En el camino de vuelta a la pensión
Onofre salió al encuentro de Delfina.
— Estaba dando un paseo –le dijo el
muchacho a la fámula– y por
casualidad te he visto venir. ¿Puedo
ayudarte?
— Me basto y me sobro –repuso la
fámula acelerando la marcha, como
para demostrar que el peso de los
capazos atiborrados no la lastraba.
— No he dicho que no pudieras con
la compra, mujer. Sólo pretendía ser
amable –dijo Onofre.
— ¿Por qué? –preguntó Delfina.
— No hay por qué –dijo Onofre–. Se
es amable sin motivo. Si hay motivo,
ya no es amabilidad, sino interés.
— Hablas demasiado bien –atajó la
fámula–. Vete o te azuzo al gato.
Eduardo Mendoza: “La ciudad de los
prodigios”
Imagen: Joven con un gato negro
(1887), lienzo de Paul Hoecker
27/4/14
"La ciudad de los prodigios”
5/3/13
EL LABERINTO DE LAS ACEITUNAS (1982) - Fragmento.
«-No se me pasa por alto –peroré,
pues- que ha sonado la hora fatídica
de mirar hacia atrás con la serena
lucidez del que sabe que va a caer el
telón y que, a poco que remolonee,
no tendrá que hacer balance. No
diré que dejo este mundo sin pena;
entre los muchos sentimientos
contradictorios e inoportunos que
en mi ánimo luchan con resultados
generalmente nefastos no están el
estoicismo preclaro ni la elegante
resignación. Es triste constatar, al
levar anclas, que jamás he poseído
las virtudes más excelsas de la
hombría: soy egoísta, timorato,
mudable y embustero. De mis
errores y pecados no he salido ni
sabio ni cínico, ni arrepentido ni
escarmentado. Dejo mil cosas por
hacer y otras mil por conocer, de
entre las que citaré, a título de
ejemplo, las siguientes: ¿por qué
ponen huevos las gallinas?, ¿por qué
el pelo de la cabeza y el de la barba,
estando tan juntos, son tas
distintos?, ¿por qué nunca he
conocido a una mujer tartamuda?,
¿por qué los submarinos no tienen
ventanas para ver el fondo del
mar?, ¿por qué los programas de
televisión no son un poco mejores?
Ídem creo que la vida podría ser
más agradable de lo que es, pero es
probable que esté equivocado, o
que no sea tan mala, sino sólo una
pizca banal. Tonto, indolente y
desinformado he llegado a ser lo
que soy; tal vez si hubiera sido más
cerril habría llegado más lejos.
Nadie elige su carácter y sólo Dios
sabe quién y cómo juzga nuestros
méritos. Si tuviera estudios lo
entendería todo. Como soy un asno,
todo es un enigma. No sé si me
pierdo gran cosa.»
EDUARDO MENDOZA (1943/----) España