América, Alexis
de Tocqueville
27) El origen de las especies, Charles
Darwin
28) Historia, Heródoto
29) El contrato social, Jean-Jacques
Rousseau
30) El capital, Kart Marx
31) El príncipe, Maquiavelo
32) Las confesiones de San Agustín
33) Leviathan, Thomas Hobbes
34) Historia de la guerra del
Peloponeso, Tucídides
35) El señor de los anillos, J. R. R.
Tolkien
36) Winnie-the-Pooh A. A. Milne
37) Las crónicas de Narnia, C. S. Lewis
38) Pasaje a la India, E. M. Forster
39) En el camino, Jack Kerouac
40) Matar a un ruiseñor, Harper Lee
41) La Biblia
42) La naranja mecánica, Anthony
Burgués
43) Luz de agosto, William Faulkner
44) Las almas de la gente negra, W. E.
B. Du Bois
45) Ancho mar de los Sargazos, Jean
Rhys
46) Madame Bovary, Gustave Flaubert
47) Paraíso perdido, John Milton
48) Anna Karenina, Leon Tolstoi
49) Hamlet, William Shakespeare
50) El rey Lear, William Shakespeare
51) Otello, William Shakespeare
52) Sonetos, William Shakespeare
53) Hojas de hierba, Walt Whitman
54) Las aventuras de Huckleberry Finn,
Mark Twain
55) Kim, Rudyard Kipling
56) Frankenstein, Mary Shelley
57) La canción de Solomon, Toni
Morrison
58) Alguien voló sobre el nido del cuco,
Ken Kesey
59) Por quien doblan las campanas,
Hernest Hemingway
60) Matadero 5, Kurt Vonnegut
61) Rebelión en la granja, George
Orwell
62) El señor de las moscas, William
Holding
63) A sangre fría, Truman Capote
64) El cuaderno dorado, Doris Lessing
65) En busca del tiempo perdido,
Marcel Proust
66) El sueño eterno, Raymond
Chandler
67) Mientras agonizo, William Faulkner
68) Fiesta, Ernest Hemingway
69) Yo, Claudio, Robert Graves
70) El corazón es un cazador solitario,
Carson McCullers
71) Hijos y amantes, D. H. Lawrence
72) Todos los hombres del rey, Robert
Penn Warren
73) Ve y dilo en la montaña James
Baldwin
74) La Telaraña de Charlotte, E. B.
White
75) El corazón de las tinieblas, Joseph
Conrad
76) Noche, Elie Wiesel
77) Conejo, corre J. Updike
78) La edad de la inocencia, Edith
Wharton
79) El mal de Portnoy, P. Roth
80) Una tragedia americana, Theodore
Dreiser
81) El día de la langosta, Nathanael
West
82) Trópico de cáncer, Henry Miller
83) El halcón maltés, Dashiell Ahmet
84) La Materia oscura, Philip Pullman
85) La Muerte del Arzobispo, Willa
Cather
86) La interpretación de los sueños, S.
Freud
87) La educación de Henry Adams,
Henry Adams
88) Pensamiento de Mao Zedong, Mao
Zedong
89) Psicología de la religión, William
James
90) Retorno a Brideshead, Evelyn
Waugh
91) Primavera silenciosa, Rachel Carson
92) Teoría general de la ocupación, el
interés y el dinero, John Maynard
Keynes
93) Lord Jim, Joseph Conrad
94) Adiós a todo eso, Robert Graves
95) La sociedad opulenta, John
Kenneth Galbraith
96) El viento en los sauces, Kenneth
Grahame
97) La autobiografía de Malcom X, Alex
Haley y Malcolm X
98) Los victorianos eminentes, Lytton
Strachey
99) El color púrpura, Alice Walter
100) La segunda Guerra Mundial,
Winston Churchill


Mas info y fuentes por aquí: http://
algundiaenalgunaparte.wordpress.com/2009/07/14/
los-100-mejores-libros-de-newsweek/ ,
aquí: http://www.papelenblanco.com/
premios-y-concursos/los-100-mejores-
libros-de-todos-los-tiempos y aquí:
http://www.librarything.com/
bookaward/Newsweek's+Top
+100+Books%3A+The+Meta-List .

