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6/1/14

La invasión de los Hicsos

En cierto periodo de la historia de
Egipto, hubo una gran disputa
política entre el faraón y la élite
religiosa y administrativa. De esa
manera, ambas partes entraron en
desacuerdo y los miembros de la
élite, interesados en chocar
frontalmente con el faraón,
permitieron que algunos pueblos
extranjeros se adentrasen en el
territorio egipcio.
Fue en este contexto que los hicsos,
pueblo de origen asiático, ocuparon
la región norte de Egipto, próximo al
delta del río Nilo en busca de
alimentos pues, según ciertos
historiadores, su antiguo territorio
quedó afectado gravemente por una
fuerte sequía.
Así, la invasión fue hecha con un solo
objetivo: encontrar tierra fértil para la
agricultura. Su delicada situación era
completamente factible gracias al
abastecimiento del río Nilo.
Otras razones que favorecieron esa
invasión se asocian a la estructura
militar, bastante limitada y retrasada
en relación a otros pueblos
fronterizos. Por ejemplo, la
civilización faraónica poseía
solamente infantería a pie, no tenía
jinetes en su ejército.
Recapitulando, mientras que Egipto
estaba inmerso en la tensión política
interna entre faraones y las élites de
la sociedad, los hicsos estaban
desarrollándose económica, social y
militarmente, equipándose con armas
bastante resistentes y caballos de
guerra. De esta manera, cuando
perpetraron la invasión, no
encontraron muchos obstáculos para
establecerse en la zona.
Esa relación entre hicsos y egipcios,
conviviendo en un mismo territorio,
fue inicialmente pacífica. Ambas
sociedades tenían una buena relación
mutua, pero no tardaron en florecer
diferencias que desencadenaron en
fuertes disputas de poder.
De acuerdo con algunos informes en
documentos de la época, las
interacciones comenzaron a
desgastarse una vez que los
gobernantes hicsos extendieran su
fuerza por el territorio, incluso
adorando y manteniendo algunas
tradiciones y costumbres egipcias.
Algunos historiadores sostienen que
su mayor error fue precisamente la no
imposición de su cultura. A partir del
momento en que conquistaron un
territorio sin imponer su cultura
sobre la del pueblo conquistado se
posibilitó el riesgo de un conflicto a
largo plazo; al mismo tiempo que
preservaron ciertos valores arraigados
en esa civilización, concedían libertad
para preservar costumbres de su
cultura original. En consecuencia, los
dominados no consiguieron
abandonar sus orígenes y su
inadaptación fue motivo de futuras
revueltas contra su nuevo dominio.
Desde el lado de los egipcios, así
como sucedería con cualquier Estado
que perdiera alguno de sus
territorios o colonias, surge un
sentimiento de inconformidad y así el
anexo de esos territorios termina
siendo inevitable.
Para recuperar su unidad política, el
ejército del Antiguo Egipto tuvo que
entrar en dos batallas. Los hicsos no
fueron sus únicos enemigos en la
región. Al norte, se libró una batalla
contra las fuerzas egipcias y, al sur,
hubo otra guerra contra los nubios,
pueblo que favorecía a los hicsos.
El Estado egipcio acabó saliendo
victorioso de esas batallas
recuperando sus territorios y
consolidando todavía más el Imperio
Egipcio.
Fuente: escuelapedia

7/12/13

Champollion

Filólogo y egiptólogo francés,
considerado el padre de la
egiptología por haber conseguido
descifrar la piedra de los tres
idiomas, la Piedra Rosetta y haber
encontrado el sonido de cada uno de
los jeroglíficos. Decía de sí mismo:
«Soy adicto a Egipto, Egipto lo es
todo para mí».
Champollion creía que para entender
los textos egipcios, era necesario
conocer, traducir e interpretar sin
error alguno el copto, capacidad de la
que carecían todos aquellos eruditos
que aspiraban a descifrar los
jeroglíficos. Su esquema de estudio
predecía que a través del copto
entendería las inscripciones en
demótico (una forma abreviada de la
escritura hierática) y con la ayuda de
la lengua egipcia, alcanzaría a
descifrar la escritura jeroglífica.
Para ello estudió el copto en El
Colegio de Francia, en la Escuela de
Idiomas Orientales y en la Biblioteca
Nacional de París. También aprendió
el copto litúrgico de la mano de un
sacerdote egipcio. Siendo apenas un
adolescente logró compilar un
diccionario de copto conformado por
2000 palabras. El experto en
jeroglíficos Silvestre de Saçy, fue uno
de sus nuevos maestros. Por
desgracia, y debido a la gestión de
Napoleón, que no cesaba en su
empeño de orquestar constantes
campañas militares que
desmoralizaban a la nación entera, y
ante la escasez de alimentos y la
elevada inflación, no existía tiempo
para el estudio, y quien quisiera
sobrevivir en tales circunstancias,
debía de tener la enorme suerte de
poseer un trabajo constante y
remunerado, algo de lo que carecía
Jean-François.
Vivía con el eterno temor a ser
reclutado en el ejército, escaseaban
los jóvenes sanos; su salud estaba
muy deteriorada, estaba hundido en
una profunda depresión,
terriblemente delgado y
prácticamente vestido con harapos. El
que sería uno de los padres de la
egiptología, y el hombre que
DESCIFRO LA PIEDRA DE ROSSETTA

16/9/13

OGDÓADA.

