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11/2/13

EL LIBRO DE LOS MUERTOS

El deseo de alcanzar la vida eterna
hizo que los antiguos egipcios se
llevasen a la tumba un popular
texto funerario que les servía de
guía para sortear los peligros del
viaje al Más Allá: el Libro de los
muertos. Fue una obra fundamental
de la cultura del antiguo Egipto. Era
un texto muy extenso: algunos
ejemplares conservados en rollos de
papiro alcanzan cuarenta metros.
También era un producto caro, por
el que se podía pagar un deben de
plata, la mitad de la paga anual de
un campesino. Pero, para los
egipcios, el valor de este texto era
incalculable, ya que sus fórmulas
permitían a los difuntos alcanzar el
Más Allá.
Tales fórmulas se inscribían en
rollos de papiro y en las vendas de
lino de las momias, las paredes de
las tumbas, los sarcófagos y los
elementos del ajuar funerario del
difunto. Sin ellas, la persona
fallecida podía sufrir una segunda
muerte que significaría su total
aniquilación. Era el sacerdote quien
recitaba las primeras fórmulas del
Libro durante la ceremonia
funeraria, cuando se trasladaba el
sarcófago a la tumba. Una vez allí,
se practicaban rituales para
revitalizar los sentidos, entre los
que se contaba el de la apertura de
la boca, por el que se abrían
mágicamente los ojos, las orejas, la
nariz y la boca del difunto, quien,
una vez recuperados los sentidos,
emprendía su viaje por el Más Allá.
Para los egipcios éste era un
momento de esperanza, como se
expresa en la fórmula nueve del
Libro de los muertos, que los
egipcios llamaban Libro para la
salida al día: «He abierto los
caminos que están en el cielo y en
la tierra, porque soy el bienamado
de mi padre Osiris. Soy noble, soy
un espíritu, estoy bien pertrechado.
¡Oh, vosotros, todos los dioses y
todos los espíritus, preparad un
camino para mí!». Los egipcios
creían que el difunto emprendía un
viaje subterráneo desde el oeste
hacia el este, como Re, el sol, que
tras ponerse vuelve a su punto de
partida.
Durante ese trayecto el fallecido,
montado en la barca de Re, se
enfrentaría a seres peligrosos que
intentarían impedir su salida por el
este y su renacimiento. El peor de
ellos era Apofis, una serpiente que
trataba de impedir el avance de la
barca solar con el objeto de romper
el Maat, la justicia y el orden
cósmico, y forzar el caos. Apofis
cada día amenazaba a Re durante su
viaje subterráneo. Una fórmula del
Libro de los muertos se refiere al
encuentro con el temible reptil:
«Que seas sumergido en el lago del
Nun, en el lugar establecido por tu
padre para tu destrucción. […]
¡Retrocede! ¡Se destroza tu
veneno!». El fallecido podía adquirir
las propiedades de varias
divinidades y luchar contra los
enemigos, como muestra un pasaje
de la fórmula 179: «Me ha sido
concedida la gran Corona Roja y
salgo al día contra mi enemigo,
para capturarlo, porque tengo poder
sobre él. [...] Me lo comeré en el
Gran Campo, sobre el altar de
Wadjet, porque tengo poder sobre
él, como Sekhmet, la grande».
Finalmente, el difunto llegaba a un
laberinto, protegido por una serie
de veintiuna puertas, aunque otro
pasaje del Libro dice que son siete.
Ante cada una de ellas, el difunto
debía pronunciar un texto
determinado, mencionando el
nombre de la puerta, del guardián y
del pregonero. En cada ocasión, la
puerta le decía: «Pasa, pues eres
puro». Una vez pasado el laberinto,
el difunto llegaba a la Sala de la
Doble Verdad para que un tribunal
formado por 42 jueces y presidido
por Osiris evaluara su vida. Ante los
dioses hacía la «confesión
negativa», en la que citaba todas las
malas acciones que no había
cometido.
Tras la confesión, llegaba el
momento culminante del juicio,
aquél en que se procedía a pesar el
corazón del difunto. En un plato de
la balanza, sostenida por Anubis,
dios chacal de la momificación, se
colocaba una pluma de avestruz, la
pluma de Maat, que simbolizaba la
justicia; en el otro plato se
depositaba el corazón, que
simbolizaba las acciones realizadas
por cada persona. El difunto se
salvaba cuando la pluma yel corazón
quedaban en equilibrio. Finalmente,
los dioses proclamaban su
veredicto. Aquellos cuyos corazones
hubieran pesado demasiado en la
balanza eran considerados impuros
y condenados a toda clase de
castigos: sufrían hambre y sed
perpetuas, eran quemados al
atravesar un lago o cocidos en un
caldero, una bestia salvaje los
devoraba... Los justificados, en
cambio, tenían motivos para
felicitarse. «Aunque yazgo en la
tierra, yo no estoy muerto en el
Occidente porque soy un Espíritu
glorificado para toda la eternidad»,
dice una fórmula del Libro de los
Muertos. Ante ellos se abría el
paraíso de los egipcios.