4/2/12

libros sagrados

"El espíritu sereno acepta el
placer y el dolor con una mente
tranquila y no se conmueve por
ninguno” II, 15. Bhagavad-Gita
"Las palabras sinceras no son
agradables, las palabras agradables
no son sinceras" Tao Te King
"Las cosas grandes del
mundo sólo pueden realizarse
prestando atención a sus comienzos
pequeños" Lao Tsé
"Quien conoce a los demás es
inteligente. Quien se conoce a sí
mismo tiene visión interna. Quien
conquista a los demás tiene fuerza;
quien se conquista a sí mismo es
realmente poderoso." –Tao Te King
"Los hombres instruidos se
purifican por el perdón de las
ofensas, por las limosnas y por la
oración; la inteligencia se purifica
por el saber." -Leyes de Manú.
“Los hombres que condenan
es porque no comprenden” -El Corán
“De todos aquellos seres que
vienen al mundo, muy pocos son los
que buscan la perfección, muy pocos
son los que llegan a la perfección, y
todos los que llegan a la perfección,
muy raro es el que me conoce”.
Bhagavad Gita
"Mata la sensación; mira del
mismo modo el placer y el dolor, la
ganancia y la pérdida, la victoria y la
derrota". Sutta Nipata
“Para el que nace, la muerte
es segura; y para el que ha muerto,
el nacimiento es seguro. Por lo
tanto, no debes lamentarte en el
inevitable desempeño de tu deber”.
Bhagavad Guita.
“Darse cuenta de que nuestro
conocimiento es ignorancia, es una
noble comprensión interna.
Considerar nuestra ignorancia como
conocimiento es enfermedad
mental.” Tao Te king
"Aunque el sol te fatigue de
día y la luna te contriste de noche,
no lleves tus pies al resbaladero, ni
duermas cuando haces guardia".
Axioma del Arcano No. 12.
“¿Porqué persigues las
tinieblas cuando la luz está
disponible para ti? ... La sabiduría te
llama y aun así deseas la necedad...
Un hombre necio.. . va en el camino
del deseo de cada pasión... es como
un barco al cual el viento arroja de
un lado a otro, y como un caballo
que no tiene jinete... antes de
cualquier otra cosa... conócete a ti
mismo.” Las Enseñanzas de
Silvanos. Papiros de Nag Hammadi.
“Quien extirpa todo deseo y
vive libre de egoísmo, aflicción y
vanidad, obtiene la suprema paz.”
Bhagavad Gita 2: 71
“Aquel que abandona su
mente al ímpetu de los turbulentos
sentidos, ve pronto extraviada su
razón como barquilla arrastrada por
las olas de un mar embravecido.”
Bhagavad Gita 2: 67
El hombre que no es afectado
por los sentidos; ni por el placer ni
por el dolor, éste es merecedor de
vida eterna. Bhagavad Gita. Cap. 2.
V15
“Lo irreal nunca ha existido;
lo Real nunca ha dejado de existir.
Con certeza, esta verdad sólo la han
podido entender los auténticos
buscadores de la verdad. El Espíritu
es indestructible e imperecedero;
todo lo penetra. Nadie puede
destruir ese Ser Inmutable".
Bhagavad Gita. Cap. 2: 16-17
“Saberlo todo y creer que no
sabemos nada: ésta es la verdadera
sabiduría (la ciencia superior). No
saber nada y creer que lo sabemos
todo: éste es el mal común de los
humanos. Considerar este mal como
un mal preserva de él. El sabio está
exento de fatuidad porque teme la
fatuidad. Este temor lo preserva de
ella.” Lao-Tzú Tao Te King 71
“Así, mata con la espada del
conocimiento la duda nacida de la
ignorancia y arraigada en tu
corazón, y lánzate al recto
cumplimiento de la acción.
¡Levántate, invicto guerrero,
levántate!” Bhagavad Gita 4:42
“Ceder a la codicia es el peor
de los crímenes. No saber limitarse
es la peor de las cosas nefastas. La
peor de las faltas es querer siempre
adquirir aún más. Los que saben
decir ‘ya es bastante’ están siempre
contentos.” Lao-Tzú Tao Te King 46.
"Cuando lleguéis a conoceros
a vosotros mismos, entonces seréis
conocidos y caeréis en la cuenta de
que sois hijos del Padre Viviente.
Pero si no os conocéis a vosotros
mismos, estáis sumidos en la
pobreza y sois la pobreza misma"
Evangelio de Tomás.
“Se ha dicho que los sentidos
son poderosos, pero más poderosa
que ellos es la mente, superior a la
mente es la inteligencia, y aun
superior a la inteligencia es Él.”
Bhagavad Gita 3: 42.
“Imponer su voluntad a los
demás es fuerza; pero imponérsela a
sí mismo es fuerza superior (al ser
las propias pasiones lo que resulta
más difícil de dominar). ” Lao-Tzú
Tao Te King 33
“El devoto que renuncia al
fruto de sus acciones consigue la
eterna paz. Por el contrario, el
hombre sin devoción que, hostigado
por el deseo, se atiene al resultado
de sus acciones, queda encadenado a
ese resultado.” Bhagavad Gita 5:12
“La suprema bondad es como
el agua. El agua todo lo favorece y a
nada combate. Se mantiene en los
lugares que más desprecia el
hombre y, así, está muy cerca del
Tao. Por esto, la suprema bondad es
tal que, su lugar es adecuado. Su
corazón es profundo. Su espíritu es
generoso. Su palabra es veraz. Su
gobierno es justo. Su trabajo es
perfecto. Su acción es oportuna. Y no
combatiendo con nadie, nada se le
reprocha.” Tao The King.
"Conocer a los demás es
sabiduría; pero conocerse a sí mismo
es sabiduría superior (al ser la
naturaleza propia lo que hay más
profundo y más escondido)." Lao-
Tzú Tao Te King 33
"In Lak’ ech a lak’ en (Tu eres
Yo y yo soy tu)" -Frase Maya
"No vemos las cosas tal como
son, sino tal como somos" El Talmud
"Dios ama a tres clases de
hombres: aquel que no se enoja,
aquel que no renuncia a su libertad,
y aquel que no guarda rencor" -
Talmud