Ogdóada es el nombre del conjunto
de ocho deidades primordiales,
también llamadas "las almas de
Thot", que constituían una entidad
indisoluble y actuaban juntas, según
la mitología egipcia.
La Ogdóada consta de cuatro
parejas de dioses (encarnando
cuatro conceptos en sus aspectos
masculino-femenino), que juntos,
personifican la esencia del caos
líquido primigenio existente antes de
la creación del Mundo.
La primera pareja la forman Nun y
Naunet, "las aguas primordiales",
"el océano primordial" o "el caos";
la segunda, Heh y Hehet, "el espacio
infinito" o "lo
ilimitado" (simbolizada por el agua
que se estanca y busca su camino);
la tercera, Kuk y Kauket, "las
tinieblas" o "la oscuridad" y la
cuarta, Nia y Niat, "la vida", "la
indeterminación espacial" o "la que
se separa", a veces sustituídos por
Tenemu y Tenemet, "lo oculto" o,
más tarde, por Amón y Amonet, "el
principio de lo misterioso" o "el
oculto".
Juntos, los cuatro conceptos
representan el estado primordial, lo
que no se ve ni se toca, la antítesis
de la vida, pero por su concepción
de parejas de ambos sexos,
representan al tiempo lo que puede
ser, el estado fundamental del
comienzo. En el mito, sin embargo,
su interacción en última instancia,
resultó ser tan desequilibrada, que
produjo un cataclismo y dio como
resultado el surgimiento de un
montículo primigenio, en cuyo
interior había un huevo cósmico. La
teología hermopolitana atribuye el
suceso a Tot, dios protector de
Hermópolis. El montículo se
convirtió en una "isla de fuego" y el
huevo se fue incubando, hasta que
salió del mismo el dios del sol, Ra,
que ascendió hasta el cielo. Después
de un largo descanso, Ra, junto con
las otras deidades, crearon todas las
demás cosas del mundo.
Las omnipresencias masculinas de la
Ogdóada son representadas como
ranas, o personajes con cabeza de
rana, mientras que las diosas son
simbolizadas con forma de
serpiente, o como mujeres con
cabeza de serpiente. También
podían representarse como parejas
de babuinos (que representaban al
dios Tot), por estar asociados al
dios sol, puesto que anunciaban el
amanecer con sus aullidos. Mas
tarde, fueron incluso representados
como cuatro toros y cuatro vacas.
Las deidades fueron especialmente
veneradas en Hermópolis Magna, la
ciudad del Alto Egipto, que en
idioma egipcio se denominaba
Jemenu, "la octava ciudad". Existe
una leyenda que dice que parte de la
cáscara del huevo cósmico está
enterrada en su templo.
También tenían un santuario en
Medinet Habu, al oeste de Tebas.
VARIANTE CON EL HUEVO.
La primera versión del mito dice
que una entidad surge de las aguas
como un montículo de tierra, la Vía
Láctea, que fue deificada como
Hathor. Un pájaro celestial deja un
huevo sobre este montículo. El
huevo contenía a Ra. En la versión
original de esta variante, el huevo es
puesto por un ganso cósmico. Sin
embargo, después del incremento
del culto a Tot, se dijo que había
sido un regalo de este dios y que lo
había puesto un ibis, el pájaro con
el que se le asoció.
VARIANTE CON EL LOTO.
Posteriormente, cuando Atum se
había asimilado a Ra como Atum-Ra,
fue adoptada la cosmogonía de la
Enéada, en la creencia de que Atum
surgió de una flor de loto azul
egipcio y unido a Ra. El loto habría
surgido de las aguas después del
cataclismo como un capullo, que
flotaba en la superficie, y poco a
poco abrió sus pétalos del que salió
de su interior el escarabajo Jepri.
Este dios, un aspecto de Ra que
representa al sol naciente, se
convierte en un niño llorando -
Nefertum (el joven Atum), cuyas
lágrimas formaron a las criaturas de
la tierra. Más adelante, cuando el
dios Jepri fue absorbido totalmente
por Ra, se dijo entonces que Ra
había salido del loto, de niño, en
lugar de que Ra fuese Jepri
temporalmente. A veces el niño es
identificado como Horus, aunque
esto se debe a la fusión de los mitos
de Horus y Ra en el dios Ra-
Herakty.

1/4/13

OGDÓADA.

