El foxtrot es un baile –y la música a él asociada– que se originó en Estados Unidos a principios de la década de 1910 y se extendió con inusitada rapidez por todo el mundo occidental. Foxtrot, o fox-trot, significa “paso de zorra” o “trote de zorro” (refiriéndose a una raza de perros que se parecen a los zorros). Se baila en pareja y ha dado lugar a diferentes variedades, algunas de ellas lentas (el slow-fox) y otras mucho más rápidas (el charlestón). Su denominación, no obstante, parece ser que se debe al artista estadounidense de vodevil Harry Fox.
Su particular manera de bailar – trotando al ritmo de ragtime sin atenerse a regla alguna– llamó poderosamente la atención y sus pasos fueron recogidos por el profesor de baile F. L. Clendenen en su libro de 1914 “Dance Mad”, con la frase “El foxtrot, como lo baila Mr. Fox”. No solo causó sensación en Estados Unidos. Poco tiempo después, como decíamos, el foxtrot se escuchaba y se bailaba en gran parte de Europa occidental. En la década de 1930 su presencia era casi obligada en películas y obras teatrales musicales, en revistas y, por supuesto, sonaba diariamente en cabarets y salas de baile.
Imagen: “Foxtrot”, lienzo de Tia Peltz
De los años veinte es este fragmento del noticiario británico Pathé News que da noticia del furor que causaba el foxtrot y que comienza con unas notas de la famosa canción “My Baby Just Cares For Me”...
14/7/14
A RITMO DE FOXTROT
12/7/14
COPPÉLIA
“Coppélia” (o “La muchacha de los ojos de esmalte”) es un ballet- pantomima en dos actos y tres escenas se estrenó en el Teatro Imperial de la Opera de la Rue Le Peletier de París el 25 de mayo de 1870 en presencia del emperador Napoleón III. El libreto es original de Charles Nuitter y Arthur Saint-Léon, y la música de Léo Delibes.
Basado en un tétrica historia de E.T.A. Hoffmann (“El hombre de arena”, 1815) su historia –que se sitúa en una pequeña y típica aldea alemana– gira en torno al extraño Doctor Coppelius y su muñeca animada Coppélia, de quien se enamora un joven llamado Franz. La novia de este, Swanilda, una muchacha aldeana, consigue entrar en el gabinete de Coppelius para develar el misterio de esa muchacha que solo se muestra sentada ante la ventana con un libro en sus manos y saluda a su novio maquinalmente. El secreto del Doctor Coppelius es, así, descubierto por la astuta Swanilda, pero finalmente ella le pide perdón por su osadía y Franz y Swanilda se casan en medio de una gran fiesta popular.
Vals lento (acto I). Natalia Osipova. 2011
Mazurca (acto I). 2011
Swanilda y sus amigas (acto I). Natalia Osipova. 2011
Vals de las horas (acto III). 2011
La aurora (acto III). Anastasia Stashkevich. 2008
La selección de números corresponde a las giras del Bolshoi Ballet de 2009 y 2011. A esta última pertenece la fotografía.
