“Uno no puede sentirse 
 orgulloso de algo que no pudo 
 escoger, por ejemplo, uno no 
 puede escoger en qué grupo 
 nacer, pero si se es nativo, se 
 puede estar orgulloso de lo 
 que se hace con esa 
 característica.” Chisato 
 (“Kitty”) O. Dubreuil, ainu. 
 Los ainu (palabra que significa 
 "humano" en el idioma ainu) 
 son un grupo étnico indígena en 
 Hokkaidō y el norte de Honshu, 
 en la parte septentrional de 
 Japón, así como en las islas 
 Kuriles y la mitad meridional de 
 la isla de Sajalín en Rusia. Son 
 también conocidos como Ezo o 
 Yezo en japonés antiguo, y 
 como Utari (palabra que 
 significa "camarada" en idioma 
 ainu) que es como hoy en día 
 prefieren ser llamados. 
 De orígenes muy antiguos, a los 
 ainus se les ha atribuido 
 ancestros de tipo caucasoide o 
 australoide, sin embargo, 
 actualmente se les relaciona con 
 la expansión de los primeros 
 pobladores de Asia y con los 
 pueblos actuales de Siberia. 
 Aunque los ainus tienen 
 caracteríticas genéticas propias, 
 que demuestran su antigua 
 diferenciación de las demás 
 poblaciones contemporáneas de 
 la región. Estos resultados 
 concuerdan con los hallazgos 
 geológicos y arqueológicos: los 
 primeros pobladores de 
 Hokkaidô arribaron durante la 
 última glaciación hace más 
 de 18 mil años. 
 La cultura tradicional ainu es 
 muy diferente de la japonesa. Al 
 alcanzar determinada edad 
 dejaban de afeitarse, así que los 
 hombres más viejos tenían 
 enormes barbas y bigotes. 
 Hombres y las mujeres por igual 
 se cortaban el pelo de los lados 
 de la cabeza a nivel de los 
 hombros, pero en la parte 
 posterior el corte era 
 semicircular. Al comenzar la 
 pubertad, las mujeres se 
 tatuaban la boca, brazos, los 
 órganos genitales externos y, 
 en ocasiones, la frente. La 
 familia es patrilineal y 
 monogama, aunque otros 
 afirman que se prima la línea 
 materna, posiblemente como 
 resto del matriarcado (las 
 mujeres controlaban 
 secretamente un tipo de linaje 
 matrilineal, el shine huchi ikuru, 
 mediante cinturones totémicos). 
 De hecho, aún hoy, las mujeres 
 pasan largos periodos de 
 tiempo en su casa familiar antes 
 de acceder a la de su marido. 
 A pesar de ser los 
 descendientes directos de los 
 primeros pobladores, han sido 
 reprimidos y relegados por 
 las políticas gubernamentales 
 japonesas desde finales del 
 siglo XIX, cuando se les obligó a 
 dejar su forma de vida como 
 pescadores-cazadores- 
 recolectores para asumir la 
 forma de vida japonesa basada 
 en la agricultura. También se 
 les obligó a dejar sus ritos, 
 costumbres e idioma, y se les 
 forzó a utilizar nombres 
 japoneses . En la actualidad las 
 estadísticas dicen que existen 
 cerca de 25.000 ainu en Japón, 
 aunque se cree que la cifra es 
 superior ya que muchos de 
 ellos, como una forma de 
 protegerse de la 
 discriminación, niegan su 
 origen y se han mezclado en 
 matrimonio con los japoneses. 
 Los ainus tienen creencias 
 animistas o, en su caso, 
 sintoístas por lo que carecen de 
 templos. Sus creencias más bien 
 se centran en el respeto a la 
 naturaleza y a los animales, y la 
 veneración a los antepasados. 
 Todo en la naturaleza tiene un 
 "kamui" (espíritu divino) en su 
 interior. Hay una jerarquía de 
 "kamuis". El "kamui" más 
 importante es la abuela tierra (el 
 fuego), luego están los "kamuis" 
 de las montañas (animales 
 terrestres) y los del mar 
 (animales marinos). 
 "Aprendemos a ser 
 responsables y a respetar todo 
 lo que nos rodea. Los ainu 
 creemos que todo en la 
 naturaleza tiene un significado y 
 un propósito" , dice Shigeru 
 Kayano, Ainu. 
 Además, es centro de su cultura 
 el culto al oso. En primavera, el 
 canto del búho anunciaba el 
 inicio de la partida de la caza 
 del oso. Existen numerosos 
 tabúes en la partida: los sueños 
 de mal augurio pueden llegar a 
 hacer fracasar la expedición, se 
 evitan así las zonas en que los 
 ainu hayan sido heridos en 
 ocasiones previas, o al atravesar 
 un torrente se reza al kamui y se 
 erigen inau (varillas de sauce) en 
 su honor. Al llegar a la guarida 
 del oso, le saludan 
 amigablemente. 
 Si se podían coger los oseznos , 
 eran llevados al poblado, donde 
 eran cuidados e incluso 
 amamantados por las 
 mujeres ainu. A los tres años, 
 los mataban lanzándoles flechas 
 decoradas a finales del invierno. 
 Sus movimientos eran 
 interpretados como signos de 
 alegría. Las cabezas, una vez 
 cercenadas, se colocaban entre 
 golosinas, y se les pedía que 
 relataran el trato recibido a 
 otros osos que, así, se 
 dejarían cazar con mayor 
 facilidad. 
 El sintoísmo, religión 
 mayoritaria en Japón , es una 
 forma sofisticada de animismo. 