Ogdóada es el nombre del conjunto
de ocho deidades primordiales,
también llamadas "las almas de
Thot", que constituían una entidad
indisoluble y actuaban juntas, según
la mitología egipcia.
La Ogdóada consta de cuatro
parejas de dioses (encarnando
cuatro conceptos en sus aspectos
masculino-femenino), que juntos,
personifican la esencia del caos
líquido primigenio existente antes de
la creación del Mundo.
La primera pareja la forman Nun y
Naunet, "las aguas primordiales",
"el océano primordial" o "el caos";
la segunda, Heh y Hehet, "el espacio
infinito" o "lo
ilimitado" (simbolizada por el agua
que se estanca y busca su camino);
la tercera, Kuk y Kauket, "las
tinieblas" o "la oscuridad" y la
cuarta, Nia y Niat, "la vida", "la
indeterminación espacial" o "la que
se separa", a veces sustituídos por
Tenemu y Tenemet, "lo oculto" o,
más tarde, por Amón y Amonet, "el
principio de lo misterioso" o "el
oculto".
Juntos, los cuatro conceptos
representan el estado primordial, lo
que no se ve ni se toca, la antítesis
de la vida, pero por su concepción
de parejas de ambos sexos,
representan al tiempo lo que puede
ser, el estado fundamental del
comienzo. En el mito, sin embargo,
su interacción en última instancia,
resultó ser tan desequilibrada, que
produjo un cataclismo y dio como
resultado el surgimiento de un
montículo primigenio, en cuyo
interior había un huevo cósmico. La
teología hermopolitana atribuye el
suceso a Tot, dios protector de
Hermópolis. El montículo se
convirtió en una "isla de fuego" y el
huevo se fue incubando, hasta que
salió del mismo el dios del sol, Ra,
que ascendió hasta el cielo. Después
de un largo descanso, Ra, junto con
las otras deidades, crearon todas las
demás cosas del mundo.
Las omnipresencias masculinas de la
Ogdóada son representadas como
ranas, o personajes con cabeza de
rana, mientras que las diosas son
simbolizadas con forma de
serpiente, o como mujeres con
cabeza de serpiente. También
podían representarse como parejas
de babuinos (que representaban al
dios Tot), por estar asociados al
dios sol, puesto que anunciaban el
amanecer con sus aullidos. Mas
tarde, fueron incluso representados
como cuatro toros y cuatro vacas.
Las deidades fueron especialmente
veneradas en Hermópolis Magna, la
ciudad del Alto Egipto, que en
idioma egipcio se denominaba
Jemenu, "la octava ciudad". Existe
una leyenda que dice que parte de la
cáscara del huevo cósmico está
enterrada en su templo.
También tenían un santuario en
Medinet Habu, al oeste de Tebas.
VARIANTE CON EL HUEVO.
La primera versión del mito dice
que una entidad surge de las aguas
como un montículo de tierra, la Vía
Láctea, que fue deificada como
Hathor. Un pájaro celestial deja un
huevo sobre este montículo. El
huevo contenía a Ra. En la versión
original de esta variante, el huevo es
puesto por un ganso cósmico. Sin
embargo, después del incremento
del culto a Tot, se dijo que había
sido un regalo de este dios y que lo
había puesto un ibis, el pájaro con
el que se le asoció.
VARIANTE CON EL LOTO.
Posteriormente, cuando Atum se
había asimilado a Ra como Atum-Ra,
fue adoptada la cosmogonía de la
Enéada, en la creencia de que Atum
surgió de una flor de loto azul
egipcio y unido a Ra. El loto habría
surgido de las aguas después del
cataclismo como un capullo, que
flotaba en la superficie, y poco a
poco abrió sus pétalos del que salió
de su interior el escarabajo Jepri.
Este dios, un aspecto de Ra que
representa al sol naciente, se
convierte en un niño llorando -
Nefertum (el joven Atum), cuyas
lágrimas formaron a las criaturas de
la tierra. Más adelante, cuando el
dios Jepri fue absorbido totalmente
por Ra, se dijo entonces que Ra
había salido del loto, de niño, en
lugar de que Ra fuese Jepri
temporalmente. A veces el niño es
identificado como Horus, aunque
esto se debe a la fusión de los mitos
de Horus y Ra en el dios Ra-
Herakty.

19/3/13

POEMA DE GILGAMESH

La Epopeya de Gilgamesh o el
Poema de Gilgamesh es una
narración de la Mesopotamia de
origen sumerio, considerada como
la narración escrita más antigua de
la historia. Se emplearon tablillas de
arcilla y escritura cuneiforme, lo
cual favoreció su preservación.
La versión más completa preservada
hasta la actualidad consta de doce
tablillas. La obra es muy leída en
traducciones a diversos idiomas y el
héroe, Gilgamesh, ha pasado a ser
un icono de la cultura popular.
Los estudiosos consideran que se
originó en una serie de leyendas y
poemas sumerios sobre el
mitológico héroe-rey Gilgamesh, los
que fueron ensamblados mucho
después en un poema más extenso
acadiano; la versión más completa
que existe actualmente consiste de
doce tabletas de arcilla
pertenecientes a la biblioteca del
siglo VII a. C. del rey asirio
Ashurbanipal. Originalmente se la
conocía por el título "Él quien vio
las profundidades" (Sha naqba
īmuru) o "Por encima de todos los
otros reyes" (Shūtur eli sharrī), ya
que eran las primeras líneas de sus
partes principales. Es posible que
Gilgamesh haya sido un rey a finales
de Segundo Período Dinástico Inicial
(aproximadamente siglo XXVII a. C.)
El poema trata sobre las aventuras
del rey Gilgamesh, también
conocido como Istubar, y su amigo
Enkidu. Las aventuras para matar al
gigante Humbaba, el descenso a los
infiernos y la relación entre dioses,
semidioses (como el propio
Gilgamesh) y mortales le dan un
claro origen prehelenístico. El
núcleo sentimental se encuentra en
el duelo tras la muerte de Enkidu.
Los críticos consideran que es la
primera obra literaria que hace
énfasis en la mortalidad e
inmortalidad. En la versión tardía
del poema se incluye una
interpolación donde se relata un
episodio sobre el diluvio muy
parecida a la versión de la Biblia.

