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23/7/14

TITIVILLUS

Se conoce como Titivillus (o también Tutivillus) a un demonio que en la Edad Media, siguiendo las maléficas indicaciones de de Lucifer o Satanás, entraba subrepticiamente en los scriptoria de los monasterios induciendo a los escribas a cometer errores en sus trabajos. Para que luego digan que en la Edad Media no se tenía ingenio. Si se descubría un error en un valioso códice, becerro, portulano o manuscrito, el escriba en cuestión tenía presta la excusa… “No ha sido culpa mía, sino del malvado Titivillus”.
Antes de esto fue importante en las homilías de la Edad Media llamadas “Exempla”, en las que se introducía un punto de moral y eran utilizadas por los sacerdotes para resaltar la importancia de evitar el pecado. En este caso Titivillus aparecía para provocar en los fieles, durante el servicio religioso y el tiempo de oración, la charla ociosa, la mala pronunciación o murmuraciones; mientras que al clero les inducía a acelerar la recitación de oraciones, a balbucear palabras, a saltarse sílabas… todo ello con el afán de que a los pecadores y a los que ofenden pueda imputárselas el Infierno el día del Juicio Final. Pareciera que poco tenían que ver los escribas, pero en realidad si que tiene relación. En otras historias Titivillus se dedica a “llenar bolsas” con las palabras ociosas de los fieles y sacerdotes. Cesáreo de Heisterbach en su obra del siglo XIII “Dialogus Miraculorum” (circa. 1230), sin nombrar a Titivillus, describió a un “cierto diablo” de pie en un lugar alto, a la caza y captura de “voces tumultuosas” con su mano derecha y deslizarlos con destreza en el receptáculo que mantenía en su izquierda. Otros autores, como Jacques de Vitry en sus “Sermones Vulgares” de finales de 1220, dieron versiones más adornadas y describieron “un saco sobrecargado, pero llenado en varias ocasiones por el demonio”. Estaban más preocupados con una falta de diligencia de las sílabas y palabras (de los sacerdotes) o con pensamientos ociosos (de los fieles) en la iglesia.
Y como “el demonio de la bolsa” es como Titivillus apareció por primera vez con su nombre. Fue en la obra del franciscano y doctor en Teología Johanne Guallensis (John of Wales o Juan de Gales, siglo XIII), “Tractatus de Penitentia” (circa. 1285, escrito en París poco antes de su muerte en este año), en un verso que se convertiría en famosa en la Edad Media:

Fragmina verborum Titivillus colligit horum
Quibus die mille vicibus sí sarcinat ille.
Aproximadamente traducido, significa Titivillus recoge los fragmentos de estas palabras con las que llena su saco mil veces al día.

