No son sólo un producto de la ciencia 
 ficción: los otros universos son 
 consecuencia directa de las 
 observaciones cosmológicas. 
 Una de las muchas consecuencias de 
 las recientes observaciones 
 cosmológicas es que el concepto de los 
 universos paralelos no es una mera 
 metáfora. El espacio parece tener un 
 tamaño infinito. Si es así, entonces en 
 alguna parte allá afuera, cualquier cosa 
 posible se convierte en real, sin 
 importar cuán improbable sea. Más 
 allá del alcance de nuestros telescopios 
 hay otras regiones del espacio que son 
 idénticas a las nuestras. Esas regiones 
 son un tipo de universo paralelo. Los 
 científicos pueden incluso calcular qué 
 tan lejos están estos universos, en 
 promedio. 
 Y eso es física bastante sólida. Cuando 
 los cosmólogos consideran teorías que 
 están menos establecidas, concluyen 
 que otros universos pueden tener 
 propiedades y leyes de la física 
 totalmente distintas. La presencia de 
 tales universos explicaría varios 
 aspectos extraños del nuestro. Incluso 
 podría responder preguntas 
 fundamentales acerca de la naturaleza 
 del tiempo y del mundo físico. 
 ¿Habrá una copia de usted leyendo 
 este artículo? ¿Alguien que no es usted, 
 pero vive en un planeta llamado Tierra, 
 con brumosas montañas, fértiles 
 campos y extensas ciudades, en un 
 sistema solar con ocho planetas más? 
 La vida de esa persona ha sido, en 
 todos aspectos, idéntica a la suya. Pero 
 quizá decida ya no leer este artículo, 
 mientras usted sigue leyendo. 
 La idea del alter ego es rara y poco 
 plausible. Pero vamos a tener que 
 aceptarla, pues las observaciones 
 astronómicas la apoyan. El modelo más 
 sencillo y popular predice que usted 
 tiene un gemelo en una galaxia 
 ubicada a 10 elevado a 10 eleveado a 
 28 metros de aquí. Es una distancia tan 
 enorme que excede la escala 
 astronómica, pero eso no le resta 
 realidad a su doppelgänger (o doble 
 fantasmagorico). La estimación se 
 deriva de la teoría elemental de las 
 probabilidades, y ni siquiera se basa en 
 la física especulativa moderna, que 
 sólo postula que el espacio es infinito 
 (o al menos suficientemente grande) y 
 que está, según las observaciones, casi 
 uniformemente poblado de materia. En 
 el espacio infinito tienen lugar incluso 
 los eventos más improbables. Hay 
 infinidad de planetas habitados, de los 
 cuales no uno, sino muchos contienen 
 personas con la misma apariencia, 
 nombre y recuerdos de usted, viviendo 
 todas las variantes posibles de las 
 elecciones de su vida. 
 Probablemente no verá jamás a sus 
 otros yoes. Lo más lejano que puede 
 usted observar está a la distancia que 
 la luz ha podido recorrer durante los 
 14.000 millones de años transcurridos 
 desde que comenzó la expansión del 
 Big Bang. Los objetos visibles más 
 distantes se encuentran hoy a unos 4 x 
 10 elevado a 26 metros de nosotros, 
 una distancia que define nuestro 
 universo observable, llamado también 
 volumen de Hubble o simplemente 
 nuestro universo. Los universos de sus 
 otros yoes son esferas del mismo 
 tamaño, centradas en sus planetas. 
 Son el ejemplo más sencillo de 
 universos paralelos, donde cada uno 
 es apenas una pequeña parte de un 
 “multiverso” más amplio. 
 Con esta definición del “Universo” 
 esperaríamos que la idea de multiverso 
 pertenezca eternamente al reino de la 
 metafísica. Pero la frontera entre la 
 física y la metafísica se define por la 
 posibilidad o imposibilidad de 
 comprobar experimentalmente una 
 teoría, no por el hecho de que algo 
 parezca inverosímil o implique 
 entidades no observables. Las 
 fronteras de la física se han ido 
 expandiendo para incorporar cada vez 
 más conceptos abstractos y otrora 
 metafísicos, como la redondez de la 
 Tierra, los invisibles campos 
 electromagnéticos, la ralentización del 
 tiempo a velocidades elevadas, las 
 superposiciones cuánticas, la curvatura 
 del espacio y los agujeros negros. En 
 los últimos años se agregó a esta lista 
 el concepto del multiverso. Está 
 cimentado en teorías bien 
 comprobadas, como la relatividad y la 
 mecánica cuántica, y cumple los dos 
 criterios básicos de una ciencia 
 empírica: se hacen predicciones con 
 base en él y es falsable. Los científicos 
 han descrito hasta cuatro tipos 
 diferentes de universos paralelos. La 
 pregunta no es si hay multiverso, sino 
 cuántos niveles tiene. 
 Articulo publicado por Max Tegmark en 
 Scientific American, mayo de 2003. Max 
 Tegmark es un cosmologo sueco- 
 estadounidense, profesor del MIT 
 (Instituto de Tecnologia de 
 Massachussets). 
 http://es.wikipedia.org/wiki/ 
 Max_Tegmark 
