16/12/12

Baiame, el Gran Dios de la Creación Aborigen Australiano

Dentro de los mitos de creación,
puede que el más extendido entre los
pueblos nativos australianos sea el de
el dios Baiame, también conocido bajo
los nombres de Balame, Byamee o
Biame, que procede del vocablo biai,
«hacer». Este dios ancestral es
conocido como «El más Grande» o «El
Creador» y es el responsable de haber
creado por primera vez la Tierra.
Uno de estos relatos sobre Biame
resulta tener cierto contenido moral,
además de justificar la necesidad de
que todos los seres de la Tierra
permanezcan unidos, siendo todos
iguales. Este relato, nos cuenta que
Biame estableció tres tribus diferentes
de seres vivos para poblar la Tierra.
En primer lugar creó la tribu de los
animales y habitantes del suelo; en
este grupo encontramos seres de
tamaños y formas diversas, desde los
reptiles que se arrastran por el suelo,
hasta los canguros y los koalas. En
segundo lugar, creó a la tribu de los
pájaros, integrada por curiosas aves de
todas las dimensión y colores. En
último lugar, dio vida la tribu de los
peces que poblaron los ríos, los lagos,
las charcas y los amplios mares.
En medio de estas tribus vivía una
extraña criatura, llamada platypus que
compartía cualidades con cada una de
esos grupos; así, tenía piel como los
animales, ponía huevos como los
pájaros y nadaba como los peces. Este
ser tenía amistad con las tres tribus,
que pronto sintieron una gran
admiración y respeto por él.
Según cuenta la leyenda aborígen, un
desafortunado día las tribus
empezaron a discutir sobre cuál de
ellas era la mejor. La discusión se
volvió tan enérgica, que la lucha estalló
y los grupos se separaron. Cada una
de las tres tribus invitó a platypus a
que se uniera a ella; primero la de los
animales, con el gran canguro Bagaray
a la cabeza, después la de los pájaros
liderada por Buntil, el gran águila y
finalmente los peces, con Goodoo al
frente.
Platypus agradeció a todos su interés y
tras meditar unos instantes, respondió:
«Animales, me gustaría unirme a
vosotros, ya que tengo fur como
vosotros; pájaros, pongo huevos como
vosotros y como gusanos y me
gustaría unirme a vuestra tribu; peces,
nado con vosotros diariamente y
somos grandes amigos. Es una
decisión muy difícil, pero he
considerado que no me uniré a
ninguna como tribus separadas; sin
embargo me uniré a todos vosotros
como parte que sois de mí, del mismo
modo que yo soy parte de todos
vosotros, por lo tanto ningún grupo o
tribu es mejor que otra, ni yo tampoco.
Cada uno de vosotros sois especiales y
únicos en vuestra existencia».
Como hemos indicado al comienzo del
relato, esta leyenda tiene un contenido
moral muy importante en la vida
aborigen australiana: todos los seres
de la Tierra son iguales y deben
permanecer unidos.
Otra leyenda de Biame, nos cuenta
como el dios después de crear la
Tierra, creó al primer hombre y a la
primera mujer a partir del barro y el
polvo. Según cuenta este relato
legendario, antes de desaparecer, el
dios indicó a la pareja, aquellas plantas
que podían comer, advirtiéndoles que
tenían prohibido comer animales y les
dejó en un lugar muy bueno.
La lluvia y el sol daban vida a las
plantas, cuyo fruto servía de alimento
a esta pareja y a su creciente prole.
Pero un día la lluvia cesó y, por vez
primera, en la Tierra se supo lo que
era el hambre. En un momento de
desesperación, el hombre se atrevió a
matar a un animal, un canguro, que
compartió con su hambrienta esposa.
La pareja ofreció parte del novedoso
sustento a un amigo enfermo y
debilitado por la falta de alimento. Sin
embargo, el hombre rechazó la oferta
y, advirtiéndoles de su error, se
marchó.
Por su parte, la pareja continuó con su
festín, tras lo cual siguieron las hullas
tambaleantes de su pobre amigo. Le
encontraron a los pies de un eucalipto
al otro lado de un río de fuerte
corriente. Desde la otra orilla la pareja,
contemplaba a su amigo y, cuando
estaba a punto de marcharse, quedó
estupefacta y aterrorizada ante la
visión de una figura negra, mitad
humana, mitad bestia, que saltando de
las ramas de aquel árbol, se abalanzó
sobre el cuerpo de su inmóvil amigo.
Aterrorizados el hombre y su esposa,
vieron como aquella figura horrible, se
llevaba a su amigo y desaparecía.
De repente, una gran humareda salió
del árbol, tras lo cual se escuchó un
ruido desgarrador, como si el árbol se
rompiese sólo y sus raíces se
despegaran de la tierra. El árbol se
levantó y se alejó de la pareja volando
hacia el sur. Así es como, según la
mitología de los aborígenes
australianos, por primera vez en la
Tierra, la muerte llegó a un hombre.
Un ser humano había perdido la vida a
manos de una criatura llamada Yowee
que es el Espíritu de la Muerte. En este
relato vuelve a ser interesante el matiz
moral de su contenido, ya que la
primera vez que muere un ser
humano, puede ser vista como un
castigo por haber matado un animal,
incumpliendo las normas establecidas
por el creador. Ciertamente es un final
triste, porque el mundo ideado por
Baiame se ve repentinamente truncado
por la ruptura del equilibrio inicial y se
abre camino una nueva creación.
Además del dios Baiame, dada la gran
diversidad de tribus que encontramos
en la cultura aborigen australiana,
podemos hallar una importante lista de
divinidades ancestrales vinculadas con
la creación y ordenación del mundo.
Incluso puede ocurrir que tantos
nombres diferentes aludan al mismo
ser superior que creó el Mundo.
Entre algunas tribus de Australia
Central, por ejemplo, Altjira es
considerado el padre del cielo y el dios
del «Tiempo del Sueño», que creó la
Tierra, retirándose después a lo más
alto del cielo, donde aún permanece.
Por otro lado, los bagadjimbiri son dos
hermanos a los que los karadjeri del
noroeste de Australia, atribuyen la
creación del mundo, indicando que
con anterioridad al ascenso de ellos
desde el suelo, no había nada. Para las
tribus de los kulin y los wurunjerri de
Australia, Bunjil es el dios supremo y
creador y ambas tribus se refieren a él
como « Padre Nuestro» e igual que
sucede en el resto de mitos, después
de terminar su tarea en la Tierra,
marchó al cielo.
En Australia Central, los aranda creen
que Mangar-kunjer-kunja, es el dios
creador; se trataba de un dios lagarto
que encontró seres primigenios sin
desarrollar, a los que separó y con su
cuchillo les abrió los orificios para los
ojos, la nariz, la boca y los oídos y
además les mostró el fuego, el
cuchillo, el boomerang y el
matrimonio. Waramurungundi es
considerada por los gunwinggu como
la primera mujer, la madre de Australia
que dió a luz a la Tierra, dictó las
normas de todas las criaturas vivientes
y enseñó al hombre a hablar.
Bibliografía: Mircea Elíade: Historia de
las creencias y de las ideas religiosas/
Mircea Eliade.-1978.- Madrid, Ediciones
Cristiandad. (4 vol.)
Fuente:conciencia-animal.cl