1/1/14
ANNA PAVLOVA Y EL ORIGEN DE "LA MUERTE DEL CISNE"
La prima ballerina Anna Pavlova (en la foto con su cisne Jack) era toda
pasión por la danza, tanto es así que
en cierta ocasión un acaudalado
aristócrata ruso le propuso
matrimonio siempre y cuando
aceptara dejar el ballet. Como era de
esperar en un amor que pone
condiciones ganó el ballet, pero
también es cierto que uno de sus
números más recordados está
relacionado con este pretendiente. En
una visita que la Pavlova hizo a la
casa de campo de este potentado
pudo observar la agónica muerte de
un cisne herido en uno de los
estanques de la propiedad. El
impacto que le produjo la visión de la
muerte de tan bella ave fue
sumamente intenso, tanto que se
puso en contacto con el
extraordinario coreógrafo y bailarín
Michel Fokine expresándole lo mucho
que deseaba poder reproducir aquel
instante a través del baile. Era por
ellos conocida la pieza "El cisne"
perteneciente a "El carnaval de los
animales" de Camille Saint-Saëns, un
corto pero bellísimo tema que iba
como anillo al dedo a los
sentimientos que deseaban volcar en
el nuevo ballet, y así, con estas
influencias además de un poema de
Alfred Tennyson (que no soy capaz de
encontrar) nació la coreografía de "La
muerte del cisne" que usaba como
base la pieza de Saint-Saëns. Fokine
hizo un trabajo soberbio que
cambiaría el mundo de la danza para
siempre introduciendo en él las
miniaturas como esta que brillaban
con luz propia, al margen de los
grandes ballets. Tras el estreno, Anna
Pavlova exclamó:
"Tenía la impresión, mientras bailaba,
de que también yo estaba
agonizando"
PINA BAUSCH
Pina Bausch, nombre artístico de
Philippine Bausch (Solingen, 27 de
julio de 1940 - Wuppertal, 30 de
junio de 2009), fue una bailarina,
coreógrafa y profesora de danza
alemana, y una de las grandes figuras
de la danza internacional
contemporánea.
Sus espectáculos han pasado por
París, Madrid, Río de Janeiro, Nueva
York , Tokio…
Recibió el premio Goethe en 2008.
Falleció repentinamente de cáncer, a
los 68 años, el 30 de junio de 2009
Tras formarse con Jurt Jooss en
Alemania y pasar una temporada en
la Juilliard School de Nueva York,
vuelve a su país y comienza a
trabajar en el hoy mítico Tanztheater
de Wuppertal, que dirige desde 1973.
Allí, muy pronto se convertirá en la
creadora de ese rico y
extremadamente complejo territorio
que se ha denominado Teatro-Danza.
Observadora nata desde niña, actúa
impulsada por un afán de contar lo
que sucede a su alrededor y, para
ello, como otros artistas de diferentes
campos, comienza por rechazar el
concepto de “cuerpo ideal” para
mostrar una realidad heterogénea en
la que el movimiento adquiere un
enorme poder trasgresor.
De su mano y del trabajo de sus
bailarines han surgido piezas tan
emblemáticas como Ifigenia en
Táuride, Café Müller, Arien, 1980,
Kontakthofy muchas otras, tan
discutidas como admiradas en todo el
mundo.
Del mismo modo, su carácter
trashumante y su enorme curiosidad
por las diferentes formas de vida la
han llevado, desde los años 80, a
realizar distintas “residencias” en
algunas de las grandes capitales del
mundo actual. Tras una estancia de
dos meses con todos sus bailarines
en la ciudad elegida, siempre surge
un nuevo espectáculo que no tiene
por qué estar directamente
relacionado con la ciudad pero que,
sin duda, sale a la luz empapado de
todas sus esencias. Roma, Palermo,
Madrid, Lisboa, Estambul o Hong
Kong han sido algunas de sus sedes.
Todas sus obras han sido realizadas
casi siempre con la ayuda de más de
veinte bailarines y bailarinas, de
diferentes razas y países, que,
siguiendo el peculiar método de
trabajo de la directora, se implican
con sus propios miedos, sus propios
deseos, sus complejos y, en suma,
con su propia vulnerabilidad. Esto
lleva a la utilización de toda la
gestualidad del comportamiento
cotidiano, tanto en lo íntimo como en
lo social; un aluvión de gestos físicos
y emocionales que la sabia mano de
la Bausch recicla y reintegra en
composiciones llenas de originalidad,
de ternura, de irónica crueldad y,
sobre todo, de un vivo humanismo
que la sigue manteniendo entre las
grandes creadoras del arte actual.
Etre sus temas más recurrentes se
encuentra el deseo de las personas
de ser amadas: “Todo lo que hacemos
para que nos quieran”.
