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26/2/14

Víctor Hugo con sus hijos

Demain, dès l'aube: poema dedicado
al recuerdo de su hija fallecida muy
joven.
Demain, dès l'aube, à l'heure où
blanchit la campagne,
Je partirai. Vois-tu, je sais que tu
m'attends.
J'irai par la forêt, j'irai par la
montagne.
Je ne puis demeurer loin de toi plus
longtemps.
Je marcherai les yeux fixés sur mes
pensées,
Sans rien voir au dehors, sans
entendre aucun bruit,
Seul, inconnu, le dos courbé, les
mains croisées,
Triste, et le jour pour moi sera comme
la nuit.
Je ne regarderai ni l'or du soir qui
tombe,
Ni les voiles au loin descendant vers
Harfleur,
Et, quand j'arriverai, je mettrai sur ta
tombe
Un bouquet de houx vert et de
bruyère en fleur.
Mañana, con el alba, a la hora en que
blanquea la campiña,
partiré. ¿Ves?, sé que me esperas.
Iré por el bosque, iré por la montaña.
No puedo permanecer lejos de ti por
más tiempo.
Caminaré con los ojos fijos en mis
pensamientos,
Sin ver nada de fuera, sin oír ningún
ruido,
Solo, desconocido, con la espalda
encorvada, con las manos cruzadas,
Triste, y el día para mí será como la
noche.
No miraré ni el oro de la tarde que
cae,
Ni las velas a lo lejos que descienden
hacia Harfleur,
Y, cuando llegue, pondré sobre tu
tumba
Un ramillete de acebo verde y de
brezo en flor.

20/9/13

VÍCTOR HUGO, PILLADO "IN FRAGANTI"

El 5 de julio de 1845 el gran escritor
francés Victor Hugo se llevó el peor
susto de su vida cuando llamaron a
la puerta. Se hallaba haciendo el
amor con una mujer, Leonie D'Aunet
de Biard, esposa de Auguste Biard,
un pintor de cierto prestigio de la
Francia de entonces, y quien llamaba
no era un don nadie, sino un
comisario de policía que sabía no
sólo que estaba dentro, sino con
quien estaba. Al comisario le
acompañaba el engañado marido. Y
como Victor Hugo no quiso abrir, los
hombres de la policía procedieron a
tirar la puerta abajo. Los encontraron
a los dos en paños menores en el
lecho de placer, abrazados.
Léonie fue inmediatamente detenida
e internada en la cárcel parisina de
mujeres de Saint-Lazare, la misma a
la que años después iría a pintar
Pablo Picasso durante su época azul.
Victor Hugo se libró de seguir el
mismo destino por su privilegio de
inmunidad como par de Francia. El
adulterio era, en aquella época, un
delito que se castigaba con prisión
para las dos partes, al hombre y a la
mujer. La noticia tampoco alcanzaría
las páginas de los rotativos, pero
todo París se enteró del traspiés del
presidente de la Academia Francesa
de las Letras. Todos menos su esposa,
Adéle Foucher, con la que estaba
casado desde hacía veintitrés años -
era padre de cinco hijos, tres varones
y dos muchachas- y su amante oficial,
Juliette Drouet, una mujer escultural
que sirvió de modelo para la estatua
de Lille, en la Plaza de la Concordia
de París, y a la que mantenía en una
casa alquilada, no muy lejos de la
suya, con todos los gastos pagados y
sin otra ocupación que esperar a que
la visitara.
.
.
CARLOS BERBELL, Los más influyentes
amantes de la historia, Rueda,
Madrid, 1998