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1/1/14

"EL EXTASIS DE SANTA TERESA DE JESÚS" DE BERNINI

"Veíale en las manos un dardo de oro
largo, y al fin del hierro me parecía
tener un poco de fuego. Este me
parecía meter por el corazón algunas
veces y que me llegaba a las
entrañas. Al sacarle, me parecía las
llevaba consigo, y me dejaba toda
abrasada en amor grande de Dios.
Era tan grande el dolor, que me
hacía dar aquellos quejidos y tan
excesiva la suavidad que me pone
este grandísimo dolor que no hay
desear que se quite, ni se contenta el
alma con menos que Dios. No es
dolor corporal sino espiritual aunque
no deja de participar el cuerpo algo,
y aún harto. Es un requiebro tan
suave que pasa entre el alma y Dios,
que suplico yo al su bondad lo dé a
gustar a quien pensare que miento"
Con estas palabras describía su
éxtasis místico Santa Teresa de Jesús
en "El libro de la vida" y fueron las
que inspiraron a Gian Lorenzo Bernini
(1598-1680) la escultura "El extasis de
Santa Teresa" (1647-1651), una obra
que actualmente se encuentra en la
Capilla Cornaro de la Iglesia romana
de Santa María de la Victoria. Santa
Teresa, acostumbrada a vivir sin vivir
en ella, describe en sus palabras un
trance que al ser traducido a la
piedra da la sensación de que más
que una experiencia espiritual, es un
goce intenso y sensual, por decirlo
elegantemente. Todas esas
sensaciones parecen agitarse de
forma desbordada, al igual que las
ropas de la Santa que se presentan
como olas de piedra que evocan el
terremoto espiritual al que esta se ve
sometida.

8/3/13

APOLO Y DAFNE - GIAN LORENZO BERNINI

Entre las mejores esculturas del
barroco hay que dar un lugar de
honor a esta marvillosa obra
llamada "Apolo y Dafne", una
escultura realizada en marmol y a
tamaño natural por el sensacional
escultor italiano Gian Lorenzo
Bernini entre los años 1622 y 1625
y que actualmente se expone en la
Galeria Borghese de Roma.
La escultura se basa en el mito que
cuenta como Apolo, muy hábil con
el arco, quiso competir con Eros en
el arte de lanzar flechas. Eros,
molesto por la arrogancia de Apolo,
ideó vengarse de él y para ello le
arrojó una flecha de oro, que
causaba un amor inmediato a quien
hiriere y paralelamente hirió a la
ninfa Dafne con una flecha de
plomo que por contra causaba el
rechazo amoroso. De esta manera
cuando Apolo vio un día a Dafne se
sintió herido de amor y se lanzó en
su persecución, pero Dafne, que
sufría el efecto contrario, huyó de
él con todas sus fuerzas y corrió
hasta quedar agotada, momento en
el que pidió ayuda a su padre, el río
Peneo, el cual determinó convertir a
Dafne en laurel. Cuando Apolo
alcanzó a Dafne, ésta iniciaba la
transformación: su cuerpo se cubrió
de dura corteza, sus pies fueron
raíces que se hincaban en el suelo y
su cabello se llenó de hojas. Apolo
se abrazó al árbol y se echó a llorar.
Y dijo: «Puesto que no puedes ser
mi mujer, serás mi árbol predilecto
y tus hojas, siempre verdes,
coronarán las cabezas de las gentes
en señal de victoria», resultando
este el origen de las coronas de
laurel.
Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)
posiblemente el mejor escultor del
barroco, captura la transformación
de Dafne con intensa emoción,
retratando las diferentes etapas de
sus cambios. Al igual que sucede en
otra de sus sensacionales obras, el
Rapto de Proserpina, la obra nos
pide una visión global y que la
rodeemos para ver todos sus
ángulos ya que vista desde la
espalda de Apolo, la figura de Dafne
queda oculta, mostrándonos sólo el
árbol en que quedará transformada,
pero si buscamos la parte frontal de
la estatua tendremos la visión de la
ninfa en pleno proceso de
metamorfosis. Bernini nos deja esas
marvillosas manos convirtiendose
en ramas pobladas de unas
delicadisímas hojas de marmol
completamente imposibles a
nuestros ojos, o su piel haciendose
corteza, o la maravilla de su pelo
agitado por la carrera. La figura de
Apolo tiene ecos del Apolo
Belvedere de Leocares, mostrandose
como un muchacho andrógino,
joven y delgado, adornado con un
peinado casi femenino, tal y como
era concebido en el perido
helenistico en el que busca
inspiración el escultor. Apolo en la
mitologia predicaba la moderación y
la sobriedad, pero aqui Bernini lo
muestra decidido y anhelante,
persiguiendo desesperadamente el
amor de una Dafne que en último
instante escapa a sus deseos. La
composición se encuentra llena de
dinamismo y el grito de horror que
escapa de Dafne y el rostro perplejo
de Apolo muestran el interes del
escultor por plasmar el memento
con el mayor realismo posible. Y
vaya si lo consiguió!!!
El texto es una adaptación personal
de la reseña de Wikipedia