Fuente: Historia de National
Geographic

23/5/12

¿HASTA CUÁNDO PODRÁ MANTENER EL SOL LA VIDA EN LA TIERRA?

El Sol podrá mantener la vida terrestre
(tal como la conocemos) mientras radie
energía como lo hace ahora, y a este
período de tiempo podemos ponerle
ciertos límites.
La radiación del Sol proviene de la
fusión del hidrógeno a helio. Para
producir toda la radiación vertida por
el Sol hace falta una cantidad ingente
de fusión: cada segundo tienen que
fusionarse 654.600.000 toneladas de
hidrógeno en 650.000.000 toneladas
de helio. (Las 4.600.000 toneladas
restantes se convierten en energía de
radiación y las pierde el Sol para
siempre. La ínfima porción de esta
energía que incide sobre la Tierra basta
para mantener toda la vida de nuestro
planeta.)
Nadie diría que con este consumo tan
alto de hidrógeno por segundo el Sol
pudiera durar mucho tiempo, pero es
que ese cálculo no tiene en cuenta el
enorme tamaño del Sol. Su masa
totaliza
2.200.000.000.000.000.000.000.000.000
(más de dos mil cuatrillones) de
toneladas. Un 53 por 100 de esta masa
es hidrógeno, lo cual significa que el
Sol contiene en la actualidad
1.166.000.000.000.
000.000.000.000.000 de toneladas,
aproximadamente, de hidrógeno.
(Para satisfacer la curiosidad del lector,
diremos que el resto de la masa del
Sol es casi todo helio. Menos del 0,1
por 100 de su masa está constituido
por átomos más complicados que el
helio. El helio es más compacto que el
hidrógeno. En condiciones idénticas,
un número dado de átomos de helio
tiene una masa cuatro veces mayor
que el mismo número de átomos de
hidrógeno. O digámoslo así: una masa
dada de helio ocupa menos espacio
que la misma masa de hidrógeno. En
función del volumen —el espacio
ocupado—, el Sol es hidrógeno en un
80 por 100.)
Si suponemos que el Sol fue en origen
todo hidrógeno, que siempre ha
convertido hidrógeno en helio al ritmo
de 654 millones de toneladas por
segundo y que lo seguirá haciendo
hasta el final, se calcula que ha estado
radiando desde hace unos cuarenta
mil millones de años y que continuará
así otros sesenta mil.
Pero las cosas no son en realidad tan
simples. El Sol es una «estrella de la
segunda generación», constituida a
partir del gas y polvo cósmicos
desperdigados por estrellas que se
habían quemado y explotado miles de
millones de años atrás. Así pues, la
materia prima del Sol contenía ya
mucho helio, desde el principio casi
tanto como tiene ahora. Lo cual
significa que el Sol ha estado radiando
durante un ratito solamente (a escala
astronómica), porque sus reservas
originales de hidrógeno sólo han
disminuido moderadamente. El Sol
puede que no tengo más de seis mil
millones de años.
Pero además es que el Sol no
continuará radiando exactamente al
mismo ritmo que ahora. El hidrógeno y
el helio no están perfectamente
entremezclados. El helio está
concentrado en el
núcleo central, y la reacción de fusión
se produce en la superficie de este
núcleo.
A medida que el Sol siga radiando, irá
adquiriendo una masa cada vez mayor
ese núcleo de helio y la temperatura
en el centro aumentará. En última
instancia, la temperatura sube lo
suficiente como para transformar los
átomos de helio en átomos más
complicados. Hasta entonces el Sol
radiará más o menos como ahora,
pero una vez que comience la fusión
del helio, empezará a expandirse y a
convertirse poco a poco en una
gigante roja. El calor se hará
insoportable en la Tierra, los océanos
se evaporarán y el planeta dejará de
albergar la vida en la forma que
conocemos.
Los astrónomos estiman que el Sol
entrará en esta nueva fase dentro de
unos ocho mil millones de años. Y
como ocho mil millones de años es un
plazo bastante largo, no hay motivo
para alarmarse todavía.