Sus obras se valen de unos
estereotipos del comportamiento
humano que la artista plantea en
forma de preguntas cuyas respuestas
quedan siempre abiertas a las mil
interpretaciones de los espectadores
Como ella misma afirma, “todos somos
distintos. Seguro que hay muchos
niveles posibles de ser mujer y
muchos de ser hombre así como
muchos ámbitos en los que ambos se
unen, pero siempre he atendido
mucho más a la persona”.
No cabe duda, sin embargo, de que
ese poner en el centro a la persona,
sin apriorismos de ningún tipo, esa
posibilidad que le ha dado a los
bailarines y bailarinas para que
muestren -de forma artística,
naturalmente, mas no por ello con
menos sinceridad-, sus sentimientos,
sus experiencias, sus crisis y sus
problemas de relación con los y las
demás, constituye una enorme
aportación a este camino fatigoso y
lleno de obstáculos que debe
llevarnos hacia la igualdad (que no
hacia la homologación) de la sociedad
contemporánea.
23/10/13
MOIRA SHEARER Y LAS ZAPATILLAS ROJAS
Su verdadero nombre era Moira King
y había nacido en Dunfermline,
Escocia, en 1926. Comenzó sus
estudios de ballet a los seis años en
Rodesia y ya muy pronto tuvo sus
primeras enseñanzas de la maestra
inglesa Flora Fairbairm, la que acercó
a la vivaz muchachita hasta la
academia de los legendarios
hermanos Legat, emigrantes rusos de
San Petersburgo y responsables en
gran parte de la presencia de la gran
escuela rusa en la escuela inglesa de
ballet.
Especialmente Nicolas Legat y
Nadiezda Nikolaieva Legat se
ocuparon de Moira, vieron en ella el
talento y la mandaron a trabajar con
la gran Preobayjenska dentro de la
escuela del Sadler's Wells Ballet: esta
etapa fue decisiva en su estilo y en
su baile futuro. Desde allí, y muy
precozmente, entra en el
Internacional Ballet en 1941 como
cuerpo de baile y hace sus pequeños
primeros papeles, hasta que en 1944
hace su primer Lago de los cisnes y
desde entonces adquirió una fama
basada en su gracilidad, elegancia y
belleza.
Si alguna bailarina representa esa
elegancia de la escuela inglesa, ésa
fue la Shearer, lo que le facilitó su
salto al cine. En 1948 hizo junto a
Leonidas Massine Las zapatillas rojas,
película de Michael Powell y Emeric
Pressburger, probablemente el más
emblemático y clásico de los filmes
musicales de ballet y que en su
momento representó un hito en el
uso del color y las grandes cámaras,
además de acercar al gran público de
las salas de cine al arte del ballet.
Shearer en un principio rechazó el
papel, preocupada porque el
ambiente del cine la alejara de los
rigores de su carrera, y fue la
coreógrafa Ninette de Valois quien la
convenció. El éxito del filme hizo que
la compañía de Valois y Shearer
emprendiera grandes giras
continentales por Norteamérica y
Europa.
Antes, el coreógrafo Frederik Ashton
la convirtió en su musa, y creó para
ella el papel de la novia en The Quest
(1943); también encarnó el Amor en
Miracle in the gobals o la Mariposa
en The spider's banquet.
Cyril Beaumont y Arnold L. Haskell,
los grandes críticos ingleses de su
tiempo junto al fotógrafo Baron (que
le dedicó un álbum entero, mientras
el pintor y grabador Kay Ambrose la
dibujó en cientos de poses
exquisitas) y otras celebridades
diletantes de la tan característica
balletomanía londinense de entonces,
apadrinaron a la pelirroja de los ojos
de aguamarina (así la llamaban: una
porcelana que danza) cuando estrenó
Promenade; Ashton siguió creando
para ella, como lo hizo en Cinderella
y sobre todo el muy difícil y hoy
clásico de la escuela inglesa
Symphonic variations.
Al casarse con el mediático periodista
televisivo Ludovic Kennedy en 1950,
su vida cambió: se alejó un tanto del
ballet y tuvo cuatro hijos, lo que no
la excluyó de un exquisito parnaso en
el que estaban Fonteyn, Beryl Grey,
Pearl Argyle, Sally Gilmour o Pamela
May, entre otras.