Finalmente Titivillus, en sus dos versiones, se hizo más popular y conocido en el siglo XIV. Su impacto en las congregaciones y su poder para aterrorizar a los perezosos se prolongó durante otros cien años. En el siglo XV, sin embargo, Titivillus se había convertido en un malvado demonio más que causaba estragos entre la gente en todas partes. Algunos escritores modernos sostienen que fue en este momento cuando se convirtió en “el demonio patrono de los escribas” al ser culpado de los errores que cometían en la copia de manuscritos.
Titivillus parece haber confundido a todos los autores medievales hasta el punto de que aparece con multitud de variantes en torno a su nombre. En un tratado devocional inglés anónimo del siglo XV, “Myroure of Oure Ladye”, se presenta a sí mismo de esta manera: “Mi nombre es Tytyvyllus...” (I.xx.54) para pasar a hablar de errores, comiéndose sílabas y palabras enteras. A principios del siglo XVI, Titivillus, aparecía en obras dramáticas como un demonio entre muchos. Adquirió un amplio papel como figura subversiva en la comedia, mediante comentarios satíricos sobre las vanidades humanas y entreactos de misterio de finales del medievo inglés, en el que podría interpretarse como una personificación de los curas y predicadores lolardos, acusados de corromper el latín litúrgico y de cantar en tono nasal (como un
cuerno). Así en el Iudicium de Towneley se presenta a Titivillus como “master Lollar”.
Y para cuando Shakespeare lo mencionó, era casi desconocido: su nombre se había convertido en un simple término general de burla (según Margaret Jennins). Aparece una vez en la obra “Noche de Reyes” (II, III, 75), cuando Sir Toby Belch exclama: “Tilly-vally, señora”, después de que el siervo de María Olivia se quejase de sus “maullidos” (palabrería) con otros dos personajes a los pies de las ventanas de Olivia a altas horas de la noche.
Incluso algunos escritores opinan que el público no sabría a qué quería hacer referencia el genial Shakespeare. En “Enrique IV” (Segunda Parte), la señora Quickly mantiene un diálogo con Sir John Falstaff en respuesta a su deseo de llevar la pistola en su posada como invitado, en el que al final le responde: “Tilly-fally, Sir John, nunca me dicen: su antigua pistola swaggerer no entra en mis puertas”.
En el Monasterio de las Huelgas de Burgos, existe una tabla de alrededor del año 1485, atribuida a Diego de la Cruz, donde sobre el manto protector de la Virgen de la Misericordia aparecen dos diablos, uno de los cuales lleva un hatillo de libros a la espalda, que para el historiador de arte y Catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, profesor Joaquín Yarza Luaces, representaría a Titivillus. (Esperanza Aragonés Estella, 2006, “Visiones de tres diablos medievales”, De Arte 5: pp. 15–27).
Titivillus o Tutivillus era pues un personaje escurridizo y confuso desde el principio, con un carácter más que ambiguo, pero que puede llegar a interpretarse no solo como el artífice del castigo por la ociosidad, la cháchara y chanza innecesarias, o la falta de atención a una tarea dada, sino también como el “protector” de la correcta “reproducción” de una obra escrita. Tal vez podamos considerarle el Patrón de la SGAE, o de la marca registrada y los derechos de autor.

Fuentes: Wikipedia ; Tutivillus, el demonio Notario
Tutivillus Editing for the Health Sciences (en inglés).
Imagen: Imagen del Diablo Titivillus, en una gárgola del actual edificio del Registro en el 110 de George Street de Brisbane (Australia), y que en 1910 constituyó la ampliación de la que fue (desde 1862 en Queensland) la Oficina de Imprenta del Gobierno, dedicada a imprimir el registro oficial de los debates de la Cámara del Parlamento. En 1987 se llevó a cabo un completo trabajo de restauración de todo el edificio, incluidas las gárgolas.

8/6/14

LOS PUEBLOS INMUNDOS

En la mayoría de mapas de la Edad
Media y el Renacimiento, aparecen dibujados en el ángulo superior del Oriente unos hombres de apariencia salvaje que están encerrados tras unas altas montañas por las que no pueden salir. Se trata de los famosos 22 Pueblos Inmundos de la Tierra. El por qué de estos pueblos se debe a una antigua leyenda atribuida al gran conquistador macedónico Alejandro Magno.
Según se cuenta cuando sus tropas estaban avanzando por Asía se encontraron con una serie de tribus de los más abominables los cuales tenían unas costumbres horribles y execrables. Alejandro, viendo el peligro que existía si las ignoraba y pasaba de largo decidió combatirlas, tras una serie de arduas batallas terminó arrinconándolas en los confines de Asia detras una cadena de montañas. Para asegurar que no se escaparan por el único paso que existía construyó una especie de puerta mágica conocida como La Puerta de Alejandro Magno.
Pero la leyenda dice que al final de los tiempos, en el Apocalipsis,
aquellas tribus malditas se escaparan y por la voluntad del Señor se abrirá aquella puerta dejando que se unan a las huestes del Anticristo para acabar con toda la raza humana. Esta narración que apareció en la Antigüedad Tardía pasó con el discurrir de los siglos a convertirse en uno más de los temores medievales y de nuevo la leyenda de los pueblos inmundos surgió con fuerza en la Baja Edad Media, aunque con la variante del antisemitismo, pues aquellas tribus fueron sustituidas por las Diez Tribus de Israel.
Es por ello que en la cartografía
medieval y renacentista la Puerta de Alejandro pasara a llamarse Iudei Clausi (Los judíos encerrados).
Incluso aparecen en mapas del siglo XV y XVI o en prestigiosos
mapamundis hechos por Waldseemüller, aquel que puso el
nombre a América, o por el gran
cartógrafo que acompañó a Cristóbal Colón en su viaje de descubrimiento, Juan de la Cosa.

