Josef Mengele fue la personificación
del peor demonio. Se convirtió en un
verdadero símbolo del terror nazi. Es
absolutamente imposible leer la
acusación hecha contra él en la ex
Alemania Oriental, que describe
cabalmente sus atrocidades, sin
siquiera dejar caer una lágrima.
"Fuimos completamente sobrepasados
por su monstruosidad" (Eli M.
Rosenbaum, director de la Oficina de
Investigaciones Especiales del
Departamento de Justicia del Gobierno
de los Estados Unidos). Lo más
importante es ver que su mente
operaba como la de un científico,
concentrándose en sus estudios y
experimentaba dejando de lado los
sentimientos. "Realmente no pienso
que Mengele tuviera remordimientos
por lo que hacía. Pienso que en su
mente de científico, justificaba lo que
hacía. El nos inyectaba hasta cinco
inyecciones juntas, para ver qué
pasaba. Muchas veces uno
simplemente se moría. No teníamos
idea de qué eran esas
inyecciones" (Eva Mozes Kor). Mengele
inyectaba en las venas toda clase de
substancias, como fenoles, cloroformo,
nafta, insecticidas... Algunas veces,
directamente en el corazón. El mataba
a los objetos de sus experimentos para
hacerles autopsias. Hacía vivisecciones,
para estudiar los límites de resistencia
a los traumas y el dolor en los seres
humanos. Una vivisección, es lo mismo
a hacer la autopsia en un ser vivo. De
más está decir que lo hacía con la
persona consciente y sin anestesia...
Obviamente, nadie sobrevivía. De esta
forma, los experimentos de Mengele
cobraron hasta 60 víctimas diarias.
Demente o no, los experimentos de
Mengele llegaron a su fin. El invierno
se acercaba y el Ejército Rojo avanzaba
hacia el campo de muerte. El 26 de
noviembre de 1944, Einrich Himmler,
máximo jefe de las SS, telegrafió a
todos los Comandantes de Campo
ordenando suspender las muertes. Así
comenzaría la huida de Mengele,
desde Auschwitz hacia una vida de
constante tortura.
Antes del desmantelamiento del
campamento, Mengele hizo su
selección final, enviando a 461, de un
total de 509 prisioneros recién
llegados, a una muerte instantánea.
Fue su último servicio en Auschwitz.
Con el sonido de los cañones rusos
cada vez más fuertes, Mengele reunió
sus registros y anotaciones, y el 18 de
enero de 1945, el Ángel de la Muerte
desapareció para siempre.
"Los experimentos duraron hasta el
momento mismo en que se dio la
orden a todos los nazis, de abandonar
el campo. Esa fue la última vez que vi a
Mengele" (Eva Mozes Kor). Así
comenzó uno de los más grandes
movimientos evasivos de la historia
Mengele dejó su uniforme de oficial de
la SS, y vistió el de oficial de la
Wehrmatch (ejército alemán) y se
dirigió a una unidad hospital que iba
hacia el sur. Cuando finalmente, en
mayo de 1945 Alemania capituló,
Mengele terminó en dos campos de
prisioneros de los aliados, ignorado
por sus captores. Ello se debió a que
él había pasado por alto muchos de
los trámites necesarios para ser parte
de las SS. Esos trámites, capturados
por los oficiales aliados de Estados
Unidos, eran utilizados para
determinar qué sujeto era arrestado en
forma automática. No hay documento
que explique por qué Mengele carecía
del tatuaje obligatorio de oficial de las
SS, que se hacía en la parte interior del
brazo izquierdo, dos pulgadas por
debajo de la axila. Antiguos doctores
de las SS, confirmaron que no estaba
tatuado. Otro de los elementos que
jugó a su favor fue la urgencia con que
los aliados liberaron a millones de
prisioneros de guerra alemanes.
Mengele se retiró calladamente entre la
multitud, usando un nombre falso, y
con la ayuda de su familia trabajó en
una granja de la zona de Rosenheimm,
cercana a su ciudad natal de
Gÿinzburg. Entre 1945 y 1949, fue
visitado varias veces por Irenna. Ella
no estaba feliz con la situación, aún
cuando en 1942 dio a luz un hijo de
Mengele, producto de una de sus
visitas a Auschwitz
Las listas de criminales de guerra
circulaban por la República Federal de
Alemania y los doctores y oficiales de
las SS estaban siendo juzgados.
Mengele estaba atemorizado y pidió a
Irenna que huyera del país con él.
Irenna se negó. Decepcionado pero
resuelto, huyó a Italia en 1949; poco
después abordó un buque que lo llevó
a Buenos Aires. En Argentina se
sentiría seguro, gracias a una
organización secreta conocida como
ODESSA, encargada de otorgar
salvoconductos a antiguos oficiales SS.