Ya en 1946 era una de las reinas del
escenario de Covent Garden,
calificada como "el sueño de la
bailarina clásica por excelencia". Su
regreso al estrellato fue en 1954, en
una gran producción del Old Vic
Theatre de Sueño de una noche de
verano: su Titania hizo olvidar sus
ausencias. Y volvió al cine con Los
cuentos de Hoffmann y aún en 1987
apareció en escena una vez más
dentro de una producción de la BBC
en un papel teatral.
Otros papeles señeros de su carrera
fueron Los patinadores (Ashton
Meyerbeer), La bella durmiente, Las
sílfides o El espectro de la rosa; su
Coppelia fue reseñada como de las
mejores y más conseguidas en la
categoría exacta de la ballerina
soubrette.
Moira Shearer era una gran recitadora
de los clásicos, y lo hizo en muchas
giras donde declamaba y daba
conferencias; también lo hizo en la
radio, y tuvo una columna fija en The
Daily Telegraph. Su memoria, sin
embargo, estará asociada siempre a
la obra Las zapatillas rojas, al
sortilegio que haría danzar hasta
morir y a su delicada, gentil belleza
8/3/13
ANNA PAVLOVA Y EL ORIGEN DE "LA MUERTE DEL CISNE"
La prima ballerina Anna Pavlova (en la foto con su cisne Jack) era toda pasión por la danza, tanto es así que en cierta ocasión un acaudalado
aristócrata ruso le propuso
matrimonio siempre y cuando
aceptara dejar el ballet. Como era
de esperar en un amor que pone
condiciones ganó el ballet, pero
también es cierto que uno de sus
números más recordados está
relacionado con este pretendiente.
En una visita que la Pavlova hizo a la
casa de campo de este potentado
pudo observar la agónica muerte de
un cisne herido en uno de los
estanques de la propiedad. El
impacto que le produjo la visión de
la muerte de tan bella ave fue
sumamente intenso, tanto que se
puso en contacto con el
extraordinario coreógrafo y bailarín
Michel Fokine expresándole lo
mucho que deseaba poder
reproducir aquel instante a través
del baile. Era por ellos conocida la
pieza "El cisne" perteneciente a "El
carnaval de los animales" de Camille
Saint-Saëns, un corto pero bellísimo
tema que iba como anillo al dedo a
los sentimientos que deseaban
volcar en el nuevo ballet, y así, con
estas influencias además de un
poema de Alfred Tennyson (que no
soy capaz de encontrar) nació la
coreografía de "La muerte del
cisne" que usaba como base la pieza
de Saint-Saëns. Fokine hizo un
trabajo soberbio que cambiaría el
mundo de la danza para siempre
introduciendo en él las miniaturas
como esta que brillaban con luz
propia, al margen de los grandes
ballets. Tras el estreno, Anna
Pavlova exclamó:
"Tenía la impresión, mientras
bailaba, de que también yo estaba
agonizando"
3/8/12
ISADORA DUNCAN.- LA BAILARINA REBELDE
que te domestiquen!"
"Nací a la orilla del mar. Mi primera
idea del movimiento y de la danza me
ha venido seguramente del ritmo de
las olas..."
(San Francisco, 1878 - Niza, 1927) Hija
de un matrimonio desunido y
finalmente divorciado, Isadora se sintió
muy pronto impulsada hacia el baile. A
los diez años abandonó la escuela
para dedicarse a su pasión y a los
diecisiete se dirigió a Nueva York,
donde se incorporó a la compañía de
Agustin Daly. Pero al actor y
empresario no acabaron de
convencerlo los experimentos e
innovaciones que Isadora le proponía
continuamente, deseosa de llevar a la
práctica un nuevo método de
interpretar plásticamente poemas por
medio de la improvisación, que había
concebido ya por aquel entonces.
