En mi siguiente vida conoceré ya de memoria toda la
 
 historia universal de principio a fin. Cada fecha,
 
 cada dato curioso. Las razones por las cuales
 
 una cosa dio lugar a la otra. Y todo eso me hará
 
 reír.
 
 No tendré ningún tipo de encanto a los
 
 diecinueve, y a los veintiuno sabré la dirección
 
 exacta que quiero tomar.
 
 Nadie me dará consejos dolorosos ni me hablará
 
 sobre mi futuro desde la lejanía imperfecta de su
 
 experiencia. En cambio me saldrán dos alas y
 
 seré libre de la tiranía de un capullo y de las
 
 demás condiciones que atan a la tierra.
 
 No tendré necesidad de ver llegar las cosas, ni de
 
 darme cuenta de cómo con el tiempo me voy
 
 pareciendo cada vez más a mi verdugo sin poder
 
 evitarlo.
 
 No habrá daños a terceros, ni primeros ni
 
 segundos… no habrá hubiera ni jamás. Será una
 
 vida perfecta porque no tendré apego alguno
 
 más que a la emoción de volar. No habrá
 
 tampoco miedo, ni indecisión ni heridas abiertas
 
 rellenas de miel. Ya no seré geminis, ni mujer, y
 
 no habrá decepciones por mi causa.
 
 Pasare por encima de muchos sombreros y
 
 chimeneas, y me perderé en un relámpago por
 
 las noches.
 
 La trascendencia se unirá en sagrado matrimonio
 
 con un borde del existencialismo. Y sabré que
 
 valgo la pena simplemente por ser parte de un
 
 paisaje. Cualquiera que sea.
 
 Será una vida ligera y cálida. Plana, tal vez, pues
 
 no esperaré nada de nadie y nadie esperará
 
 nada de mí. Pero será digna de sosiego y de paz.
 
 Una vida inhumana y sobrehumana, animal y
 
 sublime, corta y eterna…
 
 En mi siguiente vida habré evolucionado, seré
 
 mariposa. 
  
 www.extravia.net