11/2/13

EL LIBRO DE LOS MUERTOS

El deseo de alcanzar la vida eterna
hizo que los antiguos egipcios se
llevasen a la tumba un popular
texto funerario que les servía de
guía para sortear los peligros del
viaje al Más Allá: el Libro de los
muertos. Fue una obra fundamental
de la cultura del antiguo Egipto. Era
un texto muy extenso: algunos
ejemplares conservados en rollos de
papiro alcanzan cuarenta metros.
También era un producto caro, por
el que se podía pagar un deben de
plata, la mitad de la paga anual de
un campesino. Pero, para los
egipcios, el valor de este texto era
incalculable, ya que sus fórmulas
permitían a los difuntos alcanzar el
Más Allá.
Tales fórmulas se inscribían en
rollos de papiro y en las vendas de
lino de las momias, las paredes de
las tumbas, los sarcófagos y los
elementos del ajuar funerario del
difunto. Sin ellas, la persona
fallecida podía sufrir una segunda
muerte que significaría su total
aniquilación. Era el sacerdote quien
recitaba las primeras fórmulas del
Libro durante la ceremonia
funeraria, cuando se trasladaba el
sarcófago a la tumba. Una vez allí,
se practicaban rituales para
revitalizar los sentidos, entre los
que se contaba el de la apertura de
la boca, por el que se abrían
mágicamente los ojos, las orejas, la
nariz y la boca del difunto, quien,
una vez recuperados los sentidos,
emprendía su viaje por el Más Allá.
Para los egipcios éste era un
momento de esperanza, como se
expresa en la fórmula nueve del
Libro de los muertos, que los
egipcios llamaban Libro para la
salida al día: «He abierto los
caminos que están en el cielo y en
la tierra, porque soy el bienamado
de mi padre Osiris. Soy noble, soy
un espíritu, estoy bien pertrechado.
¡Oh, vosotros, todos los dioses y
todos los espíritus, preparad un
camino para mí!». Los egipcios
creían que el difunto emprendía un
viaje subterráneo desde el oeste
hacia el este, como Re, el sol, que
tras ponerse vuelve a su punto de
partida.
Durante ese trayecto el fallecido,
montado en la barca de Re, se
enfrentaría a seres peligrosos que
intentarían impedir su salida por el
este y su renacimiento. El peor de
ellos era Apofis, una serpiente que
trataba de impedir el avance de la
barca solar con el objeto de romper
el Maat, la justicia y el orden
cósmico, y forzar el caos. Apofis
cada día amenazaba a Re durante su
viaje subterráneo. Una fórmula del
Libro de los muertos se refiere al
encuentro con el temible reptil:
«Que seas sumergido en el lago del
Nun, en el lugar establecido por tu
padre para tu destrucción. […]
¡Retrocede! ¡Se destroza tu
veneno!». El fallecido podía adquirir
las propiedades de varias
divinidades y luchar contra los
enemigos, como muestra un pasaje
de la fórmula 179: «Me ha sido
concedida la gran Corona Roja y
salgo al día contra mi enemigo,
para capturarlo, porque tengo poder
sobre él. [...] Me lo comeré en el
Gran Campo, sobre el altar de
Wadjet, porque tengo poder sobre
él, como Sekhmet, la grande».
Finalmente, el difunto llegaba a un
laberinto, protegido por una serie
de veintiuna puertas, aunque otro
pasaje del Libro dice que son siete.
Ante cada una de ellas, el difunto
debía pronunciar un texto
determinado, mencionando el
nombre de la puerta, del guardián y
del pregonero. En cada ocasión, la
puerta le decía: «Pasa, pues eres
puro». Una vez pasado el laberinto,
el difunto llegaba a la Sala de la
Doble Verdad para que un tribunal
formado por 42 jueces y presidido
por Osiris evaluara su vida. Ante los
dioses hacía la «confesión
negativa», en la que citaba todas las
malas acciones que no había
cometido.
Tras la confesión, llegaba el
momento culminante del juicio,
aquél en que se procedía a pesar el
corazón del difunto. En un plato de
la balanza, sostenida por Anubis,
dios chacal de la momificación, se
colocaba una pluma de avestruz, la
pluma de Maat, que simbolizaba la
justicia; en el otro plato se
depositaba el corazón, que
simbolizaba las acciones realizadas
por cada persona. El difunto se
salvaba cuando la pluma yel corazón
quedaban en equilibrio. Finalmente,
los dioses proclamaban su
veredicto. Aquellos cuyos corazones
hubieran pesado demasiado en la
balanza eran considerados impuros
y condenados a toda clase de
castigos: sufrían hambre y sed
perpetuas, eran quemados al
atravesar un lago o cocidos en un
caldero, una bestia salvaje los
devoraba... Los justificados, en
cambio, tenían motivos para
felicitarse. «Aunque yazgo en la
tierra, yo no estoy muerto en el
Occidente porque soy un Espíritu
glorificado para toda la eternidad»,
dice una fórmula del Libro de los
Muertos. Ante ellos se abría el
paraíso de los egipcios.

Fuente: Historia de National
Geographic

23/9/12

Imhotep

No es fácil encontrar nombres propios
en la Historia del Arte antiguo hasta la
llegada de la Grecia clásica. Pero el
gran visir Imhotep es una excepción,
no sólo edifica sino que diseña y crea
soluciones aun modernas.
Constructor de la tumba de Zoser en el
complejo funerario de Saqqara, donde
destaca la pirámide escalonada,
Imhotep mostró su capacidad técnica
en muchos aspectos. La magnifica
estructura adintelada del templo
funerario se refuerza con varias salas
hipóstilas. No hay duda: con esta
forma de construcción, Imhotep abre
3.000 años de arte egipcio y más de
2.000 años de arte occidental.
Aunque menos relevante para el arte
del futuro, la estructura piramidal
escalonada que crea el visir ofrece una
sensacional solución arquitectónica
para las tumbas reales.
Tesorero del rey del Bajo Egipto,
Primer hombre después del rey del
Alto Egipto, Administrador del Gran
Palacio, Señor hereditario, Sumo
sacerdote de Heliópolis, Imhotep el
constructor, escultor, hacedor de
vasijas de piedra... es el título que
aparece en la base de una escultura de
Zoser. Su inmenso poder estaba
reforzado por sus conocimientos de
matemáticas, astronomía, geometría e
incluso, medicina.
Fuente:Locus amoenus