Sintiéndose infeliz, la Duncan
abandonó la compañía dos años más
tarde y partió con su familia hacia
Inglaterra, donde se proponía estudiar
los movimientos de la danza antigua
en los jarrones griegos del Museo
Británico. Fue una época de formación,
de lecturas entusiastas y de ensayo de
nuevas danzas; en busca, sobre todo,
de nuevos cauces para la expresión
coreográfica y de sendas alternativas
para profundizar cada día más en su
arte.
Los éxitos comenzaron a llegar de
forma inmediata. Con un estilo basado
en la danza de la Antigua Grecia, dio
una serie de recitales en Londres que
despertaron el entusiasmo hacia su
persona. La prensa declaraba: "En esta
época actual de elaboración y
artificialidad, el arte de la señorita
Duncan es como un soplo de aire puro
procedente de la parte más alta de una
montaña poblada de pinos, refrescante
como el ozono, bello y verdadero
como el cielo azul, natural y genuino.
Es una imagen de belleza, alegría y
abandono, tal como debió ser cuando
el mundo era joven y hombres y
mujeres bailaban al sol movidos por la
simple felicidad de existir."
Efectivamente, Isadora Duncan
afirmaba que el baile debía ser una
prolongación de los movimientos
naturales del cuerpo, que ella
consideraba hermosos y bastante más
bellos que los que efectuaban los
bailarines clásicos, a los que tildaba de
forzados y antinaturales; por ello, se
negaba a constreñir los pies en las
zapatillas de baile. Sentía una
admiración estética por la belleza del
cuerpo humano, influida por los
cánones de las estatuas y pinturas de
la Grecia clásica. Su método
coreográfico era una especie de
filosofía basada en el convencimiento
de que el baile ponía al individuo en
comunicación armónica con el ritmo
intrínseco de la naturaleza y los
cuerpos celestes.
A partir de ese momento, Isadora no
dejó de viajar, reclamada por los
mejores teatros de Europa. En París se
imbuyó del espíritu de Rodin y de
Bourdelle. Más tarde descubrió Italia y
el Renacimiento, y se embelesó con el
leve y sutil Botticelli, cuya influencia en
su arte es palmaria a partir de aquellos
años. Por fin, en 1902, realizó uno de
sus sueños: viajar a Grecia y peregrinar
a las fuentes del arte de Occidente.
Cerca de Atenas, en la colina de
Kopanos, comenzó a construir un
templo consagrado a la danza, pero
los ingresos percibidos por sus giras
se revelaron insuficientes para cubrir
los gastos y la empresa hubo de
abandonarse.
Con motivo de su primer viaje a San
Petersburgo, en 1905, la ya entonces
famosa Isadora fue invitada por la no
menos célebre bailarina rusa Anna
Pavlova a visitar su estudio. Allí tuvo el
privilegio de contemplar a la gran diva
realizando sus ejercicios.
Sin embargo siempre estuvo en
completo desacuerdo con las más
antiguas normas del ballet ya que
concebía la danza como un
sacerdocio, como una forma sublime
de emoción espiritual y como una
liturgia en la que alma y cuerpo debían
ser arrastrados por la música para
transformarse en puro arte.
Para Isadora, era el amor a la
naturaleza y a la vida lo que había de
transmitirse a través del movimiento,
siguiendo el ejemplo de las nubes, el
mar o las copas de los árboles mecidas
por el viento. Enemiga del ballet, al
que consideraba un género falso y
absurdo, manifestó que la danza debe
establecer una armonía calurosa entre
los seres y la vida y no ser tan sólo una
diversión agradable y frívola. Danzaba
descalza, con una simple túnica griega
de seda transparente sobre su cuerpo
desnudo, como una sacerdotisa
pagana transportada por el ritmo. Hoy
es considerada la iniciadora de la
modern dance norteamericana y su
figura es evocada con fervor en todos
los escenarios del mundo.
Durante esos años, las más
importantes ciudades europeas
pudieron extasiarse ante la nueva
estrella, a la que llamaron "la ninfa".
