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5/9/12

DENDROCRONOLOGIA

La dendrocronología, del griego
δένδρον (árbol) e χρονος (tiempo) y
λογότυπα (estudio) es la ciencia que se
ocupa de la datación de los anillos de
crecimiento de las plantas arbóreas y
arbustivas leñosas.
Gracias a ella, es posible fechar en
forma aproximada la edad de la
madera y, de forma aún más
imprecisa, la evolución del clima en el
pasado.
Como en todos los avances científicos,
la dendrocronología fue avanzando
paso a paso de la mano de distintos
investigadores desde épocas remotas.
Teofrasto (322 a. C.), en su libro
"Historia de las Plantas", fue el primero
en mencionar la existencia de los
anillos de árboles y el hecho de que se
formen anualmente, aunque esto
último no fue aceptado por los
botánicos modernos hasta principios
del siglo XIX .
En el siglo XV, Leonardo da Vinci
reconoció la relación entre los anillos y
las precipitaciones atmosféricas en el
periodo vegetativo: “Los anillos en los
troncos de árboles cortados muestran
los años y, según su espesor, años
más o menos secos…”
El uso de los anillos de crecimiento
para datar fenómenos climáticos
comenzó en Francia en 1737, con
Duhamel y Bufol y en 1745 en Suecia
Linnneus, quienes contando los anillos
hacia el pasado dataron una fuerte
helada ocurrida en 1708-09, usando
un sólo ejemplar.
Más tarde, en 1783, Burgsdorf (padre
del co-datado según Studhalter)
examinó varios ejemplares y llegó a la
misma conclusión,
En 1827 Twining redescubrió este
fenómeno. Él se dio cuenta de que
cada árbol llevaba, durante todo el
periodo de su crecimiento, un récord
de las estaciones y que todos los
árboles de un mismo lugar “contaban
la misma historia”.
A partir de allí varios botánicos
comenzaron a estudiar los anillos de
árboles como potencial herramienta
para conocer la historia de los
bosques.
En la segunda mitad del siglo XIX
Hartig impulsó enormemente la
investigación de la dendrocronología
en Europa gracias a una clara
concepción del desarrollo de los
anillos a través de un detallado estudio
sobre los efectos de las heladas y de
los daños por actividad de insectos.
Sin embargo, la dendrocronología
como ciencia, debe ser atribuida al
astrónomo americano A.E. Douglass. A
la edad de 27 años, Douglass estaba
trabajando en el Observatorio Lowell
en Flagstaff, Arizona. Él pensaba que la
actividad de las manchas solares
podían influenciar el clima en la tierra
y estaba buscando relación entre la
actividad cíclica de las manchas solares
y el comportamiento de las
precipitaciones.
En 1914 logró construir una cronología
compuesta de 500 años de Pinus
ponderosa y en 1937 fundó el
“Laboratory of Tree-Ring Research” en
la Universidad de Arizona.
En Europa fue el biólogo alemán
Bruno Huber quien comenzó a
desarrollar esta disciplina durante la
primera mitad del siglo XX, pero
pasaron más de 30 años de la
fundación del primer laboratorio para
que se establecieran institutos
semejantes en el resto del mundo.
Debido a la escasez y discontinuidad
de la base de datos meteorológicos, su
búsqueda lo llevó a buscar periodos
en las secuencias de anchos de anillos
que tuviesen relaciones con la
actividad solar en la formación de las
manchas solares; descubrió entonces
en 1901 una posible relación entre los
factores climáticos y el crecimiento
radial de árboles. Observó que se
podía incluso determinar el año
calendario exacto a aquellas muestras
de edad desconocida, correlacionándo
las con una cronología ancho de
anillos previamente fechada.
El avance en el conocimiento de la
técnica y la existencia de algunas
especies muy longevas han permitido
elaborar extensas cronologías a partir
de los anillos de crecimiento. El pino
“Bristlecone” (Pinus longaeva y P.
aristata) es la especie más longeva del
mundo, crece en California, Estados
Unidos. Presenta crecimiento lento y
gran producción de resina, lo que le
confiere gran resistencia a hongos y
por lo tanto buena conservación.
Usando esta especie se han logrado
elaborar cronologías de más de 8.000
años.
fuente: wikipedia

