El empedrado portugués es un tipo
particular de revestimiento de suelo
utilizado sobre todo en la
pavimentación de aceras y espacios
públicos en general. Este tipo de
construcción es de uso frecuente en
países de habla portuguesa.
El empedrado portugués es el
resultado de la pavimentación con
piedras de forma irregular,
generalmente de piedra caliza o
basalto, que se pueden utilizar para
formar patrones decorativos mediante
el contraste entre las piedras de
diferentes colores. Los colores más
tradicionales son el blanco y el negro,
aunque también son populares el
marrón y el rojo. En algunas regiones
brasileñas, sin embargo, se pueden
encontrar piedras en azul y verde. En
Portugal, los trabajadores cualificados
en la colocación de este tipo se
llaman mestres calceteiros.
Este adoquinado, como su nombre
indica, es originario de Portugal,
después de haber surgido a mediados
de siglo XIX. Es ampliamente
utilizado en la pavimentación de
zonas peatonales, parques, plazas,
patios, etc. En Brasil, este fue uno de
los materiales más populares usados
para paisajismo del siglo XX debido a
su flexibilidad de montaje y de
composición plástica. Su aplicación se
puede observar en proyectos como la
acera de la playa de Copacabana
(una obra de Roberto Burle Marx) o
espacios en la antigua Avenida
Central, ambos en Río de Janeiro.
Se dice que el motivo de que gran
número de calles portuguesas tengan
en sus aceras esos adoquines,
proviene del terrible terremoto que
sufrió la capital lusa en el año 1755.
Dicho seísmo se produjo a las 10
horas y 16 minutos de la mañana del
día de ‘Todos los santos’ y tuvo una
magnitud entre 8,5 y 9,5 grados en la
escala de Richter. El terremoto fue
seguido por un maremoto y un
devastador incendio que afectó a
Lisboa casi en su totalidad y afectó a
gran parte de la península ibérica.
Había que levantar de nuevo, casi por
completo, la capital y un gran número
de poblaciones portuguesas, por lo
que, el Primer ministro del rey José I,
Sebastiao José de Carvalho e Mello
(Marqués de Pombal) tomó el mando
de la reconstrucción de la ciudad y
diseñó una urbe hecha a su gusto y
antojo.
Para abaratar costes y aprovechar
recursos, el Marqués de Pombal
mandó reutilizar los muros y piedras
de los escombros de las
construcciones venidas abajo tras la
catástrofe y convertirlos en adoquines
para asfaltar las aceras de las calles.
De ahí partió la base para el
mundialmente conocido como
“empedrado portugués” y que tanto
se popularizó a partir de mediados
del siglo XIX.
En Argentina, hay muchas calles
cubiertas de antiguos empedrados de
adoquines ¿Por qué?
Resulta ser que los adoquines venían
en los barcos cerealeros para
contener la carga necesaria para la
correcta navegación. Los adoquines
quedaban en el puerto de Buenos
Aires para darle lugar al cereal.
Haciendo calles y veredas los hemos
aprovechado.
Actualmente quedan pocas…casi
todas, salvo las arterias de los centros
históricos de cada ciudad, han sido
cubiertas con pavimento.
Fuentes: Wikipedia.