2/5/12

MEDUSA, de BERNINI

Medusa era una
de las tres gorgonas, la única mortal.
Esteno, Euríale y Medusa eran hijas de
dos divinidades marinas, Forcis y Ceto.
Su aspecto era terrible: de la cabeza le
crecían serpientes en vez de pelo, el
cuerpo recubierto de escamas de
dragónen su sonrisa lucían un par de
afilados colmillos de jabalí; sus manos
eran de bronce y sus dos pies, alas de
oro, lo que les permitía volar; y, si
miraban directamente a alguien a los
ojos, al momento le dejaban
petrificado.
De las tres gorgonas, la más famosa
era Medusa, la única mortal. Medusa y
sus hermanas vivían el extremo de
Occidente, cerca del reino de los
muertos, y no había mortal ni divinidad
que no las tuviera temor.
En la versión más conocida del mito,
Medusa era originalmente una
hermosa mujer humana. Poseidón se
enamoró de Medusa, y la sedujo (o
violó) en un templo dedicado a Atenea.
Ambos dioses eran rivales desde que
compitieran por el patronazgo de
Atenas y los habitantes de la ciudad
prefiriesen el olivo de Atenea a la
fuente o los caballos de Poseidón. Tras
descubrir la profanación de su templo,
Atenea transformó a Medusa hasta
tener la forma de sus dos hermanas.
Algunas versiones dicen que fue
Afrodita quien, celosa de la cabellera
de Medusa, la cambió por serpientes.
Mientras Medusa estaba embarazada
de Poseidón, fue decapitada por el
héroe Perseo con la ayuda de Atenea y
Hermes. De la sangre que cayó al suelo
o, según las versiones, de su cuello,
brotó su descendencia: el caballo
alado Pegaso y el gigante Crisaor ( el
padre de Gerión, un gigante que
poseía tres cuerpos hasta la cintura y
al que Hércules mataría en La Coruña y
enterraría debajo de la Torre de
Hércules) . Perseo usó la cabeza de
Medusa para rescatar a Andrómeda,
matar a Polidectes y, en algunas
versiones, petrificar al titán Atlas.
Entonces se la ofreció a Atenea, quien
colocó la cabeza de medusa en su
escudo, la égida. Se dice que la sangre
de la Medusa resucitaba a los muertos
y con ella Asclepio resucitó a algunos
héroes. Según cuenta Pausanias en el
libro II de su Descripción de Grecia,
dedicado a Corinto, el mito de Medusa
es una versión novelada de la historia
de una reina quien, después de la
muerte de su padre, habría recogido
ella misma el cetro, gobernando a sus
súbditos cerca del lago Tritonide, en
Libia. Medusa habría muerto de noche
durante una campaña contra Perseo,
un príncipe del Peloponeso.
El busto, posiblemente realizado entre
1638 y 1648, se inspira en la mitología
clásica narrada en la Metamorfosis de
Ovidio. Muestra a la bella Medusa en el
momento de su transformación en
monstruo

25/4/12

BERNINI, PLUTÓN Y PROSERPINA (1621-1622)

Con esta obra se logra cerrar un
periodo de la historia de la escultura, y
abrir uno nuevo. Se recurre como
punto de partida a la escultura antigua
y a imágenes de la pintura de Carraci y
Reni, así como al relato de Ovidio
sobre el rapto de Proserpina por parte
del dios de los infiernos: Pluton. Este
se dirige al Hades cargando con
Proserpina; todo su poderoso cuerpo,
firmemente asentado sobre el suelo de
una amplia peana, se encamina hacia
delante; la joven es llevada en
volandas pero tiende en dirección
contraria al dios, hacia atrás con sus
manos, una pidiendo ayuda y la otra
rechazando la cabeza del dios; sus
piernas también tiran en sentido
opuesto al avance del raptor.
A las directrices verticales, se
contraponen en horizontal tres brazos:
los de Plutón que atenazan la cintura y
el muslo de la joven, hundiendo sus
dedos en la carne prieta y tersa que
cede bajo la presión, como si fuera
carne verdadera y no mármol; y el
brazo izquierdo de Proserpina, con el
que intenta separarse del dios
comprimiendo su sien y su ceja, que
también muy carnalmente se deforman
bajo su empuje. Se alcanza la
representación de un instante fugaz de
violencia, un momento pasajero e
inestable de oposición de fuerzas
entre dos cuerpos bellos en momentos
diferentes de la vida: la madurez y la
juventud.
Pero no es sólo ni especialmente una
escultura mítica, sino que es naturalista
y realista en sus detalles: las lágrimas
que surcan las mejillas, la enredada
melena de la joven, las carnes que
ceden bajo la presión de los dedos
….todo es de un virtuosismo propio de
una verdadera obra de arte, no sólo
del barroco, sino de toda la historia de
la escultura.