Expertos forenses de Estados Unidos, 
 Alemania e Israel se encargaron de las 
 investigaciones. Se enviaron muestras 
 óseas a Inglaterra, donde existen 
 bancos de datos para su comparación. 
 Esa comparación se retrasó muchos 
 años debido a que la ex esposa de 
 Mengele, Irenna, y su hijo Rolf, se 
 negaban a dar muestras de sangre. 
 "Fue allí que decidí ir a Alemania con 
 mi hermana gemela, y durante tres 
 semanas protestamos frente a la 
 fábrica Mengele. Yo simplemente dije: 
 ¡nosotros entregamos la sangre de 
 millones en Auschwitz! ¡Cómo pueden 
 negarse a dar una simple gota, para el 
 estudio de la verdad!" (Eva Mozes 
 Kor). Finalmente las autoridades 
 alemanas presionaron a Rolf y a su 
 madre, y se obtuvieron las muestras 
 requeridas. El examen de ADN dió un 
 resultado: el hombre sepultado en 
 Ambu, Brasil, fue el padre biológico de 
 Rolf Mengele. 
 En 1992, el Departamento de Justicia, 
 cumpliendo con una solicitud del 
 Departamento de Estado de los 
 Estados Unidos, publicó dos grandes 
 volúmenes titulados "En cuanto al 
 tema Josef Mengele". El informe 
 concluía que Estados Unidos nunca 
 tuvo relaciones con Mengele, y que las 
 investigaciones forenses determinaban 
 que los restos exhumados en Brasil, 
 correspondían a Mengele. Los 
 gobiernos de Alemania e Israel 
 estuvieron de acuerdo con el informe. 
 Otro extracto del informe del 
 Departamento de Estado de los 
 Estados Unidos de 1992, concluye con 
 que el hecho que el Ángel de la Muerte 
 haya sido capaz de perpetrar sus 
 crímenes, para luego morir 
 familiarmente como un anciano en 
 Brasil, evidencia de una enorme 
 conspiración para la impunidad. 
 A pesar de todo ello, muchas de las 
 víctimas o sus descendientes quedaron 
 inconformes con la forma de la 
 muerte, e incluso con la veracidad de 
 la misma. "La muerte de Mengele no se 
 condice con el sentido de justicia. Si 
 pensamos que murió, quisiéramos que 
 haya muerto de cáncer u otra 
 enfermedad, muy lentamente, órgano 
 por órgano, y sólo luego de una muy 
 larga y dolorosa agonía. Sin embargo, 
 y aunque hubiera estado consciente 
 durante el ataque cardíaco, su muerte 
 se habría consumado en sólo dos o 
 tres minutos. La muerte fue 
 terriblemente benévola con él, e injusta 
 con nosotros" (Michael Rosembaum). 
 La doctora Gissela Weird, sobreviviente 
 de Auschwitz, quien hizo sus estudios 
 de medicina en la Alemania de 
 preguerra, afirmó: "Sé que todos los 
 estudiantes de medicina realizan el 
 juramento de Hipócrates. Es como una 
 página de la Biblia que Mengele 
 ensució". De hecho, alguna vez 
 Mengele pronunció las palabras 
 sagradas del juramento hipocrático: "Si 
 cumplo acabadamente con este 
 juramento, ganaré para siempre 
 reputación entre los hombres, por mi 
 vida y mi arte. Si lo transgredo, que lo 
 opuesto recaiga sobre mí". En cierta 
 forma, su juramento se ha cumplido: el 
 Ángel de la Muerte, demonio-médico 
 de Auschwitz, es un sinónimo universal 
 de muerte y genocidio.