9/8/12

La profecía del papiro egipcio

A pesar de que Egipto fue gobernado
durante muchísimos años por otros
pueblos que habían conquistado sus
territorios, estas nuevas autoridades
tomaban con mucho respeto la gran
historia de esta nación así como sus
costumbres y leyendas, por lo que
algunos veían con temor el significado
de sus profecías y vaticinios que se
encontraban plasmados en algunos
antiguos documentos.
Lord Cromer fue un embajador inglés
destacado en El Cairo, y que poco
antes de que Egipto se liberara de la
ocupación británica de sus territorios
en 1952, tomó en su poder un viejo
papiro que fue escrito durante la
época Ptolomeica, es decir, entre el
año 304 y 30 a.C., y lo mandó a
quemar, al parecer por temor a lo que
decía en él.
En este papiro egipcio existía una
profecía en la que se mencionaba que
los antiguos dioses de Egipto habían
decidido abandonarlos
indefinidamente, porque se
encontraban enfadados con su
pueblo, y que desde el momento de
su partida, los territorios egipcios iban
a ser controlados por fuerzas
extranjeras, pero que alguna vez
regresarían.
El papiro también decía que las
señales que indicaban la partida de
sus dioses estaban marcadas por la
partida de los ibis de la vera del Nilo,
así como por la desaparición de la
caña del papiro y de la flor de loto de
sus terrenos habituales en Egipto.
Y ciertamente que todo ello ocurrió,
pues con la llegada de Alejandro
Magno, en el 304 a.C., el control de
esas regiones siempre estuvo en
manos de romanos, griegos y otros
extranjeros de Egipto, y todo lo
profetizado respecto a los ibis, la caña
del papiro y la flor de loto ocurrió.
Dorothy Lady, una estudiosa de Egipto,
que vivió en El Cairo en fechas poco
antes a 1952, da fe de cómo
reaparecieron los ibis por Luxor, y de
cómo la flor de loto y la caña de
papiro volvían a aparecer
increíblemente.
En 1952, Egipto fue abandonado por
los británicos para que sea gobernada
por los mismos egipcios. Los dioses
volvieron a casa.
Fuente: ElUmbralInexplorado.

3/8/12

EL REY ESCORPIÓN

En el siglo XIX, Gunter Dreyer
descubrió una lápida con un escorpión
esculpido, junto con el Halcón Horus:
símbolo de realeza.
Era el Rey Escorpión, que se supone
reinó hacia el 3100 a. C, en la época en
la que el Alto Egipto conquistó el Bajo:
época importante de unificación.
No obstante, hay dudas acerca de su
existencia, incluso: leyenda o realidad?.
Pero lo que sí parece es que conquistó
Hieracómpolis (Nejen),
transformándose en el gobernante
dominador del país.
El nombre “Escorpión”, pudo ser
debido a una comparación del rey con
la resistencia que tiene ese “bichito” en
el desierto, perpetuamente seco e
inhóspito. Y además, por su destreza
como guerrero en las batallas…
(¿habéis visto batirse a un escorpión
alguna vez? Es espectacular…).
De cualquier forma, en los anales, es
considerado como el primer rey de
Egipto.
Se encontró una talla de “Horus
Escorpión” con una azada en la mano:
símbolo estrechamente relacionado
con los ritos religiosos sobre la
apertura de los diques tras las
inundaciones del Nilo, junto con el
primer surco en el campo.
Importantísimo y esencial es la
agricultura en Egipto, lo es todo, y
relacionarla con el rey, algo
característico.
Existen dos tumbas en Umm el- Qaab,
de dos reyes Escorpión: I y II;
presumiblemente fueron padre e hijo,
aunque el II es el que nos ocupa en
este caso concreto: nuestro Horus
Escorpión, al que sucedió Ka, del que
menos se sabe aún… hablamos de
tiempos muy remotos, y apenas hay
testimonio, pero personalmente,
pienso que existió.

LOS JEROGLÍFICOS EN EGIPTO

A lo largo de más de tres mil años, los
antiguos egipcios plasmaron en los
muros de templos y tumbas las
«palabras sagradas», los signos
jeroglíficos, para conmemorar las
gestas de los faraones y rendir tributo
a sus dioses. Uno de los aspectos más
singulares de la antigua civilización
egipcia es su escritura, el conjunto de
símbolos jeroglíficos que cubre las
superficies de templos, tumbas y otros
monumentos del país de los faraones.
Su riqueza y variedad son asombrosas.
Si a comienzos del Imperio Antiguo,
hacia 2600 a.C., no había más de una
treintena de signos, mil años después,
en tiempos del Imperio Medio, se
había llegado a 750, y en el período
ptolemaico, entre los siglos IV y I a.C.,
sumaban unos cinco mil. En su gran
mayoría eran ideogramas, es decir,
símbolos que representaban
elementos del mundo real, algunos de
forma perfectamente reconocible y
otros con trazos más estilizados. En
cierto modo, los jeroglíficos ofrecen
una representación pictórica completa
del mundo en el que vivían los
antiguos egipcios. En realidad,
únicamente una pequeña parte de
estos signos funcionaban como
ideogramas; la mayoría se utilizaban
por su valor fonético y no por lo que
representaban visualmente.
Por ejemplo, el término «casa», que en
egipcio se pronunciaba per, se escribía
mediante un ideograma que
representaba la planta de una vivienda.
Este mismo símbolo servía para
expresar un término que se
pronunciaba igual, «salir»; para
distinguirlo del anterior se
acompañaba de dos piernas, que
indicaban la idea de movimiento. De
este modo se desarrolló una escritura
fonética (es decir, una escritura que
únicamente representaba sonidos), la
cual evolucionó hacia un sistema de
complicados trazos denominado
hierático, trazos que casi no se parecen
en nada a los signos jeroglíficos
originales. Sin embargo, los jeroglíficos
nunca desaparecieron. Se mantuvieron
como un sistema de escritura de
prestigio, utilizado para textos de tipo
religioso que se inscribían en los
muros de los templos y en la superficie
de estatuas, estelas, sarcófagos y
tumbas, así como en el ajuar funerario.
De hecho, «jeroglífico» es un término
griego que significa «letra sagrada
tallada en piedra». Con ello, los
jeroglíficos se convirtieron en un arte,
una escritura ornamental que
embellecía los monumentos y los
objetos a los que se aplicaba.
Los jeroglíficos se relacionaban
también con las creencias y los mitos
más arraigados en la cultura egipcia.
Cuando los antiguos egipcios
observaban la naturaleza veían una
serie de ciclos de vida, nacimiento,
crecimiento, muerte y renacimiento, y
es este fenómeno de cambio y de
regeneración el que quisieron
representar mediante el ideograma de
un árbol u otros elementos de su
medio geográfico.
El jeroglífico, a su vez, quedaba
asociado con las divinidades que en la
mitología egipcia encarnaban la fuerza
regeneradora; tal fue el caso del Sol y
del Nilo, encarnados en Re y en Hapy,
dioses imprescindibles para la vida del
hombre y que eran parte integrante de
la realidad física del valle del Nilo. Los
jeroglíficos egipcios estaban a menudo
coloreados, aunque no siempre han
conservado su aspecto original. Cada
color tenía un significado simbólico
especial, aunque podía ser modificado
ocasionalmente por motivos estéticos.
El verde denotaba fertilidad, y el
blanco, pureza. El amarillo evocaba el
oro y el Sol, es decir, la
incorruptibilidad (la carne de los
dioses estaba hecha de oro), mientras
que el negro aludía a la resurrección, a
la oscuridad de la noche y al mundo
subterráneo. El azul se vinculó al
infinito, al cielo, al agua y al aire. El
rojo tenía dos significados: por un lado
era el color de la sangre y de la
energía del Sol; por otro lado, se usó
para representar conceptos peligrosos
como el desierto o Set, que asesinó a
su hermano Osiris, dios del Más Allá.
Fuente: Historia de National
Geographic