En todos lados tuvo amigos pintores,
poetas e intelectuales y estuvo
rodeada de admiradores que
deseaban conocerla. Apasionada,
bellísima y maravillosa, ejercía un
poder de seducción irresistible entre
cuantos la rodeaban. Se comenzó a
asociar muchos nombres masculinos
con el de Isadora, y pronto nacería la
leyenda de un maleficio que parecía
emanar de su persona y abatirse sobre
todos los seres a los que entregaba su
amor, un maleficio que acabaría de
forma terrible con su propia vida.
La primera "víctima" fue el polaco Iván
Miroski, consumido por unas fiebres
malignas poco después de separarse
de Isadora. Luego, extraños percances
y desapariciones salpicaron sus
relaciones con sus amantes, fuesen
ocasionales o duraderos. En 1913, la
oscura influencia se cebó en sus
propios hijos, Deirdre y Patrick, cuando
Isadora estaba triunfando en París.
Un día, agobiada por los ensayos,
confió los niños a la institutriz para
que los llevara en automóvil a
Versalles. Ella misma relata que quizás
tuvo un presagio del drama: "Al
dejarlos en el coche, mi Deirdre colocó
los labios contra los cristales de la
ventanilla; yo me incliné y besé el vidrio
en el sitio mismo donde ella tenía
puesta la boca. Entonces, el frío del
cristal me produjo una rara impresión
e hizo que me recorriese un
estremecimiento". Minutos después, el
auto bordeaba el Sena y, al girar para
cruzar uno de sus puentes, los frenos
no respondieron a la voluntad del
chófer.
El coche se precipitó en las oscuras
aguas y los dos niños perecieron
ahogados. la bailarina anuló todos sus
compromisos y decidió interrumpir su
carrera, dedicándose por entero a la
enseñanza y tratando de olvidar su
desgracia sumergiéndose en un
trabajo agotador.
Con el inicio de nuevas
peregrinaciones volvieron los
romances. En la Unión Soviética
conoció a Sergei Esenin, poeta y cantor
oficial de la Revolución de 1917, y se
entusiasmó con el ambiente pletórico
de ilusiones que se respiraba en el país
y que Sergei encarnaba a la perfección.
Esenin se enamoró locamente de
Isadora y consiguió que ésta
renunciara a su propósito,
repetidamente afirmado, de no
contraer matrimonio.
Pero su unión resultó catastrófica.
Después de viajar por Europa y
Estados Unidos, Sergei se hundió en
una profunda apatía originada por una
fase de infecundidad creativa que
achacaba al hecho de vivir lejos de su
patria. Lo cierto es que cuando el
matrimonio regresó a Moscú, el poeta
continuó en el mismo estado y se
sumergió de forma imparable en la
misantropía y el alcoholismo.
Medio loco, su comportamiento
empezó a ser escandaloso hasta para
la propia Isadora. Esenin
acostumbraba a desaparecer dejando
tras de sí un rastro de botellas vacías y
muebles rotos. La paciencia de "la
ninfa" llegó al límite. A finales de 1924,
Isadora, ya divorciada, abandonó la
Unión Soviética. Un año más tarde
supo, por la noticia publicada en los
periódicos, que su ex marido se había
quitado la vida.
La aventura rusa de la Duncan no sólo
terminó en fracaso desde el punto de
vista sentimental. Si bien al principio se
había compenetrado a la perfección
con sus interlocutores, entusiasmados
con la idea de poner en marcha su
Escuela de Danza Futura, más tarde
esta iniciativa no fue bien acogida por
ciertos dirigentes soviéticos que ya
empezaban a mostrar los síntomas del
anquilosamiento burocrático que luego
sería proverbial en el sistema
comunista.
De regreso a Europa, tampoco los
empresarios capitalistas parecieron
entusiasmarse con sus proyectos.
Además, sus opiniones ateas, su
actitud favorable hacia la Revolución
Rusa y su evidente aceptación del
amor libre no eran cualidades que la
opinión pública occidental, a la
defensiva después de la eclosión
comunista, valorase positivamente.
