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4/4/12

LA ACACIA SOLITARIA.

“Uno debe ver el árbol para creer en
su existencia. ¿Cuál es su secreto?,
¿cómo pudo sobrevivir a pesar de las
multitudes de camellos que pasaban a
su lado?, ¿cómo ningún azahari
permitió que algún camello comiera
sus hojas y espinas?, ¿Por qué ningún
tuareg que dirigía las caravanas de sal,
cortó sus ramas para encender
fogatas, y hacer su área? La única
respuesta es que el árbol es tabú y es
considerado como tal por los
caravaneros.
Hay un tipo de superstición, una orden
tribal, que es siempre respetada. Cada
año los azahari se reúnen alrededor
del árbol antes de afrontar el cruce del
Teneré. La acacia se ha convertido en
un faro viviente: es el último punto de
referencia para los azahari que dejan
Agadez para ir a Bilma o para
regresar.”
Del comandante de las A.M.M ( Servicio
Central de Asuntos Saharianos)
Michele Lesourd quien vio el árbol el
21 de mayo de 1939:
El Árbol de Teneré era una solitaria
acacia, quizás Acacia raddiana o Acacia
tortilus, que fue considerada en su
momento como el árbol más solitario y
aislado de la Tierra, el único dentro de
un área de 400 km a la redonda. Fue
punto de referencia para las caravanas
a través de la región de Teneré, en el
Sahara, al noreste de Níger, y es bien
sabido que fue el único árbol en
mostrarse en un mapa a una escala de
1:4.000.000. Fue derribado en 1973
por el choque de un camión y
sustituido por una escultura de metal.
Último sobreviviente de un grupo de
árboles que crecieron cuando el
desierto era menos seco de lo que es
hoy, el árbol había permanecido
aislado durante décadas. Durante el
invierno de 1938 a 1939 se cavó un
pozo cerca del árbol y se encontró que
sus raíces alcanzaban un manto
freático ubicado entre 33 y 36 metros
de profundidad.
El árbol fue golpeado por un camión
conducido por un chófer libio
supuestamente ebrio, en 1973. El 8 de
noviembre de 1973 el árbol muerto fue
trasladado al Museo Nacional de Níger
en su capital, Niamey. Ha sido
reemplazado en su sitio original por
una simple estructura metálica
representando a un árbol.
Éste no fue el primer encuentro del
árbol con un camión. En su libro La
epopeya de Ténéré, el explorador y
etnólogo francés Henry Lhote describió
sus dos viajes hacia el árbol de Ténéré.
Su primera visita fue en 1934, en
ocasión del primer enlace por
carretera entre Djanet y Agadez.
Describe al árbol como «una acacia
con tronco degenerativo, enfermo o de
aspecto débil. Por otra parte, el árbol
tiene hojas verdes agradables, y
algunas flores amarillas». Lo visitó
nuevamente 25 años después, el 26 de
noviembre de 1959, en la misión
Berliet-Ténéré, pero encontró que
había sido seriamente dañado después
de que un vehículo colisionara con él.
Extraído de Wikipedia

29/1/12

La acacia

LA ACACIA: La acacia es un árbol
espinoso, de la famillia de las
leguminosas-mimosas (Acacia
Dealbata).
En la Antigüedad era considerada un
símbolo solar, puesto que sus hojas se
abren con la luz del sol del amanecer,
y se cierran al ocaso; su flor imita el
disco del sol. Hubo, además, otros
árboles por los que también se
sintieron vinculaciones especiales:
el muérdago (entre los druidas celtas),
el ramo o las palmas (en el
Cristianismo), el sauce (en el taoísmo).
Entre los rosacruzes, así como en
algunos ritos masónicos ya
desaparecidos, se enseñaba que la
acacia había sido la madera utilizada
en la confección de la cruz, donde
Jesús fue ejecutado.
La acacia es la planta símbolo por
excelencia de la Masonería. Representa
la seguridad, la claridad, y también la
inocencia o pureza; es símbolo de la
verdadera Iniciación para una nueva
vida, la resurrección para una vida
futura.
Su verdor perenne y la dureza
incorruptible de su madera expresan,
en efecto, la idea de la vida inextingible
que permanentemente renace
victoriosa de la muerte.
La leyenda de Hiram Abif, -la del Tercer
Grado- nos cuenta que, al caer la
noche, lo condujeron hacia el monte
Moria, donde lo enterraron en una
sepultura quehabían cavado y
señalado con un ramo de acacia.
Cuando, extenuados, los exploradores
enviados por el rey Salomón llegaron
al punto de encuentro, sus semblantes
desencajados sólo expresaban la
inutilidad de sus esfuezos. Cayendo
literalmente fatigado un maestro
intentó asirse a un ramo de acacia
comprobando, para su sopresa, que el
ramo se soltó de su mano, pues había
sido enterrado en la tierra hacía poco
tiempo removida.
Ese ramo de acacia creó vida propia,
creció y se transformó en el mayor
símbolo del Grado de Maestro Masón.
En otra versión, los Maestros Masones,
que habían ido en busca de Hiram Abif
encontraron un montículo de tierra,
recientemente removida, que parecía
cubrir un
cadáver; plantaron allí un ramo de
acacia para reconocer el lugar. Y en
una tercera versión la acacia habría
brotado del cuerpo del Maestro
muerto, anunciando la resurrección de
Hiram.
La acacia simboliza el conocimiento de
los secretos de los "verdaderos
maestros masones" , de ahí que se la
identifique con la posesión efectiva de
la maestría, como bien se dice en el
Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Muchos investigadores sobre
francmasonería se han interesado por
el significado simbólico de la acacia:
Albert Gallatin Mackey, Bernard E.
Jones o Jules Boucher, por ejemplo,
resaltan que simboliza la Inocencia y la
iniciación; el griego akakia también es
usado para definir cualidad moral,
inocencia o pureza de vida. Del masón
que ya “conoce la Acacia” se espera
una conducta pura y sin mácula.
Oswald Wirth, por su parte, dice que
"conocer la acacia" es poseer las
nociones iniciáticas conducentes al
descubrimiento del secreto de la
Maestría. Para asimilar este secreto el
adepto debe hacer revivir en él la
muerta sabiduría.
Aldo Lavagnini comenta que "sólo los
maestros conocen la acacia,
reconociendo la realidad de la vida en
la apariencia de la muerte, y por
consiguiente sólo los maestros poseen
la capacidad de vivificar otra vez el
cadáver y volverlo a la plena vida".
Para René Guénon las espinas de la
acacia equivalen a los "rayos
luminosos"; de ahí el carácter
eminentemente solar que conserva
esta planta.