Por Isaac Asimov

5/5/12

UNA SOCIEDAD LEVANTADA SOBRE PIES DE BARRO

Una antigua leyenda hindú cuenta que,
cuando las gentes decidieron
abandonar los bosques para vivir
agrupadas, los dioses hicieron una
reunión de emergencia para afrontar el
problema. Parece que la alarma tenía
sentido.
Hoy los campos verdes y las gentes
sencillas quedaron atrás. La
convivencia con el viento, con el sol,
con las lluvias; la paz del corazón y el
regocijo de la hoguera por la noche;
todos juntos, en grupo, como las
grandes y verdaderas familias que se
adoran mutuamente sintiendo que tú
eres una parte de mí y yo una parte de
ti y juntos estamos en el todo; suena a
utopía. La pureza de los sentimientos
como la profunda convicción de que la
solidaridad solo es un valor cuando se
expresa sin saber que lo que hacemos
es solidario o deja de serlo, sino que
es el resultado de un acto puro y
sencillo inspirado por el corazón; el
sentimiento íntimo y profundo de que
la única felicidad es la paz profunda y
que la mayor de las sabidurías se
expresa cuando amamos; todas las
grandes verdades quedaron atrás.
Hoy llenamos las bodegas de nuestras
entrañas con Lady Gagas y héroes del
fútbol, y substituimos los paisajes y los
animales por paredes grises de
hormigón y grafitis.
Hemos convertido el mundo en un
escenario tragicómico donde la gente
vive la comedia sin apercibirse de la
tragedia que late tras el absurdo diario.
Los ingleses llaman «rat race» al gran
teatro de la vida occidental, carrera de
ratas en la que cada quien sale en la
mañana de su ratonera; 70 metros
cuadrados comprados a mil veces el
precio por el que nuestros abuelos
tenían una vivienda digna, con granero,
animales y huerto incluidos; camina el
espacio hasta el metro, autobús o tren
que le llevará al mismo vagón a la
misma hora; leerá los titulares casi
idénticos día a día; comentará, con
enorme habilidad dialéctica y haciendo
muestra de gran personalidad e
inteligencia, cómo el personaje de moda es así o
asá…, o, en el máximo esfuerzo
filosófico, analizará la política diaria; y
finalmente, creyéndose libre, no es
capaz de salir de entre los árboles de
su vida para darse cuenta del bosque
en el que habita; el absurdo mecánico
y repetitivo que le llevará un día a la
fosa sin haberse dado cuenta de quién
era o por qué vivió ni para qué existía;
es más, ni siquiera por un segundo
pensó en hacerse ninguna de estas
preguntas.
Nadie ha descrito la «rat race» mejor
que el Dalai Lama, cuando dijo que los
occidentales vivimos como si nunca
fuéramos a morir para después morir
como si nunca hubiéramos vivido.
Hoy, como bien dijo el V.M. Samael Aun
Weor, todos somos víctimas de la
enfermedad del mali-mali, más
conocido como latah; sin embargo
nunca nos daríamos cuenta de cómo
repetimos, copiamos las actitudes de
nuestro entorno; nos ponemos
tatuajes como el actor de moda y nos
dejamos famélicas hasta la
enfermedad para seguir a la modelo
de turno; héroes y heroínas del todo a
cien que desaparecen como flores de
un día para dejar el hueco al siguiente
“top star”; actores del esperpento
colectivo que nos hunde en el
mimetismo hasta agujerearnos los
labios, los pómulos y otras partes más
secretas de nuestra anatomía solo por
responder a la llamada de ser
«popular», «cool» o cual sea el
eufemismo tras el que escondamos
nuestra propia iniquidad; actitudes
masoquistas y autodestructivas tras las
que late el vacío interior, el frío gélido
que se ha apoderado de nuestros
corazones vacíos; muros de nuestra
imagen hacia los demás tras los que
dejamos apagar el fuego de nuestro
hogar, y alejados de nuestra propia
esencialidad, de lo que “SOMOS” más
allá del cómo “ESTAMOS”, perdemos
esta oportunidad que llamamos «vida»

8/2/12

El arbol de la vida

El Árbol de la Vida esta en el Reino de
Bahréin, el país más pequeño del
Golfo Pérsico. Este árbol es uno de los
mas misterios del mundo y si visitas
este país árabe estas obligado a
conocerlo. El Árbol de la Vida es una
acacia de mas de 400 años de edad,
que se mantiene verde en pleno
desierto. Utilizada como mezquita esta
considerado una maravilla natural.
Este singular árbol es el único en
medio del enorme desierto, situado
cerca del monte Jebel Dukhan. Se
encuentra a 134 metros sobre el nivel
del mar el punto más alto en Bahréin.
El nombre en árabe ( ﻞﺒﺟ ﻥﺎﺧﺪﻟﺍ )
significa "la montaña de humo",
debido a la neblina que a menudo le
rodea.
El manantial de agua donde el árbol
introduce su raíces, sigue siendo un
misterio porque no existe agua en
kilómetros a la redonda. Para los
visitantes extranjeros cuenta la leyenda
que quien toca el árbol volverá a
Bahréin. También se dice que un ángel
con una espada flameante en la mano
vigila a este árbol casi mágico. Barhéin
este diminuto país formado por
pequeñas islas en medio del golfo, se
cree fue el lugar donde se situaba el
Jardín del Edén y esta acacia seria
descendiente de aquellos arboles del
paraíso.
Sus dimensiones impresionan bastante
pero aun mas el hecho de que parte
de su tronco y sus raíces están
hundidos en la arena. En una arena
donde parece imposible que pueda
crecer ninguna planta. Ojala este árbol
fabuloso siga floreciendo durante
varios centenares de años mas, como
símbolo de vida en medio de la nada.
En la actualidad el gobierno Bahreiní
riega con camiones cisterna a la
sedienta acacia centenaria.