2/7/12

IMHOTEP

Arquitecto y médico egipcio del rey
Djeser o Zoser, de la III dinastía
egipcia. De origen plebeyo, hijo del
también arquitecto Kanefer y de
Kherduankh, según una inscripción
hallada en el Uadi Hammamat, llegó a
alcanzar, gracias a su valía personal,
un significativo puesto en la Corte real,
y llegó a actuar como consejero
personal del rey a plena satisfacción de
aquél.
Entre sus títulos, conocidos gracias a
los jeroglíficos existentes en los restos
de una estatua del rey Djeser hallada
en Saqqara, tuvo los de Canciller del
Bajo Egipto, Príncipe real, Juez
principal, Sumo sacerdote de
Heliópolis, Jefe de los trabajos
públicos, Carpintero y Albañil real. Su
obra cumbre, como arquitecto, fue el
diseño y la realización del complejo
funerario de Saqqara para el rey Djeser
(pirámide escalonada y edificios anejos
para la Fiesta Sed). Se trataba de un
conjunto de realizaciones
arquitectónicas trabajadas en piedra
tallada y pulida (Manetón le atribuye,
aunque erróneamente, el empleo por
primera vez de tal material como
elemento constructivo).
Aunque su vida es prácticamente
desconocida, le fueron atribuidos los
más antiguos textos de sabiduría,
medicina y astronomía, y gozó de justa
fama en el campo de las letras.
Desempeñó también el cargo de
médico y fue reconocido a su muerte
como dios de la medicina y
considerado incluso hijo del dios Ptah;
los griegos, muchísimo más tarde, lo
identificaron con el nombre de
Imuthes, como Asklepios. La capilla de
Saqqara -el Asklepion- fue lugar al que
los lisiados y enfermos, en la Baja
época, acudían en busca de curación.
Muchos templos (dentro de otros
complejos religiosos) le fueron
consagrados: Karnak, Deir el-Bahari
(aquí representado en compañía de su
madre, de su esposa Renepet-neferet,
y de diversas divinidades), Deir el-
Medina e Isla de Filae (templo éste
levantado por Ptolomeo V).
Fuente: Biografía y Vidas.

10/6/12

Merit Ptah

Merit Ptah (c. 2700 a. C.) fue una
estudiosa, pensadora y médico del
Antiguo Egipto. Es la primera mujer
conocida por su nombre en la historia
de la medicina y posiblemente,
también la primera mujer mencionada
en toda la historia de la ciencia. Su
imagen puede verse en una tumba en
la necrópolis cercana a la pirámide
escalonada de Saqqara. Su hijo, que
era sumo sacerdote, la describió como
"la médica jefe".
En su honor, la Unión Astronómica
Internacional bautizó un cráter de
impacto en Venus como Merit Ptah.
http://es.wikipedia.org/wiki/Merit_Ptah