La presencia de comunidades
alemanas ofrecía confianza, y ciertas
zonas de Argentina le recordaban las
montañas de su Baviera nativa.
Mengele se sentía como en casa, en su
residencia en la zona de Florida, en
Buenos Aires, viviendo bajo el nombre
de Helmut Gregor. Más tarde en la
década del ‘50, consideró que la caza
de criminales de guerra había
terminado, y comenzó a decir su
nombre. Incluso, habría llegado a
obtener la nacionalidad argentina.
Inició una compañía de implementos
agrícolas con su verdadero nombre...
¡Hasta figuró en la guía telefónica!
Tiempo después su abogado le
informó que el Gobierno alemán había
mandado cartas al Gobierno argentino,
solicitando la extradición de nazis. .
Con la ayuda de ODESSA huyó al
Paraguay, donde tramitó su
ciudadanía. Bajo las leyes paraguayas
ya no podía ser extraditado. En
aquellos tiempos, este país era
gobernado por el dictador Alfredo
Stroessner, descendiente de alemanes
y admirador de los nazis. Seguro,
aunque intranquilo, Mengele se dejaba
ver en las calles de Asunción.
En 1960, en Argentina tuvo lugar el
secuestro de "Otto" Eichmann, a
manos de un comando de la policía
secreta israelí. Eichmann estuvo a
cargo de la sección judía de la Gestapo
y de los traslados a los campos de
concentración. En Paraguay, Mengele
ya no se sentía seguro, e incluso antes
de enterarse de la noticia, se ocultó
aún más. El MOSSAD, servicio secreto
israelí y creador intelectual del
secuestro de Eichmann, estaba tras sus
huellas. En aquellos días, era un hecho
público que perseguían a otros
jerarcas nazis, por lo que Mengele
debió huir... el juicio de Eichmann
hacía eco en sus oídos...
Las recompensas ofrecidas por
Alemania, el Centro Weisenthal e Israel
para su captura, sumaban US$ 3,4
millones, cifra que hoy en día debiera
ser multiplicada por doce, una suma
impresionante, pero que no dio
resultados. En junio de 1985, la noticia
del descubrimiento de la tumba de
Wölfgang Gërhard recorrió al mundo.
Los restos que habían permanecido
bajo tierra desde 1979 fueron
exhumados. El equipo forense
concluyó que eran los restos de Josef
Mengele, el nazi más buscado desde la
Segunda Guerra. Si esto era cierto,
¿cómo fue su vida desde su huida del
Paraguay en 1960, hasta su presunta
muerte en 1979? En Brasil fue puesto
en contacto con refugiados bávaros,
todos ex pertenecientes al movimiento
nazi que se habían refugiado en Brasil
luego de la guerra. Ellos se alegraron al
encontrar a Mengele en la frontera,
donde lo instruyeron sobre su nueva
"identidad". Se disfrazó como un suizo
de apellido Stammer, comerciante de
implementos agrícolas. Una familia
adoptiva que verdaderamente llevaba
el apellido Stammer, lo estaría
esperando. Además, fue entrenado
para mantenerse anónimo, ocultarse y
a quiénes recurrir si alguien intentara
detenerlo.
Mengele pasó dieciséis años viviendo
con los Stammer en una granja cercana
a Sâo Paulo, adquirida por la firma
alemana Mengele. En 1976 la
convivencia con sus familiares
adoptivos se tornó imposible, por lo
que solicitó una nueva familia. Peter y
Geza Bossert se ofrecieron para acoger
a Mengele en su hogar, donde
permaneció hasta su muerte. Según
testigos, Mengele pasaba sus horas
construyendo botes y jugando con los
hijos de sus anfitriones. Su temor a ser
atrapado crecía, y siempre dormía en
su pequeña y oscura habitación, con
una pistola al alcance. En 1976 recibió
la visita de su hijo Rolf, quien luego
declararía para una revista alemana "Mi
padre asegura que nunca hizo algo
incorrecto en Auschwitz. Dice que sólo
seleccionaba prisioneros para trabajar,
y nada más. Odio lo que hizo, pero es
mi padre, y quiero creer en él".
Según la evidencia descubierta en
1985, 1979 sería un año marcado en la
vida de Mengele. "En 1979 fue invitado
a pasar un día de playa, a 50 millas de
Sao Paulo. Mengele se introdujo en el
mar, hasta que el agua alcanzó sus
rodillas. En ese momento desapareció.
Sufrió un ataque cardíaco, cayó al
agua y se ahogó. Cuando fue llevado a
la playa, y a pesar de los esfuerzos, no
pudo ser resucitado". Geza Bossert
hizo los arreglos para que Mengele
fuera enterrado en el cementerio de
Ambu, bajo una lápida que lleva el
nombre de Wölfgang Gërhard, y allí
permaneció hasta su exhumación en
1985.