No quedá claro en el texto bíblico que 
 la Serpiente del Génesis sea el 
 Demonio, esto a despecho de 
 interpretaciones posteriores, como el 
 "Paraíso perdido" de Milton, por 
 ejemplo. Por lo tanto, la caída de Adán 
 no debe atribuírsele al Demonio. El 
 Génesis relata la historia de la 
 tentación y la caída en su capítulo 3. En 
 su primer versículo, dicho capítulo 
 afirma que la Serpiente era el animal 
 más astuto de todos. Pero en ninguna 
 parte del Génesis menciona que la 
 Serpiente fuera el Demonio. Aunque 
 metaforicamente si parece serlo. 
 Sin embargo, muy distinta es la 
 situación en la religión musulmana. El 
 Corán lo tiene claro: no menciona a la 
 Serpiente en absoluto, y en cambio, le 
 carga todo el muerto a Satán. 
 El relato de la caída está contenido en 
 la sura 7 del Corán, aleyas 11 a 25. Hay 
 también una segunda versión, en la 
 sura 15, aleyas 26 a 50. Ambos relatos 
 son mucho más parcos en la Tentación 
 y Caída mismos, pero a cambio son 
 mucho más coloridos en lo que al mito 
 de la rebelión de Satán se refiere. 
 Combinando ambos, tenemos que Alá 
 creó a los djinns (los genios, como por 
 ejemplo los famosos genios de la 
 botella), y al crearlos, los hizo de 
 fuego. Luego, Alá creó a Adán del 
 barro. Y ordenó a los djinns 
 prosternarse ante Adán (la razón por 
 la que ordena esto, de manera 
 aparentemente arbitraria, la verdad se 
 me escapa). Todos se prosternaron, 
 excepto Iblis. 
 Este Iblis se llama también Shaitán, y 
 más o menos equivale al Satán 
 cristiano (aunque con modificaciones, 
 como referiré) . Alá se mosquea mucho 
 y le pregunta a Iblis por qué se ha 
 negado a prosternarse delante de 
 Adán cuando su Creador se lo ha 
 ordenado, y acontece el siguiente 
 diálogo (me he basado aquí la 
 traducción del Corán efectuada por 
 Julio Cortés, aunque con algunas 
 modificaciones para hacer el texto más 
 legible): 
 - ¿Qué es lo que te ha impedido 
 prosternarte cuando Yo te lo he 
 ordenado? 
 - Es que yo soy mejor que él. A mí me 
 creaste de fuego, mientras que a él lo 
 creaste de arcilla. 
 - ¡Desciende entonces del Paraíso! ¡Sal, 
 porque eres uno de los despreciables! 
 - ¡Déjame al menos esperar hasta el 
 día de la Resurrección! 
 - ¡Cuéntate entre a quienes es dado 
 esperar! 
 - Como me has descarriado, he de 
 acecharles en tu vía recta. He de 
 atacarles por delante y por detrás, por 
 la derecha y por la izquierda. Y verás 
 que la mayoría no son agradecidos- 
 repone entonces Iblis, con muy poco 
 agradecimiento porque al menos le 
 dejaron escaparse con su barba, por 
 así decirlo. 
 Alá entonces instruye a Adán que no 
 coma del árbol de la inmortalidad, 
 etcétera. ¿Qué hace Iblis? Va y le 
 sugiere a Adán que lo haga, y Adán, el 
 muy capirote, va y hace caso, y ya la 
 tenemos liada hasta el día de hoy, 
 Corán dixit. 
 Lo interesante del caso es que Iblis 
 cumple de lleno el papel de la 
 Serpiente en el Génesis, y nada se dice 
 sobre ninguna Serpiente. Otro punto 
 de interés es el limitado poder de Iblis: 
 sólo puede susurrarle cosas al oído de 
 la gente, meterles ideas en la cabeza 
 en buen romance, pero no tiene 
 ningún otro poder. Si te fuiste por el 
 mal camino, es tu culpa por haberle 
 prestado oídos a quien no debías, que 
 Iblis no podía forzarte de ninguna 
 manera (así es que, suponemos, Iblis 
 no podría hacer ninguna de las cosas 
 que se nos presenta en "El exorcista" y 
 otros relatos similares). 
 En cualquier caso, no deja de ser 
 literariamente evocador el ver a una 
 criatura hecha de fuego en rebelión 
 contra una criatura hecha de arcilla...