3/5/12

NYAUNKH KHOM y KHOM HOPEP

Una discreta tumba de dos peluqueros
de la época faraónica retratados en
posturas equívocas en Saqara atrae a
turistas gays de todo el mundo, pese a
que los egipcios aseguran que son
simplemente amigos.
La cripta, ubicada en la zona
arqueológica de Saqara, a unos 35
kilómetros al suroeste del centro de El
Cairo, es conocida con el nombre de
‘Los Dos Hermanos’, aunque en
realidad no lo eran.
Nyankh Khnom y Khom Hotep eran los
peluqueros y encargados de la
manicura del faraón Nyuserra
(2500-2350 a.C.), y fue la tumba común
lo que hizo pensar en un principio que
eran hermanos, hasta que se demostró
que lo que les unía era una profunda
amistad, explica el arqueólogo Ahsraf
Mohiedin, uno de los responsables del
conjunto de Saqara.
El mausoleo adquirió relativa fama en
los últimos años, después de que en
una conferencia celebrada en la
Universidad de Gales los peritos
afirmasen que las escenas esculpidas
en sus muros confirman que la
homosexualidad era una conducta
tolerada en el antiguo Egipto.
“Los extranjeros creen que los dos
peluqueros eran homosexuales
porque en algunas escenas aparecen
abrazados y como si se fueran a
besarse, y eso en Occidente lo
consideran una actitud propia de
gays”, dice Mohiedin, indignado
porque esa idea “errónea” esté incluso
atrayendo discretamente a un turismo
gay.
“En Egipto, cuando un amigo se
encuentra con otro después de mucho
tiempo se saludan con un abrazo y
besos en las mejillas. Eso según
nuestras costumbres no es ser gays,
sino amigos”, explica.
Sin embargo, no es frecuente ver en
las tumbas de la época faraónica tales
muestras de afecto masculino, ni
tampoco consta que la costumbre de
besarse entre hombres, común en
Oriente Próximo, existiera ya en la
época faraónica.
Mohiedin también defendió la
heterosexualidad de los dos
funcionarios del faraón al afirmar que
se casaron, y la prueba está en que
sus esposas e hijos están grabados
junto a ellos en las imágenes
esculpidas en la cripta.
Una guía de turismo egipcia,
identificada como Inaz Um Maidi,
confirma que hay homosexuales
extranjeros que visitan Saqara con la
intención de ver la tumba. “Hace una
semana me costó muchísimo
convencer a dos gays australianos de
que los dos peluqueros no eran
homosexuales. Son dos buenos
amigos y punto”, explica la guía entre
risas.
En Egipto la homosexualidad es una
conducta muy repudiada por la
sociedad y, aunque no está
expresamente prohibida, está
perseguida de hecho y los
homosexuales suelen ser acusados de
“conducta depravada”.
Por su parte, el director de Saqara, el
arqueólogo Osama al Chimi, al ser
preguntado si cerraría la tumba al
publicó en caso de que se comprobase
que se ha convertido en reclamo del
turismo gay, respondió: “El lugar
permanecerá abierto mientras los
visitantes respeten las buenas
costumbres y la arqueología”.
La tumba, pequeña y sencilla en
comparación con la majestuosidad de
las erigidas para los faraones y la
nobleza, esta compuesta de dos
partes: la delantera, construida con
bloques de roca, y la posterior
excavada en la montaña.
En la parte trasera están sepultados
los dos peluqueros en sendas cámaras
funerarias, uno al lado del otro, a una
profundidad de seis metros.
El interior de la cripta esta
ornamentado además con imágenes
esculpidas y pintadas que representan
a los peluqueros haciendo la manicura
al faraón, presentando ofrendas a los
dioses y pescando cada uno en su
barca, además de escenas de la vida
cotidiana y de las polémicas en las que
aparecen abrazados o besándose.
El mausoleo fue descubierto en 1964
por el arqueólogo egipcio Ahmed
Musa, y está situado en las
proximidades de la pirámide
escalonada de Zóser, la principal
atracción turística de Saqara, que fue
la necrópolis de Menfis, la antigua
capital de Egipto.
Fuente:
Diario El mundo.
http://www.experienciaue.net/foro/
curiosidades-y-errores-
histricos/26978-orgullo-gay-
egipcio.HTML