7/3/13

LAS TROVADORAS O TROVAIRITZ

Las trovairitz fueron la
contrapartida femenina a los
trovadores que vivieron y crearon
música y poesía en la Occitania de
los siglos XII y XIII. El término
“trovairitz” fue acuñado en el siglo
XIII y proviene de la palabra
provenzal “trobar” que significa
literalmente “encontrar” y más
concretamente “componer”. Así, las
trovairitz eran compositoras y
poetisas que desarrollaban su arte
en las cortes occitanas de los siglos
XII y XIII. Ellas constituyen el
primer ejemplo en la Historia de la
Música occidental de mujeres
dedicadas a la música profana.
Aun siendo la contrapartida
femenina de los trovadores, es
importante señalar diferencias
considerables entre trovadores y
trovairitz.
Así, mientras el trovador podía -y
solía - ser de origen humilde, las
trovairitz eran de origen noble y
estaban casadas con importantes
nobles de ámbito provenzal.
No podemos olvidar que la Francia
del siglo XII fue una época muy
favorable a la independencia
económica de las mujeres de la
nobleza debido a un sistema legal
vigente en el Sur de Francia que
permitía a las mujeres heredar
propiedades. Así, estas mujeres se
hacían cargo de los bienes
familiares mientras sus maridos se
encontraban luchando en las
cruzadas.
Esto trajo consigo un clima de
libertad e independencia femenina
que favorecía la creación artística.
Sin embargo, sólo se han
conservado unos 23 poemas y
alrededor de 4 melodías atribuibles
a las trovairitz.
Entre las trovairitz más importantes
podemos destacar las siguientes:
Alamanda de Castelnau, Azalais de
Porcairagues, María de Ventadorn,
Tibors, Castelloza, Garsenda de
Proença, Gormonda de Monpeslier,
y por último Beatriz, Condesa de
Día, la autora del texto que hemos
citado anteriormente.
A continuación hacemos una breve
reseña de cada una de las trovairitz
mencionadas anteriormente.
Tibors de Sarenom (1130 – 1198)
constituye el primer ejemplo
documentado de poesía femenina.
Así, Tibors sería la primera
trovairitz.
María de Ventadorn: vivió a finales
del siglo XIII. Se le conoce una
única obra escrita al parecer en
colaboración con el trovador Gui
d'Ussel. El asunto tratado es el
siguiente: una vez que el hombre ha
conseguido el éxito en la seducción
de una dama… ¿Le convierte este
hecho en su igual o sigue
permaneciendo su sirviente? María
aboga por la última opción.
Beatriz, Condesa de Día
(1180/1212). Esposa de Guilhèm de
Poitiers, la Condesa nos ofrece una
visión muy personal acerca de un
mundo regido por rígidas reglas
dictadas por los intereses
masculinos contra los que ella se
rebela, escribiendo textos bastante
apartados de la rígida estética del
amor cortés.
Azalais de Porcairagues nació cerca
de Montpellier. Fue amante de Gui
Guerrejat, hermano de Guillaume
VII de Montpellier y se desenvolvía
en los círculos aristocráticos. Sólo
se ha conservado una de sus obras,
aunque sin la música. El poema
forma parte de un debate poético
entre ella y el trovador Guillhem de
Saint-Leidier sobre el lo que supone
que una dama tome un amante más
rico o más relevante socialmente
que ella misma y si esta diferencia
social constituye una deshonra para
la dama.
Castelloza: esposa de Turc de
Mairona, vivió a principios del siglo
XIII. Escribió varias poesías y
canciones dedicadas a Arman de
Brion del cual estaba enamorada
aunque tenía un status social mayor
que ella. Las cuatro canciones suyas
que se conservan la convierten,
junto con Beatriz de Día, en una de
las trovairitz más prolíficas. Los
temas de sus obras tratan de su
amor imposible en el tono habitual
del amor cortés.
Alamanda de Castelnau fue
considerada hasta hace poco una
mera invención poética del trovador
Giraut de Bornel. Sin embargo, esta
interpretación no es cierta ya que su
existencia real está documentada
por otros trovadores. Su periodo
creativo se reduce a la época que
pasó en la corte de Raimundo V de
Toulose que abandonó para casarse
con Guilhem de Castelnou. Murió
alrededor de 1223.
Gormonda de Monpeslier (1226–
1229) escribió el que ha sido
llamado el primer manifiesto
político escrito por una mujer. En
este escrito defiende la postura del
Papa Inocencio III en su actuación
durante la Quinta Cruzada. Continúa
argumentando que la peor herejía es
la crueldad de ánimo y la falsedad.
Gormonda fue posiblemente una
monja dominica.
Garsenda de Forcalquier, Condesa
de Provenza (1180 – 1242) catalana
de nacimiento, su matrimonio con
el Conde de Provenza suposo la
unión de ambas casas. Garsenda fue
una importante mecenas de las
artes occitanas así como poetisa y
compositora. Es conocida como la
trovairitz Garsenda de Proença.