Isadora decidió volver a los escenarios
y ofreció una serie de recitales que
resultaron un fracaso; el público
fidelísimo que hasta la muerte de sus
hijos la había llevado en volandas
comenzó a fallarle; las salas la
recibieron semivacías, silenciosas y
heladas. Isadora se refugió en Niza,
donde terminó su autobiografía y
preparó El arte de la danza, libro en el
que pretendía ofrecer una síntesis de
sus enseñanzas.
Se encontraba absorbida por esta
tarea cuando, el miércoles l4 de
septiembre de 1927, decidió tomarse
un respiro y dar un paseo en su
Bugatti. El dramático accidente tuvo
lugar cuando el automóvil recorría
veloz la Promenade des Anglais
10/6/12
Jiří Kylián
un coreógrafo checo afincado en
Países Bajos. Con Hans van Manen es
el principal exponente de la escuela
holandesa de ballet, que tuvo gran
prestigio especialmente en los años
1980.
Biografía
Estudió en Praga y, con 20 años, ganó
una beca para el Royal Ballet School
de Londres. En 1968 ingresó en el
Ballet de Stuttgart, trabajando con John
Cranko. Allí se inició como coreógrafo:
su primera obra, Paradox (1970), fue
creada para la Sociedad Noverre que
dirigía Cranko. En 1974 estrenó
Sinfonietta, su obra más conocida, con
música de Leoš Janáček, donde
presentó una innovadora coreografía
con una variada mezcla de estilos
(clásico, contemporáneo y folklórico),
de gran lirismo y musicalidad. En 1976
se convirtió en director artístico del
Nederlands Dans Theatre. Su obra
Symphony of Psalms ganó en 1978 el
Olivier Award en Londres. En 1992 creó
su propia compañía. En 2008 la reina
Beatriz le entregó la Medalla de Honor
de Artes y Ciencias.
Publicacion de: Alma libre
8/4/12
UNA DANZA BALINESA
expresiones más importantes y
conspicuas de la cultura
balinesa. Es de hecho una forma
predilecta de escenificar
tradiciones hindúes, pero
añadiendo la típica iconografía
artística de la Isla.
La danza por lo general tiene un
mensaje moral, representa la
eterna lucha entre el bien y el
mal y retrata historias en que
demonios, brujas y hombres
malvados son vencidos por
dioses, ángeles y héroes,
muchas veces con el concurso
de animales benefactores.
Los temas son comunes a la
mitología hindú, pero son muy
diferentes a la forma como son
representados, por ejemplo, en
Nepal o la India.
En la obra que presento a
continuación la historia de
Sahadewa, el tigre aparece
enseñoreándose, seguido de su
amigo el mono. Tres hombres
enmascarados se acercan a
matar al tigre, en venganza
porque éste había matado a un
niño. El tigre escapa gracias a la
ayuda del mono.
Luego, dos bellas bailarinas
aparecen, que son las sirvientes
de Rangda, un demonio
mitológico.
Posteriormente otros dos
sirvientes aparecen en escena,
siendo atacados por una bruja,
que logra hechizarlos.
Luego aparece Sahadewa, quien
recibe bendiciones especiales
del dios Shiva, pero luego cae
en cautiverio. El demonio
Rangda trata de matarlo
(Sahedawa, es un hombre
aunque en el acto aparecza
representado por una mujer).
Uno de los sirvientes de Rangda
se transforma en un jabalí, que
también es muerto y eviscerado.
Pero el espíritu de Rangda es
muy fuerte y aparece otra vez, y
en esta nueva lucha les ayuda el
tigre, junto a un grupo de
sirvientes. La obra concluye con
un sacerdote buscando la paz
Toda la obra, colorida, vívida y
violenta, es acompañada por
una orquesta que se ubica
lateralmente al escenario.
Fuente:
www.anecdotasmoleskine.blogspot.com/2010/05/una-danza-balinesa.html