29/4/12

DESNUDEZ Y SEXUALIDAD EN EL ANTIGUO EGIPTO

La civilización egipcia, que desde sus
comienzos siempre se ha caracterizado
por el exotismo y la exuberancia, no
podía dejar de lado un elemento tan
importante como podía ser el sexo. El
arte, los textos y la propia religión, nos
advierten de que los antiguos egipcios,
lejos de ser alguna suerte de puritanos
o santurrones, daban al sexo gran
importancia. Antes de que el mundo
existiera, no había nada en el universo.
No existían ni los ríos, ni las montañas,
ni los valles. Todo estaba sumido en la
más lúgubre oscuridad. En un
momento incierto, de la nada
surgieron las aguas primordiales del
Nun, el no-ser. Entonces todo el
universo se cubrió por una gran
extensión de agua: se había dado el
primer paso hacia la vida. El dios solar
Atum, se autocreó viniendo a dar luz a
un mundo recién nacido en donde
solamente estaban él y las aguas
primordiales. En un acto reflejo, en un
deseo de compartir su vida con más
personas y dar pie a una dinastía de
dioses, el dios Atum se masturbó
dando vida a los dioses Shu, el aire, y
Tefnut, el agua. A su vez, de éstos
nacieron Geb, la tierra, y Nut, el cielo.
Relatado de una forma tan brusca, los
sacerdotes del templo solar de
Heliópolis, cerca de El Cairo, han
dejado para la posteridad el
nacimiento del mundo y de sus
elementos principales. Partiendo de
una base tan libidinosa, no es de
extrañar que los antiguos egipcios
vieran en el sexo una elemento de lo
más normal en sus vidas cotidianas.
En un país en donde el calor es,
durante la mayor parte del año, la nota
predominante en lo que al clima se
refiere, no es de extrañar que los
antiguos egipcios acostumbraran a
usar ropas ligeras o muy livianas, si es
que no iban completamente desnudos.
De esta manera, los habitantes del valle
del Nilo estaban ciertamente
acostumbrados a convivir casi
desnudos, tal y como sucede con
muchas tribus africanas en la
actualidad. Era norma común en las
aldeanas realizar sus tareas diarias
vestidas únicamente con una falda
corta dejando los senos al descubierto.
De igual manera, es muy frecuente
encontrar en las tumbas de cualquier
época, representaciones artísticas con
escenas de labranza, en donde los
propios campesinos realizan sus
faenas cotidianas sin ninguna prenda
que les cubra. En otras ocasiones, las
condiciones del trabajo invitaban a
una desnudez que si bien no parece
que fuera obligada, resultaba en
cualquier caso mucho más cómoda.
Esto ocurre, por ejemplo, en el caso de
los pescadores, quienes al tener que
permanecer mucho tiempo dentro de
los ríos o pantanos optaban por
trabajar desnudos y evitar así las
molestias que podrían acarrear las
ropas mojadas. Con todo, el calor y la
comodidad hacían que los
trabajadores egipcios de las pequeñas
aldeas realizaran sus tareas diarias tal y
como los dioses les habían traído al
mundo. Por su parte, si bien no consta
que en los estratos más elevados de la
sociedad egipcia tuvieran las mismas
costumbres, principalmente porque no
trabajaban y vivían siempre rodeados
de servidores que los cubrían del
ardiente sol del desierto, las damas de
la alta sociedad sí acostumbraban a
llevar en las fiestas sugerentes vestidos
de lino, casi transparentes, que
dejaban adivinar absolutamente todo
lo que había debajo de ellos.
Si bien es cierto que los documentos
eróticos en el antiguo Egipto son hasta
la época ptolemaica muy escasos, los
documentos que nos han dejado en
este sentido los antiguos egipcios, son
auténticos Kamasutra de las prácticas
diarias del sexo en la corte del faraón.
En estos papiros y ostraca, podemos
llegar a entender de forma más directa
la importancia y variedad de esta faceta
humana en el valle del Nilo. Sin punto
de comparación con los infantiles
poemas eróticos en donde los novios
insinuaban de forma velada una
sexualidad y erotismo muy recatados,
tenemos auténticos papiros
pornográficos, que si bien son una
excepción, no dejan de ser
interesantes. De entre todos los
documentos que tenemos, el más
conocido es el papiro de Turín nº
55001. Perteneciente al reinado de
Ramsés II, no fue publicado hasta el
año 1973 por su marcado contenido
erótico, y es que los dibujos allí
inscritos no parecieron ser del gusto
más refinado de los primeros
egiptólogos, incluyendo al propio
Champollion. El papiro hace una breve
reseña de las licenciosas costumbres
de las que gustaba un Ramsés ya
entrado en años. Se describe cómo las
muchachas recién llegadas a palacio
hacían todo lo posible por hacerse con
los favores de su faraón. Así, se
presentaban ante él y tras un
estimulante strip-tease se acercaban a
su señor, abriendo los muslos y
mostrando todo aquello que el rey se
perdería si las llegara a rechazar.
Seguidamente, Ramsés, harto de tan
“insulso” desfile de modelos,
organizaba algo mucho más excitante
para su calenturienta cabeza: hacía
entrar en el gran salón del palacio
carros repletos de muchachitas en las
posturas más inverosímiles, gritando y
jadeando como auténticas bestias en
celo.
Pero si los antiguos egipcios estaban
sobrados en intenciones y
manifestaciones de un erotismo
patente, eran bastante recatados a la
hora de representar iconográficamente
este tipo de escenas si nos alejamos de
los papiros propiamente eróticos. De
esta manera, resulta bastante
complicado encontrar desnudos
integrales en la iconografía oficial
egipcia, si nos salimos de las escenas
tradicionales de bailarinas en las
tumbas tebanas.
(A partir de un artículo de Nacho
Ares)

6/4/12

Los 10 Mandamientos en el LIBRO EGIPCIO DE LOS MUERTOS

En el capítulo CXXV del Libro de los
Muertos (Papiro de Ani) se incluye una
lista de juramentos para alcanzar la
vida después de la muerte. Estas
declaraciones juradas son confesiones
negativas, que llevan implícito el
mandato de los dioses egipcios a llevar
una vida recta; algunas de estas
confesiones se asemejan a
mandamientos del decálogo israelita.
“En verdad, vine a ti y te traigo la
Justicia y la Verdad. Por ti rechace la
iniquidad”.
-“No herí a hombre alguno, ni hice
daño a las bestias”.
-“No cometí delito en el lugar de la
Justicia y la Verdad”.
-“No conocí mal: No actué
perversamente”.
-“Cada día trabajé más de lo que se me
pedía”.
-“Mi nombre no llegó a la barca del
príncipe”.
-“No desprecié a Dios”.
-“No causé aflicción, ni ejercí aflicción”.
-“No hice lo que Dios abomina”.
-“No hice que su amo obrara mal con
su siervo”.
-“A nadie le hice sentir dolor”.
-“A ningún hombre hice llorar”.
-“No cometí homicidio; ni jamás ordene
a nadie que matara por mí”.
-“No perjudique a la gente”.
-“No hurte lo ofrendado en los
templos; ni robé las tortas de los
dioses”.
-“No me llevé las ofrendas efectuadas
a los bienaventurados difuntos”.
-“No forniqué, ni mancillé mi cuerpo”.
-“Ni acrecenté, ni disminuí las ofrendas
debidas”.
-“No robé de los huertos; ni pisoteé los
campos”.
-“No hice agregados al peso de la
balanza; ni aligeré el peso de los
platillos”.
-“No quité la leche de la boca del
infante”.
-“No aparté el ganado de sus
apacentaderos”.
-“No tendí trampas al ave acuática de
los dioses”.
-“No pesqué peces con carnada de sus
propios cuerpos”.
-“No hice regresar el agua en su marea
alta”
-“No interrumpí el cauce del agua
corriente”.
-“No extinguí la llama en su plenitud”.
-“No descuidé las estaciones para las
ofrendas asignadas”.
-“No alejé el ganado separado para el
sacrificio”.
-“No impedí las procesiones del dios.
Soy puro. Soy Puro”
Cap. CXXV del Libro de los Muertos
El papiro de Ani, del Museo Británico -
E.A.Wallis Budge