En 1917 dos primas de Cottingley, 
 cerca de Bradford (Inglaterra), Elsie 
 Wright y Frances Griffiths, de 16 y 10 
 años respectivamente, tomaron dos 
 fotografías en las que, supuestamente, 
 aparecían hadas. Pese a lo evidente del 
 fraude, muchos se lo creyeron, entre 
 ellos nuestro querido Arthur Conan 
 Doyle. Luego vendrían tres fotos más, 
 pero no será hasta 1981 cuando una 
 de las primas, ya anciana, admita eran 
 falsas todas las fotografías (excepto 
 una). Una historia apasionante que 
 merece ser algo más desarrollada: 
 Frances nació en Sudáfrica en 1907. 
 Aquel año, 1917, ella y su madre se 
 fueron de vacaciones de verano a casa 
 de sus tíos en Cottingley, Arthur y Polly 
 Wright, los padres de Elsie, su prima, 
 que por aquel entonces tenía ya 16 
 años. Pues bien, durante aquel verano 
 las niñas solían ir a jugar a un 
 pequeño riachuelo cerca de su casa, a 
 pesar de la prohibición de sus madres. 
 Una de esas veces, en el mes de julio, 
 la pequeña Frances regresó mojada del 
 rio y cuando su madre le pidió 
 explicaciones por haber incumplido la 
 norma de no ir a ese lugar, la niña 
 aseguró que iban a ver a las hadas. Las 
 madres no la creyeron, pero resulta 
 que Elsie, ya una adolescente, afirmó 
 que también las había visto. 
 Ante la incredulidad de sus padres, las 
 niñas le pidieron al padre de Elsie, 
 Arthur, fotógrafo aficionado, su cámara 
 de fotos (una Butcher Midg No. 1 de 
 placas), para poder fotografiar a las 
 hadas, algo a lo que el padre, al 
 principio reticente, accedió. Las niñas 
 regresaron en menos de una hora, con 
 la cámara intacta y con unas cuantas 
 impresiones marcadas en las placas. 
 Arthur reveló las placas (exactamente 
 unas Imperial Rapid de 8,2 por 10,8 
 cm) en su propio laboratorio y 
 descubrió en una de ellas unas 
 extrañas manchas blancas (que 
 formaban cinco formas) delante del 
 rostro de France. Elsie, su hija, le dijo 
 que eran sus amigas las hadas, algo a 
 lo que no hizo demasiado caso el 
 padre, que las guardó en un cajón, 
 dudando de la idea de su hija. 
 Algo después, en agosto, se repite la 
 jugada: las niñas se van al bosque, con 
 la cámara, y regresan con otra extraña 
 mancha en una imagen en que la 
 aparecía la propia Elsie. Se trataba de 
 algo que parecía un pequeño gnomo. 
 Quedó algo más inquieto, pero pensó 
 que las niñas le estaban gastando una 
 broma. Así que les prohibió volver a 
 usar su cámara. En cambio, su mujer 
 estaba empezando a dudar de su 
 autenticidad. 
 Pasan dos años. 
 1919. Polly Wright y Annie Griffiths, las 
 madres de las niñas, asisten a una 
 reunión de la Sociedad Teosófica (la 
 logia Blavatsky de Londres), dirigida 
 por Edward L. Gardner, ferviente 
 defensor de la existencia de “espíritus 
 naturales”. Pues bien, las madres le 
 enseñaron las imágenes de las hadas a 
 Gardner, que quedó maravillado. 
 Sin embargo, como las imágenes 
 estaban relativamente desvaídas y 
 poco definidas, Gardner le encomendó 
 a Harold Snelling, un experto en 
 fotografía, nuevos y mejores revelados. 
 Snelling llegó a la conclusión de que 
 no habían sido retocadas, pero 
 además dijo que la velocidad de 
 obturación de la cámara debió haber 
 sido puesta muy baja (cosa que puede 
 ser confirmada por el movimiento de la 
 cascada borrosa detrás de Frances en 
 la primera fotografía) y que las hadas 
 aparecían borrosas, como si la cámara 
 las hubiera tomado en el movimiento 
 de su danza. En definitiva, las dieron 
 por buenas. 
 Entra en escena Arthur Conan Doyle, el 
 famoso creador de Sherlock Holmes, 
 además de gran aficionado al mundo 
 de lo oculto y del misterio. “A 
 comienzos del mes de mayo, de 1920, 
 hablando con mi amigo el Sr. Gow, 
 redactor en jefe de la revista Light, tuve 
 conocimiento de que alguien se 
 enorgullecía de haber fotografiado 
 hadas...”dice en su obra de 1922 “The 
 coming of the fairies”, dedicado a este 
 tema. Su amigo no había visto 
 realmente las fotos, sino que hablaba 
 por referencias llegados de Gardner, el 
 teósofo. Como no podía ser de otra 
 forma Conan Doyle se interesó en la 
 movida: pudo ver con sus propios ojos 
 las dos fotos, que le dejaron 
 maravillado, más que nada porque 
 creía haber encontrado la evidencia de 
 la existencia de seres no conocidos, 
 demostrando sus propias convicciones 
 sobre el más allá. 
