2/5/12

JENARO GAJARDO VERA. El dueño de la luna.

He aquí la historia de este ingenioso
abogado, pintor y poeta, que hace
medio siglo se presentó ante el
Conservador de Bienes Raíces de Talca
y dijo “Vengo a inscribir la luna como
mi propiedad”.
Jenaro Gajardo Vera, aunque nacido en
Traiguén, en 1919 se radicó muy joven
en Talca, a principios de 1951, a ejercer
su profesión.
Una vez adaptado al nuevo lugar de
residencia, se dio a la tarea de crear
una Sociedad Telescópica
Interplanetaria. En su directorio
figuraba nada menos que el Obispo
Manuel Larrain, lo que acalló cualquier
comentario burlón en torno a la
institución. Uno de los objetivos era, ni
más ni menos, que “formar un comité
de recepción a los primeros visitantes
extraterrestres…”
Pero fue su “apropiación de la luna”, lo
que inmortalizó a Gajardo y esto se
gestó de curiosa manera: Existe en la
capital maulina, desde 1868, el Club
Talca. Allí reconocían lugar los
miembros de la ya alicaída aristocracia
talquina. Los Silva, Donoso, Cruz y
Concha eran los apellidos que se
repetían entre los socios. En sus
amplios salones de la calle 1 Oriente,
se debatían y armaban candidaturas
que impidieran el ingreso de ideas
revolucionarias que pusieran en riesgo
sus rancios privilegios.
Jenaro Gajardo intentó ser socio del
exclusivo Club. Una noche de
septiembre de 1954 fue invitado a una
comida. Se le dijo que su condición de
profesional le daba opción para ser
aceptado como miembro, pero, uno de
los integrantes se opuso a su afiliación,
por cuanto debía acreditar un bien
raíz.
“Cuando salí de la sesión – recordó
después Gajardo – me fui caminando
hasta la Plaza. Me molestó que se
diese tanta importancia a las cosas
materiales”.
Fue entonces que advirtió a la luna
llena que brillaba en el cielo. No tardó
en discurrir su iniciativa: inscribiría al
satélite natural de la tierra como su
propiedad.
Al día siguiente, 25 de septiembre de
1954, sin vacilación, se presentó ante el
Notario de Talca, César Jiménez
Fuenzalida y le solicitó dejar constancia
de que se declaraba dueño de la luna,
para lo cual acreditaba que lo era
desde antes de 1857 (fórmula usada
en la época para sanear terrenos sin
título de dominio) del satélite natural
de la tierra, describiendo sus medidas
y límites.
El Notario leyó con sorpresa la
petición. Finalmente respondió a
Gajardo: “Mira, la inscripción cumple
con los requisitos: es un bien cierto,
pertenece a la tierra, tiene deslindes y
dimensiones, pero te van a tildar de
loco”.
“No importa”, dijo Gajardo.
Es más, con posterioridad a la
inscripción de la escritura, efectuó las
tres publicaciones en el Diario Oficial,
todo lo cual le costó cuarenta y dos mil
pesos de la época.
Con el título en sus manos, volvió al
Club Talca. Hubo sonrisas, caras de
sorpresas y asombro. Pero fue
aceptado como socio. Uno de los
integrantes dijo a Gajardo: “En realidad
nos has dado una lección”.
El hecho, desde luego, no pasó
inadvertido. Diarios de América y
Europa dieron cabida al curioso
incidente. Pocos años más tarde, un
tabloide norteamericano publicó una
nota: “Abogado chileno inscribió la
luna a su nombre”.
Mario Kreutzberger vio la información y
lo invitó a “Sábados Gigantes”, un
programa de TV local. Con su carácter
burlón, el animador le dijo que, mucha
gente, lo consideraba “rayado” por
aquella propiedad lunar. Gajardo le
respondió “Le voy a contar por qué
inscribí la Luna: no me agrada la gente
que habita el planeta tierra. No me
gusta que no hayamos podido eliminar
el odio, la envidia, la maledicencia, el
rencor…”.
Pero lo más curioso del caso es que
una situación de contienda judicial
internacional se suscitó cuando
Estados Unidos preparaba su viaje a la
luna, en 1969, con tres astronautas a
bordo. Gajardo, en conformidad a las
disposiciones legales internacionales,
había gestionado, a través del abogado
Enrique Monti Forno, la revalidación de
su dominio en Washington.
Todo ello, por cuanto las normas
universales de la ONU sólo reconocían
propiedad privada hasta una altura de
80 kilómetros, pero como esa
reglamentación era de 1967 – y la
escritura de Gajardo de 1954 – ésta
prevaleció sobre aquella.
Entonces, se dice que el Presidente
Nixon, a través de la embajada
americana y la Cancillería, envió un
cable a Gajardo, donde le pedía
autorización para descender en el
satélite!!!! Ésta fue concedida por el
dueño chileno.
Pero si don Jenaro fue ingenioso al
hacerse tan audazmente propietario de
la romántica luna, más aguzado
pretendió ser Impuestos Internos,
quien envió un par de inspectores a
visitarlo, nada menos que para el
cobro de las contribuciones. Ni corto ni
perezoso, don Jenaro les dijo: “Ningún
problema en reconocer la deuda, pero
exijo que, en conformidad a la ley,
Impuestos Internos visite mi
propiedad y la tase. Después
hablamos”. Desde luego, el servicio no
insistió.
Aunque no lo crean, la situación
incluso sentó jurisprudencia en materia
de propiedad espacial. Una vez, el
entonces Ministro de la Corte Suprema
Rubén Galecio Gómez le dijo: “Bueno,
si tú inscribiste la luna, yo puede hacer
lo mismo con el planeta Marte”.
Gajardo respondió ágilmente: “No
puedes, por cuanto el Derecho Civil
impide reclamar propiedad sobre un
bien que no pertenece a la Tierra,
como es el caso de Marte”.
Poco antes de fallecer, en 1998, sus
últimos días los pasó en el Balneario
de Santo Domingo, extendió su
testamento en la Notaría de Ramón
Galecio en Santiago. Al referirse a sus
bienes, expresó. “Dejó a mi pueblo la
luna, llena de amor por sus penas”.
Bueno, la luna es propiedad chilena!
jajajaja
NOTA: En 1967 se firmó un tratado en
las Naciones Unidas que prohíbe la
compraventa de objetos exteriores a la
Tierra, siendo desde ese entonces
posesión de nadie. A pesar de lo cual,
en 1980, el estadounidense Dennis
Hope formaliza de nuevo en una
oficina del registro de San Francisco la
"compra" de la Luna, dedicándose
desde entonces a vender parcelas en
suelo lunar.
Fuentes: http://es.wikipedia.org/wiki/
Jenaro_Gajardo_Vera
http://www.yalosabes.com/el-dueno-
de-la-luna.html
http://www.elamaule.cl/admin/render/
noticia/8876