29/4/12

Rosalind Franklin

Nacida en Inglaterra el 25 de julio de
1920, murió en Londres el 16 de abril
de 1958, Rosalind Franklin se graduó
de la universidad de Cambridge en
1941, no sin antes salvar la oposición
paterna. Hizo estudios fundamentales
de microestructuras del carbón y del
grafito y este trabajo fue la base de su
doctorado en Química y Física, que
obtuvo en la universidad de
Cambridge en 1945.
Después de Cambridge, ella pasó tres
años productivos (1947-1950) en París
en el Laboratoire de Services
Chimiques de L'Etat, donde rendió
técnicas de la difracción de la
radiografía. En 1951, ella volvió a
Inglaterra como investigador asociado
en el laboratorio de Juan Randall en
King's College, Cambridge.
Para Rosalind era la oportunidad de
aplicar sus conocimientos a la biología
y el laboratorio de Randall se
encontraba en el mejor nivel de
desarrollo. En el laboratorio de Randall
ella cruzó su trayectoria con la de
Maurice Wilkins, aunque ambos
estaban referidos al DNA.
Lamentablemente, la misoginia y la
competencia llevo la relación a un
conflicto permanente con Wilkins. Este
llevaba largo tiempo trabajando en
ADN y había tomado la primera
fotografía relativamente clara de su
difracción cristalográfica. Wilkins había
sido el primero en reconocer en ésta
los ácidos nucleicos y no estaba
dispuesto a la competencia interna.
En ese tiempo se conocía la forma
deshidratada de la molécula (forma A),
la que no sugería una forma helicoidal.
Rosalind se concentró primero en
interpretar los patrones de difracción
utilizando las laboriosas fórmulas de
Patterson. Las primeras imágenes
obtenidas en Londres con el ADN
deshidratado se conocieron en
Cambridge. Watson había tenido
ocasión de asistir a la clase que dio
Franklin en noviembre de 1951 sobre el
avance de sus investigaciones.
Rápidamente, con Francis Crick se
pusieron a la tarea de imaginar su
estructura y para ello, trabajaron
principalmente con modelos atómicos
a escala. Este primer intento terminaría
en un fracaso rotundo. Watson y Crick
invitaron a Franklin y Wilkins a
Cambridge para darles a conocer su
propuesta. Esta consistía en un modelo
helicoidal con tres cadenas. Iones de
Magnesio sostenían unidos los fosfatos
y hacia la periferia las pentosas(1) y las
bases nitrogenadas.
Rosalind Franklin pulverizó sus
argumentos. La cantidad de agua en el
modelo no correspondía al de los
estudios de difracción. Los fosfatos y,
por lo tanto, el “esqueleto” de la
molécula tenían que estar en el
exterior de la misma. No existía en
realidad ningún indicio consistente de
que la estructura fuera helicoidal. La
conocida flema inglesa seguramente
impidió la catástrofe. De todos modos,
el rumor llegó a la cabeza del
laboratorio: Sir Lauwrence Bragg, quien
decidió prohibir a Watson y Crick que
sus estudios en el ADN continuaran.
La astucia se impuso: James Watson se
concentró en el estudio del virus del
mosaico del tabaco. Este tiene al ARN
como uno de sus constituyentes
fundamentales. Dilucidar esta
estructura le permitiría acercarse al
ADN y de paso profundizar sus
conocimientos en cristalografía.
Mientras tanto, durante 1952 Rosalind
Franklin repitió los estudios
cristalográficos con diferentes grados
de hidratación. Al hidratarse la
difracción era completamente distinta
(forma B). Como sabemos ahora, las
fibras de ADN se alejan entre ellas y
toman su forma nativa.
A principios de 1953 Wilkins mostró a