 Aunque el sintoísmo no se basa 
 en dogmas o en una teología 
 compleja, a los japoneses les ha 
 dado un código de valores 
 prácticos, ha moldeado sus 
 comportamientos y determinado 
 su forma de pensar. Los 
 japoneses, como hijos de los 
 espíritus o kami, tienen ante 
 todo una naturaleza divina. Por 
 consiguiente, de lo que se trata 
 es de vivir en armonía con los 
 kami, y así uno podrá disfrutar 
 de su protección y aprobación. 
 Harto difícil, ya que se tratan de 
 más de 8.000.000 kamis. A 
 diferencia de los kami 
 japoneses, en el caso de los 
 kamui de los ainu, dichos 
 seres bajan a través de ellos, 
 teniendo su residencia en un 
 más allá, y adoptando diferentes 
 formas en el mundo humano, 
 como animales, plantas o 
 minerales. 
 Según se cuenta en el Kojiki (el 
 libro histórico más viejo que se 
 conserva relativo a la historia de 
 Japón), la kami Amaterasu, 
 kami del sol , es de la que 
 emana toda la luz, calidez y 
 compasión por aquellos que la 
 adoran. Nació de uno de los 
 ojos del dios Izanagi. Además 
 de a Amaterasu de su ojo 
 izquierdo, engendró también a 
 Tsukuyomi (el dios de la Luna) 
 de su ojo derecho, y Susanoo 
 (el dios de las tormentas y 
 tempestades) de su nariz. 
 Así, cuando Izanagi quiso 
 repartir su reino con sus tres 
 hijos, Amaterasu recibió el cielo, 
 Tsukuyomi recibió la la noche, y 
 Susanoo recibió el rayo, la tierra 
 y el mar; pero esto no era lo que 
 quería el dios: Susanoo se 
 enfureció para luego 
 enfrentarse con su hermana 
 mediante un concurso de poder 
 creador: consistía en crear 
 divinidades menores. En la 
 primera tanda, Amaterasu cogió 
 la espada de su hermano y, tras 
 romperla en tres fragmentos y 
 masticarla, aparecieron tres 
 hermosas diosas. Susanoo, para 
 poder superarla, cogió las 
 cuentas de la fertilidad de su 
 hermana y, con ella, creo cinco 
 dioses muy agresivos. Susanoo 
 se proclamó vencedor, aunque 
 su hermana, al pertenecerle a 
 ella las cuentas, dijo que ella era 
 la vencedora. Susanoo se negó 
 aceptarlo y destruyó los campos 
 de arroz llenando todos los 
 canales de irrigación de agua, 
 arrojó excrementos a los 
 palacios de la diosa y destrozó 
 la hilandería sagrada, hogar de 
 Amaterasu. A pesar de que la 
 diosa rogó a su hermano que se 
 calmase y dejase de causar 
 destrozos, el dios estaba en un 
 estado de cólera imparable y 
 descuartizó y repartió por la 
 hilandería el cuerpo del caballo 
 “celestial”. Amaterasu se 
 asustó tanto al ver al animal 
 sagrado muerto, que huyó 
 hasta una cueva, donde se 
 encerró, provocando la 
 oscuridad eterna. 
 Al no estar ella, el Sol no salía y 
 el mundo se cubrió de tinieblas, 
 los campos morían y el mundo 
 se helaba. Los demás dioses, 
 temiendo que las tinieblas 
 perduraran para siempre, 
 organizaron una fiesta en la 
 puerta de la cueva. Ama no 
 Uzume, la voluptuosa diosa 
 de la danza y la risa, dio la 
 vuelta a una bañera y se puso 
 a bailar sobre ella, marcando 
 el ritmo con sus pasos. 
 Finalmente, se deshizo de las 
 hojas y flores y bailó desnuda. 
 El resto de dioses hacían mucho 
 ruido gritando, riéndose y 
 animando. El ruido exterior 
 atrajo mucho la curiosidad de 
 Amaterasu, quien decidió echar 
 un vistazo a ver qué era lo que 
 pasaba, y le preguntó al que 
 estaba más cerca de la entrada. 
 Éste le contestó que había una 
 nueva diosa. Cuando Amaterasu 
 preguntó quien era, éste señaló 
 al espejo, y Amaterasu, que 
 nunca había visto su reflejo, se 
 quedó absorta en la imagen. Un 
 rayo de la luz llamado 
 "amanecer" escapó de sí 
 misma y se deslumbró por su 
 propio reflejo en el espejo. 
 Estaba tan sorprendida que 
 exclamó “Omo- 
 shiroi!” (fascinante!) . El dios 
 Ameno-Tajikarawo la sacó fuera 
 de la cueva y ésta fue sellada 
 con una cuerda sagrada. 
 Rodeada por la festividad, la 
 depresión de Amaterasu 
 desapareció y ella accedió a 
 regresar su luz al mundo. Desde 
 entonces, Uzume fue conocida 
 no sólo como el kami de la 
 festividad, la risa y la danza, sino 
 también como la de un nuevo 
 día, la del amanecer. 
 “Compañeros Ainu, los pilares 
 de la cultura Ainu son las 
 mujeres. Les pido que 
 eduquen a nuestros hijos y 
 nietos sobre el enorme poder 
 de las mujeres de tal forma 
 que crezcan con el orgullo de 
 haber nacido Ainu” 
 Peramonkoro Sunazawa, 
 ainu. 
  
 Fuentes: 
 http:// 
 www.japonartesescenicas.org/ 
 ainu.html 
 http://www.dantzan.com/ 
 edukiak/aproximacion-a-la- 
 cultura-de-los-ainu 
 http://www.un.org/spanish/ 
 works/culture/japan_story.html