 En la navidad de ese año Doyle publicó 
 un artículo (“Hadas fotografiadas – un 
 suceso memorable”, se llamó) para la 
 revista Strand Magazine sobre las 
 hadas firmado, ilustrado con las 
 fotografías de Cottingley. Eso sí, 
 cambiando los nombres de los 
 protagonistas y los lugares. Poco 
 después, a principios de enero de 
 1921, la revisa Westminster Gazette, 
 escéptica con el caso, publica de 
 nuevo la historia, eso sí, diciendo las 
 verdaderas identidades. Hubo otros 
 medios bastante agresivos contra la 
 historia de las ideas, acusando 
 directamente a los protagonistas de 
 fraude, como el Mayor Hall-Edwards, 
 un experto en radio que dijo: 
 “Tras la evidencia no vacilo en decir 
 que esas fotografías han podido ser 
 “falsificadas”. Critico la actitud de 
 aquellos que declaran que hay algo 
 sobrenatural en las circunstancias 
 basándose en la toma de esas 
 fotografías porque, como médico, creo 
 que la inculcación de ideas tan 
 absurdas en la mente de los niños 
 resultará más tarde en sus vidas en 
 manifestaciones de desórdenes 
 nerviosos y perturbaciones 
 mentales…” (Acusando directamente a 
 Conan Doyle) 
 Incluso algunos colegas de Doyle en la 
 Sociedad de Investigaciones Psíquicas 
 lo rechazaron y pidieron no ser 
 relacionados con él. Sir Oliver Lodge, 
 un investigador psíquico pionero 
 argumentó, basándose en que Elise, 
 efectivamente, había tomado clases con 
 un fotógrafo profesional, lo que le 
 hacía conocer el tema, que eran falsas. 
 Conan Doyle y Gardner, ante la lluvia 
 de ataques, decidieron que si se 
 tomaban más fotografías de las hadas 
 el asunto sería completamente 
 incuestionable. Tuvieron que esperar 
 pues consideraban que las dos niñas 
 debían estar juntas, según dijo Doyle 
 “necesitábamos la fusión de las auras 
 de las dos muchachas”. Finalmente se 
 tomaron nuevas fotos el 26 y el 28 de 
 agosto de 1921, con una cámara y 
 unas placas facilitadas por Gardner. Y 
 fue, según ellos, un éxito: había 3 
 nuevas fotos sobrenaturales, una con 
 un grupo de hadas y dos con imágenes 
 de hadas voladoras. 
 Doyle quedó aun más convencido. Usó 
 las tres nuevas fotos para ilustrar un 
 segundo artículo para el Strand 
 Magazine en 1921 y preparó el libro 
 que antes mencionábamos, “La llegada 
 de las Hadas”, publicado en 1922. 
 Desgraciadamente al verano siguiente 
 no se pudo repetir el éxito, no hubo 
 más fotos de hadas. 
 La reacción crítica fue similar a la 
 anterior ocasión. Era demasiado 
 sospechoso el parecido de las nuevas 
 hadas a las que aparecían de toa la 
 vida en los cuentos ilustrados. Y era 
 llamativo que llevaban peinados de la 
 moda del momento. 
 Y la cosa se calmó y pasó al olvido de 
 los tiempos… 
 … hasta que en 1966, cuarenta añazos 
 después, Elsie, casada y con el apellido 
 Hill, aceptó una entrevista para la BBC. 
 Afirmó que su padre fue ajeno a todo 
 el tema, pero las fotografías eran 
 reales, manteniéndose en su postura 
 pese a los duros ataques del 
 entrevistador. 10 años después, en 
 1976, en otra entrevista se reafirmó, 
 pese a que había serías dudas de la 
 veracidad de las fotos. De hecho, el 
 equipo de televisión de esta ocasión 
 reprodujeron las fotos con el 
 presentador haciendo las hadas con 
 recortable de cartón. Y quedo bien. 
 Ya en los ochenta, la empresa Kodak le 
 pidió al experto analista Geoffrey 
 Crawley un estudio de las imágenes. 
 Dijo que sin la más mínima dudas 
 cuatro de ellas eran falsas, todas 
 excepto la que se conoce como “nido 
 de hadas”, que resistía a los análisis. 
 Finalmente en 1983 Elsie cantó: 
 confesó que habían fabricado las fotos 
 con imágenes recortadas de una 
 revista y fijadas con alfileres al suelo, 
 aunque seguía defendiendo que la 
 dichosa “Nido de hadas” sí era real (de 
 hecho es la más extraña, aunque el 
 efecto puede deberse a una 
 sobreexposición con otra de las fotos). 
 Admitió que nunca pensaron que la 
 cosa iba a tener tanta repercusión, y 
 que cuando la historia se hizo famosa 
 no se echaron para atrás, dejando en 
 vergüenza al mismísimo Conan Doyle. 
 “Dos chicas pueblerinas y un hombre 
 brillante como Conan Doyle, bueno, 
 sólo podíamos mantenerlo en secreto”, 
 dijo. 
 Francés nunca lo admitió. 
 A modo de epilogo mencionar que 
 recientemente, en una subasta publica 
 en la London's Knightsbridge, una 
 compradora anónima había pagado la 
 friolera de 6000 libras (unos 9.000 
 euros) a la empresa Bonhams & 
 Brooks, por los negativos originales de 
 las fotografías de hadas. 
  
 Mas info y fuentes por aquí: http:// 
 es.wikipedia.org/wiki/ 
 Las_hadas_de_Cottingley , aquí: http:// 
 www.cottingley.net/cfph.shtml , aquí: 
 http://www.linkmesh.com/hadas/ 
 articulos/ 
 el_caso_de_las_hadas_de_cottingley.php , 
 aquí: http://www.pasarmiedo.com/ 
 hadas_cottingley.php , aquí: http://ojo- 
 critico.blogspot.com.es/2006/06/el- 
 final-de-las-hadas-de-cottin