Watson uno de las fotografías
cristalográficas de Franklin de la
molécula de DNA, cuando Watson vio
la foto, la solución llegó a ser evidente
para él y los resultados fueron
publicados en un artículo en Nature
casi inmediatamente. Sin autorización
de Rosalind, Wilkins se las mostró
primero -las imágenes de la forma B
(hidratada)- a James Watson y,
posteriormente, un informe de
Rosalind Franklin a Sir John Randall fue
entregado a Watson y Crick.
Francis Crick había trabajado en
descifrar cómo se verían las estructuras
helicoidales de las proteínas en
imágenes de cristalografía. Y eso era
justamente lo que tenía al frente en el
informe de Franklin. Más aún, el reflejo
de 3.4 Å en la meridiana implicaba que
esa era la distancia entre los
nucleótidos (2) de una misma cadena
de ADN. Al aplicar estas mediciones a
la forma A y corregirla por la
contracción y la densidad de la
molécula sólo había lugar para dos
nucleótidos en cada plano transversal.
Si eso era así, lo más lógico es que las
cadenas fueran también dos.
En su libro Los diez mayores
descubrimientos de la Medicina
(Editorial Paidós), Meyer Friedman y
Gerald W. Friedland relatan la historia
de Rosalind Franklin, pero es en el
libro de Anne Sayre Rosalind Franklin y
el ADN (W. W. Norton & Co., New York,
1975) donde se puede leer una
correcta y completa versión de la
historia.
Considerado como el logro médico
más importante del siglo XX, el modelo
de la doble hélice del ADN abrió el
camino para la comprensión de la
biología molecular y las funciones
genéticas; antecedentes que han
permitido llegar al establecimiento, en
estos días, de la secuencia "completa"
del genoma humano. Rosalind Franklin
obtuvo una fotografía de difracción de
rayos X que reveló, de manera
inconfundible, la estructura helicoidal
de la molécula del ADN. Esa imagen,
conocida hoy como la famosa
fotografía 51, fue un respaldo
experimental crucial para que el
investigador estadounidense James
Watson y el británico Francis Crick
establecieran, en 1953, la célebre
hipótesis de la "doble hélice" que es
característica de la estructura
molecular del ADN (ácido
desoxirribonucleico), por la que en
1962, junto con Maurice Wilkins, se les
concediera el Premio Nóbel en
Fisiología y Medicina.
La opinión de quienes recogieron los
frutos de la labor de Franklin:
James Watson se refiere a Franklin
como "Rosy" y se pregunta "cómo sería
si se quitase las gafas e hiciese algo
distinto con su cabello". En el epílogo
de su libro admite que sus impresiones
iniciales de ella "frecuentemente eran
erróneas" y advirtió "algunos años
demasiado tarde las luchas que debe
enfrentar una mujer inteligente..."
Francis Crick, en su retrospectiva de
aquellos años, What Mad Pursuit,
enfocó el tema de forma algo
diferente... había "restricciones
irritantes -no se permitía tomar café en
una de las salas reservadas sólo para
hombres-, pero éstas eran
relativamente triviales o así lo parecían
en la época".
Fragmentos del libro de Thomas F. Lee
(El Proyecto Genoma Humano.
Rompiendo el código genético de la
vida, Editorial Gedisa), en el bestseller
“La doble hélice”.
Fuente: Prodiversitas Bioética
(1) Pentosa: Las pentosas son
monosacáridos (glúcidos simples)
formados por una cadena de cinco
átomos de carbono.
(2) Nucleótidos: son moléculas
orgánicas formadas por la unión
covalente de un monosacárido de
cinco carbonos (pentosa), una base
nitrogenada y un grupo fosfato.