Cultivar ladrillos a partir de 
 bacterias, arena, cloruro de 
 calcio y urea, se ha convertido 
 en realidad gracias al reciente 
 descubrimiento de una 
 profesora de arquitectura 
 americana en Abu Dhabi. Un 
 avance sustancial de la bio- 
 ingeniería que permitirá 
 producir ladrillos a temperatura 
 ambiente, en lugar de consumir 
 toneladas de carbón o árboles 
 para alimentar los hornos. 
 El avance se produjo casi por 
 accidente: tras años de 
 investigación con cultivos de 
 cristales y ensayando varias 
 recetas químicas, la joven 
 profesora de 32 años Ginger 
 Krieg Dosier, de la universidad 
 americana de Sharjah en los 
 Emiratos Árabes, se topó con su 
 primer ladrillo una semana 
 después de haber desechado 
 unas pruebas fallidas. 
 Baratos, robustos y fáciles de 
 producir, los ladrillos cocidos al 
 horno han existido desde hace 
 muchísimo tiempo. Pero el 
 proceso para obtener los 
 ladrillos mediante esta técnica 
 tradicional requiere enormes 
 cantidades de energía, que 
 incluye deforestación y la 
 emisión de toneladas de CO2 a 
 la atmósfera. Con más de 1,22 
 trillones de ladrillos fabricados 
 cada año (la mayoría en hornos 
 de carbón), cada uno emite 5,8 
 kg de CO2, lo que es bastante 
 más de lo producido por el 
 tráfico aéreo anual. 
 Según Metropolis(http:// 
 www.metropolismag.com/ 
 nextgen/ng_story.php? 
 article_id=4258), que ha 
 galardonado a esta arquitecta- 
 científica con el premio de 
 diseño Next Generation: 
 El proceso, conocido 
 como precipitación 
 de calcita inducida 
 por microbios, o 
 MICP, usa los 
 microbios de la arena 
 para ligar los granos 
 entre sí como con 
 pegamento a través 
 de reacciones 
 químicas 
 encadenadas. El 
 material resultante 
 parece arenisca, pero 
 dependiendo de 
 cómo se haya hecho, 
 puede reproducir la 
 dureza de un ladrillo 
 tradicional o incluso 
 del mármol. Si los 
 ladrillos de Dosier 
 reemplazaran cada 
 nuevo ladrillo que se 
 produce en el 
 planeta, reduciríamos 
 nuestras emisiones 
 de CO2 al menos 800 
 millones de 
 toneladas al año. 
 “Nos estamos 
 quedando sin 
 fuentes de energía”, 
 dijo en una entrevista 
 en marzo. “Se 
 necesitan 400 árboles 
 para fabricar 25.000 
 ladrillos (el número 
 que suele tener una 
 casa). Esta tendencia 
 del consumo 
 empieza a 
 asustarme”. 
 Dosier tratará de refinar la 
 composición en el proceso de 
 forma que se puedan imprimir 
 capa a capa en una impresora 
 3D. 
 El único problema detectado es 
 que el proceso emite amoniaco, 
 que los microbios convierten en 
 nitrato que, a su vez, podría 
 contaminar las aguas 
 subterráneas. Aunque el 
 problema podría evitarse 
 completamente ‘encerrando’ 
 esos productos en una especie 
 de buffers orgánicos que los 
 contendrían hasta el momento 
 de su reciclado. 
 Andrea Martín. 
 Fuente: 
 www.gruponuevastecnicas.blogspot.com