23/9/12

EL AMOR EN LA EDAD MEDIA

La Edad Media se ha debatido entre la
razón y la superstición; y el amor no
ha sido ajeno a esta batalla. En las
siguientes líneas recorreremos una
biblioteca imaginaria, pero cuyos libros
son ciertamente reales. Tan verdaderos
como las fascinantes locuras que allí se
reflejan.
Umberto Eco, un penetrante erudito
de aquel oscuro período, nos describe
el afiebrado recorrido de un joven
novicio benedictino, quien ha caído en
las garras del amor. De noche
penetrará en una biblioteca de
secretos maravillosos, donde el amor y
la pena parecen reflejarse con
sarcástica precisión en cada
pergamino que cae en sus manos.
Veamos:
...Y al mismo tiempo me iba
convenciendo de que, a pesar de
encontrarme enfermo, la enfermedad
que padecía era, por decirlo así,
normal, puesto que tantos otros la
habían sufrido, y parecía que los
autores citados hubieran estado
pensando en mí cuando la describían.
...Así leí emocionado las páginas
donde Ibn Hazm define el amor como
una enfermedad rebelde, que sólo con
el amor se cura, una enfermedad de la
que el paciente no quiere curar. Basilio
de Ancira afirma que el mal del amor
demuestra (síntoma inconfundible) un
júbilo excesivo y al mismo tiempo
desea apartarse y prefiere la soledad, a
lo que se suma un intenso desasosiego
y una confusión que impide articular
palabra...
...Me estremecí al leer que, cuando se
le impide contemplar el objeto amado,
el amante sincero cae en un estado de
abatimiento que a menudo lo obliga a
guardar cama, y que a veces el mal
ataca el cerebro, y entonces el amante
enloquece y delira. Leí con aprensión
que, si el mal se agrava, puede resultar
fatal...
...Santa Hildegarda atribuye a la
melancolía el dulce sentimiento de la
pérdida del amor. En el Liber
Continens, se identifica a la melancolía
amorosa con la licantropía, en la que
el enamorado se comporta como un
lobo. Primero se altera es aspecto de
los amantes, la vista se debilita, los
ojos se hunden y quedan sin lágrimas,
la lengua se va secando y se cubre de
pústulas, el cuerpo se marchita y
padecen de una sed insaciable. Pasan
el día tendidos en el lecho, boca abajo,
con el rostro y los tobillos cubiertos de
marcas, y por último, terminan sus
días vagando por los cementerios, de
noche, como lobos...
...El gran Avicena define el amor como
un pensamiento fijo de carácter
melancólico, que nace del hábito de
pensar una y otra vez en las facciones,
los gestos o las costumbres de las
personas del sexo opuesto. Se vuelve
una enfermedad cuando al no ser
satisfecho se vuelve un pensamiento
obsesivo, que provoca risas y llantos
intempestivos...
...Arnaldo de Villanova, con crueldad,
recomienda que la única cura contra el
mal de amor es perder la confianza,
olvidar...